Capítulo 49
Se apresuró a navegar por sus pocas redes sociales que usa que el tiempo se alargó más de lo que la castaña imaginó. Pero por más que veía lindos obsequios ninguno le llama poderosamente la atención.
No fue hasta que por casualidad, abrió la imágen equivocada que lo supo. Frete a ella, había un par de pulsera de pareja que le llamó poderosamente la atención por su diseño. Sus piedras estaban hecha de murano y su dijen de lo que parecía ser plata con un grabado de infinito. El diseño era sencillo, pero muy hermoso a la vista.
En su mente, no pudo evitar imaginarse lo bien que iba a lucirle a Alejandro.
Impaciente por una respuesta positiva, copio y pego el número de teléfono que estaba en el página y marcó. Estrellando suavemente la punta del lapiz contra el cuaderno rayado.
—¿Si? Me estoy comunicando con CreacionesRsha —habla un poco ansiosa levantándose de un salto de la silla pero sin retroceder.
—Si, se comunica con la encargada, ¿desea algunos de nuestros accesorios?.
Adamaris vuelve a sentarse, muy despacio y sin evitar mantener la sonrisa.
—Así es. Estoy interesada en adquirir una de sus pulseras de pareja.
—Por supuesto señorita, ¿me dice su nombre? ¿usted ya escogio el diseño que se va a llevar o quiere que se lo diseñen?.
—Mi nombre es Adamaris Gutiérrez y realmente si deseo algo nuevo —comenta.—estuve mirando su página y me interesó un diseño que es con piedras de murano, tiene un dijen con un infinito y al lado el nombre de la persona.
—El para siempre —menciona la muchacha.—ese diseño esta muy solicitado últimamente. ¿Usted lo quiere tal cual?.
—Me preguntaba si podría ir incluido un último detalle —añade.—no importa el costo, yo lo asumiré.
—Tendría que saber cual sería.
—Me gustaría que el dijen pudiera esconder una fotografía al separar sus lados —explica y después hace una mueca.—no se si me entienda.
Al otro lado, por primera vez escucho un sonidito se duda.
—Comprendo lo que me pide. Pero sería un poco más costoso.
—Pago el precio que sea necesario —asegura.—ahora bien, lo necesito para dentro de dos días.
—¿Dos días? —preguntaron algo dudosos. Adamaris hizo un sonido desde su garganta de aprovamiento.—¿Quiere ponerle algun grabado? —preguntó después.
—Si, a los dos les va a poner las vocales a y a, y en medio de ambas el infinito de pie.
—Muy bien, permitame un momento —se queda en silencio. Adamaris escucha algunos pequeños ruidos pero continua esperando.—¿señorita, se encuentra? —vuelve hacer un sonido aprobatorio.—serían 95 dólares, la forma de pago es contraentrega.
Adamaris sonrío feliz.
—Esta bien. Anoté la dirección del lugar en que me lo va a entregar.
Adamaris le dictó la dirección, después se despidieron y colgaron, la castaña con la esperanza de que al fin podrá darle un regalo. Baja la mirada a la hoja dibujada por gruesas lineas y sonríe mirandolo enamorada, sin poder evitar imaginarse el rostro preso de sorpresa de Alejandro cuando le dé su regalo.
No había podido dormir en toda la noche y cuando el reloj marcó las doce de la madrugada no pudo evitar levantarse de la cama, agarrar su teléfono y empezar a escribir.
Amor ❤
En el día de hoy nacio la personita única en el planeta. Deseo con todas mis fuerzas que la virgen de guadalupe te colme de bendiciones y te haga inmensamente feliz 😍 hoy y siempre 💕 te amo ¡feliz cumpleaños! Hoy, por siempre y para siempre.
Conforme con el mensaje enviado, se levantó de la cama saliendo de la habitación. Ya no iba a poder volver a dormir. El gran día había llegado y no creía que podía estar tan ansiosa.
Adamaris avanza hacía la oficina de placa de oro, cargando una no tan pésada bolsa. Miró a la derecha, encontrándose el escritorio vacío.
Afortunadamente la secretaria no se encontraba. Sonrío y avanzó, sintiéndose dichosa por no tener que justificar por... ¿decima vez? Su visita a la oficina.
Da dos toques suaves a la puerta y sib mayor reparo en pensar que pudiera estar ocupado o con otra persona, la abre, asomando
—Hola, ¿cómo está el cumpleañero más guapo de todo méxico? ¿Puedo pasar? ¿estás demasiado ocupado? —le pregunta, asomando la cabeza.—entré porque no había nadie afuera.
—Nunca estoy ocupado para tí —gesticula, dejando caer el boligrafo y levantandose de su asiento e ir a su encuentro.—oye, explícame una cosa, ¿cómo así que el hombre más guapo de méxico, ah? ¿por qué no del mundo, eh?.
Alejandro besa su cachete y picotea sus labios.
Adamaris apenas y pudo concentrarse pero tampoco reprochó el comportamiento del empresario. Ambos deseaban aquel beso.
—Bu... bueno no... yo.
Alejandro ríe a carcajada.
—¡Amor eres una ternura! Solo te estaba molestando —la interrumpe y la vuelve a besar, profundizando el beso hasta.—¿Qué traes guardado? —le pregunta, envolviendo su mano la cintura de la castaña.
Adamaris inhala y sus cachetes se tiñen de rojo. A Alejandro le parecio adorable y restregó su cachete junto con el de ésta.
—U... una sopa de fideos largos con chorizo cocido y huevo— responde, recordando sus palabras.
Por primera vez, su estómago rugió y se le hizo agua la boca.
—¡Delicious! —exclama en un perfecto asento inglés.—vamos, vamos, estoy muriendo de hambre
La arrastra hacía el escritorio, Adamaris se sienta en la silla derecha y este a su lado.
—¿Estás seguro que tu secretaría no vendrá? —le pregunta a Alejandro temerosa por ser descubiertos.
—Calma, la mandé hacer algunos recados. A esta hora, aún debe estar metida en el banco.
Adamaris le cree y destapa el porta comida.
—¿Qué le has dicho a tu hermano? Por lo que sé, ustedes almuerzan juntos.
—Una mentira piadosa, ya sabes. Lo cierto es... —se detiene y agacha la mirada apenada.—que quería estar contigo hoy —confiesa sintiéndose estúpida.—antes que todo acabe y tengas que irte y... porque es tu día especial amor —Alejandro se enternecio y llevando su mano a su cachete la acaricia. Ambos se sonrien con amor. —por cierto, ¿cuánto tiempo vas a durar por fuera?.
Alejandro se encoje de hombros.
—Wow se ve riquisímo, ¿quién lo preparó? ¿no es perjudicial para tu salud? —evade el tema. En su cabeza no pensaba alejarse mucho tiempo.
Adamaris lo dejó pasar, sintiendo que tal vez no quería hablar de eso.
—No lo es, sus ingredientes son saludables baja en grasa, te va a gustar vas a ver —le dice y entrega el porta comida.
Alejandro lo inspecciona, pero el solo olor lo vuelve loco y le hace salivar.
—Se ve delicioso —agarra la cuchara y prueba.—Mmm... y sabe todavía mejor, amor, ¿dónde es esta comida? Jamás la había probado.
Adamaris sonríe ampliamente y feliz mostrando sus dientes.
—Es estilo japones, papá una vez lo cocinó y quedé encantada —cuenta advergando una emoción al compartir la historia.—así que lo aprendí hacer. Fue lo primero que aprendí a cocinar y lo que más se come en la casa. Mi tía también lo prepara muy bien, pero este lo preparé yo quería... quería sorprenderte —confiesa, apenada.
—¿Osea que lo preparaste tú?.
Adamaris asiente.
—Es lo primero que te daré en tu día.
—Amor —gesticula, conmovido. Adamaris acaricia su cachete observandolo con ternura.—voy a... voy a probar.
Adamaris lo vió comer en silencio, con una sonrisa plasmada en su rostro. Disfrútando viendolo comer con ansias, como si fuera la primera vez probando comida. Pero para Alejandro era importante aquel gesto, por primera vez en su vida, alguien aparte de su nana cocinaba para él. Ni siquiera su propia madre lo había hecho en 35 años de vida y estaba demasiado conmovido. Tanto que estaba a punto de hecharse a llorar, sin embargo, logró retener las lágrimas.
—Tenías mucha hambre —menciona al verlo saborear su boca hasta acabar.
—Suele pasar cuando estoy bajo mucho estrés —se excusa, sintiéndose de pronto apenado.
Adamaris ríe a carcajada.
—Me imagino que celebrar tu cumpleaños no es tu favorito, puedo saber la razón.
—Para estás fechas, mi hermano ya no estaba con nosotros.
Un extraño silencio se extiende entre los dos y Adamaris se siente culpable al ver lo decaído que parecía.
—Oh Alejandro —vocifera lastimero y se lanza a sus brazos, envolviendolo en su cálido abrazo. —siento recordártelo.
Alejandro niega, pero es incapaz de culparla.
—Algun día tendré la suficiente fuerza para contarte sobre él — promete, aceptando su abrazo e incluso propiaciando que ésta se sentara en sus piernas.—es una promesa.
La tarde cayó y la creciente expectativa con el. Pronto, los emplados andaban como locos buscando un lugar para poder vestirse. Muy por el contrario de los baños de hombres, en el de las mujeres había poco movimiento. Tal vez porque algunas preferian hacerlo directamente desde sus oficinas o en algun otro sitio privado.
Pero ahí estaban María y Adamaris, ocupando el espacio.
—La verdad es que si fuera por mí, no vendría a la fiesta —dice María desde uno de los cubiculos del baño.
Adamaris rueda los ojos y continua aplicandose el labial rojo sobre sus labios, cuídando de no mancharse.
—Ánimate María ya vas a ver que la vas a pasar super—comenta.—además, ¿no te parece divertido que celebren este tipo de celebraciones en nuestro trabajo? Recuerda como te quejabas en casa victoria por las poquitas celebraciones que asistiamos.
Desde el cubiculo, María chasqueo los labios.
—Estoy gorda, este disfraz ya no me quiere cerrar —comenta abriendo de golpe la puerta del baño.
Adamaris la observa desde el espejo pero no le encuentra falla en su vestuario. Al contrario, para ser una mujer con un hijo tiene una figura envidiable. María no había engordado nada al dar a luz, su gusto si lo hizo pero eso solo aumento su belleza física. Ahora, luce un vestido de campecino, su blusa es negra y la falda corta de flores roja, unas medias veladas negras y unos enormes tacones igual negros.
—¿Quieres que te ayude? —le pregunta, dejando el labial sobre el tocador y girándose hacía ella.
María resopla.
—Por favor. Estoy rechoncha.
Adamaris camina hacía donde ella, al mismo tiempo que María se gira dandole la espalda.
—Mete barriga —le aconseja. María obedece y en segundo Adamaris logra subirle la corredera.
María mueve su larga cabellera negra, recogida en un gran moño hacía atrás y juntas caminan a lavabo.
Allí se empiezan a retocar. Adamaris termina el decorado en el rostro que consiste en simple retoque de rubor y labial rojo.
—Las flores se te ven mejor a ti —comenta María y le entrega el tocado de flores rojas. —eres una excelente Frida versión muerte. Ven te ayudo con el tocado.
Adamaris suelta una risilla y continua pintando sus cejas, hasta el punto de encontrarselas en una linea recta. María le ayuda a colocarse el tocado de flores en la cabeza. Afortunadamente la trensa lo había sostenido y parece ser muy bien trensada. María regresó a terminar de maquillarse.
Adamaris se ajusta la ruanaa y se mira por un momento en el espejo, conforme con lo que observa.
—¿Estás lista María? —le pregunta volteando a verla.
La morena inclina su rostro y le lanza una mirada aburrida.
—¿Puedo no ir? —le pregunta de vuelta.
Adamaris lanza una carcajada y niega con la cabeza, divertida con la situación.
—No seas aburrida mujer, ya vas a ver que te la vas a pasar bien.
María hace una mueca y continua pintandose.
El amplio salón de eventos está decoración de acuerdo a la celebración que iba acontecer. Desde que entrabas se respiraba el ambiente fiestero. En la entrada los recibía una fila de velas encendidas.
Por dentro, la iluminación era de color negro y morado apenas sobresalia el color blanco de las paredes. Del techo caían tiras de color roja y blancas con el rostro de calaberas directamente al suelo pero sin tocarlo ni micho menos interrumpir la visión de los presentes.
La mesa del bufet también está decorado con calaberas, llena de platillos exquisitos tradicional de la comida Méxicana. El bufet se encontraba del lado derecho del salón aún lado de las demás mesas. Incluso los camareros estaban vestidos de etiqueta con media calabera pintada en su rostro. Las mesas se encontraban estrategicamente colocadas para que más de cinco personas pudieran caminar sin ninguna preocupación.
Y lo más importante, el altar, imponente al frente del escenario. Tal como tradicinalmente esta compuesto, sus repisas una más elevada que la otra y los númerosos calaberas de diferentes colores adornaban el centro del altar justo con la estatua de la santa muerte.
Ambas mujeres se maravillaron con la vista.
—¿Qué les parece? ¿a poco no está todo sensacional? —les pregunta Milena, abordandolas. La asistente llevaba puesto un largo vestido negro en el que se dibujaba un esquerleto, su cabello estaba envuelto en un gran moño que recogia su melena, su rostro está pintada en forma de calabera y un pequeño corazón sobresalia en su entrecejo.
—Si, quedó todo muy hermoso. Digno de una fiesta Ovo —responde María.
—Y ustedes también se ven geniales —halaga Milena, observandolas de arriba. —sin duda, se roban todas las miradas. Sobre todo tú Ada, estas preciosa, ¿es Frida Kahlo? ¡Me encanta!—chilla y mira a María.—tú también estás preciosa. Está catrina me gusta y mucho. Por cierto, Ada, ¿siempre vas a cantar?.
—¿Eh? Si, si. Tengo que buscar a Alan, mi hermano.
—Oh, él ya está aquí. Se encuentra cerca de la tarima con el contador.
—Gracias. Entonces cuando ustedes digan.
—Su número vienen después del baile a catrina, así que apenas acabe ustedes deben estar en la tarima.
—Bien —Milena iba a retirarse pero Adamaris la detiene. —dime, ¿ya el presidente está aquí?.
—El señor Álcala aún no a llegado. Estará aquí cuando no falte un solo empleado. Bien, voy a seguir mi camino.
Mientras hablaba María paseo la mirada por el lugar hasta que recayó en la persona que menos esperó.
—¿Qué hace ella aquí? —habla María, llamando la atención de Adamaris.
—¿Quién? —le pregunta Adamaris mirando en la dirección en donde mira su amiga, pero solo observa la espalda de algunas personas raunidas.
—Mónica —masculle con acidez. Rapidamente le señala en la dirección contraria de la que estaba mirando la castaña. La mirada de Adamaris no recayó de inmediato en su amiga sino que se quedó prendida en la elegancia de los padres de Alejandro, ambos con disfraces alusivos a la celebración.
La señora Álcala lucía un vestido hecho a la medida con los colores del vestido de la bandera, su cabello está recogido en una larga trensa que le cae más allá de la cintura, su rostro bellamente maquillado y sonríente. Mientras, el señor Álcala luce un traje negro hecho a la medida y en su cuello cuelga una corbata de satín azul eléctrico y cargaba consigo una bastón. Su rostro está pintado con la calabera de la muerte y platicaba animoso con un trabajador.
Después se encontraban los padres de Mónica. A la castaña se le fueron los colores de la cara al mirar a su amiga. La rubia estaba vestida con una replica casi exacta de uno de los vestidos de Frida Kahlo. Incluso llevaba el mismo peinado tan característico de la artísta, una trensa que recoje toda su caballera y sobre esta luce un tocado lleno de flores rojas, al igual que ella Mónica solo contaba con rubor y el delineado perfecto en su pequeña boca, totalmemte roja. Eso sí, sus cejas no estaban encontradas y alrededor de su ojo izquierdo brillaban pequeñas lentejuelas redondas y de color blanco.
—¿Qué hace ella aquí? —vocifera María. Adamaris no pudo responder, es más su mandibula se encontraba desencajada.
Milena guia su mirada hacía el grupo.
—Es más que evidente porque está aquí —interviene Milena mirando a la dirección donde la rubia se encontraba.—se rumora que ella es la novia del jefe... o al menos su conquista.
Adamaris se atoró con el panesillo que estaba probando, alarmando a Milena y María que le preguntaron con insistencia que si se encontraba bien hasta que Milena le entregó un vaso con agua y al fin pudo liberar su tensión.
—¿Conquista? —pregunta Adamaris a Milena.
—Si —responde.—en algunas ocaciones se le ha visto acompañada por la señora Enriqueta y por lo que sé su madre y estás son mejores amigas. ¿Ustedes la conocen?.
—Nosotras...
—No, no la conocemos —mintió. María la miró extrañada. Pero el motivo por el que no reveló la verdad es porque no quería verse envuelta en falsos rumores, ni mucho menos desconfiar de nadie.
Sin embargo, no pudo evitar sentirse rara. Más cuando Alejandro aparece, después de que el dj anunciará su llegada. Su madre acompañada de Mónica y la madre de la rubia rápidamente se encontraron con el empresario.
Alejandro se vé guapísimo. Luce un traje hecho a la medida, no llevaba capa y llevaba pintado su rostro con marcas negras en sus ojos y boca todo en forma de una carabela. Tampoco llevaba sombrero y su pelo cae hacía atrás cubierto por una capa de lo que parece ser laca, eso si, en su mano derecha empuñaba un bastón de color blanco con un diamente incrustado en su punta y varios diamantes alrededos.
Milena desapareció y María se fue al baño, y todo pasó mientras Adamaris observaba sin ningun disimulo la interacción de Mónica y Alejandro, y a su vez como eran rodeados por los reflectores. Adamaris supo que debía preocuparse, pero tampoco logró recordar por quién, solo observó la escena. Ambos se estaban saludando mientras compartian palabras, ambos tan cordial, manteniendo una pequeña sonrisa en sus labios mientras sus madres los miraban con orgullo e ilusión, reían e incluso también hablaron con ellos.
Adamaris empezó a notar muy a su pesar que los dos juntos veían malditamente muy bien. Ambos se veían guapísimos juntos, y todo lo que se ponían les lucian sin mayor esfuerzo.
La castaña pasó saliva. Hace una mueca sin percatarse y camina hacia la mesa de comida, tantea la mesa agarrando la primer bandeja que encuentra, en donde habían unas galletas y empieza a devorarlos sin poder apartar la mirada de Alejandro que ahora ríe a carcajada por un comentario o chiste de Mónica.
Adamaris respiró profundo, abriendo mucho la nariz mientras su pecho empieza a doler.
Mónica continua hablando. Enriqueta se ríe, su madre también lo hace, se les une el señor Alfredo y el padre de Mónica. Mirándolos bien, ¿qué puede ofrecer Adamaris al empresario? Ella ni en los talones llegaba a los tobillos de la familia Durán.
Siguio comiendo, con rapidez hasta que ya no habían más galletas en la bandeja, pero incluso así no dejo de tantear la bandeja en busca de más de aquellas delicias. Miró la bandeja tratando de asesinarla cuando tanteo y no pudo agarrar nada.
La fiesta continuo, lo sabe porque pronto todos los empleados empezaron a tomar asiento o ha bailar. Al grupo se les unio Julio y Miranda, ambos diseñadores llevaban trajes de boda. Aunque la diseñadora había preferido smoking en vez de vestido, eso sí hecho a la medida. Se había recogido el cabello en una coleta y sobre su cabeza un sombrero boater también blanco. Ambos con el rostro pintando de calabera.
—¡Adamaris es tu turno!—habla Milena adordandola.
La castaña parpadea enfocandola.
—¿Eh? ¿ya? ¿tan pronto? —pregunta, un tanto desorientada y el estres vuelve a ella.
—Si, ya es tu turno —responde exasperada.—Ey, limpiate la boca, la tienes manchada de salsa—la castaña parpadea y se apresura a limpiar el lugar que le señala Milena.
María aparece con una botella de vino pero es arrebatada por Adamaris quien se la toma de un solo para sorpresa de las presentes.
—Para los nervios —se justifica soltando un suspiro.
La morena niega con la cabeza.
Milena se impacientó.
—¡Ya, vamos! —exclama agarrando el brazo de la castaña y tirando de ella. Mientras es arrastrada, no deja de mirar a su amiga y Milena de hablar.—Alan te está esperando.
Cruzan el salón, esquivando algunos empleados hasta llegar a la tarima en donde las esperaba Alan, Milena los insta para que suban.
—Atención —habla el dj callando los animos de los presentes.—ahora viene una canción de parte de los emplados de la empresa a cargo de los hermanos Gutiérrez.
La mirada de los presentes se centraron en los hermano. Los hermanos subieron al escenario, bajo la atenta mirada de los presentes. Alan se apresuró a sentarse en la silla, mientras posisionaba la guitarra sobre sus piernas.
Adamaris inhala antes de hablar, buscando desesperadamente con la mirada la mirada de Alejandro.
—Esta canción es en honor a todas aquellas personas que no están hoy físicamente con nosotros —se detiene por un momento al conectar la mirada con el empresario y sonríe sin apartar la mirada continua hablando.—pero estarán siempre en nuestros corazones ya que sus recuerdos estarán con nosotros hasta el último día de nuestros días.
Al cabar Alan hizo sonar la guitarra mientras el publico aplaudió. Adamaris cierra los ojos, concentrandose en la canción.
<<No sé que tienen las flores llorona, las flores de un campo santo
No sé que tienen las flores llorona, las flores de un campo santo
Que cuando las mueve el viento llorona, parecen que están llorando
Que cuando las mueve el viento llorona, parecen que están llorando
Ay de mi, llorona, llorona, llorona tu eres mi chunca
Ay de mi, llorona, llorona, llorona tu eres mi chunca
Me quitarán de quererte llorona, pero de olvidarte nunca
Me quitarán de quererte llorona, pero de olvidarte nunca.
El publico apluadió y Alan continuó tocando la guitarra entonando las notas que debía.
Aún santo cristo de fierro, mis penas le conté yo
Aún santo cristo de fierro, mis penas le conté yo
Cuales no serían mis penas Llorona, que el santo cristo lloro
Y cuales no serían mis penas Llorona, que el santo cristo lloro
Ay de miiii... llorona, llorona, llorona de un campo lirio
Ay de miiii... llorona, llorona, llorona de un campo lirio
El que no sabe de amores llorona, no sabe lo que es martirio
El que no sabe de amores llorona, no sabe lo que es martirio
Alan hizo sonar la guitarra, atrayendo mirada sin atreverse a mirar al público pero concentrado en llegar a la nota.
Todos me dicen el negro llorona, negro pero cariñoso
Todos me dicen el negro llorona, negro pero cariñoso
Yo soy como el chile verde, llorona, picante peeeeero sabroso
Yo soy como el chile verde, llorona, picante pero sabroso
Ay de mi llorona, llorona, llorona, llorona llevame al rio
Ay de mi llorona, llorona, llorona, llorona llevame al rio
Tapame con tu reboso llorona porque me muero de frío
Tapame con tu reboso llorona porque me muero de frío
Adamaris hace una pausar y la guitarra lloró.
Si porque te quiero, quieres llorona, quieres que te quiera más
Si porque te quiero, quieres llorona, quieres que te quiera más
Si ya te he dado la vida llorona, que más quieres más
Si ya te he dado la vida llorona, que más quieeeres más
Ay de mi...
Ay de mi...
Ay de mi llorona...
ay de miiii...
ay de mi...
ay de mi llorona...
Ay...
Ay...
Ay...
Ay...
Ay...
—¡Muchas gracias! —agradece sin poder evitar mirar hacía Alejandro. El publico aplaude y chifla entre enocionado y conmovido. Entre ellos, Alejandro que si bien no era la primera vez que escuchaba cantar a la castaña, aquella noche se le escuchó tan hermoso que le desconcertó. Adamaris sonríe agotada pero feliz, observando con fascinación el euforia de los presentes, sobre todo del de Alejandro. —Gracias, gracias. Ahora, está canción va en honor a nuestro presidente por su compleaños. Es un regalo que decidimos darle mi hermano y yo. La persona que se conozca la canción, por favor cante con nosotros.
Alan dejó aún lado la guitarra y se unio a su hermana. Compartieron una rápida mirada en donde Adamaris le regaló una reluciente sonrisa tratando de esa manera apasiguar el nerviosismo de su hermano.
<<¡Ay! Vamos a entonar una canción
Pa' que cantemos
Vamos a festejar con emoción
Su cumpleaños
Vamos a decirle con amooor
Que te felicitamos
Y que siga cumpliendo muchos más
Que la virgen te tiene que cuidar
Que de nuestra parte nada en la vida le faltará
Ninguna voz se alzó para cantar junto a ella, aunque sí sonaban las palmas de los presentes quienes si bien no conocian la canción, intentaban corealarlas. La castaña no dejó de mirar en ningun momento a Alan, que conocía la canción tan bien como ella, se unió a su canto aunque su voz era muy baja.
Y que los cumpla feliz muy feliz
Deseamos todos en esta reunión
Y que los cumpla feliz muy feliz
Deseamos todos en esta reunión
Tus amistades llegamos aquí
Pa' compartir esa gran bendición
Bendición de mamá
Bendición de papá
Bendición de mamá
Bendición de papá
Y yo te vine a cantar esta canción
Y te deseo mucha felicidad
¡Ay! Vamos a abrir una botella de vino
Pa' que brindemos
Por que hoy con toditos tus amigos...
Amanecemos
¡Ay! Por que hoy esta cumpliendo años
Lo que mas quiero
Y estoy repleto de felicidad
Que hasta me han dado ganas de llorar
Gracias a Dios
Porque has cumplido un año más
La canción acabó y el publicó aplaudió y ovacionó de pie.
—Feliz cumpleaños señor Alejandro —habla Alan.—Muchas gracias —añade Adamaris. Ambos hermanos se bajan del escenario, siendo abordados por Milena, quien sonreía de oreja a oreja.
—Una canción muy hermosa, ¿donde la escuchaste? —le pregunta Milena al tenerla cerca.
—Gracias. Es una canción de Diomedez Días —menciona.—se llama tu cumpleaños.
En ese momento Alejandro aparece detrás de Milena impactando a los presentes.
—Una canción muy bonita. Me gustó mucho —dijo, miró a la castaña y asiente sonriéndole casi imperceptible, Adamaris se sonroja pero no aparta la mirada, teme que alguién los este observando y no se equivoca, en esos momentos tenían la atención de los presentes. —felicidades canta muy bonito —mira a Alan.—usted también toca la guitarra muy bien.
Adamaris reprime una sonrisa, sintiendose enrojecer. Agradeciendo en silencio tener el rostro pintado. Alan sonríe orgulloso.
—Gracias Señor Alejandro, espero que le haya gustado la canción y nuevamente feliz cumpleaños.
—Si, señor Alejandro, feliz cumpleaños —añade Alan.—nosotros... nosotros quisimos darle un pequeño regalo. Es de parte mio y de mi hermana... la canción que interpretamos—aclara.—no es muy lujoso ni ostentoso pero lo hicimos con mucho gusto.
—No se hubiesen molestado, la canción como ya les dije me gustó mucho... me atrevo a decir que es el mejor regalo que e recibo en mis 35 años de vida —contesta con toda honestidad.—ahora tengo que retirarme, tengo que atender más invitados. Permiso.
Le da una última mirada a Adamaris y se marcha. A medida que la velada avanzó más espectaculos salieron a relucir, los mariachis cantaron diez buenas canciones, hubo concursos y algunas palabras por parte de los directivos con más rango. La comida nunca faltó e incluso repitieron varios de los platos.
Hubo un momento en que algunos compañeros se animaron a invitar a bailar a Adamaris. Ésta se negó rotundamente desanimada porque Alejandro y Mónica no se habían despegado en toda la noche. Alan, a su lado también estaba demasiado serio. Desde que había iniciado la fiesta y sus ojos recayerln en la rubia no había podido despegar su mirada de ésta. El primer pensamiento que se le cruzó fue la razón de estar en aquella celebra, quiso ir a preguntarle pero se detuvo al ver a los padres de la rubia a su lado. Alan detestaba a la pareja y estuvo reacio acercarse. No fue hasta que observó como Alejandro y Mónica interactuaban, observar como sus familias los mirabas y como las personas cuchicheaban de lo hermoso que se veían como pareja, incluso unos se iban más lejos y susurraban que eran pareja y tenían planes de casarse. ¡¿Qué locura estaban diciendo?!. Pero cayó, escondió su rabia y las ganas de armar pleito y continuo con la velada, mostrándose sereno. Aunque ahora está que explota al ver a los dos bailar.
Bebe de su copa, vaciando el contenido. Hace una mueca al no sentirlo tan fuerte y aparta la mirada solo para buscar la botella, encontrándola vacía. Vuelve hacer una mueca y alza la mirada, centrandola en la pareja que bailaba una lenta canción en el centro del salón.
—¿Deseas más Champange? —le pregunta Alan a Adamaris sin dejar de observar .
Adamaris niega con la cabeza.
—Lo que quiero es una tequila, ¿no hay? —le pregunta de vuelta.
—Creo que en la casa hay un poco—suspira.—voy a buscar un poco de alcohol.
Alan desaparece. Adamaris suspira observando a la pareja terminar de bailar y salir de la pista. La castaña se incorpora girandose para no perder de vista a la pareja. Ambos se sentaron en la mesa destinada a la familia y no hablaron, al menos no entre ellos.
—Adamaris, ¿eres tu? —le pregunta una jovial voz. Era Pedrito. La castaña se gira bruscamente, parpadea y lo enfoca.
—¿Pedro? ¿qué haces aquí?—le pregunta de vuelta. El chico sonríe de oreja a oreja y se sienta en la silla en la que estaba ocupando Alan.
—Ahora trabajo aquí. El señor Alejandro me brindo un trabajo y también me patricina mi carrera —la sonrisa decayó un poco.—quiero confesarle que estoy profundamente agradecido por todo lo que usted y el señor Alejandro han hecho por mi y mi familia. Ta-también quiero pedirle perdón por el momento tan espeluznante que le hice pasar y...
—No tienes que pedir perdón Pedrito, ya lo que fue, fue. Pasado, pisado —le interrumpe agarrando su mano en el proceso. —lo que más me emociona es que hayas decidido aceptar la ayuda que te brindaba Alejandro. Te lo mereces. Así que déja de estar mirar de esa manera que me vas avergonzar.
Pedriti agacha la cabeza y cabesea.
—¿Sabes? Esa canción me encanta —menciona la castaña cabeseando el ritmo de perfecta de la banda los recaditos. —¡Vamos a bailar! —Pedrito la mira alarmado causandole gracia.—en toda la noche no e bailado y quiero hacerlo contigo. Así que... no puedes negarte, me la debes.
Tiró de su brazo hasta llevarlo a la pista de baile. Al principio, el joven se vió desubicado pero Adamaris le insta a que siga su paso y empieza a bailar al ritmo de la canción. La pista de baile se llenó de parejas y pronto Adamaris se vió rodeada de cuerpos sudorosos, incluso empezó a disfrútar el ambiente fiestero olvidandose que a pocos pasos Alejandro la veía bailar muy serio. Bailaron tres canciones aparte de aquella y pronto Adamaris se cansó y regresó a la mesa, con Pedrito a su lado encontrando a María sentada sola en la mesa.
—¿Y Alan? —le pregunta al oído. La morena se enconje de hombros.
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