Capítulo 17 MARATON parte 2
A la mañana siguiente Adamaris amaneció de buen humor. Se dio un corto regaderazo, se cambio con algo cómodo, arreglo la habitación. Hoy estaba dispuesta a agradecerle al castaño y ya sabía como hacerlo. Esa era la única manera que había encontrado para agradecerle todo lo que estaba haciendo por ella... Aunque Joel se lo hubiese pedido.
Como la casa estaba en silencio cuando paso por la habitación donde se quedaba Alejandro dio dos toques a la puerta un tanto dudosa por interrumpir a Alejandro, pero se sorprendió cuando nadie le contesto e iba a irse dispuesta a seguir su camino cuando la puerta se abrió de golpe, mostrando a un Alejandro sudoroso debido a que acababa de salir de la ducha.
Ambos parpadearon sorprendidos, incluso se inspeccionaron con la mirada.
—Dis-disculpa si te e interrumpido —se apresura a disculparse Adamaris, desviando la mirada a cualquier punto lejos de los abdominales de Alejandro, de pronto sintió su boca secarse y rápidamente intento obligar a su cuerpo a producir saliva.
Alejandro parpadeo saliendo de su estupor.
—Tranquila yo... Pensé que me necesitabas para... Bueno, cualquier cosa —Alejandro intento cubrirse el pecho con la toalla con la que estaba secándose el cabello. Luego frunce el ceño, ¿por qué razón estaba nervioso? ¿por qué sentía tanta vergüenza de pronto?.
Adamaris le sonrió incomoda y enfoco su mirada en la suya.
—Yo... Iba hacer el desayuno y... Me preguntaba —se quedó en silencio una idea para escapar de aquella penosa circunstancia. —lo que querías para desayunar.
Alejandro asiente y relaja su expresión. ¿Ella le iba a cocinar?.
—Lo que sea que prepares esta bien —acota inseguro tratándose alejar más pensamientos innecesarios. De pronto se acordó que estaba medio desnudo enfrente de la chica de su amigo. — voy a... Tengo que terminar de alistarme— empezó a mover las manos mostrando que debía regresar a la habitación.
Adamaris alza ambas cejas.
—Si, si yo también voy a bajar. Dale, nos vemos...
Adamaris espero que Alejandro cerrara la puerta par contraer su rostro.
—¡Ay no, que vergüenza! Pensará que quise verle... Verle así, ay no —medio grito en un susurro mientras se daba pequeños golpes en la frente— ¡Estúpida! ¡Estúpida! Es lo más estúpido que se me puede ocurrir... ¿en qué mundo vivo? ¡Ah! Preguntarle ese tipo se cosas...—bajo las escaleras y llego a la cocina, aún reprendiendo se.
—Uh, hola —Adamaris dio un brinco asustadizo cuando hoyo la gruesa voz de Juan.— oh lo siento no quería...yo no quería asustarte.
—No tranquilo. Estaba, yo estaba distraída. ¿Vienes de ver a Joel?.
Juan asiente.
—¿Cómo esta él? ¿Ya está mejor?.
—Esta bien, pero tuve que dejarlo solo porque tenía que venir y descansar un poco. Pero él esta bien.
—Genial, estoy haciendo desayuno, ¿quieres? —ofrece Adamaris un tanto dudosa y hasta torpe... Así se sentía.
—Bueno si. Yo ya me voy necesito descansar —dice.
—Si, claro yo... ¿Te parece si te guardó un poco de lo que estoy haciendo? —insiste sonriente.
Juan se sorprendió por la amabilidad que demostraba la castaña hacia su persona y más después de como la había tratado desde que la conoció. Si, había sido bastante hepático con respecto a ella, pero lo que menos se imaginaba era que Adamaris tuviera esa tipo de reacción con respecto a el.
Juan se aclaro la garganta.
—Si... Gra-gracias. Voy a... Permiso.
Juan desaparece subiendo la escalera y Adamaris se dispone a preparar el desayuno.
Juan entró a la habitación y calló rendido en su cama. Había sido un día agotador, tener que cuidar a Joel no fue fácil y más con el dolor de cabeza que aún cargaba debido a la borrachera que se pegó.
Mientras Juan deseaba dormir, Alejandro bajó las escaleras encontrándose a la castaña en la cocina.
—Sabes... Mientras me arreglaba para verme más galante de lo que soy , fue inevitable para mi no detenerme y pensar: ¿No y qué no sabías cocinar? —le pregunta, alzando una ceja con evidente interés.
—Y es que no sé, pero si se preparar una torta de huevo y pan —se defiende mirándolo de reojo sintiendo tonta.
Éste ríe.
—¡Es el desayuno más plano que me e comido en mi vida! De verdad que no te creo que no sepas cocinar. ¡Que mujer no sabe cocinar por dios!... Mejor deja eso así no me gustaría sufrir de una intoxicación... No por segunda vez —lo último lo pronuncio entre dientes.
—¡Ey! El hecho que yo sea mujer no quiere decir que tenga que saber cocinar, no estamos en la época medieval —se defiende asesinándolo con la mirada.— a-además... No es mi culpa, de todos modos es culpa de Alan.
—¿Alan tu hermano? Debería darte vergüenza —Adamaris frunció el ceño.— que un hombre cocine mejor y más cosas que tu... Y todo es culpa de la famosa liberación femenina —la ultima frase lo dijo en un murmullo.
—Pues a mí no me da vergüenza fíjate, porque mientras el cocina yo llevo la comida a la mesa eh, y el hecho de que el sea hombre no le quita menos hombria de ayudar en casa. Y-y para tu información no es que yo no haya querido aprender a cocinar, Alan nunca permitió que yo tocará ni un traste. Él sí es un hombre de verdad... ¡Y que hombre, eh! Para tu información.
—Hablas como si tu hermano fuese una especie de... Héroe...
—Y lo es —lo interrumpe.— mi hermano es el mejor hombre que a existido, yo lo amo y aprecio un montón. Ahora no te quejes mira que yo estoy haciendo el desayuno, eh —rie.
—Oh no se porque esto me suena a una amenaza —dice con inocencia, pestañeado rápidamente.
—No es una amenaza —aclara.— Es una advertencia —rien.— por cierto, ya que es nuestro último día... ¿Podríamos ir a ver a Joel? Ayer viene súper cansada y no me dieron las fuerzas para hablar con él.
—Sobre eso... Joel no esta taaan desinformado sobre ti.
—¿De qué hablas? —frunce el ceño.
Alejandro saco su teléfono, lo encendió tecleo y la miro con duda cuando encontró lo que buscaba, dejo el teléfono en la mesa con el chat de Joel abierto.
Adamaris profundiza el ceño y olvidando lo que estaba cocinando agarra el aparato. Abre mucho los ojos cuando estos observan miles de imágenes, y en todas salía ella. Aunque solo habían fotos de ellos en la playa pero en el yate no. Su boca se abrió cuando le miro el vídeo de ella cantando.
—¿A qué cantas lindo? Aunque también la cámara te ama, mucho de hecho... Tanta belleza debe ser compartida, ¿a que si? —bromeaba divertido.
—¿Cu-cuándo...?—Adamaris no podía articular palabra.
—¿Qué cuándo te las tome? Oh eso es un secreto que solo yo y mi dinero conocemos.
Alejandro controla el impulso de quitarle el teléfono solo para tomarle unas cuantas fotos más. Estaba abochornado de aquellos pensamientos y sobre todo de la mentira a media que estaba diciendo, porque en realidad habían mucho mas fotos guardadas entre ellas las del yate, esas sin duda no quería compartirlas.
¿Seria muy egoísta de su parte? Realmente estaba haciendo un chico malo, pero simplemente si se podía permitir tener este grado de egoísmo y con su propio amigo. Era una mierda.
Tanto Adamaris como Alejandro desayunaron entre risas y bromas. Juntos lavaron los utensilios utilizados como lo había prometido Adamaris le guardo un poco de comida a Juan y fue Alejandro quién se encargó de llevárselo hasta su cuarto. Después arreglaron sus maletas y llevaron al auto donde se encontraron ya listos para partir.
—Primera parada, el hospital —Adamaris ríe ante el tono burlesco que utilizo Alejandro.
El camino fue silencioso pero agradable, en cada parada que hacían compraban ya que aunque la castaña se negará aceptar lo que Alejandro le ofrecía por la insistencia de éste tenía que si o si aceptarlas.
—Eres un egocéntrico. ¿Me puedes decir donde voy a meter todo esto?—cuestiona Adamaris.
—¿Cuál es el problema? Podemos meter todo en una caja y problema arreglado.
—Para ti todo es posible, ¿no?. ¡Claro! es que al heredero de la familia Alcalá nadie le puede decir que no —Alejandro extendió una sonrisa socarrona. Adamaris bufo.— eres un tonto.
—Oh no deberías de insultar a la única persona que te esta sirviendo de guía —dice usando las mismas palabras de la castaña.
Cuando llegaron al hospital encontraron a Joel esperándolos ya que Alejandro antes de partir le había avisado. Apenas lo vio, Adamaris se lanzó a sus brazos olvidando por un momento que no estaban solos y causándole una gran alegría al moreno. Alejandro desvío la mirada sintiéndose incómodo.
—Por dios me siento terrible. Ayer ni siquiera te llame para saber de ti —le susurro.— soy una mala persona.
—No digas tonterías. Tu aquí viniste a pasarla bien, a conocer, a divertirte. Yo lamento no ser el que este a tu lado en este momento, pero sé que te e dejado en muy buenas manos —le estrecha la mano a Alejandro mientras estrecha entre sus brazos a la castaña. Alejandro le sonrió.
Adamaris suspira y se aparta de él, sintiendo sus cachetes arder. Ellos no estaban solos, se recordó.
—La pase muy bien, gracias a los dos. Sin ustedes... Uno de mis sueños jamás se hubieran hecho realidad —estrecho la mano de Joel y le sonrió con tristeza. —aunque fue una lástima que no estuvieses. Alejandro se encargo se pasar este mal trago, no sé como agradecerles.
—¡Pero conmigo la pasaste genial! —exclama Alejandro haciendo reír a los presentes.— y a mi no me tienes que agradecer nada... Con lo de esta mañana fue suficiente.
—Si la pase muy bien —acepto y el pecho de Alejandro se lleno de alegría.
—Disculpen —los interrumpe una enfermera que acababa de entrar a la habitación, detrás de ella venia un enfermero que traía una silla de ruedas.— venimos por el paciente.
Joel chasqueo la lengua.
—Noooo, cinco minutos más por favor —pide Joel colocando una cara de suplica que pretendía ser de cachorro.
—Lo siento, pero debemos de hacerle las plaquetas —dice la enfermera.
—Anda ve, nosotros te esperamos aquí —habla Adamaris.
—Oh no, el día de ustedes aún no acaban —asegura Joel confundiendo a Adamaris. —esta bien, vámonos —le habla a la enfermera.
—Les ayudo —se ofrece Alejandro. Entre esté y el enfermero levantaron a Joel de la camilla y lo colocaron en la silla de ruedas.
—¡Disfruten el día! —les dice antes de dar la orden para que se lo llevaran.
—¿De qué esta hablando? —le pregunta Adamaris a Alejandro cuando Sr quedaron solos.
Esté se encoje de hombros.
—Ya oíste a Joel, el día para nosotros no acaba. Falta lo mas importante antes de dejar Acapulco —asegura Alejandro.
Adamaris entre cerro los ojos con recelo tratando de descifrar lo que se traía en mente el castaño.
—¿Puedo saber donde me llevarás?.
—A mi lugar favorito... ¡Y sé que a ti también te va a encantar!.
Tomaron un taxi ya que Alejandro había pedido que llevaran las maletas al avión. No fueron muy lejos, de hecho el taxi se detuvo en medio de la nada en una calle donde no transitaba demasiada gente. Alejandro se bajo, rodeo el carro y le abrió la puerta a Adamaris.
—¿Donde estamos? —le pregunta a Alejandro.
—En mi lugar favorito —responde.—necesito que te cubras los ojos.
—¿Qué?.
—¡Ya oíste! Tápate —Alejandro mueve sus manos insistente.
—¡No, estás loco! —dice riendo.
—Vamos, vamos—la ignora, colocándose a su espalda y tapándole el mismo los ojos.
—¡Oye! —se queja pero no forcejea.— ¡Cuidado y me dejas caer! —le advierte.
—Tu confía en mi —pide. Antes de empezar a caminar Alejandro se percata de la fragancia que desprende la castaña. Era un olor diferente al que estaba acostumbrado pues la mayoría de mujeres usaban fragancias demasiado agrias y era muy difícil deshacerse de ellos. Aspiro una vez más. ¡Claro! Ya sabia lo que era. — rosas...—susurra.
—¿Qué? —rie.— ¿qué dices?.
—Tu fragancia...
—Ah... Es algo de rosas secas.
—¿Personal chioce? —asegura.
—¿Cómo lo sabes? —pregunta incapaz de ocultar su asombro.
De pronto a Alejandro se le cruzó un pensamiento por la cabeza. ¿Le habrían cambiado la iris de sus ojos? Sintió curiosidad.
—Soy un hombre que sabe reconocer buenas fragancias —se jacta.— ahora, continuemos.
Marcharon en linea recta hasta llegar al final del camino.
—¿Preparada?—pregunta.
—¡Ándale ya! ¡Estoy muy curiosa! —sus palabras murieron cuando las manos de Alejandro se apartaron de sus ojos y estos a la vez observaron la mejor vista que alguna vez hubiese visto. Abre y cierra los ojos sin ninguna palabra articulada o pensada.
Alejandro estaba emocionado, ella era la segunda persona que compartía con él su secreto; la primera era Joel.
—Este lugar lo utilizó para pensar —comenta.— cuando siento que necesito un respiro, alejarme de todo... Aquí vengo, siempre.
—Esto es...
—¿Hermoso? ¿Maravilloso?.
Adamaris niega.
—Más que eso.
—Si.
—Si, pero no encuentro palabras las-las palabras.
Ambos se quedaron en silencio y Alejandro se volteo viendo el panorama.
—¡Sabía que te iba a gustar!— exclama sin poder evitar sentir su pecho inflado lleno de orgullo.
—¿Qué si me gusto? —lo miro. Alejandro también la miro, comprobando que sus ojos cambiaron; eran auténticos verdes incapaz de ocultar su emoción. — ¡Por dios esto me encanto! Gracias... Oye yo... ¿Podría abrazarte?.
Aquella petición tomó desprevenido al castaños y sintió su cuerpo estremecer al sentir los brazos de Adamaris y después su a proximidad. No fue capaz de envolver sus brazos ella a pesar de que le había dado permiso. Estaba en shock, sin mencionar que su cabeza no paraba de enviarle mensajes de alerta algo que decidió ignorar.
Al montarse al avión Adamaris estaba tan cansada y cargada de tantas emisiones que en contados minutos se quedo dormida sin percatarse que Alejandro la observaba de cerca, incapaz de apartar la mirada y pensar en la gran mujer que le había tocado a su amigo, de pronto se sintió solo.
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