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Capítulo 28


  Jared

  Mi pie sube y baja con rapidez. Estoy ansioso desde... no sé desde cuando siendo sincero. Creo que desde que tengo a una chica oculta en una cabaña cerca de la casa. Y esa ansiedad aumento cuando un día llegue y la cabaña estaba hecha cenizas.

Mi sangre se helo, dejo de correr por mis venas. La busque, busque su cuerpo entre las cenizas, pero no lo encontré. En ese momento sentí un alivio, pero solo duró unos segundos al pensar en donde podría estar.

¿Uno de mis hermanos la encontró? ¿Se escapo? ¿Se fue con su madre?

  Y es por eso que estoy frente a su casa, sentado en el asiento del conductor a las cuatro de la madrugada. Necesito saber si está aquí. Me bajo del auto y camino hasta la puerta. Saco de mi bolsillo la copia de la llave de Tanit. Sí, tenemos una copia de cada llave de todos los empleados de la casa... por seguridad. La puerta se abre dejándome ver un pasillo oscuro. Entro y la cierro detrás de mí.

Camino sin hacer ruido, cosa que sé hacer desde hace años. Me fijo en la primera puerta que aparece en el pasillo. Me asomo un poco y puedo ver a una señora dormida en la cama. Cuando le veo el cabello me alejo... no es ella. Sigo caminando hasta llegar a la cocina. Lo único que logro ver es la hora en el microondas.

—¿Quién es usted?

 Escucho una voz a mi derecha y lo primero que hago es sacar el arma que tengo en la cintura y apuntarle a la dueña de esa voz. Escucho el sonido de sorpresa que se le escapa de la boca. Me fijo que hay una pequeña luz encendida a lo lejos, pero esta lo suficientemente cerca para que ilumine un poco el lugar.

La señora está estática, con las manos alzadas levante de su pecho. Lleva una bata de baño puesta. Sus ojos miran los míos fijamente y yo los suyos. Nunca bajo el arma, no dejo de apuntarle en ningún momento.

Veo como traga saliva e intenta dar un paso atrás.

—Quieta... no te muevas —le ordeno.

Ella no dice nada, solo sigue temblando.

—Está... está bien. —Se le nota el miedo en la voz.

—¿Cómo te llamas? —le pregunto. Tanit nunca, o que yo recuerde, de otra persona que viviera en su casa.

—M...Mar... me llamo Mar —dice bajando las manos lentamente.

Asiento varias veces con la cabeza.

—Muy bien —digo caminando en círculos alrededor de ella—, ahora quiero que se quede callada, Mar. Si llega a hacer algún movimiento raro no dudare en disparar, ¿entendido?

Ella asiente.

—No la escuché.

—Sí.

—Muy bien, ahora quiero que me enseñes la casa... silenciosamente.

—Claro. —Puedo sentir el miedo en su voz.

  Empieza a caminar y yo la sigo siempre con el arma en alto. Puedo escuchar su acelerada respiración. Pasamos por la sala de estar y por lo que ella me dice es el baño. Los dos lugares los reviso de arriba abajo, pero no encuentro nada que me de alguna pista de si Tanit estuvo o está aquí.

Pasamos por las habitaciones. La de la madre de Tanit tuve que revisarla con mucho más cuidado que las demás porque ella estaba allí durmiendo. Y ninguno aquí quiere que la señora se levante. La de Mar igualmente la revise y... nada. Me estaba comenzando a enfurecer, pero justo cuando estamos volviendo a la cocina algo llamo mi atención.

Una puerta... en el suelo.

—Quieta —le digo a la señora y ella deja de caminar—. ¿Qué es esto? —le pregunto y veo como voltea lenta y desconfiadamente y coloca su mirada en la puerta que estoy señalando.

—El sótano —contesta temblando. La verdad, que tiemble solo me deja ver que está asustada no que este escondiendo algo.

  No lo pienso dos veces y me agacho. Abro la puerta con cuidado, pero aun así chirria un poco. Debajo de esta unas escaleras me reciben. Le hago una señal a la señora para que baje primero y yo seguirla. Comienzo a bajar los escalones y cuando llego al último todo es oscuro.

—Enciende una luz... ¡ya!

Ella me hace caso y la enciende. La luz me deja ver un montón de cajas y cosas como la lavadora, secadora. Los almacenes, algunas repisas en donde hay más y más cajas.

Empiezo a buscar cosas entre las cajas alguna cosa que me dé, aunque sea, una misera pista del paradero de mi pelirroja.

¿Acabas de decir "Mi pelirroja"?

No...

Sí, si lo hiciste.

Deja de joderme... no lo hice.

Tu pelirroja. Que sexy suena.

Cállate de una puta vez.

Sabes que cuando llego me voy, pero... ¿de qué manera?

No, aquí no.

Me tomo la cabeza con las manos. Me masajeo las sienes, me está comenzando a doler. Mierda, aquí no.

¡Vete maldita sea!

Hazlo.

No.

Hazlo... hazlo...

¡Que no!

Córtale el cuello a esa señora.

¡NOO!

Sabes que no me iré hasta que lo hagas, yo te vuelvo loco... loco...

Sacudo mi cabeza para intentar ahuyentar a esa cosa que vive dentro de cada Blake. Lucho con la tentación de subir el arma y acercarme a la señora que se pega cada vez más a la pared que me queda en la espalda. Me tiemblan las manos... no puedo.

—¡Váyase, enciérrese en su habitación hasta mañana! ¡AHORA!

La veo correr escaleras arriba y yo intento estabilizar mi respiración.

Presa... presa... presa...

¡¡CALLATEE!!

Ja, ja. No me hagas reír por favor.

Te odio... maldita...

¿Cómo puedes odiar algo que está dentro de ti? ¿Cómo puedes odiar a la... a la Locura Blake?

¡¡¡TE ODIO!!!

Yo también querido... yo también. 

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