Capítulo 14
—¡¿Cómo que Joel esta en el hospital?! —grita Juan a todo pulmón.
—¡Cállate! ¡Ahora grita más alto! —exclama Alejandro frustrado.— nadie se puede enterar— le dice en voz baja.
—¿Nadie? Si aquí nada más estamos tu, yo y...¡Ah! La marrana.
—Si, ah... ¡Y deja de llamarla así! — ordena, frunciendo el ceño ante la incomodidad que siente por el insulto.
—Pero, pero ¿por qué no debe saberlo? ¿Y por que te enojas conmigo?— le pregunta desconcertado y temerario ante la intensa mirada de Alejandro.
—¡¿Y yo que voy a saber?!— cuestiona abrumado por saber el estado de su amigo.— pero la enfermera fue muy clara.
—¿Y qué estamos haciendo aquí? —recrimina Juan.— debemos ir al hospital.
—Si, si— balbuceo Alejandro. Ambos salen de la habitación en el momento exacto en que Adamaris muy temerosa se acerca al lugar en el que estaban ya que había escuchado los gritos y pensó que aquella llamada no había sido para nada bueno por lo que se los encontró en el camino.
—¿Están bien? —preguntó, ganándose las miradas de ambos hombres y más la de Alejandro quien le fue inevitable no mirar rápidamente las blancas y gruesas piernas de la castaña. Frunce el ceño cuando la primera palabra que se le vino a la mente era <bonita>.— sin quererte los que los oí discutir y me preocupe —explica rápidamente para no quedar como chismosa.—¿están bien?.
Ambos amigos intercambiaron rápidamente miradas sin saber que responder.
—Buenos nosotros...—empieza a balbucear Alejandro, moviendo sus manos y buscando nuevamente la mirada de Juan, que esta vez no le devolvío la mirada, abandonándolo.
—Estabas hablando... Si.
—De... De salir a comprar —apoya Juan.
—Bebidas.
—¡Eso! Bebidas...
Se quedan en silencio y los dos a la ves miran la expresión confundida de Adamaris. Alejandro nota la iris cambiante de la acompañante de su amigo y se encontró así mismo preguntándose los diferentes tonos que adquieren sus ojos tras sus cambios de humor. Cuando Adamaris abrió su boca, dispuesta hablar, su teléfono suena salvando a Alejandro y Juan de ser descubiertos.
—Disculpen, voy atender— dice empezando a caminar de regreso a la sala.—¿Si, Alan?— al otro lado se escucha la respiración lenta de su hermano.
—Ey hermanita, ¿cómo estás? Ayer ya no me pude comunicar contigo —le dice.
Adamaris salió al balcón en donde estuvo con Joel y los recuerdos de inmediato inundaron su cabeza, poniéndola colorada.
—Si. Ayer llegamos un poco tarde —se excusa.— ya ni te pude marcar, ¿qué has sabido de mi tía?.
—A eso iba hermanita, ayer hable con ella y voy a recogerla justo ahora —comenta.
—¿Entonces llega hoy? ¡Que emoción Alan! —exclama feliz girándose en el momento exacto en que Alejandro y Juan salen de la propiedad. Adamaris frunce ligeramente el ceño viéndolos marcharse.
—¿Y cómo las estás pasando? — la voz de Alan llama su atención. Adamaris parpadea y vuelve a girar sobre sus talones observando el imponente paisaje que la rodea. Sonríe.
—Esto es espectacular Alan— responde emocionada sin ocultar si emoción.— justo ahora estoy observando el imponente mar y la verdad, es mucho más precioso de lo que lo muestran en la televisión. Es mágico. Y ni hablar de la casa, Alan está casa es impresionante y ¿a divina con quienes estoy rodeada? Te vas a ir de para atrás.
—¡Pos' ora'! ¿Con quién? —se interesa.
Adamaris tuvo que tomar aire para poder responder.
—Alan... ¿Te acuerdas de aquella empresa donde tenías tanta ilusión de hacer tus prácticas profesionales en contaduría? Aquí esta ni más ni menos que el dueño de la empresa OvoAlcala. Alejandro Alcalá —le cuenta en voz baja, temerosa que alguien la escuchara dejando impresionado a su hermano.
—¿Qué has dicho? —le pregunta conmocionado Alan.
Era el sueño ideal de Alan poder trabajar a la mano de una empresa tan reconocida y productiva como lo era la empresa de esta familia por esa misma razón, una vez termino la universidad mando una solicitud a la empresa para realizar sus prácticas, pero después de dos semanas sin respuesta se dio por vencido y termino realizando sus prácticas en otro lugar. Fue un año duro ya que para esas épocas sus padres habían muerto y dejado a cargo una gran responsabilidad como lo era el cuidado de Adamaris. Tras el quebranto de salud de su hermana años después tuvo que renunciar a su trabajo para poder dedicarse de lleno a su cuidado. Ahora su ilusión de trabajar de la mano del grande Alejandro Alcalá había regresado y aunque no lo quisiera aceptar en su momento sintió envidia de la suerte de su hermana, ella al menos lo conocía, el sabía de su vida e imagen por revistas y periódicos.
—Alejandro Alcalá es amigo intimo de Joel —repite su hermana, rompiendo la burbuja de pensamientos de Alan.
—Oh por dios Ada, no sabes cuanto te envidio. Es... Impresionante, inimaginable. Te envidio hermanita, te envidio.
Alan trataba de controlarse para no colocarse a gritar con solo imaginar que su hermana estaría compartiendo con el hombre más rico de México.
Alan no iba a dejar escapar esa oportunidad.
—Hermanita y aprovechando que... Bueno tu estas haya con ese sujeto y pues van a convivir y relacionarse —dice vacilante Alan. Adamaris siguió en silencio escuchándolo.— y le hablas sobre mi... Mis estudios y demás...
—Alan... Tomate las cosas con calma, ¿vale?. Aún nos estamos conociendo, ¡apenas y compartimos un par de palabras desde que estoy acá! No sé, tal vez más adelante yo pueda... Hablar sobre ti.
Alan asiente.
—Muy bien hermana, ¡Pero que no se te olvide, ¿si?!. ¡Ah! Y ya tengo que irme, acabó de llegar al aeropuerto hablamos en la noche, ¡Pasala súper hoy! Te mando un beso.
—Igual hermano besos.
Al colgar, se quedo viendo por un largo rato el aparato hasta que lo apagó y entro a la casa.
—¿Donde está Joel?—se pregunta preocupada.
Por otro lado, Alejandro y Juan llegan a la clínica en donde llevaron a su amigo y juntos caminan a recepción, donde una enfermera los atiende.
—¿Si? ¿En qué puedo servirles?— les pregunta.
—Disculpe señorita estamos buscando a nuestro amigo. Él fue ingresado a este hospital con...con una herida de bala y-y su nombre es Joel Hernández— habla Alejandro.— yo-yo me llamó Alejandro Alcalá, no sé alguien de aquí se contacto conmigo.
—!Ah! ¿Usted es el señor que me respondió esta mañana?—Alejandro asiente.
—Diganos señorita, ¿cómo se encuentra nuestro amigo? —pregunta Juan.
—Bueno efectivamente el paciente fue ingresado con una herida de bala en su pierna izquierda en estos momentos se encuentra en cirugía si quieren lo pueden esperar —informa la enfermera.
—Si muchas gracias, no-nosotros esperamos —se adelanta hablar Alejandro y regalándole una sonrisa cordial a la muchacha se aleja de ella y junto con Juan se sientan en una de las sillas a esperar.
—¡Demonios! ¿por qué esta pasando esto? !Justo en este momento que todo iba tan bien!— se queja Juan.— hay quiero algo de beber. Hermano —Juan toca el hombro de su amigo, llamando su atención.— ¿quieres algo? No sé, un café o agua.
—Te aceptó un café, pero bien recargado. Como pa' levantar muertos, ¡estoy molido!.
Juan asiente y levantándose camina lejos de Alejandro.
Cuando Adamaris se canso de ojear cada uno de los lugares de aquella casa, se sentó en el sofá y una vez más desde hace media hora revisó su teléfono con la esperanza de encontrar algún mensaje de Joel, pero no había ninguno. Así que decidió volver apagarlo y dejarlo sobre el mueble.
—¡Ash! ¿Sera qué le marco? —se pregunta una vez mas.— ¿Y si le paso algo y por eso no ha vuelto? —su preocupación aumento y agarrando el móvil, lo enciendo y busca el número de Joel dando clic y llevándoselo a la oreja para escuchar.
El teléfono sonó uno, dos, tres, cuatro, cinco veces y cuando se iba a dar por vencida, la llamada fue recibida.
—¿Si? —pregunta en la otra linea se escucha la delicada voz de una mujer.
Adamaris tuvo que ver nuevamente el número para comprobar que había marcado a la persona correcta.
—Perdón, ¿Este es el teléfono del señor Joel Hernández? —pregunta extrañada Adamaris, incluso reviso el movil verificando que no se hubiese confundido.
—¿Con quién tengo el gusto de hablar?.
—Con... La novia, la novia —responde, sintiendo sus cachetes calientes.
—Siento ser yo quien le de esta noticia, pero su novio ingreso al hospital con una herida de bala en una de sus piernas —le informa la mujer.
Adamaris se puso pálida y sus ojos empezaron aguarse, su pecho dolió y miles de pensamientos cruzaron su cabeza en un segundo.
—¿Qué? ¿Pero cómo esta? ¿Dónde lo tienen? —preguntó al borde de un ataque de pánico.
—Ese dato no se lo podemos suministrar ya que el paciente se encuentra el cirugía.
—Pe-pero al menos me puede dar la dirección del hospital.
—Por supuesto que si. ¿Tiene a donde anotar?.
—No, no dígalo que yo me lo grabó.
La enfermera le dictó la dirección mientras la castaña recogía su bolso y salia de la mansión. Al salir a la calle no había ningún taxi circulando por ese lugar, pero después apareció uno. Adamaris lo detuvo y dándole la dirección el conductor arrancó.
Alejandro estaba por levantarse de nuevo a preguntar por su amigo, pero Juan lo detuvo adelantándose a los hechos.
—Fuiste como hace cinco minutos y no es por echarte bronca pero las enfermeras te están mirando mal, así que calmate —le aconseja este. Alejandro bufó y se arrecuesta en la silla, suspirando por la boca y dejando caer su cabeza hacía atrás cerro los ojos. —¿Y esta que hace aquí? —oye la voz incrédula de su amigo.—¿Cómo se entero la marrana?— Alejandro alza la cabeza y sus ojos recaen en una preocupada Adamaris quien entraba a la sala de urgencias.
El castaño se levanta rápidamente de su asiento y va a su encuentro, impidiendo que esta llegue a recepción.
—¿Así que ustedes lo sabían y no me dijeron nada?—les recrimina la castaña al verlo.
Alejandro tuerce los labios.
—Lo lamento. Creo que Joel no quería que te preocuparas nada más —se excusa, viéndola a la cara.
Los labios de la castaña tiemblan.
—¡Dios, Joel! ¿Cómo está?.
—Esta aún en cirugía.
—¡Dios! —gime dejando salir lágrimas. Tan intensamente que logra remover el pecho al castaño, sin planearlo ni mucho menos esperarlo Alejandro la envuelve en un cálido abrazo tomando por sorpresa a la castaña en tan acto de bondad y comprensión pero le agradecía, ella necesitaba sentirse reconfortada aún que fuera en los brazos de una persona como él.
—Todo estará muy bien ya lo veras —susurra, acariciando su cabello con delicadeza.— Joel es fuerte, el es muy fuerte.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro