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Capítulo 33


Jared

  Ella está muy mal. Hasta creo que esa palabra le queda corta a como en realidad está.

Cuando la vi amarrada en esa silla llena de sangre sentí algo que pensé que nunca iba a sentir en mi vida. Fue una sensación rara, diferente... muy diferente. Me hizo estremecer de pies a cabeza. Sé que también mi sangre comenzó a hervir cuando vi como mi hermano la tocaba, solo quería partirle la estúpida cara y dejarlo irreconocible.

  Me fije en el cuerpo desmembrado de una chica, el olor hizo que por poco vomitara, pero me aguante o, mejor dicho; verla a ella me distrajo. Alina fue quien dio el primer golpe a André. Lo golpeo tan fuerte que lo tumbo al suelo, pero no tanto como para mantenerlo ahí. Yo fui por Tanit de inmediato. Tardamos una semana y media en dar con este lugar. Alina y yo no hemos dormido en casi todo ese tiempo y estamos muy cansados, pero justo ahora Tanit necesita de nuestra ayuda.

Justo después de que ella se desmayara la desamarre y la tome en brazos para salir de ese lugar horrible y oscuro. He visto cosas horribles en mi vida, pero ese lugar le ganaba a todos. Cuando Alina y yo entramos lo primero que nos recibió fue el olor de los cuerpos en descomposición.

  Había algunas docenas de cuerpos apilados en armarios gigantes. Otros cuerpos estaban abiertos completamente y sin sus órganos interiores, otros solo mostraban señales de tortura.

No me quedé más tiempo del necesario y salí con Tanit de ahí. Sé que mi hermano es el más sádico de los seis integrantes de mi familia, pero no sabía a qué punto lo era.

Miré a Tanit y ahí fue cuando vi el estado en el que estaba. La cara llena de colores diferentes, gotas de sangre fresca se deslizaban por su cuello y tenía los ojos hinchados. No tiene ropa, solo el sujetado y las bragas, pero ambas prendas están super rotas. Miro sus brazos y de verdad me pregunto cómo es que sigue viva. Tiene el brazo izquierdo roto, de tantas veces que he visto un brazo roto ya sé diferenciar entre uno sano y otro pues... roto. Su pecho esta bañado en sangre al igual que sus piernas, pecho y abdomen.

  Dejo de mirarla y corro a la enfermería. No me importa que Alison este allí o que alguna de las presas me vea, solo quiero que Tanit viva. Cuando llego empujo la puerta con mi espalda y entro asustando a Alison quien estaba atendiendo a una chica.

—Fuera —le digo en un tono que la asusta y sale corriendo.

—¿Qué es esto, Jared? —me pregunta Alison mirando a Tanit y la señala—. ¿Ella no estaba muerta?

—No estoy para contestar preguntas... solo ayúdame —digo poniendo el cuerpo débil de Tanit en la camilla. Alison se queda en shock como por cinco segundos antes de preguntar:

—¿Quién le hizo esto?

—Vives en una casa de asesinos, Alison —digo mirándola fijamente—, pero ninguno de nosotros es tan sádico como André... y ahora sino quieres que mamá te siga tallando el nombre de ella en la piel...— Ella levanta la mirada porque sabe de lo que estoy hablando. Traga saliva antes de ponerse a buscar cosas en los armarios. Gasas, alcohol, antibióticos, hilo y aguja, paños húmedos y todo lo que se necesita para atender a alguien a punto de morir.

...tienes que sobrevivir Tanit.


Alina

  Sabia las cosas que André hacia a escondidas de su familia, pero nunca supe en donde lo hacía.

Hasta hoy.

Lo observo con mirada desafiante y él me mira con una sonrisita en la cara que solo me provoca más rabia de la que ya tengo. Estamos caminando en círculos sin despegar la vista del otro. Desde que le propine el golpe cuando entramos Jared y yo a este horrible lugar no hemos dejado de pelear. Mi cara y el costado me arde, pero la adrenalina hace que sea soportable.

—¿Ya te cansaste, Alina? —pregunta y sé nota que está bajo los efectos de la locura.

—Jamás —digo y corro hasta él y le doy un buen puñetazo en la cara que hace que su cabeza se voltee. Aprovecho eso para propinarle otro golpe, pero su mano es más rápida y toma mi muñeca torciéndola brutalmente.

  Grito, pero no me rindo y le doy una patada en el estómago que hace que me suelte. Se encorva y con mi otra pierna le doy otra patada en la mandíbula haciendo que caiga al suelo, pero por como tres segundos porque se levanta tan rápido y me toma de las costillas alzándome en el aire para luego tirándome al suelo con toda su fuerza.

El aire se escapa de mis pulmones y me cuenta volver a llenarlos por lo que me muevo de lado a lado tratando de tener, aunque sea algo de oxígeno en mis pulmones.

—Te ves tan sexy peleando conmigo así... enojada, furiosa... rabiosa.

—Cállate hijo de puta —digo con dificultad.

—Ven y cállame entonces —dice con doble sentido.

—Créeme —digo poniéndome de pie— que lo haría con un gusto —digo ya de pie tomando la navaja que llevo encondida en una pequeña funda en mi espada—, pero no de la forma en la que quieres.

  No dudo en correr a él y clavarle la navaja en el costado, pero como todo en mi horrible vida tiene que salir mal... los roles se cambian. No sé cómo él logra arrebatarme la navaja de la mano y girarme poniendo mi espalda contra su pecho. Me inmoviliza y pasa la navaja por mis costillas subiéndola lentamente hasta mi cuello donde hace una pequeña presión.

—Y ahora que, ¿ah? ¿Ya no te sientes tan poderosa en esta posición, ah? —dice y sé que solo me está provocando.

—Siempre queda una opción, siempre —digo y, como en casi todas las veces que peleamos recurro a la siempre confiable patada en los huevos. Lo hago lo más fuerte que puedo, pero la posición me lo dificulta; aun así, logré lo que quería.

Me despego de él y tomo la navaja del suelo.

—Los hombre como tú piensan que tendrán el mundo a sus pies, pero solamente te digo una cosa —digo y lo señalo—, tú no tienes al mundo, el mundo te tiene a ti y este pronto te hará saber lo que te mereces —suelto las palabras y luego le escupo en la cara—. Ahora, si me permites, tengo a una amiga que salvar... a ti te mato después... hijo de puta.

Me giro y corro a las escaleras que bajamos hace rato Jared y yo. Las subo lo más rápido que puedo y la claridad del día hace que cierre los ojos por unos segundos. No me fijo en nada a mi alrededor, solo corro a la enfermería... quiero ver cómo está Tanit.

  Entro y la imagen que me recibe me deja los pelos de punta. El cuerpo de mi amiga sin ropa, Alison la está limpiando con agua oxigenada mientras Jared sostiene un valde con agua que ya está roja de tanta sangre que le han limpiado del cuerpo.

Trago saliva y me paso un mano por la cara.

—¿Cómo... cómo está? —me cuesta hablar.

Jared levanta la mirada hacia mí antes de decir:

—Mal... muy mal. Alison dice que está viva solo porque alguien le ha estado suministrando antibióticos desde hace tiempo, si no ya estuviera muerta —dice y frunzo el ceño.

—¿Cómo sabes eso? —le pregunto directamente a ella.

Alison me mira y dice:

—Por la herida del muslo, cuando a una persona le suministran antibióticos cuando tiene una herida infectada se nota y este es uno de estos casos... ¿nunca has visto una herida infectada o qué?

—Sí, yo tuve una.

—¿Tomaste antibióticos? —pregunta.

Asiento.

—¿Cómo se veía antes de los antibióticos y después de ellos?

—Al principio... pues hinchada roja y con manchas blancas... después con llagas y menos rojas, pero igual de horrible.

—Pues así se ve... y ahora por favor, si quieren que la salve ayúdenme en vez de preguntarme cosas estúpidas —dice pasando el paño suavemente por el muslo de Tanit—. Tú, chica, dame la aguja y el hilo.

Le hago caso y se los doy. Me le quedo mirando a mi amiga por unos segundos antes de decir:

—Tienes que sobrevivir, Tanit.

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