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Capítulo 13.- Ondori, el Caballero Platino del Gallo

El nuevo caballero de Virgo, Shun, se dirige de manera rápida y eficiente, hacia la entrada de la Casa del Gallo. Al cruzar el umbral del templo, Shun se llenó de nueva energía, y sube hacia el pasillo principal de esta casa, con el fin de poder encontrarse con el protector de la casa del Gallo. 

Shun: Éste lugar es demasiado hermoso. Es como si... es como si estuviera en una especie de iglesia, donde puedo contactarme con Dios. 

El Templo del Gallo, similar a una esbelta iglesia gótica, parecía estar diseñado arquitectónicamente para permitir una fuerte resonancia y, con la distancia, una clara unión de ecos que trazaba los pasos del audaz pero novato Caballero Dorado. De los pasillos, provistos a la pared de grandes auriculares, también hacían resonar los sonidos más pequeños. Ahora estaba caminando en la nave central.

Ya había pasado una distancia, Shun fue interrumpido por un sonido. Difícil pero melódico al mismo tiempo, un zumbido llegó a su oído. Esa nota sonó como una advertencia. Mirando hacia arriba, en la dirección desde la cual había llegado la nota, se encontró ante un altar majestuoso, decorado con oro, plata, bronce y platino. A ambos lados del altar, una distancia de unos cinco metros, comenzó a las filas de bancos, todos de madera de ébano, decorados en un brillante platino. Todo este esplendor fue adornado con una gran variedad de flores azules y blancas, colocadas al pie de mesa sacerdotal, que emanaba un perfume muy delicado.

Shun: No solo el exterior, incluso los interiores parecen ser... (se percata de que éste lugar es completamente diferente de una iglesia común) ¿Pero qué tipo de lugar es éste? ¡No lo puedo creer! ¡Ésta es una iglesia profanada! 

En este momento, Shun observa con asombro y rabia el cómo comienza a proyectarse un crucifijo que había sido estropeado, incluso por unos cortes frescos, tales como muchas grietas en la estatua del Cristo que estaba en dicha cruz. Nuevamente, su atención fue recordada por una nota. Esto, más aguda, parecía querer llamar a sí mismo, animarle a estar más cerca. Como si se tratara de una víctima de un hechizo maligno, Shun no pudo resistir la tentación de cerrar la brecha que se avecina. Otras notas sonaron, tomando la forma de melodía triste y sombría. Mientras se acercaba lentamente, Shun podía concentrarse en el instrumento que produce la música de manera rodajas: un enorme órgano con pernos de platino que casi parecían querer desafiar a la altura de la bóveda. En un tramo, un cosmos por tierra se encendió, y Shun podía distinguir una figura esbelta, que tenía su respaldo, asiento y el cuerpo envuelto en una sábana de color rojo sangre. La rapsodia sombría alcanzó su punto máximo, luego se cerró naturalmente con la misma nota con la que había comenzado, un Do.

Ondori: En el antro de las melodías de la muerte has venido, caballero dorado de Virgo. Me tragas el aliento a la oreja, al revelar tu juventud y tu historia. Me han dicho que eres el caballero más cercano a Dios.

Shun: (mostrándose escéptico) Un momento... ¿Cómo puedes saber de mí? 

Ondori: ¿Dime, acaso tu predecesor nunca te habló de esos guerreros que, en la batalla, usan la música, que alcanza y abre las puertas del corazón de todos? Usted, el sucesor de Shaka de Virgo, ha venido aquí para cumplir su legado como el Caballero más cercano a Dios, con la esperanza de restaurar la paz del Mundo. Por desgracia para usted, aquí no hay lugar para la paz... ni mucho menos para Dios. Me llamo Ondori, Caballero Platino de la constelación del Gallo, y en éste lugar sólo hay oscuridad y dolor. ¡Es hora de que sientas el terror con mi Réquiem Sangriento!

Ondori comienza a tocar su Réquiem Sangriento, haciendo que Shun quedara inmovilizado por la terrible música. Sin embargo, Shun se aferra a seguir luchando pese a su desventaja.

Shun: ¡Deja de tocar ese órgano, que yo no vine a escuchar tu estúpida música! ¡Yo vengo aquí para tirarte por el pelo, maldito profanador de iglesias!

Por segunda vez, el cosmos de Ondori se iluminó y, acompañado por una corta escalera silenciosa, la emanación hizo que Shun chocara contra una de las filas de bancos de ébano. Ondori dejó de tocar, se levantó, bajó las escaleras del altar y se paró frente a Shun.

Ondori: No puedes dirigirte a un caballero de mi rango... No soy un simple soldado, como los demás caballeros que tus amigos, los dorados, probablemente hayan encontrado... Como ya he dicho antes, soy Ondori del Gallo, Teniente Caballero de Platino...

Shun: (se levanta y lo interrumpe) Del Ejército de Platino, lo sé... No necesitas decírmelo. Ahora recibe éstas... ¡Cadenas Doradas!

Shun lanza sus Cadenas Doradas, pero éstas son detenidas por otro destello de energía. Ésta puso a las cadenas contra Shun, quien terminó directamente contra una de las columnas que bordeaban la nave central. El dolor fue atroz: por un momento tuvo la duda de tener una columna rota. Cayendo de nuevo al suelo, se volvió hacia un lado, todavía dolorido.

Ondori: No me gusta que me interrumpan. Aprenda esta regla simple para su futuro breve y obvio. Pero dime, ¿te gusta esta basílica? El templo en el que resuenan los lamentos de Cristo, una deidad menor que, aquí más que nunca, es humillada por mis melodías de órganos mortales.

Diciendo esto, Ondori dirigió su mirada hacia el crucifijo destruido y, con una precisión inesperada, hizo estallar la estatua ya medio destruida del Mesías, dejando intacta la cruz de madera.

Ondori: Y esa cruz, caballero, será un símbolo de tu ruina.

Shun: (gritando con molestia) Y tu, tu eres ... ¡Solo un gusano sucio! ¡No te atrevas a blasfemar otra vez!

Ondori se sentó, abrió la boca y emitió un grito muy fuerte que produjo un desplazamiento de aire tan masivo que envió a Shun a la columna contra la que ya había sido arrojado.

Ondori: El Falsetto Sombrío puede ser una fuente de destrucción impetuosa. Te advierto que aquellos que se resisten a éste poder, tarde o temprano terminarán... arrodillándose a mis pies. Es hora de que debas denegar de tu propia divinidad, no importa si es Cristo o Athena; Buda, Shiva y otros dioses de la India; así como Odín, Zeus y todos los dioses del Olimpo... Todos ellos no son más que unas moscas insignificantes en comparación con el tamaño y el esplendor de mi voz, la cual fue otorgada por los mismos dioses de China... Quien quiera que sea y venga a inclinarse ante el esplendor sombrío de mi armadura de Platino, deberán entender que mi música es lo que supera a todo y cuyo Réquiem Sangriento destruye a todo el que se me oponga. ¡Caballero de Athena, reconoce mi infinita grandeza y te concederé el perdón!

Fue entonces cuando Ondori estalló en una risa en pleno auge, cuyo sello sonaba como la producida por la acción combinada de la voz de un tenor y una soprano... El aura espectral que casi envuelto en la oscuridad revela las características de sus vestigios: largas plumas el platino cubría las grebas y las correas de los hombros y las alas del mismo material se podían ver detrás de él. La solapa parecía velado con un plumaje fino, mientras que las afiladas garras de ave difuntos amenazante hacia arriba desde la rodilla. 

Shun: (pensa por un momento) ¡No me cabe duda! ¡Este caballero no es más que un simple tonto! ¡Está autoglorificándose, como si se hiciera pasar por un ser divino! ¡Pero debo aprovechar su punto débil! ¿Qué otra cosa debo hacer? (sigue pensando, hasta que se le ocurre una idea y lanza una amenaza a su contrincantre) ¡Caballero ambicioso, deja de reírte como un malvado! Ha llegado el momento de que luchemos seriamente, y ahora es mi turno de atacar. ¡Cuida tus defensas porque te aseguro que las necesitarás!

Ondori: ¿Quieres atacar? Adelante. ¡Pero te advierto que no te daré una segunda oportunidad! O mátame ahora de una vez... ¡Si no lo haces, ya estás muerto! (se burla de él, sonriendo maliciosamente)

Shun: ¡Acepto el desafío! ¡Recibe mi técnica más poderosa! ¡El Tesoro del Cielo! 

Shun de Virgo y Ondori del Gallo comienzan a transportarse a otro plano dimensional, haciendo que el Caballero Platino se quedara inmovil.

Ondori: Pero... ¿En dónde carajos estamos?

Shun: El Tesoro del Cielo es la verdad del universo, es el mundo de la perfecta armonía, es el llamado arte que contiene ambos, ataque y defensa en uno.

Ondori: ¿ataque y defensa en uno?

Shun: Gallo, el Tesoro del Cielo se encargará de acabar con tus cinco sentidos.

Ondori: ¿Pero qué carajos dices? 

En ese momento, los ojos de Shun comienzan a iluminarse, como si se trataran de dos soles gigantes.

Ondori: ¿que es esto? Mi mano, no puedo moverla, ni mis piernas, todo mi cuerpo se esta entumeciendo, no puedo moverme, no puedo moverme, estoy paralizado.

Shun: Asi es, Caballero del Gallo; acabas de perder todo tu sentido del tacto.

Ondori: ¿Qué?

Shun: No puedes moverte ni usar tus poderes. Ahora, perderás el olfato.

Ondori: ¡Maldición, no puedo respirar!

Shun: ¿Te cuesta trabajo respirar? Ya no podrás oler a tu enemigo. He destruido tus sentidos del tacto y el olfato. ¿Y ahora con que sentido te gustaría que continuáramos, Gallo?

Ondori: Espera. Detente ahora, por favor.

Shun: ¿Acaso suplicarás por tu vida?

Ondori: Virgo, no tengo duda de que posees un gran poder. Tú, el mas cercano a Dios, deberías saber que yo no soy malvado. ¿Por que no me respondes ahora? ¿O es que acaso eres un caballero que no es digno de su armadura de oro?

Shun: Ahora se qué es lo que perderás dentro de unos segundos... ¡Nunca más volverás a hablar en tu vida!

Ondori: Espera, por fa...

Shun: Ahora tu lengua está paralizada. He destruido tu sentido del gusto, y a causa de eso no puedes decir una sola palabra. Solo te queda la vista y el oído. ¿Cual de los dos te gustaría que perdieras primero, Gallo? (mira a la ya de por sí aterrada cara de su oponente) ¡Ya veo! Deseas perder tus ojos que aún no han perdido el espíritu de pelear ¿No es así?

Ondori: (pensando) Si no lo venzo, será mi fin.

Shun: Ahora, tan solo te queda el sentido del oído. Mientras aun puedas escuchar, te diré una cosa: Yo soy uno de los doce caballeros atenienses que lleva la armadura de oro, si lucho por ella es por la justicia y nunca por la maldad. La verdad del universo es que nada es seguro. No hay justicia perfecta ni maldad perfecta. Puedes hacer justicia desde la maldad y según veo en tus acciones, estás del lado de la justicia. ¿O acaso no estás de acuerdo, Gallo? Por eso no me atreveré a asesinarte, pero sí a dejarte paralizado. Ahora, Gallo, perderás el último de tus cinco sentidos... ¡Ahora te quitaré el oído!

Ondori: (pensando y leyendo la mente de su adversario) ¡Basta! ¡Detente!

Shun: Ya veo, acabo de darme cuenta de que eres un buen caballero que necesita de ayuda para vencer a la verdadera amenaza, la cual se encuentra detrás de la Gran Puerta. Has perdido tus cinco sentidos, pero tú cerebro esta intacto. Esto es lo que yo llamo la ultima resistencia que sale de tu espíritu. Después, destruiré tu sexto sentido, para que no quede absolutamente nada de ti, tu cerebro...

En ese momento, Ondori aumenta su cosmos hacia su punto máximo, logrando librar el ataque de Shun hasta destruirlo por completo. Shun se había quedado perplejo, e inmediatamente comenzó a ser detenido por el mismo caballero platino, quien no dudó en sujetarlo con una poderosa técnica que el Gallo tenía bajo la manga.

Ondori: Virgo, irás trillones de millas a lo lejos conmigo.

Shun: ¿Qué? ¿Quieres decir que has maximizado tu cosmo para hacerte explotar a ti mismo? ¡Eso es una tontería! ¿Qué tan buena puede ser una victoria si vas a morir?

Ondori: Digas lo que digas. Jamás podrás derrotar a un caballero de platino sin arriesgar tu vida.

Shun: Detente Gallo, los dos nos disiparemos en pedazos de este modo, no quedará nada de nosotros.

Ondori: La verdad no me importa si los dos nos sacrificamos... Es hora de que recibas mi más poderosa técnica...  ¡Supernova Atómica!

Inmediatamente se liberaron poderosas ondas supersónicas de la técnica más poderosa del caballero de platino. Las devastadoras olas derribaron a ambos caballeros y destrozaron sus respectivas armaduras por completo. Sin embargo, ambos lograron salir sanos y salvos.

Después de detener su nefasta técnica, al darse cuenta de que Shun estaba inconsciente, Ondori contempló el cuerpo torturado de su víctima... El santo dorado ya no era consciente y solo unos cuantos anhelos de vitalidad lo mantenían. Ya no era capaz de pensar, había caído en una especie de coma. En ese momento, Ondori se encontraba arrepentido por sus acciones.

Ondori: (aterrado) ¡Caballero Dorado de Virgo! ¡Perdóname! ¡Perdóname porque no sé lo que hago! ¡No, sé muy bien lo que hago y no soy digno de tu perdón!  ¡Oh, Dios mío! ¡Perdona a tu humilde servidor por este error imperdonable! No volverá a suceder. Concédeme la copa del perdón.

Shun: (comienza a recuperar la conciencia y habla) ¡Lo sé muy bien, Caballero del Gallo! Y también sé muy bien lo que dicen las Escrituras Judeocristianas, por ahora deberías saberlo. Por fin reconoces que has estado mintiendo todo éste tiempo. ¡Pero aún estás tiempo de enmendar tu error! Por ahora, caballero, debes dejar de lado todo el resentimiento que sientes hacia nosotros, los caballeros dorados.

Ondori: (sorprendido) Oh, pero veo que todavía vives... Esto no lo puedo creer, ya deberías haber expirado, ¿Por qué? ¿Por qué quieres aceptar mis disculpas? ¿No sientes odio ni remordimiento hacia mí?

Shun: Porque detesto las peleas, y no sería capaz de herir a sus enemigos y sin duda me sacrificaría por salvar las vidas de los demás. Recuerda que el caballero más cercano a Dios posee el corazón más puro, bueno y noble de todos los Caballeros que existen en la Tierra. Ahora si me permites, tengo que ir a la Gran Puerta de Halinogame, ahí me esperan los demás compañeros.

En ese mismo momento, Shun trata de levantarse, pero sigue adolorido, por lo que recae y sus piernas no pueden moverse. Ondori, en un acto de compasión, lo carga con sus brazos y lo lleva hacia la Gran Puerta, con el fin de poder reunirse con los otros compañeros que los esperaban.

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