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Capítulo 19

POV Narrador


A pesar de las lágrimas, Keiko seguía caminando sin mirar atrás a pesar de las voces llamándola a su espalda, no paró hasta llegar donde Yaku y Kai.


—Yaku, vámonos...

—¿Qué te ocurre Keiko?

—¿Estás llorando? —preguntó el que había sido el sub-capitán—.

—Yaku quiero irme, vámonos.

—Pero Kuroo.

—Estará bien, vámonos por favor.

—Keiko, escúchame —esta vez esa voz salió desde el azabache que llegó a su lado, justo cuando iba a tocar a la castaña del brazo esta lo evitó—.

—¡No me toques! —se alejó del más alto yéndose detrás del más bajo de los chicos—.

—¿Qué ha ocurrido? —el rubio miró a la castaña, pero al verla llorar dirigió su mirada al menor de todos —¿qué ha pasado Kuroo? —el más alto se mordió los labios, aunque iba con las intenciones de explicarle a Keiko lo que había visto, al tenerla delante, no sabía exactamente que decir—.

—Solo quiero hablar con Keiko —aunque quería que ese momento llegase, le dolía como el fuego las lágrimas de la castaña—.

—No sé si lo has notado, ella no quiere hablar contigo, así que lo que le quieras decir dímelo a mí.

—Tetsurou-kun, vamos a llegar tarde al baile —al verla Kuroo agachó la mirada, no se sentía merecido de la mirada de sus compañeros, por otra parte Yaku miraba molesto a la oji-rosa —oh hola chicos —miró a la castaña que seguía tras el más bajo —aquí estás Keiko, siento que hayas visto lo que has visto, pero ya era hora que te dieras cuenta.

—¿Qué has hecho maldito? —la misma molestia que iba dirigida a Nyoko, se fue a Kuroo —¡Respóndeme!

—Solo ha sido un beso —cuando habló, mientras que la castaña apretaba el agarre y aumentaba su llanto, Yaku abofeteó fuertemente la mejilla de Kuroo causando que su mano se le quedase marcada—.

—¡Eres un maldito hijo de puta! ¡No te mereces una mierda!—a pesar de que le molestaban los gritos del más bajo, sabía la verdad de estos, solo levantó la mirada para ver como Kai abrazaba a Keiko, mientras la culpabilidad y el dolor llenaba su cuerpo, en una pequeña parte se sentía feliz, había conseguido lo que quería, y pensar que con eso la castaña se alejaría de él para cumplir sus sueños, ese pensamiento consiguió que en la mente del azabache apareciera una imagen de esa sonrisa que tanto amaba —vámonos Kai, felicidades Nyoko, aquí te dejamos a Kuroo, puedes hacer lo que quieras con él —volvió a mirar al más alto —tienes suerte, si no fuera por mi amiga, te mataría con mis propias manos.


Sin decir nada más los tres abandonaron, la escuela, por causas personales Kai tuvo que irse dejando solos a Yaku y a Keiko, Yaku intentó llevarla a algún lugar alejado de los sitios que sabía que le harían recordar al más alto, cuando llegó al que creyó que era el lugar indicado, debido a que este lugar era un parque donde había algunos bancos, ayudó a la castaña a sentarse en uno de esos ya que esta había perdido gran cantidad de fuerza por las lágrimas.


—Keiko, debes tranquilizarte, tú no tienes culpa de que Kuroo sea un maldito mal nacido.

—Pero si tengo culpa de que lo siga amando —al escucharla, el rubio la miró, esta lo miró con las mejillas mojadas por las lágrimas del pasado y unas nuevas lágrimas amenazaban con salir—.

—Keiko... no pienses en eso, debes seguir adelante, tu vales más que esos dos.

—Lo sé pero...quema —dijo agarrándose el uniforme a la altura del pecho—.

—Lo sé —el más alto la abrazó con cuidado, quería darle refugio—.

—Puedes irte, seguro que has quedado con Lev para ir a cenar —dijo la castaña alejándose de su amigo —siento haberte pedido que me sacarás de allí, pero como eras quien sabía todo lo que sentía no pensé en otro.

—No tienes que disculparte, eres una gran amiga y me duele verte así —dijo secando las lágrimas que se habían escapado de los ojos verdes que tenía frente a él—.

—¿Dónde estamos Yaku? —preguntó la castaña percatándose que el lugar en el que se encontraban no le resultaba nada familiar—.

—Si te soy sincero no lo sé, solo quería alejarte de los sitios que te hicieran recordar a Kuroo.

—Ya veo...me gustaría volver a casa.

—Claro, vámonos.


Yaku se levantó del banco y tras ayudar a Keiko para levantarse, ambos se prepararon para abandonar el lugar, tras un poco caminando una voz conocida, habló cerca de los dos, para después acercarse a ellos.


—¿Qué hacéis aquí? —habló el más alto—.

—¿Keiko, estás bien? —las dos personas con las que se encontraron eran Bokuto y Yukie—.

—Es una historia muy larga para contarla.

—¿Kuroo no estaba con ustedes? —al escucharlo el corazón de la castaña se encogió—.

—No digas el nombre de ese mal nacido —Yaku volvía a encontrarse molesto—.

—¿Kuroo te ha hecho algo Keiko-chan? —mientras el mayor le preguntaba, Yukie caminó hasta su amiga y tras ver como volvía a llorar, la abrazó de manera protectora—.

—No lo nombres más Bokuto —dijo la pelicorta, Bokuto al ver el estado de la castaña, decidió aceptar lo que su compañera le dijo y guardó silencio—.

—Iba a acompañarla a su casa.

—Pero, ¿te podrás quedar con ella?

—Solamente la dejaría durante el tiempo que tardase en cancelar mis planes.

—Vete a tus planes.

—Bokuto —la mánager del Fukurodani miró al capitán del equipo—.

—Yo no tengo planes y no me importa quedarme con Keiko.

—Pero Bokuto-san —ya más relajada la ojiverde lo miró —no quiero arruinar tu noche.

—No la arruinarás —se acercó a la castaña —ahora mismo lo que más me molesta es verte en este estado, tú no te lo mereces.

—Bokuto-san...¿puedo...? —aunque no terminó de hablar, levantó sus brazos y al verla, el oji-dorado lo entendió perfectamente y abrazó suavemente a la castaña—.

—Estoy aquí pequeñaja —miró a las otras dos personas —yo cuidaré de Keiko, no os debéis preocupar —dijo con una suave sonrisa—.


Continuará...

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