Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 40



  Los latidos de su corazón se escuchan fuertes y claros. Es un sonido constante e... hipnotizante. Su olor masculino inunda mi nariz haciendo que respire profundamente. Nunca pensé que fuera a estar acostada en el pecho de un chico sin sentirme incomoda o llena de pánico, pero así es como me encuentro justo ahora; acostada en el pecho de Jared, quien duerme plácidamente mientras yo no dejo de mirarlo. Parece un niño pequeño con esa cara llena de tranquilidad. Él me contó que Alina y él estuvieron semanas sin dormir por estar buscándome, pero yo ya sabía ese detalle.

Jared andaba muy nerviosos; sus piernas y brazos se movían constantemente por la falta de sueño. Y tampoco es que yo lo haya dejado dormir con todas las pesadillas que ando teniendo, pero justo hoy no hubo ninguna y ambos pudimos dormir toda la noche.

Llevo mi dedo al puente de su nariz y le acaricio como si fuera un bebé. Paso mi dedo por su mandíbula, delineándola lentamente. Él suelta un suspiro y puedo ver como abre los ojos un poco, pero los vuelve a cerrar.

Mi dedo sigue su camino bajando por su cuello y hombros. Asciendo otra vez a su cuello y puedo ver como su piel comienza a erizarse.

¿Este es el efecto que tengo en ti, Jared?

  Una sonrisa pícara aparece en mi rostro. Me acomodo mejor para poder pasar mi dedo por su pecho desnudo. Él sigue con los ojos cerrados, pero sé que está despierto. Suelta un profundo suspiro y, como si me hubiera leído la mente, abre los ojos por completo.

—Tanit —su voz se escucha ronca y adormilada.

—¿Hmmm?

—¿Qué estás intentando hacer? —me pregunta mirándome a los ojos.

Ya extrañaba ver esos colores.

—Nada...

—¿Segura? —Coloca sus manos por debajo de mi camisa, que realmente es de él, haciendo que me tense un poco, pero no lo aparto.

—Mhm —asiento de manera suave.

Él arruga las cejas.

—¿Quieres que saque las manos de aquí? —comenta dando una palmadita en mi espalda baja.

—No... no —susurro recostando mi cabeza en su pecho.

  Cierro los ojos para escuchar, de nuevo, su corazón. Siento como su respiración hace que su pecho suba y baje con lentitud. Acomodo un poco el brazo que tiene el yeso. Puedo deducir que sus ojos están fijos en mí porque la típica sensación de ser observada está más que presente.

De la nada, empiezo a sentir como sus manos suben por mi espalda llevándose la camisa con ella. Las siento frías sobre mi piel. Pasan por mis costillas y con sus dedos hace pequeños círculos que me ponen la piel de gallina. No sé si es por los reflejos de mi cuerpo o porque me gusta. Dejo escapar un suspiro y me acurruco aún más en su pecho.

Sus manos llegas a la altura de donde se supone que este mi sujetador, pero no hay. Siempre me los quito en la noche para dormir más cómoda.

—¿No tienes sujetador? —pregunta y levanto la cabeza.

—No... yo... yo me los quito cuando voy a dormir. Para estar más cómoda —admito y él me mira con una pequeña sonrisa en los labios.

—Nunca te he visto quitártelo.

—Porque lo hago cuando ya estas dormido o cuando la luz está apagada —admito y empiezo a sentir como mis mejilla se calientan.

Sus manos toman mi rostro y me atrae hacia su rostro, pienso que me va a dar un beso, pero sus  se detiene a pocos centímetros de su rostro. Nuestro ojos están fijos en el otro. Una de sus manos se desliza por mi cuello y se queda ahí. Yo trago saliva y suelto una profunda respiración.

—Si te sientes incómoda dímelo, ¿ok? —me dice y asiento, un gesto que hace tres segundos no sabía hacer. 

  Entonces me besa. Estampa sus labios con los míos de una manera que me deja sin aliento al instante. Me besa con pasión y deseo... con ganas. Sus labios se mueven tan rápido encima de los míos que se me dificulta un poco seguirle el ritmo.

Me tenso cuando, de la nada, se voltea y ahora me encuentro debajo de su cuerpo. Puedo notar que intenta no tocar mi brazo y lo agradezco. Él no deja de besarme en ningún momento. Siento una de sus manos en mi abdomen y me sorprendo a mí misma cuando no siento ningún escalofrío ante su toque. No la mueve, solo la deja quieta en el mismo lugar. Es como si lo hiciera para que me acostumbre o para pedirme permiso.

Pasó en un segundo... y muy rápido. Él se coloca entre mis piernas y la mano que tenía en mi abdomen sube hasta rozar uno de mis pechos.

Ahora sí que me tenso... y fuerte.

Él deja de besarme y me mira fijamente a los ojos.

—¿Estas bien? —pregunta con preocupación.

Yo abro la boca para decir algo, pero las palabras se me quedan atoradas en la garganta. Siento mis manos temblar al igual que mis piernas.

—¿Tan...

  No lo dejo terminar cuando lo atraigo hasta mí y ahora soy yo quien lo besa. En los primeros segundos él me devuelve el beso lentamente, como si esperara otra reacción de mi parte, pero luego de algunos segundos vuelve a ser el beso de hace rato: lleno de pasión.

—Tanit —logra decir entre besos.

—¿Qué?

—¿Estas segura de que quieres hacer esto? —me pregunta acariciando mi nariz con la suya.

Me lo pienso antes de contestar.

¿Quiero hacerlo?

¿Deseo hacerlo?

Solo hay una respuesta.

—Sí.... sí quiero

Y con esas palabras es suficiente para que Jared me arranque la camisa de golpe. Literalmente me la arrancó porque ahora solo es un pedazo de tela rota a mi lado.

Mi primer instinto es cubrirme le pecho con los brazos, pero Jared me los aguanta, a uno con más delicadeza que el otro, y los pone por encima de mi cabeza.

Siento como mi corazón se acelera cuando siento algo en mis partes bajas. Abro los ojos de par en par y él solo se ríe.

—¿Eso es...?

—Sí... es eso —afirma con una sonrisa socarrona en la cara.

Yo entrecierro los ojos hacia él haciendo que su sonrisa crezca más.

  No pierde tiempo al besarme de nuevo, pero esta vez baja a mi cuello y comienza a dejar pequeñas mordidas en él. Los escalofrío que recorren mi cuerpo hacen que me arquee y me pegue más a él. Un sonido ronco sale de su garganta mientras sigue mordiendo y besando mi cuello.

Yo solo cierro mis ojos antes tantas sensaciones que estoy sintiendo. Me prohíbo pensar en lo que paso hace años, me prohíbo pensar en mi padre, me lo prohíbo. Lo que necesito es vivir el presente y construir mi futuro, superar mis miedos y traumas, y que mejor manera de hacer que en los brazos del chico que quiero. Sé que no será de la noche a la mañana, pero lo lograré.

Estuve tan sumergida en mis pensamientos que no me di cuenta de Jared había comenzado a extender sus besos un poco más abajo, en específico: mis pechos.

Sus ojos se encuentran fijos en esa parte de mi cuerpo haciendo que sensaciones que pensé nunca experimentar inunden mi cuerpo por completo. Deja suaves besos encima de ellos haciendo que la piel se me erice más de lo que ya estaba. Un sonido se escapa de mis labios haciendo que Jared levante la mirada con una sonrisa pícara en los labios.

—Eres hermosa, Tanit —dice subiendo de nuevo a mi rostro y dejando un profundo beso en mis labios. Por fin, suelta mis brazos y uno de estos va directo a su cuello mientras me besa.

  Sus palabras llegan hasta el fondo de mi ser. Una sonrisa tonta se dibuja en mis labios y yo subo mi mano a su cabello para acariciarlo. Se siente suave entre mis dedos.

—Eres hermosa —repite volviendo a bajar por mi cuello y llegar a mi pecho donde deja aún más besos, pero hace que frunza el ceño cuando se levanta de la cama y me da la espalda.

—¿Qué sucede? ¿Jared? —digo recargando mis brazos en la cama.

Él se dirige a su armario, lo abre y entra saliendo de mi campo de visión. Arrugo las cejas al escuchar gavetas abriéndose y cerrándose. Después de dos segundos él vuelve a aparecer, pero esta vez enseñándome lo que lleva entre sus dedos: un condón.

Una risa escapa de mis labios. Por un momento pensé que le había dado un ataque. Él no sabe que no puedo quedar embarazada, pero también hay que prevenir enfermedades; dudo que Jared tenga alguna, pero es mejor prevenir que lamentar.

  Jared camina a paso lento hasta la cama y cuando llega al borde de esta agarra mis talones y me hala dejándome casi a la orilla.

—¿Lista? —pregunta abriendo el envoltorio del condón.

—Sí —le contesto atrayéndolo a mí y estampando mis labios con los suyos.



  Siento como su dedo dibuja círculos invisibles en mi espalda. Mi respiración aún se encuentra bastante agitada luego de lo que acaba de pasar.

Lo logre. Ahora puedo decir que tuve una primera vez mucho más memorable. Suelto un suspiro ante el pensamiento.

Ambos nos encontramos desnudos, yo encima de él esta vez. Mi cabeza descansa en el hueco de su cuello y mis brazos lo rodean en un simple abrazo. Él coloca su cabeza encima de la mía y yo inhalo su olor.

—Quiero que conozcas a alguien —comenta de la nada posando sus ojos en los míos.

Arrugo las cejas.

—¿A quién? —pregunto poniendo mi mano en su mejilla.

—Ya lo veras... porque nos vamos ahora.

—¿Qué?

—Lo que escuchaste, nos vamos ahora. Eso quiere decir que tenemos que levantarnos, vestirnos y salir de la casa.

—¿Pero... a dónde? —pregunto un poco confundida.

—Ya mismo lo veras —dice y comienza a levantarse.

—Pero... no tengo mi ropa aquí —digo tomando una sábana y cubriéndome con ella.

—Puedes ponerte algo mío e ir a tu habitación si quieres —comenta poniéndose un calzoncillo—. ¿Admirando mi cuerpo, Tanit? —dice con una sonrisa en la cara.

—Pues sí, para que negarlo...

—Vamos, que después se nos hace tarde.

—Ok

No tardo en ponerme una camisa y un pantalón y salir de la habitación. Me siento algo rara caminando de nuevo por estos pasillos. Aún tengo uno que otro moretón, pero se pueden disimular con algo de maquillaje, pero justo en este momento no tengo puesto ningún tipo de maquillaje que cubra mis moretones por lo que rezo para no cruzarme con nadie en el camino, pero obviamente eso no pasa

Keisha aparece delante de mí y yo intento seguir de largo, pero ella me ve.

—¡Tanit! Dios mío, hace mucho tiempo que no te veo. ¿Cómo estás? —pregunta en un tono muy alegre.

—Hola Keisha. Estoy bien, solo algo cansada... acabo de llegar de las vacaciones con mi... familia —le miento.

—Qué bueno que pasaste todo este tiempo con tu familia. He escuchado que has sido la única chica en irse de vacaciones por... ¿Qué te paso? —se interrumpe a ella misma cuando logra ver uno de los moretones que aún tengo por los hombros.

—¿Qué? —me hago la que no sabe nada.

—Lo que tienes en el hombro —dice señalándolo.

—Ahh esto —exclamo apartando un poco la camisa para ver bien el moretón—, nada solo fue un pequeño accidente en una piscina hace una semana —miento.

—Tuvo que ser fuerte, ese golpe todavía se ve muy reciente —dice con preocupación.

—Sí, sí lo fue. Me resbale, el suelo estaba lleno de agua y era de esos que resbalan, no me fije y me caí, mira mi brazo —digo señalándolo para se vea un poco más creíble.

—Dios, pero qué bueno que estás bien —dice pasando su mirada por todo mi cuerpo. Me doy cuenta en el momento exacto en el que se fija en mi otro brazo, específicamente en la muñeca, que aún tiene rasguños y partes rojizas por el tiempo que estuve amarrada.

—Bueno, fue bonito verte, pero me tengo que ir... tengo cosas que hacer —le digo con la intención de seguir caminando, pero me detiene agarrándome del brazo derecho.

—¿También la muñeca fue en el mismo accidente? ¿Segura de que estas bien? Tanit, si quieres hablar...

—Estoy bien, te lo dije hace rato. Y, por favor, suéltame que me tengo que ir... hay cosas que tengo que hacer —le digo en un tono que me sale mucho más frío y cortante de lo que pretendía.

—Está bien —me suelta—, pero si necesitas hablar...

—Está bien, Keisha. Nos vemos —murmuro y sigo mi camino. Puedo sentir sus ojos fijos en mi espalda en todo momento. Logro visualizar el pasillo de mi habitación y acelero el paso porque sé que ella me está siguiendo. ¿De verdad no entiende que le dije que estoy bien?

  Entro en mi cuarto y recargo mi espalda en la puerta soltando un suspiro. Voy hasta el armario y empiezo a buscar algo cómodo y cálido para salir, porque estoy observando que hoy es uno de esos días muy fríos. Luego de como diez minutos estoy lista, camisa manga larga con cuello de tortuga, pantalón de mezclilla y mis botas marrones y, obviamente, el sombrero tejido.

Me siento en la cama a esperar porque Jared me dijo que él vendría a mi puerta y me llamaría. Aun no tengo mi celular conmigo por lo que esta linda espera será un poco aburrida. Me acuesto, me levanto, camino, abro y cierro las puertas del armario... hasta que escucho mi nombre.

—Tanit —me llama Jared dando suaves toques en la puerta.

—Voy —le contesto yendo hasta esta y la abro encontrándomelo recargado en la pared.

—¿Nos vamos? —pregunta extendiendo su mano hacia mí.

—Claro —le respondo tomandola.

Él empieza a caminar arrastrándome consigo hacia un camino que nunca había visto. No digo nada y solo observo mi alrededor. Parece que nos adentramos en un garaje, sí, eso mismo es.

Jared suelta mi mano y se dirige hacia una gaveta y agarra unas llaves. Le da a un botón y las luces de uno de los autos comienzas a parpadear. Me quedo con la boca abierta al ver el auto de lujo que es. Hay algunos más a su lado, pero ese les gana por mucho.

—¿Impresionada?

—Mucho... nunca... nunca había visto uno así.

El auto es completamente negro, los cristales son tan oscuros que no se logra ver el interior.

—Es un Lamborghini huracán —comenta y yo me quedo con la boca abierta.

—Había escuchado esa marca de autos, pero nunca había visto uno —admito fascinada.

—Es como mi hijo —dice abriendo la puerta del piloto—, vamos, súbete.

Me acerco a la puerta de copiloto y la abro, el interior también es todo de color negro a excepción de algunas cosas que son de color rojo. Nunca imagine que me iba a sentar en un auto de estos.

Jared lo enciende y el sonido que hace me asuste de lo tan fuerte que es. Una risa escapa de las gargantas de ambos y cerramos las puertas. Nos ponemos el cinturón y él arranca moviendo el auto hacia la derecha donde la puerta del garaje se abre dejándonos el paso libre.

—Ponte cómoda que es un camino largo —dice mirándome y acelera el auto. Salimos a las calles de Dalia y la gente que está caminando cerca del portón de entrada a la mansión se quedan con la boca abierta al ver tremendo auto salir de ahí. Que yo sepa ninguno de los Blake había salido con este auto a la calle, creo recordar una camioneta, pero no este auto.

—Prepárate para todos los chismes y cuchicheos que la gente a hacer luego de ver salir este auto de tu casa —cometo mirando por la ventanilla.

—Nací preparado —dice y acelera.



Tres horas después nos encontramos en una gasolinera para comprar recursos y, obviamente, echar gasolina al auto. Las pocas personas que hay aquí se dedican a mirarlo y a mirarnos a nosotros.

—¿Ya tienes todo lo que querías? —me pregunta Jared tomando una Coca-Cola de la nevera.

—Sí, chocolate, papas, paletas, galletas y jugos —enumero mirando todo lo que está dentro de la canasta.

Jared suelta una risa.

—¿Algo más que desee la dama? —pregunta en tono burlón haciendo que una sonrisa se dibuje en mis labios.

—No, caballero. No deseo nada más.

—Pues dame la canasta que lo voy a pagar —dice extendiendo su mano hacia mí y yo le doy la canasta. Lo veo irse a la caja y me es inevitable no repasarlo con la mirada.

No pasa mucho tiempo cuando volvemos a estar en carretera. El sol ya está más cerca de ocultarse y en el cielo se empieza a ver colores como anaranjado y rosa. Otro detalle del auto es que va muy rápido. No sé si es porque a esa velocidad normalmente van este tipo de autos o Jared acelera más de lo normal. Yo no sé nada de coches, solo estoy para admirarlos.

El camino es silencioso, ninguno de los dos habla y yo decido comer algunas de las cosas que compramos en la gasolinera. Y ni siquiera recuerdo cuando fue que me quede dormida.



—Tanit... Tanit —escucho que alguien me llama y me sacude lentamente.

—¿Mmm?

—Ya llegamos, despierta. —Siento como me aparta un mechón de la frente y abro los ojos. Llevo mi manos a ellos y me los tallo para luego pasarla por mi cara.

—¿Dónde estamos, Jared? —pregunto adormilada.

—Mira con tus propios ojos, querida —dice señalando el edificio que se encuentra en frente de nosotros.

Hospital Psiquiátrico Santa Laura... Jared, ¿dónde estamos? ¿Me vas a dejar aquí? —digo señalando el edificio.

Él estalla en una carcajada negando con la cabeza.

—No, Tanit... no estás tan loca como para dejarte en un psiquiátrico —dice entre risas, las cuales ahora tengo yo.

—¿Y por qué me traes aquí? —pregunto confundida.

—Dije que quería que conocieras a alguien y por eso estamos aquí, la persona que quiero que conozcas se encuentra entre las paredes de ese edificio —comenta señalándolo—. Y ahora es hora de bajarnos del auto e ir dentro —dice y sale, yo hago los mismo.

  Justo cuando salgo, el aire frío me golpe el rostro y yo inhalo una profunda respiración. Siempre me ha gustado respirar aire frío. Pego mi brazo enyesado a mi costado y Jared me toma de la mano del brazo libre; me lleva hasta la entrada del edificio. Su exterior se ve super pulcro y ordenado, el parquímetro es enorme. Tiene una cera que te lleva directo a la entrada y a los lados de esta hay césped muy bien cortado. Por lo que puedo ver el edificio es de cuatro o cinco pisos de altura y todo está pintado de color blanco y gris.

Jared empuja la puerta y sigue caminando hasta llegar a donde una chica que se encuentra detrás de un mostrador con muchos papeles regados.

—Hola —le dice Jared a la señora que levanta el rostro.

—Oh, hola, Jared, hace tiempo no te veía —dice la señora haciendo que arrugue las cejas.

¿Él ha venido ya? ¿Cuántas veces tuvo que haber venido para que la recepcionista lo reconozca?

—Sí, no había podido venir —le dice a la señora y traga saliva.

—¿La vienes a visitar entonces?

—Sí.

¿De quién carajos están hablando?

—Bueno pues síganme —dice haciendo un gesto con su mano y yendo por el pasillo que nos queda a la izquierda.

—Ha estado muy bien últimamente, no muestra señales de... de ya sabes qué —le informa a Jared, quien asiente varias veces.

—Eso es bueno.

Yo me quedo callada en todo el camino y solo me dedico a escucharlos hablar. Mencionan cosas que no entiendo y otras que puedo deducir fácilmente, pero como quiera me confunden. Después de como tres minutos la señora entra en una habitación y nosotros entramos detrás de ella.

—Bueno, esperen aquí en lo que llega, ¿está bien? —dice la señora y Jared asiente.

—Gracias Minerva.

—No hay de que —dice y sale de la habitación.

  El silencio se instala entre nosotros y yo tengo la vista fija en la puerta. La habitación es muy simple. No tiene ventanas, las paredes son blancas y solo hay una mesa en el medio con tres sillas.

—¿Algo que decir? —pregunta Jared cruzándose de brazos y recargando su espalda en la pared.

—Mucho, pero creo que todo se me aclarará en unos minutos —digo pasándome la mano por la cara.

—Exactamente —dice caminando hasta donde mí y poniendo sus manos en mi cintura—, todas las dudas que hay en esta pequeña cabeza se aclararán en algunos pocos minutos —dice y posa sus labios en los míos.

—Mmmm... que asco

Me separo de Jared al escuchar una voz femenina al otro lado de la habitación. Cuando dirijo mis ojos a la dueña de esa voz me quedo de piedra.

Una chica se encuentra de pie con los brazos cruzados sobre su pecho y recargada de la pared. Pero eso no es lo que me deja con la boca abierta, sino su aspecto.

  Su cabello lo lleva suelto y le llega hasta casi la cintura, este es de un negro profundo, me recuerda al tono de Jenifer. Su piel un poco bronceada, su cuerpo es muy tonificado, pero eso es lo único que puedo apreciar porque lleva puesto el uniforme del psiquiátrico y se nota que no es su talla. Sus facciones son super marcadas, pero lo que más llama mi atención son sus ojos: uno gris y el otro azul. ¿Qué?

—Ahmm...

La chica desconocida levanta una ceja.

—¿Quién es está? —pregunta mirando a Jared.

—Dame un momento —le dice él a ella—. Tanit, esta es la persona que quería que conocieras —dice señalando a la chica con la cabeza.

—¿Por qué querías que esta me conociera, Jared? —pregunta otra vez la desconocida.

—Tanit, te presento a Addison Blake... mi melliza.

¿Qué?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro