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Capítulo 15


—¡Ay lo siento!... Te-te ensucie el saco, disculpa yo...—dice Adamaris apenada, separándose del pecho de Alejandro.

Alejandro apenas y pudo contestar, sus ojos quedaron inertes en su mirada. Adamaris tenia una mirada cautivadora y Alejandro estaba casi seguro que ya había visto ese tipo de mirada antes pero aun no lograba recordar donde a quien. Además, aún tenía jaqueca por lo que el recuerdo se esfumaba cada que lo intentaba. Eran tan trasparente y familiares... Sobretodo familiares.

Le sonrió.

—Tranquila, además este saco ya estaba sucio así que...  no importa en realidad. No hay bronca —niega con la cabeza manteniendo una espléndida pero pequeña sonrisa.

—Familiares del paciente Hernández —la gruesa voz del doctor que atendió a Joel llegó a sus oídos.

—Nosotros somos sus amigos —dice Juan, llegando a su encuentro y quien se había mantenido a raya de la castaña. Realmente que no entendía como su amigo había puesto los ojos en una mujer de su talla. Si, era bonita y tenia unos ojos cautivadores, pero su peso era mucho, demasiado para unas personas como ellos. Alejandro y Adamaris lo siguieron de cerca.

—¿Cómo esta nuestro amigo? —pregunta Alejandro.

—El paciente ingreso con una herida de bala en su pierna izquierda, fue operado de inmediato y afortunadamente no tenia ningún hueso, arteria o vena comprometida —les explica el doctor.— la herida era profunda, pero pudimos extraer la bala. Por el momento el paciente se encuentra en cuidados intensivos pero esta consciente, si su recuperación es satisfactoria este mismo día podemos pasarlo a una habitación aún qué tendrá que quedarse en el hospital por algunos días.

—¿Podemos... Pasar a verlo? — pregunta Adamaris mucho mas aliviada.

—De uno en uno. Aunque el paciente pidió que primero pasara un tal Alejandro.

—¡Ese soy yo!— exclama alzando la mano.

—Acompáñeme por favor —dice el medico y giran su cuerpo camina lejos del grupo.

Alejandro le lanzó una mirada de advertencia a Juan quien le frunció el ceño sin entender su mirada, pero cuando volteo a mirar a  la castaña su expresión se suavizó y hasta sonrió, se alejo rápidamente alcanzando al médico.

Juan estaba desconcertado por el gesto de su amigo hacia la mujer que estaba a su lado.

Joel no podía creer su suerte. Era como si la vida se encargara de darle a la mujer que ama y cuando se decide a luchar por ella, se encargará de alejarlo como le acababa de suceder. Joel le mintió a la castaña cuando le había dicho esa mañana que iba a salir a comprar cosas que obviamente Juan siempre trataba de mantener en su casa de la playa a lo que realmente el iba estaba planeado. Joel había contratado a un guía turística que les iba a dar un paseo por la ciudad, este empezaba a las nueve de la mañana y terminaba hasta el momento en que entraran al yate que el había comprado para pasar la noche, y allí, le iba a pedir a la castaña que fuera formalmente su novia. Iba hacer mágico y el ya estaba imaginando como sería otra sección de besos como los de la noche anterior.

Todo parecía ir bien hasta que de camino a la casa se detiene en un semáforo y sin ningún tipo de cuidado un hombre encapuchado se monta ágil mente a su carro y le apunta con una pistola, sorprendiéndolo.

—Si gritas o hacer cualquier tontería, te vuelo los sesos— le amenaza descansando la pistola en su cien. Joel alzo las manos y su cuerpo se tenso al sentir el frío metal sobre su piel.—ahora conduce... Pero sin levantar sospechas. ¡Apúrate!.

—Tran-tranquilo hermano. Cuidado con esa cosa que se puede disparar — tartamudea Joel y aprovechando que el semáforo se había colocado en verde, arrancó.

—¡Pues entonces dale más rápido! —exige el hombre.

—Si, voy.

Joel jamás se imaginó que viviría tal suceso. Y menos que por tratar de hacerse el héroe cuando el encapuchado se distrajo recibió una bala en su pierna. Aún que agradece que no fuera en otra parte de su cuerpo. El encapuchado logro escaparse de la policía que por fortuna estaba cerca del lugar en que sucedió todo y el pudo ser llevado al hospital.

Ahora estaba agotado y angustiado, habían perdido mucho tiempo valioso y ya no podía recuperar lo. Por más que intento persuadir al medico  que lo dejara irse apenas saliera de la cirugía este prácticamente se burlo en su cara.

—Ni lo sueñes chaval, es mejor estar vivo que muerto —le dijo en broma.

—Bueno, entonces por favor puede decirle a mi amigo Alejandro que deseo hablar con él.

—Estas convaleciente y solo llevas media hora fuera del quirógrafo. ¡Quierete un poquito!.

Joel lanzó un  resoplido, pero no se iba a rendir.

—Realmente no voy a dejar de insistir hasta que no hable con Alejandro. Después, pueden hacer lo que quieran conmigo, pero esto es realmente importante —insiste sin dejar de lado su tono autoritario.

El doctor suspira condado.

—Es tu vida muchacho no la mía— se encoje de hombros y apunta algo en las hojas.—  realmente me tiene sin cuidado lo que te pase, por lo tanto tienes tres días para reflexionar si realmente no importa nuestro trabajo —el doctor sonríe encantado ante la cara de poema que tenía Joel.— mientras, te quedas en este hospital y en esa cama.

Al rato  Alejandro aparece y al ver las condiciones en las que se encuentra su amigo, se acerca rápidamente a él.

—Pensé que estabas en una condición mucho peor—le dice.— casi me morí haya fuera.

—Los doctores exageran todo — comenta Joel en una gruñido.— ¿ya sabes? Me quedare en esta cama el tiempo suficiente hasta que ese  doctor  sacie su sed de venganza.

Alejandro ríe y le da un fuerte abrazo.

—¡Pero vamos, si tu estas de maravilla! Y yo realmente preocupado. ¡Eres un cabrón!.

—No te burles, realmente en hicieron papilla esos hijos de su reverenda madre —contó Joel con desazón.

—Yo conozco a alguien que si te a hacer papilla. ¡No! Perdón, limonada —sisea Alejandro con humor.

Joel resopla, sabiendo a que se refería su amigo.

—¿Cómo está ella?—le pregunto.

—¿Por qué piensas que estoy hablando precisamente de ella? —pregunta su amigo de vuelta, alzando una ceja expectante.

—Porque la conozco. Aunque ustedes no le dijesen nada, ella se iba a enterar. Era cuestión de tiempo —asegura.

—Bueno pues ella esta allá fuera echa un mar de lágrimas.

Joel torció la boca. No le gustaba para nada lo que le estaba diciendo su amigo.

—Amigo. Necesitó pedirte un favor —comenta Joel, serio.

—¿Qué será eso?.

—Veras... Es la primera vez que Ada viene Acapulco, tenía tantos planes para nosotros en estos dos días que estaremos en este lugar que me duele no...no poder estar a su lado. Yo no quiero ser el causante de que ella pierda lo que seria tal vez, el suceso mas esperado en su vida. ¡Jamas me lo perdonaría!.

—¡Realmente te gusta e hermano! —bromea Alejandro, interrumpiéndolo.

—¡No sabes cuanto!—acepta Joel.— pero no quiero ser un impedimento para que ella pierda esta oportunidad.

—Okay pero todavía hay algo que yo no entiendo —vuelve a interrumpir.— ¿Dónde entro yo en todo esto?.

—Tengo todo listo. Meticulosamente planeado. Tu no tienes que pensar en nada, solo acompañarla —prosigue.

—¿A quién?.

—¡Nombre hermano, ¿de quién más estamos hablando?!—gruñe Joel.— necesito que tu le "muestres" por así decirlo la ciudad por mi.

—¿Yo?—pregunto atónito, parpadeando con rapidez. Sin poder creer que tuviesen ese tipo de conversación. Joel asiente. Alejandro traga saliva.— pero...¿Por qué yo? ¡Digo! Allí también esta Juan o... Mejor cuando te recuperes.

—¡Eres tarado! Dime tu, ¿Cuando te e pedido un favor? Es la primera vez en tu vida que hago esto y... ¿Me niegas un favor? ¿Serio? ¡Vaya amigo!— vocifera, tratando de no verse desesperado.— pensé que podría contar con tu apoyo.

—Joel...

—Se que no les cae bien, no lo hace. Pero te estoy pidiendo un puto favor. Créeme que si pudiera yo mismo la llevaría...

—¡Esta bien hombre, esta bien! Yo voy, pero no seas dramático. Y para aclarar las dudas... no, tu chica no me cae mal, solo que es alguien peculiar en un mundo donde saber que no habia conocido personas como ella. Pero no, no me cae mal.

Aquello alegro profundamente a Joel.

—¡Oh brother te amo, créeme que lo hago! —dice Joel feliz.

—Para eso estamos los amigos — comenta Alejandro.—¿Quieres que te llame a tu chica?—le pregunta. Joel sonríe estúpidamente provocando que Alejandro riera.—¡Si vieras lo estúpido que te estas viendo!.

Joel gruñe en su dirección, pero sin dejar de sonreír. Alejandro sale de la habitación y recorriendo el mismo camino de hace algunas horas, llego a la sala de urgencias. Juan y Adamaris corrieron a su encuentro, ambos estaban a cada extremo de la silla de cuatro asiento.

—¿Qué pasó? ¿Cómo esta Joel?— pregunta Adamaris.

—Esta mejor de lo que pensamos —le responde después de unos segundos mirándola.

—¿Bien?— pregunta de vuelta la castaña.

—Mejor de lo que pensamos —agrega.— quiere verte.

—¿A mi?.

—¿A ella?.

Alejandro mira a Juan y después a Adamaris. Nuevamente mira a Juan.

—A ella—asegura.

Juan queda sorprendido.

Alejandro vuelve a mirar a la castaña.

—Vamos. Te oriento.

Adamaris mira incomoda a Juan y sigue al heredero de los Alcalá. Ya en el ascensor, se ubican de extremo a extremo y se instala el silencio.

Al llegar al piso caminan hacia la habitación, pero no entran. Adamaris esta muy nerviosa y tensa, desde que había recibido la noticia no dejo de temblar ni mucho menos rezar. Se había llevado un susto de muerte.
La castaña duda cuando esta enfrente de la puerta, pero al mirar al amigo de Joel, este por medio de gestos la motiva a entrar. Adamaris suspira y gira el picaporte de la puerta, entra a la habitación y cierra la puerta. Apenas Joel siente el movimiento alza la cabeza y sus miradas se encuentran. A la castaña se le vuelven a llenar los ojos de lágrimas.

—Joel...—susurra, acorta la distancia y lo envuelve en un abrazo que es correspondido al instante. Joel sonríe, sintiendo tranquilidad al tener a la mujer que ama entre sus brazos. Adamaris solloza sin poder calmar ya el flujo de lágrimas que brotan de sus ojos.

A cierta distancia, Alejandro veía a  la pareja con una sonrisa torcida y cuando el abrazo no es suficiente para los enamorados, decide que es tiempo de ir por alguna pastilla.

En la habitación Adamaris no dejaba de reclamarle su osadía, mientras que Joel alegre por como lo trataba Adamaris  trataba de callarla por medio de fugases besos.

Besos que aunque la castaña no quisiera aceptar, llegaban a trabarla en ocasiones. Tanto que llego a olvidar los motivos por los que esta allí.

—No me convencerás... ¡Joel! Deja de hacer eso—comenta tratando de verse enojada, fallando tan vergonzosamente.

—¿Hacer qué? —pregunta con una falsa  inocencia para nada característico de el.

—¡Esto!... Tratar de evadir el tema. No lo hagas más, no me gusta —susurra a centímetros de su boca. Incapaz de apartar la mirada de sus labios.

No sabía lo que sentía, pero era agradable. Ya después se encargaría de aclarar sus sentimientos.

—Ey escucha —Joel detuvo el avance de la castaña. Adamaris alza la cabeza dejando a Joel sin aire ante su mirada.

—¿Qué pasa?¿Te duele algo?¡Te lastime? ¡De verdad lo siento!—pregunta angustiada, apartándose del herido por temor a que lo haya  lastimara.

—No, no no quiero que te partes. Yo estoy bien, lo prometo, no pasa nada solo...necesito estar bien contigo ahora. Ven, acércate— se apresura aclarar.— voy a decirte algo.

—¿Estar bien conmigo? ¡De qué estas hablando?— Adamaris se acerca a el, claramente confusa.

Adamaris se sienta en la camilla, en el espacio que le había cedido el moreno y Joel se apresura a tomarla de las manos.

—Tenia un plan para estos dos días que pasaremos en este lugar —relata.— pero a raíz de este improvisto...yo no quiero que te pierdas de lo que en verdad venias hacer aquí —toma aire sintiendo su cuerpo arder. Adamaris profundiza su ceño, pero decide esperar a que finalice.— es mi deseo que tu cumplas tu sueño y ...  ¡Me encantaría que fuera a mi lado! Pero mi estado no me lo permite. Por lo tanto, Alejandro tomara esa responsabilidad por mi.

—¿Qué? —vocifera, claramente desconcertada. ¿Ella y... el?

—Que Alejandro acepto ser tu acompañante —suelta Joel, desconcertando a la castaña quien parpadeo rápidamente, sin creer lo que escuchaba. Joel ríe jovial y con esfuerzo, logra incorporarse lo suficiente hasta darle un pico a Adamaris.— se que te sorprende, pero él no es tan...desagradable como seguramente lo estas viendo—Adamaris abre la boca dispuesta a replicar. Ella no lo veía de tal modo, no podría.  Pero Joel continuo.— ¡Se que es verdad, no te atrevas a mentir! Se como los mirabas la otra noche y lo que te hirió lo que dijeron y quiero obligarte a nada, pero al menos me gustaría que este viaje fuera productivo para ti... al menos.   

—Joel... No. 

—Dale una oportunidad, ¿Si?. Todos merecen una. 

—Tienes razón. Pero no podría, tu estas aquí, en esta cama, herido y pálido y yo vine contigo... y realmente me gustaría estar a tu lado en estos momentos —dice sincera. Joel la mira con ternura y envolviéndola en sus brazos, la abraza y besa su pelo.

—¡Eres tan linda! por eso te... quiero— dice, sintiendo un nudo en la garganta al no terminar  la verdadera frase.— ¡bueno ya! es hora de irse...— con gran esfuerzo Joel rompe el abrazo.

—Pero...— Adamaris hace un puchero.

—¡Pero nada...! es hora de irse. Adiós. Pásala bien.

Adamaris asiente al ver la determinación en la mirada de Joel. Realmente ya no quería apartarse del lado del moreno, pero quería complacerlo en lo mas que pudiese. hoy casi lo perdía, nadie se imaginaba el calvario que paso de camino al hospital. ¿Tan importante se estaba convirtiendo Joel?. Con nostalgia se levanta de la camilla sin nada de ánimos en abandonar la habitación.

—Te voy a extrañar —dice.

Joel sonríe mostrando los dientes.

—Yo más... Yo más.

Sin esperarlo, esta vez fue Adamaris quien le da un corto y rápido beso. 

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