Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10



  Han pasado algunos días desde aquel acontecimiento en mi habitación con la señora Blake. Mi pie a mejorado bastante, ya puedo caminar con mayor libertad, pero debo tener cuidado porque puedo abrirme los puntos otra vez... o que pueda volver a pasar algo similar a lo de ayer con Jenifer. No la he visto desde entonces, las chicas me vienen a visitar de vez en cuando y me traen comida, pero ya necesito volver a trabajar, siento como si estuviera perdiendo mi tiempo acostada en mi cama todo el día.

Fabi no deja de hablar de su cumpleaños, el cual cada vez se acerca más. Dice que lo celebraremos por lo alto aquí en la mansión. Bebidas, juegos y todo lo que puede haber en una fiesta de cumpleaños. Maya por otro lado, ha estado un poco rara, incluso callada cada vez que vienen. Se queda en silencio mirando por la ventana hasta que Fabi la llama para irse.

  No le he dicho lo ocurrido con la señora Blake a nadie, porque cada vez que lo intento sus palabras llegan a mi mente como una advertencia. Y todas las noches me duermo tarde por miedo a entre a mi habitación. Por otro lado, mis pensamientos no paran de recordarme el corto beso que me dio Jared. No lo he vuelto a ver desde entonces y debo admitir que me desilusiona un poco. Quisiera preguntarle por qué lo hizo.

—¿En qué tanto piensas, Ta? —la pregunta de Fabi me saca de mis pensamientos.

—En cosas.

—¿Cosas como qué? —pregunta y se peina su cabello castaño hacia atrás.

—Mi mamá.

Y es verdad. Hace ya un mes que no la veo y la extraño. Acurrucarme junto a ella en la cama es lo que más deseo justo ahora. Quiero ver si está bien, ver si ha mejorado, ver cómo está Mar. Quisiera volver a casa y cuidarla yo misma. Aunque lo hago, pero desde lejos.

—Oh, ya veo —dice y una expresión triste aparece en su rostro.

—¿Sucede algo? —le pregunto preocupada.

—No, solo es que recordé a mi mamá —hace una pausa y se acerca más a mí en la cama—, Ella murió... hace ya algunos años. Tuvo un accidente de auto —se queda callada un segundo y sigue hablando— yo estuve, pero no sufrí tantos daños. Ella sí, ella recibió todo, costillas rotas y una de ellas le perforo el pulmón derecho, un derrame cerebral. Tuvo de todo y no lo pudo aguantar —lo dice con nostalgia en sus ojos. Paso mi mano por su espalda de arriba hacia abajo.

—Lo siento, no me quiero imaginar cómo te sentiste en ese momento —digo y una muy pequeña y rápida sonrisa cruza su rostro.

—Fue hace mucho, pero la extraño demasiado.

—Me lo puedo imaginar. Quisiera que las madres puedan ser eternas.

—Estoy de acuerdo con eso —dice y, de la nada, me abraza. Le devuelvo el abrazo con ganas.

—Aunque no nos conocemos desde hace mucho tiempo, te considero una gran amiga, Tanit —dice y me vuelve a abrazar.

—Gracias, lo mismo digo de ti.

—¡Ay, ya! Que después me pongo a llorar y soy la persona más fea del mundo cuando llora —dice y se echa hacia un lado. Una risa se nos escapa a ambas de los labios.

Unos toques en la puerta captan nuestra atención.

—¿Quién es? —pregunto mirando la puerta.

—Soy yo, André. Solo quería saber si has visto a Fabi —dice André detrás de la puerta.

—Mmmm sí, está aquí, pasa —digo y la puerta se abre dejando ver a un André bien vestido, como siempre. El aroma de su perfume golpea mis fosas nasales e inhalo con fuerza. Fabi a mi lado se tensa un poco y yo frunzo el ceño.

—Fabi, necesito que vengas conmigo un momento por favor —dice André sin entrar totalmente en la habitación. Ella me mira y yo hago un gesto con la cabeza para que vaya. Ella rueda los ojos y se pone de pie.

—Claro, señor Blake —dice caminando hacia él y sale de la habitación. Antes de irse, André se despide con un gesto de su mano y yo hago lo mismo. La puerta se cierra dejándome sola... de nuevo.

  No tengo nada que hacer por lo que tomo mi celular y lo desbloqueo. Las aplicaciones aparecen en la pantalla. Veo la hora: 4:27 p.m. Miro hacia la ventana y el sol aún está en el cielo, el cual hoy decidió estar nublado. Vuelvo mi vista al celular y le doy a la aplicación de Facebook. Salen cosas de conocidos del pueblo, pero nada importante. Hasta que veo una publicación de mi amigo Damon en la que dice que ya no es un hombre soltero. Una foto de dos manos y unos anillos lo comprueban. Dejo un comentario deseándoles un feliz matrimonio a ambos. Su prometida, la cual se llama Sara, tuve el placer de conocerla hace unos cinco meses atrás. Es una muy buena persona, me cayó de maravilla. Es una persona hermosa por dentro y por fuera.

—Que tengan una feliz vida llena de niños —digo para mí misma y una risa escapa de mis labios. Me quedo un poco más en Facebook, pero como no encuentro nada interesante salgo de ella y apago el celular. Lo dejo a mi lado en la cama. Estiro las piernas y los brazos. Un quejido se me escapa cuando intento ponerme de pie. Quiero salir de aquí, me siento una prisionera en esta habitación. Miro mi ropa y no es apta para poder salir del cuarto. Por eso, doy pasos cortos hasta mi armario y me pongo algo cómodo. Ya vestida con algo mejor cruzo la puerta de mi habitación. El pasillo está vacío y algunos rayos de sol se cuelan por las ventanas. Empiezo a caminar lentamente y con mucho cuidado de no hacer un movimiento en falso.

Pienso que podía ir por algo comida en la cocina. Me cruzo con algunos compañeros por el camino, quienes me saludan como si no me hubieran visto en meses. Sigo mi camino hasta que la cocina se hace visible. Entro en ella y, para mi sorpresa, en la mesa hay comida hecha. Me siento en una de las tantas sillas y cojo algunas cosas que me gustan. Las pongo en uno de los platos que la mesa tiene para nosotros los empleados y comienzo a comer. Al parecer la comida está recién hecha porque esta calientita. Le doy un mordisco al muslo de pollo que tengo en mi mano. Cuando siento el sabor en mi boca, suelto un pequeño gemido.

—Esta delicioso —digo mirando el muslo.

—Lo sé —una voz a mis espaldas me toma por sorpresa haciendo que me gire la cabeza hacia atrás—. Lo hice yo... con algo de ayuda, obviamente —dice Jared acercándose a mí. Yo aun mastico en canto que tengo en la boca mientas lo miro sentarse en la silla a mi lado.

Al fin trago y lo único que digo es:

—Hola. —Me doy una bofetada mental. ¡Enserio! ¡Un hola!

—Hola —dice y dirige su mirada a mi pie—. ¿Cómo está?

—Mejorando, ya puedo caminar con más libertad —le digo y me llevo una uva a la boca.

—Se nota que tienes hambre —dice alzando las cejas con la vista ahora en mi plato.

—Mhm... sí... mucha —intento hablar mientas como más uvas.

Una risa escapa de los labios de Jared y me deja paralizada. Nunca lo había escuchado reír, siempre que lo veo está serio o con expresión de enfado. Me fijo en él y noto que sus ojeras ya no se notan tanto como hace algunos días. Su piel está un poco menos bronceada que de costumbre. En sus brazos las venas se marcan. Lleva ropa negra, ¿qué les pasa a los Blake que siempre usan ropa negra? Pero eso sí, siempre les queda de maravilla. Su cuerpo musculoso es muy notable debajo de esa ropa. Me fijo en sus ojos diferentes. Azul y gris, su pelo lacio esta despeinado, pero no se le ve mal. Como dice Fabi, está hecho un bombón.

—Son raros, ¿verdad?

—¿Qué? —Su pregunta me toma por sorpresa.

—Mis ojos —dice y se los señala—. Las personas siempre se los quedan mirando, por eso pienso que son raros —dice y mira hacia la ventana.

—No son raros, es solo que la gente casi no ve ese tipo de cosas y les impresiona. No son raros, son inusuales y únicos —digo y me como la última uva.

—Gracias por el cumplido.

—No hay de que —le contento y me llevo otro bocado de pollo a la boca bajo su atenta mirada—. Esto sí que está delicioso.

—Me alegro. Eso me demuestra que cocino bien —dice y recarga sus codos en sus rodillas.

Toma un suspiro antes de decir:

—Cuando termines el plato. ¿Quisieras ir a dar un paseo por el jardín?

Giro mi cabeza hacia él y lo miro a los ojos fijamente. Frunzo levemente las cejas y trago.

—Sí, claro —contesto.

—No será largo, sé que no puedes caminar mucho.

—No te preocupes por eso, puedo caminar lo que sea, pero con cuidado.

—Está bien —dice y se echa para atrás en la silla.

  Mientas, yo, termino lo que me quedaba en el plato, lo cual era algunos trozos de pollo. No tardé más de seis minutos en terminar y ponerme de pie. Me dirigí al lavabo con intención de lavar mi plato, pero la mano de Jared me detuvo agarrándome por la muñeca.

—Déjalo ahí, lo lavaran después.

—No, está bien, es mi plato. No quiero darles más trabajo a mis compañeros —digo y suelto el agarre de su mano en mi muñeca. Me giro y lavo el plato rápidamente; lo dejo al lado con los demás que están limpios. Me sacudo las manos y pequeñas gotas de agua mojan mi camiseta.

—Ahora sí, ya nos podemos ir —digo y me giro y encontrándome a Jared al lado de la puerta ya abierta. Camino lentamente hasta él y la cruzo. El sol ya se está ocultando, por lo que el cielo toma tonalidades naranjas y rojas. El viento sopla mi cabello suelto haciendo que mechones me hagan cosquillas en la cara.

—Ven —dice Jared llegando a mi lado y comenzando a caminar al igual que yo. Él intenta caminar a mí misma velocidad, pero siempre se adelanta por unos pocos pasos.

Gira su cabeza hacia mí.

—Bueno pues... ¿estarás sin decir nada toda la caminata? —pregunta.

—No, es... es que no sé qué decir —digo y doy un paso el cual me cuesta un poco más que los demás. Él lo nota y se detiene.

—Si quieres podemos sentarnos un rato.

—No, estoy bien. Puedo seguir, solo fue una punzada —le digo y es verdad.

—Ok —dice y vuelve a caminar—. Pues... si quieres... ¿me puedes contar algo sobre ti?

¿Por qué todos quieren saber sobre mi vida?

—¿Cómo qué?

—No sé, tu familia, cuando cumples... esas cosas —dice y mete sus manos en los bolsillos de su pantalón.

—Pues... está mi madre, por ella es que estoy trabajando aquí —digo y Jared ladea la cabeza levemente—. Está enferma, tiene muchas cosas mezcladas y los diferentes síntomas de cada una la dejaron en cama. Sus medicamentos eran muy caros y mis ahorros ya se estaban acabando. Empecé a buscar trabajo, pero no me lo daban en ningún sitio... hasta hace casi un mes.

—¿Ella está bien? —pregunta.

—Eso creo, no la veo desde que llegue aquí. Deseo ir a verla con todo mi corazón, la extraño demasiado.

—Puedo hacer que mi madre te dé un día libre para que puedas ir a verla, si deseas —dice y una sensación de felicidad me recorre completa.

—¿Enserio?

—Claro, es tu madre. Y... ¿Quién cuida de ella, tu padre?

Como siempre. Cada vez que oigo esas dos palabras me tenso.

—No, la cuida una enfermera llamada Mar, ella es muy buena con nosotras. Nos hacía desayuno, a veces almuerzo o cena. Nos hacía reír en los momentos más difíciles. Mar es un ángel para nosotras —digo y me fijo en el cielo ya más oscuro que antes.

—Y ¿tu padre, ¿dónde está?

En el infierno, pienso.

—Él murió... en un accidente.

—Lo siento.

—No hace falta.

  Seguimos caminando, nunca me imaginé que el jardín de esta casa fuera tan grande, caminamos y encuentro lugares nuevos cada vez. Hablamos de varias cosas. Él me pregunta sobre mi trabajo en la casa y de tanto caminar me comencé a cansar; cada vez mis pasos eran más lentos. Por eso decidimos sentarnos en unas sillas frente a la piscina. El agua se mueve en pequeñas ondas por las brisas de viento que llegan.

Un silencio se crea entre nosotros. No es incómodo, es algo relajante para mi gusto. Escucho al viento soplar y a los grillos que comienzan a aparecer. Jared, a mi lado, tiene la mirada fija en la piscina. Me imagino que estará sumergido en sus pensamientos o pensando en algo que decir. Giro mi rostro hacia él, no sé qué tema sacar para romper el silencio, por lo que me quedo mirándolo. Tiene sus brazos recargados en sus rodillas y con sus manos sostiene su cabeza. Esa postura hace que sus músculos se vean mucho más tonificados. Vuelo mi mirada hacia el frente y es cuando escucho su voz.

—Nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. —Frunzo las cejas ante esa frase.

—¿A qué te refieres? —pregunto.

—A las cosas buenas de la vida. La felicidad, la diversión... el amor —dice echándose para atrás en el banco. Sus ojos expresan algo que no puedo comprender—. A eso me refiero, hace muchos años las tenía, pero poco a poco las fui perdiendo —dice y fija su mirada en mí.

No sé qué contestar a eso por lo que me quedo en silencio. Abro la boca, pero la vuelvo a cerrar. Desvió mi mirada hacia otro lado, doy un suspiro y cierro los ojos por unos segundos. Siento como él aparta un mechón de cabello de mi cara y lo pone detrás de mi oreja, pero no se queda ahí. Como tengo el cabello suelto, él lo comienza a pasar su mano por él. Suavemente sigue acariciándolo, yo abro los ojos y lo miro unos segundos antes de preguntar

—¿Por qué?

—¿Por qué, que? —dice y frunce el ceño.

Trago saliva y suelto un suspiro.

—¿Por qué... me diste ese beso hace días en mi habitación?

Al parecer mi pregunta no lo toma por sorpresa porque su expresión no cambia en absoluto y no para de acariciar mi cabello. No dice nada y yo espero a que me conteste, pero luego de unos minutos desvío la mirada de él porque al parecer no va a contestar.

—Porque quise —dice y con su mano me toma de la barbilla y gira mi rostro hacia él—. Y porque me gustas.

  Eso sí que no me lo espera en lo absoluto. Un escalofrió me recorre de pies a cabeza y tiemblo un poco por una ráfaga de viento que nos golpea. Levanto las cejas y abro la boca con intención de decir algo, pero nada sale.

—No me lo esperaba —digo mirándolo a los ojos

—Lo sé. Nunca se lo esperan. Que alguien directamente te diga eso nunca se espera —dice y tiene razón. ¿Quién va a esperar que alguien venga y te diga: ¨oye me gustas¨? Pues nadie, pero a mí me acaba de pasar y con quien menos me lo imaginé.

—Pero... ni siquiera me conoces.

—¿Y? Eso no es un impedimento para que alguien te guste, ¿o sí? —pregunta y suelta mi rostro para volver a apartar un mechón. En el fondo lo agradezco y relajo mi mano que estaba hecha un puño. La comisura derecha de su boca se alza y forma una pequeña sonrisa.

—No... creo que no. Pero es que... es raro. No llevo ni un mes aquí —digo y me pongo de pie, mala idea. Un dolor atraviesa mi pie haciendo que pierda el equilibrio y caiga al suelo.

—¡Tanit! —dice Jared poniéndose de pie y agachándose.

—Estoy bien —digo y, con su ayuda, me levanto y me sacudo las manos y las rodillas.

—¿Segura?

—Sí —asiento.

  No me había fijado que las manos de Jared me sostenían por la cintura aun estando de pie casi pegada a él. Levanto la mirada y sus ojos me reciben. Su cara está sería totalmente, mirándome fijamente. Doy un paso hacia atrás con intención de alejarme, pero él hace su agarre en mi cintura más fuerte, pegándome a su cuerpo. Ay no...

—Te pediría que, por favor, me sueltes, Jared —digo e intento apartarme nuevamente, pero él me lo impide—. Hablo enserio, ¡suéltame! —le digo en un tono de voz alto y solo consigo que apriete más sus brazos. Ya me estoy sintiendo algo incomoda por la cercanía y su fulminante mirada sobre mí.

Suelto un suspiro intentado clamarme.
Jared no es él...

Jared no es él...

Jared no es él...

Me repito mentalmente

—Por favor, suéltame.

—¿Y si no quiero?

—Pues tendrás que hacerlo porque yo no quiero estar así. Suéltame.

—No quiero —dice y, no sé cómo puede hacerlo más, pero su agarre se vuelve más fuerte. El aire comienza a faltarme de lo fuerte que me aprieta contra él. Tomo una profunda respiración antes de decir:

—Si no quieres soltarme puedo darte una gran patada en las pelotas —digo seria y él estalla en una carcajada. Frunzo el ceño.

—Hasta dando amenazas eres tierna —dice y vuelve a reírse.

—No es gracioso —digo sintiéndome un poco rara por la cercanía.

—Para mí sí.

Lo fulmino con la mirada e intento alejarme de nuevo poniendo mis manos en su pecho y empujándolo, pero es en vano. Vuelvo a tomar una profunda respiración y siento como su agarre disminuye un poco. Aprovecho ese instante para apartarme, el empujón lo toma por sorpresa y se tambalea hacia atrás, casi se cae en la piscina.

Lo miro con las cejas fruncidas y él me devuelve la mirada con una sonrisa en su rostro. Me giro hacia la entrada de la casa y comienzo a caminar hasta ella. Me abrazo a mí misma por la fuerte brisa que está comenzado a hacer. Intento acelerar mis pasos, pero la cojera se hace más visible y me duele más. Vuelvo a caminar a paso suave. Cuando ya estaba a menos de nueve pasos de la puerta unas manos me agarran por la cintura y suelto un grito por el susto.

—¿Por qué te asustas tan rápido? —me pregunta muy cerca de mi oreja. Siento su respiración en mi cuelo y eso hace que los vellos de la nuca se me ericen.

—Dios. ¡¿Me puedes dejar en paz?! —le digo ya enfadada.

—Calma fiera —dice con la misma sonrisa en el rostro—. Solo quiero seguir hablando contigo de manera normal. No hare nada...

—Sí, sí. Como si fuera a creerte. Déjame ir a mi habitación, ya estoy cansada —digo e intento zafarme de sus brazos.

—¿Cansada? Si apenas son las cinco, casi seis, de la tarde —dice y me gira para quedar frente a frente. Una sonrisa de boca cerrada decora su rostro mientras que el mío tiene una expresión de enfado. Miro a otro lado para no mirarlo a los ojos, pero él, con su mano, me toma del mentón y mueve mi cabeza hacia él.

—¿Por qué no me miras, Tanit? —pregunta aun sosteniendo mi mentón.

No le contesto lo que hace que su sonrisa crezca más. Pasa su mano por mi frente y echa mi cabello hacia atrás. Yo sigo sin mirarlo e intento de nuevo zafarme de su agarre, pero, Dios, ¿cómo es tan fuerte?

—Jared, de verdad, suéltame —digo ya lo bastante cansada para recostar mi frente en su pecho.

Él deja salir un suspiro, pero no me suelta. Respiro y su aroma se golpea la nariz, uno muy agradable, por cierto.

—Lo hare si me miras —dice y una de sus manos sube hasta mi espalda. Un escalofrío me recorre ante el toque. Sin más que hacer, levanto la cabeza suavemente y lo miro a los ojos. La comisura derecha de sus labios se eleva.

Ladea la cabeza.

—Ves, no era tan difícil. —Suelto un bufido y doy un paso atrás pensando que ya me dejaría ir, pero no.

Lo fulmino con la mirada.

—¿Pensaste que iba a hacer así de fácil que te suelte, Tanit? —me pregunta— Ahora tienes que hacer otra cosa —dice y da pasos acercándose a la puerta junto conmigo—. Dame un beso.

¡Ja! Lo que faltaba. Ni en mis sueños lo besaría, bueno en mis sueños sí pero no así. Levanto las cejas y el las mueve de arriba abajo con rapidez.

—Que te jodan, Jared —digo y, con mi rodilla, le golpeo muy fuerte en la entrepierna. Él me suelta, por fin, y dirige sus manos al área afectada.

Pongo los ojos en blanco y suelto una respiración de alivio.

—Te lo advertí —digo y me dirijo hacia la puerta la cual cruzo y entro en el comedor. No hay nadie por lo que comienzo a caminar. Los pasillos están casi a oscuras a no ser por unas pequeñas lámparas con luz amarilla. Sigo mi camino tranquilamente hasta que un sonido a mis espaldas capta mi atención.

—¿No vas a dejarme en paz? —no hace falta darme la vuelta para saber que es él.

Escucho como acelera sus pasos y un escalofrío me recorre de pies a cabeza por los recuerdos que me invaden. Justo cuando siento su mano en mi hombro una voz se escucha delante de mí.

—Tanit, te estaba buscando. —Es Fabi.

Ella camina hasta mí y puedo sentir como la mano de Jared se despega de mi hombro lentamente. En el fondo agradezco que ella haya aparecido en estos momentos. Ya me estaba sintiendo bastante rara, pero no por él realmente.

—¿Qué sucede? —le pregunto.

—Nada... solo quería pasar un rato contigo —dice encogiéndose de hombros—, es que acabo de terminar mi trabajo de hoy y me sobró tiempo, pensé que podíamos pasar un ratito juntas —dice y en sus ojos se puede ver algo de ilusión.

—Pues claro, yo solo estaba comiendo, vamos —digo y doy los pocos pasos que me separan de la puerta. Pero en ningún momento dejo de sentir sus ojos encima. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro