Capítulo 2
Sus palabras la enorgullecen. Susana engancha una sonrisa, muy consciente de sus atributos, da una lenta vuelta mostrando su atuendo.
—¿En serio le gusta? La compré exclusivamente para usted —le asegura ésta con voz seductora. Caminando sensual rodea el escritorios acercándose a Alejandro y sentándose en sus piernas, une sus labios en un beso cargado de deseo y pasión. Éste no se resiste al contrario, se encuentra aquel beso permitibme. Susana gime y es la primera en poner distancia entra ellos, aunque rápidamente picotear los labios del empresario.— Espero de todo corazón que haya sido de su agrado —añade.
Era un cincuenta, cincuenta, la verdad ha tenido mejores amantes, prefiere callar. El siempre ha tenido montones de mujeres a su alrededor, rogándole por un poco de atención de su parte, y como el era hombre caballeroso que es tiene que complacerlas, a todas sin excepción. Era una de las ventajas de tener tanto dinero y ser tan guapo, obviamente sin ningún compromiso, él no es de esos hombres que creen en el amor, mucho menos en el compromiso, pero a veces permitía que las mujeres pensarán que podrían enamorarlas así era mucho más accesibles a ellas.
Alejandro engancha una sonrisa coqueta.
—Pero por su puesto que lo es —le dice mientas besa sus labios, y luego, su barbilla hasta llegar a su cuello. La mujer sonríe totalmente complacida y se muerde el labio evitando jadear... sin mucho éxito.
—Nos escucharan y necesito que sea breve.
Pide Alejandro, colocando sus dedos sobre sus labios.
—Entonces... no perdamos tiempo, señor Alcalá —fanfarrea eufórica, luchando por desajustarle el cinturón de su pantalón. En busca de su propio placer, Alejandro se acerca a su secretaria besándola con hambre, baja sus manos al trasero y lo aprieta, sin poder mantener sus manos quietas busca a través de su falda el camino a su intimidad.— espere...— la castaña se separa bruscamente de Alejandro causándole a éste una gran molestia. Alejandro la observa cabreado.—... debo avisarles —le dice colándose el teléfono al oído, teclea rápidamentr varios números. Alejandro intenta revirar, Susana lo calla tapándole la boca con sus dedos.— Si Kate, puedes por favor comunicarte con los master... Si en quince minutos, ¡Ajá! Gracias —cuelga el teléfono, sonríe y se voltea para observar a su amante que no estaba contento con su acción, deja un rápido y fugaz beso en sus labios.— ¡Listo!, asunto sanjado.
Y lo vuelve a besar. Y es que la relación que mantenía Alejandro con su secretaria no ha sido casualidad, ni mucho menos por asares del destino. Apenas Alejandro puso los ojos en ella o en sus pronunciables caderas y apetecible cuerpo, supo que debía ser suya; para nada la contrató por su inteligencia u eficiencia laboral eso lo tenían claro los dos. Fue por sexo, y apenas se le presento la oportunidad Alejandro no dudo en acercarse. Aunque Susana no se opuso, al contrario, disfruta cada noche a su lado y todo el dinero que le saca a cada encuentro.
Pero hoy, casi un año de ser su amante Susana siente que puede lograr algo más que solo estar para la satisfacción de Alejandro. Susana estaba y se siente en el paraíso y por nada del mundo quería ceder su puesto.
El encuentro sexual duro más de lo esperado. Y lo que debía ser rápido placentero (y de hecho, lo ultimo si que lo fue) logró atrasar a Alejandro, y de paso, la reunión. Media hora después, los diseñadores julio Restrepo y Miranda Terán, el directo Carlos silva y la gerente Virginia Ochoa se encontraban en la sala de juntas esperando a que su presidente apareciera y así empezar a deliberar los materiales de la producción, pero este se encontraba muy ocupado con su sexy secretaria.
—Entonces... ¿Dónde está nuestro dichoso presidente? —se queja la diseñadora cruzando sus brazos.— Dijo que en quince y es el único que falta —suelta un suspiró.
Julio la observa divertido.
—Miranda, Miranda, Miranda. ¿Por qué tan enojada? seguramente se perdió buscando la oficina. ¡Y con todo y secretaria! —bromea tratando que quitarle hierro al asunto. Miranda puso los ojos en blanco. Tanto Carlos como Virginia comparten una fugaz mirada que no pasó desapercibida para el diseñador.
Era un secreto a voces la relación sexual que mantenía su presidente con su actual secretaria. Pero lo cierto era que esa relación interfería con su labor como presidente de una importante empresa textil y siendo el presidente debía poner limites. Sin embargo, nadie se atrevía a decirle nada, ni siquiera Carlos que era su más fiel y antiguo amigo. Y aunque su padre se encabronaba por aquel hecho, nada podía hacer y el tampoco iba a dejar de insistir.
A estas alturas, ya ninguno de los presentes se sorprendía del retraso de Alejandro. Además sabían perfectamente que para Alejandro, Susana era una de tantas que esta en su lista; de lo que si se sorprendían era que estuviese durado tanto a su lado, aunque también sabían que ella no era la única que estaba en ese momento con el presidente.
—¡Caray, al menos alguien puede mandarlo a llamar!—exigió frustrada Miranda cortando importancia la pequeña discusión de sus colegas.
—No es necesario... — respondió al fin Virginia, observando con su ceño fruncido como Alejandro salía del ascensor tratando de arreglar su físico.—... Ahí viene nuestro presidente.
Todas las miradas se centran en Alejandro cuando esté entra a la reunión que por cierto, él estaba retrasado y lo sabía. Tratando de no ser muy convincente entro y se posicionó en el puesto de mando seguido por su secretaria que lucia una sonrisa de oreja a oreja.
—Empecemos con la reunión—musita muy serio.
Los diseñadores se miraron pero fue Julio quien se levanto; arreglo su corbatín de colores y plancho su chaleco con sus manos.
—Lo que están a punto de ver, es sin duda el inicio de una nueva era en la industria de la moda. Ovo'Alcalá ya no se vera como antes— comenta Julio.— Miranda, reprodúcelo.
Miranda le dio clic al video y este empezó a reproducirse.
Adamaris suspira dejando aún lado su móvil, es casi medio día y su cuerpo empezó a quejarse a faltaba descanso. Desde que había arribado en su trabajo, no sé había tomado el tiempo ni para beber agua entre firma de documentos y revisión de la nueva colección que casa Victoria, ella no puede parar; y apenas le faltaban cuatro horas para terminar su jornada laboral. Pero su cuerpo está agotado, cerró la lapton en la que estaba trabajando y se recostó en su silla, cerrando sus ojos en el proceso.
Era casi anti-humano trabajar como ella lo he, pero necesitaba el dinero y es lo que le apasionaba. Adamaris amaba diseñar, jugar con los colores y texturas era su especialidad. Ella había estudiado diseño de modas e idiomas y aunque no lo manifestara abiertamente, soñaba con convertirse en una gran diseñadora de moda. Pero tampoco era fácil, todo se vino abajo cuando sufrió aquel infarto y agradecía que no la hubiesen despedido, su jefa era verdaderamente cruel pero por muy extraño que pareciera, Victoria Gallagher no la había despedido.
Adamaris se sobresalto. María su secretaria había entrado sin tocar y muy abruptamente.
—¡María, por Dios! ¡Casi me matas del susto! Pensé que era Victoria —exclama, poniendo sus manos sobre su pecho,tratando de calmarse.— ¿Es que no sabes tocar mujer?.
María le lanza una mirada apenada.
—¡Lo siento jefecita! Pero necesitaba que me firmara estos papeles —se excuso, entregándole los papeles.— y es urgentititisimo por que la señora Gallagher los necesita para ya.
—¿Y qué son? —pregunta, revisando los papeles.
—¡Sepa!. Pero me pidió que te los entregara. Ah, y que no se le olvidé mandar los diseños ya revisados.
Adamaris hace una mueca pero asiente.
—¿Sabés cuándo es la pasarela?.
—Pues tengo entendido que es para la última semana del mes —le responde María.
Adamaris empeza a firmar los papeles.
—¿A usted no le enviaron invitación? —le pregunto su secretaria.
La castaña detiene sus movimientos, procesando las palabras de María. Su pecho se aprieta pero no sé permite sentir tristeza. Adamaris niega, sin despegar su mirada de la hoja que está firmando.
—Ah...—murmuro con pena. María es la única empleada que conoce de cerca la gran estafa que le estaban haciendo a su jefa y amiga en cuestión en ese lugar, pero ella no debía entrometerse ya una vez lo intentó y por poco pierde el trabajo por entrometida. Para tratar de animarla, María hace sonar sus dedo llamando la atención de Adamaris.— ¡Ya está! Ya que yo tampoco recibí invitación. ¿Por qué mejor nos vamos de reventón?.
—¿Qué...?— Adamaris alza la cabeza, conectando miradas. Ríe a carcajada y vuelve a bajar la cabeza, leyendo apresuradamente el resto de documentos.— ¡estás loca mujer!.
—Un poco, si. Pero algo tenemos que hacer esa noche, porque téngalo por seguro que no nos quedaremos encerradas en estás cuatro pareces. Ni muerta me quedó aquí —comenta María. Recoge los papeles y se acerca a la puerta, pero no sale.— ¡Piénselo!.
Adamaris continúo riendo hasta que se quedo sola. Tal vez debía de hacerle caso a su amiga, ¿Qué podía perder?. El móvil de la castaña empieza a sonar, está lo descuelga.
—¡Joel, que bueno escucharte! —exclama, sintiéndose de pronto alegre.
—Ada buenas tardes, ¿Cómo estás? ¿Te interrumpí? —la masculina voz de Joel al otro lado de la línea logró relajarla.
—¡Que va, al contrario es hora de descanso!. Solo estaba terminando algunos pendientes, ¿Por qué? ¿Qué pasa?.
Joel se muerde el labio dudoso, quedándose en silencio por un largo tiempo pensando en la mejor excusa para justificar la llamada.
—No pasa nada bonita. Llamaba para invitarte a la reinauguración del Valparaíso.
—Es este sábado, ¿no?— recordó la castaña.
—Así es— le dijo Joel.
—Esta bien. Ya quiero mirar como te quedo el lugar. Recuerdo la primera vez que fuí, ese lugar en verdad necesitaba una manito de obra—aseguro. Recordando la primera vez que su hermano a conocer su nuevo lugar de trabajo.
Fue varias semanas después de haber salido del hospital, su hermano la ánimo a salir de la casa y acordaron en que él la iba a llevar a conocer lo que parecía ser su nuevo trabajo. Ya Adamaris sabía en lo que su hermano iba a trabajar y en esos difíciles momentos era una bendición, ese mismo día conoció a Joel, el jefe y desde entonces se han vuelto muy amigo; aunque Adamaris desconoce completamente los sentimientos de Joel hacía ella.
—¿Entonces hasta el sábado?— la voz de Joel la hizo salir de sus divagues. Adamaris se recompuso y se aclara la garganta.
—Hasta el sábado —repite.— ah Joel, ¿puedo llevar compañía?.
—Un novio quizás —le dijo tratando de sonar sereno, pero apretando los puños.
Adamaris se tensa y niega, pero siente la absurda necesidad de explicárselo.
—No. Una compañera de trabajo.
Joel suspira relajando su expresión incluso deja de hacer presión en sus manos.
—Esta bien —Joel observa como Alan viene a su encuentro y se apresuro en colgar.— Ada, nos estamos comunicando, adiós.
—Adiós Joel, fue bueno hablar contigo.
Ambos colgaron y Adamaris se quedo viendo su teléfono.
—Bueno, ya sé a dónde iremos este fin de mes—se dijo sonriente y retoma el trabajo que estaba haciendo.
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