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Capítulo 50


  Pero que satisfactorio se siente esto... es como... como si estuviera cumpliendo uno de mis más grandes sueños. Ver como todos me miran con diferentes sentimientos en sus ojos me deja saber que estoy haciendo las cosas bien.

Muy bien se te queda corto...

Lo sé...

—¿Pero qué estás haciendo? —pregunta Jenifer caminando hacia mí.

—Para atrás —le digo apuntándola con el cuchillo; ella se detiene cuando este casi le roza el cuello—. Paras atrás.

Da pasos lentos alejándose de mí. Yo dejo unos segundos más el cuchillo en el aire y lo bajo lentamente.

Escucho como André, a mis espaldas, se queja. Me volteo y veo que tiene los ojos abiertos. Una sonrisa crece en mis labios dejando mis dientes al descubierto.

—Hola, André —le digo mirándolo a los ojos—. Te traje a toda tu familia... ¿Qué piensas?

Él solo me dedica una mirada que me deja saber muy bien cuáles son sus pensamientos.

Ruedo los ojos.

—Ay ya... no me mires así, te lo prohíbo —le digo acercándome un paso y poniendo mis manos sobre mis rodillas—. Ahora te toca a ti... sufrir lo que yo sufrí... hijo de puta.

—No te atrevas a tocarlo —dice Jenifer desde donde está.

Volteo el rostro hacia ella y sin pensarlo dos veces lanzo con todas mi fuerzas el cuchillo que tengo en mi mano. Este se entierra directo en su muslo haciendo que ella caiga al suelo y se lleve las manos al área afectada.

Amo tu puntería...

Muchas gracias por el cumplido, querida.

No hay de qué...

Los gritos de Jenifer empiezan a intensificarse y ahora veo que Esteban y Uriel están agachados a su lado. Alina me mira con los ojos muy abiertos y Jared se encuentra en shock.

—¡Maldita! ¡Malditaaa! —me insulta, pero yo solo puedo reírme.

—Piensa en un insulto más original, Jenifer —digo y puedo ver el momento exacto en que Esteban levanta la vista y sus ojos caen en los míos. Se pone de pie y viene hacia mí a paso rápido. Me quedo quieta viéndolo acercarse cada vez más y justo cuando está a un paso... se detiene.

Sus ojos no dejan los míos cuando siente la punta del cuchillo en su costado. Si se acerca un poco más este se puede enterrar en un lugar muy delicado y él lo sabe.

—Estoy armada hasta las narices. Es mejor que vuelvas con tu madre —la miro en el suelo y vuelvo mi vista a Esteban—. Y como no soy tan mala —me alejo de él y rebusco en uno de los armarios que estuve investigado cuando llegué aquí. Saco un rollo de vendas y se lo lanzo.

Él lo toma en el aire.

—Pónselas a tu madre —digo caminando en dirección a André. Quedo justo a sus espaldas. Él no se puede mover, lo até muy bien para eso mismo.

Veo a Esteban ir hasta Jenifer y agacharse

—Llevo... no sé en realidad cuanto tiempo llevo aquí con André, pero lo que sí sé es que me he divertido mucho probando tantas cosas en él —les informó a los demás mientras le paso el cuchillo a André por el pelo—. Usé muchos de sus propios inventos y... son muy raros y divertidos —me pongo en frente de André—, no pensé que tuvieras tanta creatividad la verdad.

—Tanit.

Su voz hace que me gire. Es la primera vez que habla en lo que llevamos aquí.

—¿Sí?

—¿Qué haces? —pregunta Jared caminando hacia mí.

Me encojo de hombros.

—Vengarme... así de simple —digo y le clavo el cuchillo que tengo en la mano en el muslo de André.

El grito que pega recorre el lugar por completo.

—¡No! —escucho a Jenifer, pero no le hago caso.

Jared me mira, en sus ojos puedo ver muchas cosas. Sorpresa, miedo, alivio... fascinación.

Una sonrisa no tarda en aparecer en mi rostro y le arranco el cuchillo a André. La sangre me salpica y en el cuchillo quedan restos de ella. Llevo este a mi boca y lamo algo del líquido carmesí.

—Como siempre digo —me paso la lengua por los labios— hay mejores —miro a Alina—. Por ejemplo, la de ella —la señalo.

Alina abre los ojos como platos y da un paso hacia atrás.

—Recuerdo el sabor de tu sangre muy bien, Alina... y también recuerdo que tienes una marca mía —le señalo la mano con el cuchillo y ella la lleva detrás de su espalda.

Suelto un bufido ante el ridículo gesto, como si fuera a cambiar lo que ya está hecho. Tampoco es que le piense hacer algo a ella... aun me cae bien.

Miro a los hermanos Blake, Esteban termina de ponerle las vendas a su madre y se pone de pie dedicándome una mirada asesina y yo le respondo el gesto con una sonrisa inocente... o lo intento.

—Te detesto. —Escucho a mis espaldas.

Me giro y encuentro los ojerosos e irritados ojos de André fijos en mí.

—Awww, yo también te detesto... y por eso estoy haciéndote esto. Primero para divertirme, segundo para ver la cara de todos los presentes y tercero —dejo de hablar y doy pasos hacia él para agacharme delante de sus rodillas y poner mi cara a altura de la suya— por venganza.

Me le quedo mirando unos segundos. Esos ojos azules que solo me causan asco e ira... furia. Siento mi sangre hervir mientras más lo veo.

Clávale el cuchillo ya...

Aún no.

Sí...

Te dije que no...

Me caes mal...

A mí no.

  Levanto las comisuras de mis labios en una sonrisa de boca cerrada y me giro. Todos están como estatuas en el mismo sitio. Alina tiene una expresión de profunda tristeza que me hace arrugar las cejas. ¿Quién se murió y no me entere? Uriel me mira y puedo notar como todo su cuerpo está tenso, las venas de su cuello se hacen cada vez más notorias y su pecho sube y baja a ritmo rápido. Jenifer está recargada del hombro de su hijo, Esteban. Ambos me dedican miradas de odio profundo y también las venas de sus cuellos se notan.

Vas a hacer que toda la familia tanga un ataque...

Sería una de las mejores cosas que podría hacer en mi vida...

Bueno... tienes razón... quiero caos...

Queremos... querida, queremos.

Me pongo un mechón de cabello detrás de la oreja y mis ojos caen en... él. Jared.

Es el único que me mira con fascinación y admiración. Le dedico una de las mejores sonrisas que he hecho en mi vida y él me guiña un ojo.

Ay, cuanto lo amo...

Aja, sí. Ya clávale el cuchillo a André...

Que aburrida eres...

—Creo que llego el momento más esperado... para mí obviamente —digo rodeando a André y me quedo a detrás de él—, porque dudo que sea para alguno de ustedes tres —digo señalando a Jenifer, Esteban y Uriel—. Ver morir a uno de ustedes... debe de doler bastante... creo

No espero más.

Bajo la mirada a André, que, al parecer, nota mis intenciones y empieza a moverse frenéticamente y a gritar.

—¡No! ¡Déjame en paz! ¡Maldita! ¡Malditaaa! —grita a todo pulmón mientras se mueve. Las ataduras hacen que casi no pueda hacerlo. Las heridas que tiene empiezan a sangrar con más intensidad por sus movimientos tan bruscos.

Si no lo mato yo, se mata él mismo por estúpido.

—¡Hija de puta! ¡Suéltame! ¡Te vas a arrepentir!

Una carcajada sale de mis labios. Sus palabras solo me causan diversión y placer.

—¿Esas van a ser tus últimas palabras? —le pregunto pasando el cuchillo por su nuca.

Él se estremece y echa la cabeza para adelante.

—Te vas a arrepentir —dice y mira a los presentes—, y ustedes ahí como estatuas. Es una mujer la que tratando de matarme delante de todos. Pueden acabar con ella en un segundo.

Ay... creo que metiste la pata muy profunda...

Sí... lo hizo.

Lo agarro con fuerza del cabello y lo halo hacia atrás. La ira circula por mis venas a una velocidad alarmante. Sus ojos asquerosos conectan con los míos y respira profundamente por la boca.

—Si piensas que por ser una mujer no puedo acabar contigo o influenciar a los demás estas muy, demasiado equivocado —le escupo en la cara y él hace una mueca de asco—. Mírate como estás ahora mismo, atado, herido y con el destino escrito. ¿Y tienes idea de quien lo hizo? —le halo el cabello con más fuerza—, sí... una mujer.

Levando el cuchillo y lo pego a su cuello. Puedo ver como traga saliva y por el rabillo del ojo veo a sus hermanos acercarse un paso. Alzo la cabeza y les niego con la cabeza. Les puedo ver sus intenciones de detenerme, pero retroceden, saben que hay dos personas en esta sala que me defenderían en todo momento sin dudar un segundo. Aunque creo ahora que es solo una...

Vuelvo mi vista a André y le sonrió.

—Por lo menos tendrás una buenas vistan antes de que te mate —le digo y sus ojos se abren de par en par.

—¡Nooo! —grita.

—Adiós

—Te...

Las palabras se quedan en el aire cuando, muy lentamente, le voy clavando en cuchillo en el cuello. Él empieza a ahogarse con su propia sangre y una sonrisa de suficiencia empieza a crecer en mi rostro.

—¡Nooooo! —escucho el grito de Jenifer y puedo apreciar que intenta venir hasta mí, pero Uriel la toma en mitad de camino.

Le hundo aún más el cuchillo a André en el cuello. Sus ojos me miran por última vez antes de que se apaguen diciéndome que la vida a abandonado su cuerpo.

Que bien se siente.

—¿Quién lo diría? El Blake más temido, asesinado por una de sus presas —digo levantando la mirada y fijándola en Jenifer que llora en los brazos de Uriel.

  Muevo el cuchillo hacia arriba y hacia abajo. Haciendo que la herida sea mucho más grande. La sangre mancha todo a mi alrededor. Un charco de esta se empieza a formar en el suelo y se va extendiendo poco a poco. Decidida, termino de abrirle el cuello al maldito. Saco el cuchillo y lo vuelvo a clavar con fuerza. Así una y otra vez como le hice a la chica el otro día. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete...

No paro hasta que siento una mano rodear mi muñeca. Miro a mi derecha y me encuentro con el rostro de Jared. Sus ojos me miran con los mismos sentimientos. Suelto el cuchillo y este suena cuando choca con el suelo.

—¿Te gusta mi obra de arte? —le pregunto.

Él observa a André, que se quedó con la cabeza hacia tras y la boca abierta. Vuelve su mirada hacia mí y me contesta:

—Me encanta. —Y me besa.

No me importa que haya gente viéndonos, no me importa que acabo de asesinar por cuarta vez en mi vida... lo único que me importa es el chico de ojos diferentes que me besa con pasión.

Mi bestia

Mi chico

Tu perdición...

También, pero no me importa.

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