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Capítulo 7


  A él le gusta la sangre y el color rojo, como el cabello de ella. Le gustan los cuchillos, como el que le hirió el pie. Le gusta ella, pero... ¿cómo?, si casi ni la conoce.

No hace falta conocer a alguien para que te guste.

Jared Blake camina hacia la oficina de su madre a contarle lo sucedido con Tanit. No para de pensar en ella, en ese corto beso que le robo. En su suave piel y en su cabello rojo. Aun él siente como su mano aprieta la suya.

Ya estando en frente de la oficina de su madre, toca la puerta.

—Pasa. —Se oye la voz de su madre dentro.

Jared abre la puerta y encuentra a su madre acostada sobre su escritorio mirando el techo. Los pocos rayos del sol que entran por la ventana a le dan un color dorado a su piel. Esta vestida totalmente de blanco a excepción de su pantalón color negro. No lleva los zapatos puestos en ese momento.

—¿Qué sucede, Jared? —pregunta ella girando su cabeza hacia él—. ¿Y qué haces vestido así? —pregunta y está vez se sienta apoyando sus brazos en la orilla del escritorio.

—Estaba en la piscina con esteban...

—¿Con este frio insoportable?

—Sabes que me gusta el frio y mucho. Y además no hace tanto, eres tú que no lo aguantas.

Un silencio se hace entre ellos. Jared se queda dónde está con la mirada fija en su madre. Él nota que la cara de su madre cambia y frunce el ceño cuando le señala la pierna.

—¿¡Eso es sangre!? —dice en un tono de voz alto y con una expresión de enfado.

Jared mira en donde su madre está señalando y, sí, hay sangre.

—Eso vengo a decirte.

—¿Qué hiciste, Jared? —dice y se pone de pie con una postura intimidante.

—Si me dejaras hablar —dice Jared cruzándose de brazos. Su madre lo fulmina con la mirada y hace el mismo gesto.

—No hice nada, madre. Todo está bien, solo fue un accidente...

—¿¡Accidente!? — está vez grita.

—¡Por dios mamá, déjame hablar!

Su madre suelta un suspiro y ya se nota que está muy alterada.

—Tanit... tuvo un accidente en la cabaña del jardín. Una caja con utensilios de cocina le cayó en el pie y un cuchillo le hizo una herida muy profunda. Esteban, creo que era Fabi, y yo la llevamos con Alison para que le limpiara la herida. Por eso la sangre en mi pierna, madre. —Jenifer lo mira, aun con los brazos cruzados, desconfiada.

—Si no me crees vete y pregúntale a tu otro hijo, como en mí no puedes confiar...

—No es eso, Jared. Yo confió en ti, pero me cuesta creerlo —dice y vuelve a sentarse en su escritorio.

Jared suelta un suspiro y posa su mirada en el techo por unos segundos antes de mirar nuevamente a su madre.

—Ella está en su habitación, Alison dijo que guardara reposo por una semana y que no caminara para que no se le abrieran los puntos. Vengo a decírtelo para que sepas. Por si no la ves haciendo su trabajo no la vallas a despedir. Eso es todo —dice y se gira con intención de irse.

—Un momento, Jared... quédate —le dice su madre.

Jared se detiene, pero no se gira.

—Iré a verla yo misma en algún momento del día o tal vez mañana. Ya se está haciendo tarde... pero algo aquí me intriga. En esta casa han pasado muchos accidentes como ese y en ninguno te he visto ayudando... ¿Por qué ahora? —pregunta y frunce el ceño.

Esa pregunta toma por sorpresa a Jared. Es cierto, de los tantos accidentes que han pasado en esta casa Jared no ha estado en ninguno. Sus hermanos han ayudado en algunos, pero él...

—Solo quise hacerlo.

—Porque era ella, ¿verdad? Te gusta...

Jared se queda callado y con una mano se revuelve un poco el cabello.

Se gira y dice:

—Sí, me gusta.

—¡Ni siquiera ha estado ni un mes en esta casa, Jared!

—¿Y? ¿Eso que tiene que ver?

—Tiene que ver muchas cosas. Sé cómo se ponen ustedes cuando les gusta una chica. Mira André, metió en nuestra vida a esa chica que ya está empezando a hartarme. Uriel... sabes lo que hizo. No quiero pensar en lo harán tú y Esteban algún día.

—¿Nos estas diciendo locos?

—Ya lo somos... —dice en apenas un susurro—, ¿Para qué te gusta ella? Quisiera saber.

La cara de Jared no expresa nada, en sus ojos no hay brillo. Ya el sol no está en el cielo y lo único que los ilumina es la luz de la oficina. Jared mira a otro lado y vuelve a mirar a su madre.

—Para todo... para todo —dice y sale de la oficina de su madre.

Él camina por el pasillo ahora más oscuro que hace unos minutos. Sabe que necesita desahogarse. El gimnasio seria la opción más razonable en ese momento, pero no para él.

El sótano... ese sí.  

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