Capítulo 9.- Zheng, el Caballero Platino de la Serpiente
En medio del camino hacia la Gran Puerta, se encontraba Harbinger, el Caballero Dorado de Tauro, quien comenzó a dirigirse hacia la Casa de la Serpiente, esperando poder enfrentarse hacia su respectivo guardián. Al entrar a la puerta, Harbinger se encontró con Zheng de la Serpiente, Caballero Platino y Protector de la Casa de la Serpiente, quien reía de suerte al lograr encontrarse con quien sería su oponente.
Zheng: ¡Saludos, Tauro! Es una suerte tenerte ante mi, frente a frente.
Harbinger: Pero si usted es el Caballero de la Serpiente... ¿Cómo supiste que yo vendría aquí?
Zheng: ¿Cómo lo supe, dices? (ríe de forma un poco maliciosa) Todo se debe a que uso el sentido común, ya que éste es mi principal fortaleza. Ahora, dime a qué viniste a esta casa y cuál es tu propósito.
Harbinger: Mi principal objetivo es ir hacia donde está la Gran Puerta; debemos evitar una potencial amenaza al mundo.
Zheng: Ahora lo entiendo. Te dejaré ir allá; pero antes de que lo hagas, primero tendrás que pelear conmigo.
Harbinger: Bien, estoy listo para pelear.
Harbinger accede a la petición y ataca al caballero platino, que con un solo movimiento, vence al caballero de Tauro.
Zheng: No me gusta ofenderte, pero creo que acabas de ser subestimado por mi enorme poder. ¿Has venido aquí para que te venza así? ¡Das mucha lástima! ¡Yo esperaba más de ti!
Harbinger: ¡Y seguirás esperando más de mi! ¡Ahora te atacaré! ¡GRAN CUERNO!
Zheng: ¡GARRA DEL TRUENO DE LA SERPIENTE!
Zheng detiene el Gran Cuerno de Harbinger y con su Gran Trueno de la Serpiente, golpea el estomago de Harbinger y luego lo patea fuertemente.
Zheng: Así que así es como se comportan los Caballeros Dorados de Athena... ¡Qué lastima!
Sin embargo, en este momento, Harbinger comienza a levantarse después del golpe y, elevando su gran cosmos con algo de furia, se dirige hacia el Caballero Platino con unas fuertes palabras.
Harbinger: ¡No tienes derecho en hablar así de nosotros! ¡Los Caballeros Dorados protegemos a nuestros amigos, a Athena y al Santuario, pero sobre todo, protegemos a quienes queremos! ¡Ahora vas a recibir mi técnica más poderosa! ¡CUERNO DE SOMBRA!
Zheng se sorprende y se levanta, pero, inmediatamente, queda algo perturbado al ver a Harbinger convirtiéndose en un ser oscuro que se dirige a la velocidad de la luz hacia el Caballero Platino, propinándole una serie de puñetazos contra el cuerpo de su adversario por diversas zonas, causándole a este un gran daño físico. Luego, después de que Harbinger volviese a la normalidad, Zheng también comienza a levantarse y suelta una risa, de manera un poco burlona, por las palabras que Harbinger dijo antes.
Zheng: Podrás tener una técnica sobrenatural, Tauro; pero mis ataques son aún mucho más sobrenaturales. ¡Ahora te las verás con mi técnica más poderosa! ¡RELÁMPAGO DE LA SERPIENTE DIVINA!
En eso, 5 rayos potentes salen del dedo de Zheng, atacando a diestra y a siniestra al Caballero de Tauro. Harbinger comienza a ver cómo su armadura poco a poco empieza a mostrar algunas grietas, pero aún así, Harbinger se muestra confiado en que puede vencer a su adversario.
Harbinger: Así, que éste es tu ataque más poderoso, según tu. No me sorprende que, además de ser un presumido, eres también un guerrero demasiado astuto.
Zheng: Así es, Caballero de Tauro. Las serpientes se caracterizan por tener una astucia demasiado efectiva. Mi astucia es demasiado similar a la que fue aplicada por aquella serpiente que hizo que Adán y Eva probaran el fruto del árbol del conocimiento en el Jardín del Edén. El conocimiento, querido caballero, va de la mano con la sabiduría, una de las grandes virtudes relacionadas con el signo de la Serpiente.
Harbinger: Así que la sabiduría es una virtud... ¿No es así?
Zheng: ¡Por supuesto!
Harbinger: Oh, ya veo. ¿Y dime, si eres tan sabio, por qué usas la fuerza en lugar del cerebro?
Zheng: ¿La fuerza, dices? Pues déjame recordarte algo: En la antigua China, en la era mitológica, las primeras sociedades chinas consideraban a la serpiente, no solo como una fuente de sabiduría, sino también como una entidad protectora que blindaba a los guerreros de cualquier ataque exterior; por eso uso la fuerza para poder proteger ésta casa.
Harbinger: Ahora lo entiendo perfectamente... ¿Por qué no usas tu fuerza para atacarme de una maldita vez?
Zheng: ¡Vaya, hasta que al fin quiso aceptar el desafío! ¡Si quiere ataques, ataques tendrá! ¡FURIA DE LA SERPIENTE!
Harbinger no podía creerlo, pensó que su contrincante tomaría sus palabras como una pequeña e inofensiva broma, pero había resultado que cuando se habla de ataques, Zheng se toma las cosas muy en serio.
Harbinger: (piensa unos segundos) ¿Será que este probablemente vaya a ser mi fin?
Zheng: (hablando mientras su ataque se dirige hacia su oponente) ¿No piensas atacarme? ¿Acaso vas a admitir tu derrota antes de tiempo?
Harbinger: Yo no me daré por vencido. Yo lucharé contra ti, será la única forma de vencerte...
Harbinger estaba elevando nuevamente su cosmos hasta su máximo punto; acto seguido, Zheng comenzó a proceder con lo mismo, haciendo que la pelea suba a un nivel más alto.
Harbinger: ¡CUERNO MAYOR!
Harbinger crea una pequeña esfera de cosmos entre sus manos mientras una gran corriente eléctrica recorre su cuerpo. Dicha esfera de cosmos se fusiona con los rayos crea una esfera mucho mayor que recubre completa y totalmente el cuerpo del Santo de Tauro. En el interior de la esfera, Harbinger sigue intensificando su cosmos haciendo que esta continúe aumentando de tamaño y se vaya extendiendo en linea recta por el campo de batalla arrasando todo a su paso y destruyendo a quien se encuentre en él; el Caballero Dorado de Tauro lanza su golpe hacia el Caballero de la Serpiente, pero Zheng lo detiene y golpea a Harbinger, logrando herirlo y agrietando aún más su ya de por sí frágil armadura.
Zheng: Bien Harbinger, creo que tu armadura ya no sirve.
Zheng patea con fuerza a Harbinger, logrando romper una de las columnas de la Casa de la Serpiente.
Harbinger: (se vuelve a levantar tras el fuerte golpe) ¡No me daré por vencido! ¡Soy el Caballero de Tauro!
Zheng: Ohh... ¿Estoy sintiendo ese cosmos de nuevo?
Harbinger: ¡CUERNO DE SOMBRA!
Zheng: ¡No interfieras! ¡RELÁMPAGO DE LA SERPIENTE DIVINA!
Zheng lanza su poderoso Relámpago de la Serpiente Divina hacia Harbinger, pero el Cuerno de Sombra de éste logra equilibrar los poderes de ambos.
Harbinger: (pensando en los demás Caballeros Dorados) ¡Amigos... No se preocupen por mí, yo mismo me encargaré de detenerlo! ¡Lo venceré!
Harbinger sonríe mientras sigue dirigiendo sus ataques hacia el caballero de la Serpiente. Zheng, por su parte, evadiría todos y cada uno de los ataques que estaban siendo dirigidos hacia él.
Zheng: (hablando en pensamientos hacia Harbinger) Veo que en ti, hay mucha fuerza, y sobre todo, un espíritu caritativo. Ahora llegó el momento de ponerte a una última prueba.
Zheng se lanza hacia Harbinger, pero la fuerza de este era más grande, por lo que éste creó otro Cuerno Mayor y lo lanzó contra Zheng, hiriéndolo brutalmente y agrietando su armadura.
Harbinger: ¡GRAN CUERNO!
Harbinger lanza su gran cuerno hacia Zheng, pero este lo detiene con sus dos mano y le quita el casco a Harbinger. Éste, al percatarse de que el Caballero de la Serpiente se encontraba sumamente exhausto y sin muchas ganas de querer pelear más, comienza a detener sus ataques en señal de un cese al fuego.
Zheng: ¡Creo que fue una gran pelea! ¡Cada uno de nosotros dio lo mejor de si!
Harbinger: Pero... ¿Qué estás diciendo?
Zheng: Lo que quiero decirte es... que quiero darte mi reconocimiento.
Harbinger: O sea, ¿Que te estás rindiendo por voluntad propia?
Zheng: Por así decirlo... Pero quiero que sepas algo más.
Harbinger: ¿Algo más? ¿A qué te refieres?
Zheng: Debes de tener cuidado cuando vayas a entrar a la Gran Puerta. Ahí encontrarás a seres mucho más poderosos que todos nosotros; unos dioses en toda la extensión de la palabra. Debemos de ser cuidadosos al reconocer cuál dios es nuestro enemigo y cual es nuestro aliado.
Harbinger, al percatarse de que las palabras de Zheng eran verdaderamente ciertas, logró compadecer al caballero platino. En estos momentos, Harbinger comenzó a recordar su cruel pasado cuando, siendo todavía un niño, fue torturado por unos vándalos que le quitaron su ojo y también fue en aquél pasado donde descubrió su cosmos, demostrando una gran fuerza contra los vándalos; ya en su juventud, Harbinger se había convertido en un gran peleador de Lucha Libre callejero gracias a su poderoso cosmos, Harbinger no perdonaba a nadie que se cruzaba en su camino, demostrando cero respeto por las autoridades y por la Policía. En su momento más oscuro, Harbinger había sido salvado por el santo de Tauro de aquél entonces, Aldebarán, quien lo convirtió en uno de sus discípulos y, posteriormente, en un digno sucesor de la armadura dorada de Tauro.
Una poderosa luz le dio la mano a un Zheng que, tras levantarse, comenzó a reflexionar también sobre los errores de su pasado; era Harbinger de Tauro, quien comenzó a hacer entender a Zheng que la verdadera sabiduría, no era simplemente una virtud característica de los humanos. ¡Era un don que los mismos dioses le regalaron a los humanos!
Zheng: ¿Aún quieres seguir peleando contra mí?; Puedes continuar otro día, si quieres.
Harbinger: ¡Yo no peleo por intereses propios, lo hago para limpiar el nombre del Santuario, por eso debo de ir a la Gran Puerta!
Zheng: ¡Si quieres yo te acompaño! ¡Conozco el camino indicado!
Harbinger: ¿¡El camino, dices!?
Zheng comienza a guiar a Harbinger por un pequeño camino que llevaba a un atajo secreto. El Caballero de Tauro, en su testarudez, pudo reconocer que el Caballero Platino de la Serpiente, en efecto, era mucho más sabio que Harbinger; y de la misma manera, Zheng supo reconocer el espíritu de lucha del portador de la armadura de Tauro.
La batalla de la Casa de la Serpiente finalmente había acabado. El recinto se encontraba ahora con muchos destrozos, mismos que fueron provocados por las extraordinarias técnicas del Caballero Dorado de Tauro.
Harbinger: (hablando así mismo) ¡No me importa si mi armadura se haya convertido en un montón de escombros, me mantendré firme hasta lograr mi objetivo! ¡Soy un Caballero de Athena¡ ¡No dejaré que este ataque contra nuestro Santuario quede impune, vamos a ir hacia donde están los responsables y a todos los derrotaremos!
Luego de eso, Harbinger y Zheng lograron llegar hacia donde estaba la Gran Puerta, donde se habían reunido con Seiya y los demás que estaban ahí. Sin embargo en aquella puerta, se encontraba cerrada, porque ninguno de los caballeros (sea de bronce, plata, oro o incluso de platino) podría abrirla. Aquella puerta sólo estaba reservada para los dioses.
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