Capítulo 1
La báscula al fin marcó setenta y ocho kilos después de algunos eternos segundos. Adamaris sonrió encantada al verla y sacar rápidamente cuentas, contuvo las ganas de echarse a salta y gritar, sólo exhalá para liberar emociones cómo le ha recomendado su cardióloga, agacha la cabeza y observa una vez más los números.
Eternos sacrificios tuvo que realizar hasta llegar a este momento. Ella al fin pudo ver poco a poco los resultados. Fueron casi seis meses a base de arduo ejercicio y alimento equilibradas para lograr bajar de peso y cuidar su salud.
Desde niña había tenido que luchar contra la obesidad al ser diferente físicamente, así tambien como los cambios hormonales propios en la adolescencia y las repercusiones que tuvieron en ella, se le sumó el bullying que había vivido y sus constantes ataque de ansiedad en noveno la hizo merecedora de un horrible apodo que la acompaño hasta la fiesta de graduación donde ella salió llorando y, Mónica, su mejor amiga con un ojo morado.
Pero desde que sus padre murieron, y su hermano había perdido su trabajo la creciente inconformidad con su cuerpo y una boda fallida de la que no quería hablar, las burlas y comentarios grotescos por ese suceso provocaron recuerdos antiguas y viejas heridas del pasado deteriorando aun más su salud.
Todo lo mencionado con anterioridad, provocaron que sufriera un colapso y le diese un preinfarto que la llevo a estar varios meses en el hospital y otros más en rehabilitación. Obviamente logró salir de aquel estado y un año después de su quebranto de salud Adamaris paso de pesar 120 kilos a solo 97 kilos; estaba contenta de saber que todos sus esfuerzos por fin hoy daban frutos.
-No es recomendable que siempre te estés pesando hermanita -le recuerda su hermano, Alan. De pie a puerta de su habitación y de brazos cruzados. Alan la miraba reprobatorio.
Todas las mañanas era lo mismo, pensó el mayor de los Gutiérrez, antes y después de salir a correr su hermana busca la báscula con urgencia solo para pesarde, llegando incluso a parecer enfermizo. Su hermana lo mira a través de sus pestañas y sus grandes ojos grises parecen iluminarse. Adamaris le sonreía. Siempre que su hermano sacaba a relucir aquel tema ella utilizaba aquella acción como chantaje. No era bueno hacerlo, pero es lo único que le tocaba hacer o su hermano iba a estarla molestando con aquel asunto toda la vida.
-No te obsesiones -añade, después de suspirar.
-Bajé seis kilos menos -le informa, sin poder ocultar su efusividad. Adamaris se acomodo la toalla y se bajo de la báscula.- ¿Crées que deba bajar otro poquito? Debo consultarle a Aurora, ella es la que decide, ¿verdad? -le pregunto, recoge el medidor y lo coloca debajo de su cama.
Alan se encogió de hombros.
-Es tu nutricionista, ella debe saber. Pero yo creo que te ves perfecta así como estas.
-¿Tu crées? -cuestiona Adamaris y empeza a sacar ropa del armario.- aunque debería bajar otro poquito. Creo que el bichito de la vanidad ya me ha afectado -bromea soltando una risilla.
-Estas loca bolita. Y apúrate que el desayuno ya esta servido -Alan cierra la puerta para darle intimidad a su hermana y empieza a caminar hacia la cocina.- ¡Llegarás tarde al trabajo!-le grita ya en esta.
Adamaris chasqueo la lengua pero se apuro a vestirse. Afortunadamente siempre había sido muy ordenada y ya tenia lista su vestimenta para cada día.
Al terminar de arreglarse, sale de la habitación y llega a la cocina donde Alan ya estaba desayunando. Adamaris se seienta en frente de su hermano y empeza a degustar el desayuno que este le sirve.
-Mañana recorreremos otros cuantos metros más -le dice. Adamaris asintió y se llevo un pedazo de pan sin sal a la boca.
Alan se había encargado personalmente de que su hermana siguiera al pie de la letra las recomendaciones de sus doctores. Desde que su hermana sufrió aquella recaída Alan se había propuesto cuidarla. Hablo con el médico que la atendio, con Aurora, busco información sobre las enfermedades que padecía su hermana. Habló con una psicóloga para que tratara a su hermana y otras pocas cosas más.
A raíz de la información que obtuvo empezó a cambiar sus hábitos alimenticios; dejó a un lado las frituras y alimentos con altos grados de sal y picante, y empezó a cuidarse, junto con Adamaris aceptĺ llevar una dieta saludable y como disciplina el ejercicio físico.
Todo por el bienestar de su hermana.
Adamaris empezó a comer de prisa; le quedaba media hora para llegar a su trabajo y sabia que se iba a enfrentar a un interminable tráfico, en su mente rezaba que el taxista fuera a toda velocidad.
-Come más despacio, te vas atragantar -le aconseja su hermano, sentandose a su lado.
-No puedo. Voy a llegar tarde -se defiende. Sin parar de comer. Adamaris se tomó los restos de leche deslactosada, envuelve el huevo asado con el pan y se lo llevo a la boca.- Mi jefa me matará -agrega en broma, casi sin que se le entendiera lo que decía al tener la boca llena.
Alan hizo una mueca de asco.
-¡Que asquerosa eres!, ¿Qué no sabes que la nutricionista te advirtió sobre estos sobresaltos? Es mejor que no vayas a trabajar, esa tal Victoria te sobreexplota -gruñe Alan en respuesta.
Adamaris traga y bebe del vaso.
-Por ahora es la única fuente de ingresos en está familia -le recuerda Adamaris, sin querer herir el orgullo de su hermano.
Y es que Alan llevaba más de cuatro meses sin trabajo y pese a que trabajaba en el bar de un amigo, su fuerte era todo lo relacionado con los números, él era contador pero tras los últimos acontecimientos tuvo que renunciar a su trabajo y su actual sueldo no le alcanza si no para los gastos de la clínica de su hermana.
Joel le había ofrecido el puesto de barman en su mas reciente discoteca y sin duda el lo acepto pero la paga no era gran cosa y no alcanzaba para los gastos. En estos momentos su hermana ganaba más que él, prácticamente lo mantenía
-Necesitamos pagar la hipoteca y otros gastos.
-¡Pues si! Pero eso no quita que esa mujer te explote -Alan deja de comer y observa preocupado a su hermano. -y luego está el asunto de tu salud.
Adamaris detiene sus movimientos y mira cautelosa a su hermano.
-Alan no vayas por ahí...-le advierte. Sabiendo lo que se avecinaba.
-¡Caray hermana! ¡debés cuídarte!. ¡Que lo que te dio fue un infarto! -explota. Alan lleva guardado ese comentario alrededor de seis meses, desde que su hermana se le había dado por trabajar.
Está preocupado, aterrado, paranoico. Adamaris es su único familiar cerca vivo, la luz de sus ojos. Había estado en peligro y todo por culpa de un enemigo silencioso, la hipertensión.
Adamaris es hipertensa y su sobrepeso tampoco le ayuda a tenerla controlada. Alan recuerda de pronto y como si fuera un chiste de su cabeza el día en que su hermana casi se muere, ese día el empezó a entender que debía empezar a cuidar su salud, y no era que Alan fuese gordo, si no que el comía el doble que su hermana y como es de contextura delgada, ni se le notaba lo que comía. Sin embargo, él tampoco estaba exento de los problemas en su salud.
Adamaris respirs profundo y se concentra en terminar de comer su desayuno.
Ambos se quedaron en silencio hasta que Adamaris termino al fin de comer y aparto su plato, mirando a su hermano.
-También lo sé Alan, pero siempre estoy pendiente de mi salud -le dice a su hermano y consulto a su reloj.-Tengo que irme -se levanta de su silla y besa la frente de su hermano.- ¡Nos vemos en la noche!.
Adamaris recoge su bolso, comprobando que tiene todo dentro y sale de la casa. Alan alza su el tarro de jugo de naranja, en segundos, Adamaris vuelve a entrar a la casa.
-Se me olvido el...-sonríe apenada y agarra el termo.- Gracias, ahora si me voy -dice y sale de la casa.
Ese día en especial se sentía maravilloso. Pese a todos los problemas que tenía en la empresa y los conflictos con su padre, Alejandros sentía que nadie podía quitarle la alegría que extrañamente sentía desde que se despertó. Era cómodo sentirse en paz, relajado... feliz.
Alejandro baja del ascensor dispuesto a enfrentarse al mundo, como era de esperarse a nadie saludo pero su actitud galante y altivo nunca lo abandono, ni siquiera cuando quedo solo en su oficina. Mira asombrado como todo a su alrededor parece detenerse cuando el hace acto de presencia, pese a que ya era aburridor no podía negar que le encantaba ser el centro de atención y mas en el difícil mundo de la industria textil. En ese mundo el también era el rey.
Alejandro se sienta en su puesto y empieza a revisar los nuevos correos que tiene en su cuenta, no eran para nada interesantes, solo promociones de ropa y muchas revistas, en la mayoría el estaba pero el perfil de su rival Victoria Ruffo también. Alejandro suspira, justo cuando su secretaria hacia acto de presencia en la oficina.
-Permiso señor, su itinerario ya esta listo. Como usted mismo me pidió, aplace la reunión que tenía con su padre para el viernes veintiuno de este mes, ya le avisé a su asistente y no se lo tomó muy bien, tiene muchas mensajes en la contestadora -le informa Susana, su sexy secretaria. Alejandro suelta un bufido pero hace ademán con la mano para que continuara sin apartar la mirada del portátil⚊, estás son las fotos de la última colección que se va a lanzar ⚊Susana le entrega la carpeta y se hecha todo su castaño cabello hacia atrás, mostrando su pecho⚊. La señora Mónica y el señor Julio solicitaron una reunión con usted y con el señor Carlos para chequear el comercial y discutir los últimos detalles de la pasarela. Mañana vienen los abogados de la firma que contrato para el caso del directo, dicen que su presentante estará a las diez de la mañana.
Alejandro escucha en silencio mientras revisa los documentos entregados. Desde lo más profundo de su ser desea que todo fuera un éxito pues conoce de primera mano que casa Victoria también iba a realizar su pasarela ese mismo día y tenía entendido que su última colección iba hacer muy reveladora, si decía que no le temía era poco. Casa victoria había crecido mucho estos últimos años, casi llegan a alcanzarlos, casi.
Alejandro cierra la carpeta y la coloca a un lado del escritorio, luego, vuelve a mirar el correo y un nuevo mensaje que le había llegado. Era de una chica (esperaba que así lo fuera) con la que llevaba tiempo hablando. Pare ser exactos, hace poco menos de un mes y que se había encontrado por casualidad navegando por la web, le había llamado poderosamente la atención su peculiar nombre así que decidió escribirle y resultó muy placentera aquella primera interacción, tanto que siguieron hablando.
Alejandro abre el mensaje
De: Corazón de Valiente A.G
Fecha: 12 de septiembre de 2011 08:30
Para: Chico nerd disponible A.A
Asunto: ¿Ni un Hola comadre, me merezco? ¡Que cabrón!.
¿Estas evitándome? 😌 hace poco menos de tres días te envié un msj y ni un púdrete mandaste. Debería estar enojada pero mi jefa me tiene con el calzón apretado 😨🙉🙈.
Corazón de Valiente A.G
Alejandro quiso echarse a reír por las recurrencia de su amiga en línea y al tratar de responderle su secretaria se aclara la garganta, en un intento desesperado por llamar su atención. Alejandro se irgue en su asiento, recordando lo que iba a decirle.
-Informales que los espero en la sala de junta en media hora -le ordena.- mañana aplaza todas mis reuniones hasta después de las diez.
-Anotado. ¿Algo más jefe?-pregunta Susana. Añadiendo sensualidad a su voz.
-No, puede retirarse -le dice. Susana pone mala cara y da media vuelta dispuesta a irse, pero no alcanza a tocar la manija de la puerta cuando Alejandro vuelve hablar.- ¡Ah por cierto!, se le ve muy linda esa falda... Secretaria.
Ésta sonríe guasón sintiéndose exitada.
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