Fabi

  El agua caliente hace que mis músculos se relajen, pero no es suficiente.

Estos días están siendo una verdadera pesadilla. Es como si todo lo malo que me ha pasado hicieran una reunión en donde se ponen de acuerdo todos para joderme la vida.

No soy lo que la gente ve, no soy lo que soy. Yo soy muy diferente a lo que las chicas de la casa ven. Los únicos que saben quién soy yo en realidad son los Blake. La familia que me acogió o me torturó... no lo tengo claro.

El sonido de una puerta abriéndose me saca de mis pensamientos. Levanto mi mirada de mis rodillas y me encuentro con la imagen que menos quiero ver ahora.

—¿Qué quieres? —le pregunto cortante.

  Él no contesta, solo se me queda mirando desde el marco de la puerta. Empieza a caminar hasta sentarse en el borde de la tina en la que estoy. Sus ojos recorren mi cuerpo desnudo que es poco visible bajo el agua, pero eso no es un problema para alguien que se sabe cada detalle de este.

—Te pregunté algo —le digo molesta.

Él aparta la vista a la pared antes de hablar.

—Solo quiero compañía.

Suelto un bufido y niego con la cabeza.

—Ya conozco que clase de compañía es la que te gusta, André —le suelto.

—Ya puedes dejar de tra...

—¡No! No después de lo que hiciste —le digo alzando la voz.

Él suelta una pequeña risa y vuelve a posar la mirada en mí.

—¿Y que se supone que hice? —me pregunta a propósito con ese tono que ya conozco de sobra.

Aprieto mis labios y trago saliva.

—Gina y...

—La pelirroja.

—Tanit, se llama Tanit.

—Si, como sea. Ya está muerta... ¿Por qué la sigues nombrando cada que me vez?

Siento como mi sangre empieza a hervir antes sus palabras.

—Sabes que era mi amiga, pude tener una amiga por fin desde hace mucho tiempo y me la quitaron —le digo con un nudo formándose en mi garganta.

—Ay ya, ahora te encariñas con todo el mundo. Primero fue Amira, luego Margaret, lo otra que no me acuerdo el nombre y ahora la pelirroja.

—¡Tanit!

—Si, ajá.

Me quedo callada porque sé que si abro la boca será peor. Me salgo de la tina y voy hasta el estante de toallas y me envuelvo en una.

—Me voy que... tengo cosas que hacer —me dice apropósito antes de salir del baño y dejarme sola. Lo siguiente que hago en tirar todas las cosas que están sobre el tocador. Al igual que las toallas; todas quedan esparcidas por el suelo. Me paso una mano por el pelo y me lo agarro con fuerza halándolo hacia arriba. Siento como mis ojos empiezan a aguarse y la vista poco a poco se me va nublando por las lágrimas. Me giro y mi reflejo me recibe. Me veo a mí y a la vez no. Todo en mi vida es una puta mentira. Mi nombre, mi historia, mi cabello y hasta mi piel.

  Las lágrimas comienzan a salir de mis ojos y a deslizarse por mis mejillas. Esta vez no me las limpio, esta vez las dejo caer porque estoy cansada de fingir, cansada de mostrar y ser algo que no soy. Estoy cansada que me quiten a las personas con las cuales comienzo a tener relación, cansada de tener que aguantar y hacerme la fuerte cuando soy todo lo contrario.

Alguien que quiere ser feliz, alguien que quiere tener una vida normal y no una llena de cuchillos, sangre, locura y secretos. Estoy cansada de aguantar los ataques de ellos, de ser su saco de boxeo. ¡Estoy harta! ¡HARTA!

  Me miro una última vez en el espejo antes de que un impulso llegue a mi cuerpo y empieza golpearlo, a golpear lo que el espejo me devuelve. Lo golpeo porque lo que veo no soy yo. Me detengo cuando veo gotas de sangre deslizarse por él. Lo sollozos me abarcan y se me dificulta respirar.

Amira...

Margaret...

Gina...

Elizabeth...

Y la que más me duele...

Tanit...

Todas ellas tuvieron y tienen un lugar en mi corazón, pero... Tanit.

  Le tomé aprecio muy rápido. Le tomé confianza y cariño. Y como siempre me las quitan. No puedo tomarle cariño a nadie en esta casa porque cuando entras en ella ya estas marcado. No sé si sufrió, pero conociendo a los chicos puedo apostar a que sí... y mucho. Me abarca una ola de llanto que no puedo controlar. Me tenso cuando siento unos brazos a mi alrededor. Por un momento me alegro pensando que es alguna de las chicas, pero no.

Es Jared.

Me quedo quieta por un segundo en el que lo mato con los ojos. Al siguiente ya estoy ahorcajadas golpeándole la cara a puños. Uno tras otro, él intenta sostenerme los brazos, pero estoy tan llena de rabia que no paro de moverme y de estampar mis puños contra su cara.

—Tu fuiste el que clavo el cuchillo... ¡Maldito! ¡Te dije que no le hicieras nada! ¡Te lo pedí, hijo de puta! —digo y mientras las palabras salen de mi boca; los golpes van reduciendo hasta que solo me quedo sollozando encima de él. Me sorprende que no intente apartarme en absoluto. Y cuando despega las espalda del suelo y me sostiene la cara con sus manos me quedo estupefacta. ¿Eres tú, Jared?

  Arrugo las cejas ante el gesto y nos miramos fijamente por unos segundos antes de una de sus manos bajé y me vuelve a amarrar la toalla que se había soltado y ni cuenta me di. Recargo mi frente en su pecho.

—¿Tanto la querías? —su pregunta hace que levante la mirada a sus ojos.

Abro la boca con la intención de contestarle, pero nada sale de ella. Luego de intentarlo de nuevo dos veces, solo asiento con la cabeza.

—Yo también la quería ¿sabes?

Arrugo las cejas ante sus palabras.

—¿Y por qué mierdas le clavaste el cuchillo?

Él desvía la vista hacia otro lado.

—Realmente... no sé... solo sabía que tenía que despistar a mis hermanos para que no se dieran cuenta de que....

Sus palabras se quedan en el aire dejándome con la intriga.

—¿Para qué no se dieran cuenta de qué? —pregunto fulminándolo con la mirada.

—De que —duda por unos segundos—, de que se dieran cuenta que la quiero en nuestras vidas.

Siendo sincera... el comentario no me tomó por sorpresa.

—Pues resulta que sí te gustaba de verdad —digo levantándome.

Él asiente mientras también se levanta quedando delante de mí.

—Me gusta —dice dedicándome una mirada que creo entender—. Ella me sigue gustando como el primer día que la vi. Me gusta... en todos los sentidos, Alina —dice y sale del baño a paso apresurado.

  No puedo ignorar el escalofrío que recorre mi cuerpo al escuchar mi verdadero nombre. Pero esa mirada no sale de mi mente. Esa mirada... Me volteo quedando de cara a la puerta y arrugo las cejas. ¿Jared me pidió ayuda con la mirada? No estoy segura, pero creo que... sí.

Una sensación extraña me llega al cuerpo haciendo que suelte una gran respiración. Creo que mi cerebro capto lo que esa mirada significó. 

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Holaaa, sé que no me paso mucho a hablar por aquí, pero está vez es para algo sumamente importante. Y es que les quiero dar las gracias a ustedes, mis lectores, por el apoyo que me dan. Para algunos puede que sea poco, pero para mí es un montón.

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Y otro pequeño detalle...

¡¡¡ACABAMOS DE LLEGAR A LA 2K LECTURAAAAS¡¡¡

Nunca pensé llegar a eso

De todo corazón, gracias

Los amo

Con amor

Anasha

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