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El tiempo pasa

--Oye Emilio-- dijo una niñita de seis años junto a la cama del muchacho, demasiado cerca de su rostro--Vamos Emilio Despierta.

El muchacho abrió lentamente los ojos y pegó un tremendo salto al encontrarse con frente a frente con la cara de Domenica.

--¡Por todos los santos Nica!-- exclamó asustado-- No vuelvas a hacer eso.

--Eres un miedoso Emilio-- dijo la niñita cruzándose de brazos.

--Y tu una pequeña sin vergüenza--dijo el muchacho después de reirse--Me juego el cuello a que has venido porque te ha asustado la tormenta.

--Pues si--dijo ella--Pero tu igual eres un miedoso, mira con tus gritos has despertado a Sobras.

--Dime una cosa Nica-- dijo Emilio sentándose en la cama--¿No tienes madre que vienes a despertarme a mi antes del amanecer porque te asustaste con una pequeña lluviecita?

--Es que a ella le gusta mucho dormir, no la quería despertar.

Emilio quedó boquiabierto, respiró profundo y le sonrió.

--¿Quieres que te acompañe hasta tu cuarto?--preguntó.

--No, quiero desayunar-- respondió inocentemente eĺla--Tengo hambre, mis tripas hacen ruido.

--Ve a vestirte entonces, yo voy en unos minutos a la cocina-- dijo aún somnoliento--Esperame allí.

Ella se giró y volvió por donde había venido dejando a Emilio sólo con su perro en su pequeña habitación.

El muchacho se levantó y acarició la cabeza de su mascota.

Se puso los pantalones y con desagrado descubrió que cada vez le quedaban más y más cortos.

--Bien Sobras-- dijo extendiendo su cama-- Este va a ser un día muy largo.

Golpeó dos veces la puerta de Domenica y esperó a que respondiera con el oído pegado a la puerta.

--Adelante-- respondió ella desde dentro--Ya me vestí.

--Bien solo voy a tender tu cama-- dijo pasando a la habitación.

-Emilio- llamó la niñita- ¿Cuándo es tu cumpleaños?

Emilio pensó por unos segundos, la última vez que alguien se había acordado de su cumpleaños había sido cuando el tenía cuatro años y su madre todavía vivía.

-Creo- dijo dudando- Creo que es hoy.

Domenica abrió grandes sus ojos y corrió a una de las esquinas de la habitación donde había una pequeña caja de madera. Se arrodilló y la abrió con cuidado extrayendo un reluciente anillo de plata.

-Ten- le dijo extendiéndole el anillo- Es para ti, lo estaba guardado para tu cumpleaños.

-¿De donde lo sacaste Nica? - preguntó preocupado, esa familia si bien no era pobre, no tenía dinero para desperdiciar.

-Me lo trajo mi padre- dijo ella- Se lo sacó a un soldado muerto, me dijo que te lo dé y yo quise esperar hasta tu cumpleaños.

-Ven aquí - le dijo el muchacho abriendo los brazos para abrazarla- Gracias Domenica es hermoso.

Ella sonrió envuelta en los brazos de su amigo, pero pronto su estómago hizo un ruido desagradable y él se alejó carcajeándose alegremente.

-Te dije que tenía hambre- dijo ella- Vamos a comer.

Emilio comenzó a preparar unos huevos revueltos cuando de la nada la puerta de entrada se abrió dejando ver a un sonriente Giovanni.

-Buenos días hermana- saludó quitándose el sombrero- Prepara algo para mi también, criado- dijo con saña- Siempre que su padre o Lazzaro no estaban, Giovanni aprovechaba para burlarse de Emilio, y este no tenía valor para hacer algo para cambiar la situación, además el muchacho se había vuelto mucho mas cruel desde que vivía en el castillo trabajando para el Barón.

Emilio regañadientes agregó un par de huevos mas a la cacerola y se los sirvió a los hermanos.

-¿Qué diablos es lo que traes en la mano?- preguntó Giovanni tomándolo por la muñeca cuando Emilio le había dejado el plato en la mesa -¡Responde bastardo!

Emilio se petrificó, los recuerdos de su padre insultándolo volvieron a su mente como un torbellino. Y tal como lo recordaba después del insulto venían los golpes.

Giovanni se puso de pié y lo empujó con fuerza contra la pared, Emilio podía sentir como sus extremidades dejaban de funcionar, solo alcanzó a hacerle señas a Nica para que se fuera.

-Ese anillo vale mas que tu entero- dijo Giovanni con sorna-¿A quién se lo robaste?

-Y-yo no lo robé - respondió suavemente, otra vez se sentía como el niño asustado de seis años que Gian rescató de la taberna.

-Eres un maldito ladrón - dijo Giovanni y le dio un puñetazo en el estomago- Y para que sepas, el Barón me ha hablado sobre tu madre, me dijo que era una fulana cualquiera.

Emilio cerró los ojos, estaba hecho una bolita contra la pared presionándose el estómago.

-Por favor respeta a mi madre -dijo en un susurro con todo en valor que tenía.

-¿Qué has dicho?- preguntó el orgulloso joven- ¡Repitelo para que te escuche maldita rata bastarda!- gritó y le proporcionó una patada en las costillas.

Domineca observó detrás de la pared todo lo que pasaba y se asustó, corrió hasta la habitación de sus padres y sacudió a su padre.

-¡Papá!¡Papá!- gritó la pequeña en un sollozo- despierta por favor.

El hombre abrió los ojos y miró a su hija con preocupación.

-¿Que sucede Nica?- dijo acariciando el cabello de su hija-¿Una pesadilla?

-No papá por favor ve a la cocina- dijo muy asustada- Giovanni está golpeando a Emilio.

Gian se levantó de un salto y fue hasta la cocina donde efectivamente encontró a su hijo golpeando brutalmente a su criado. Vio que Giovanni estaba a punto de darle una patada a Emilio y sin pensarlo se arrojó al suelo para protegerlo con su cuerpo, recibiendo el mismo la patada de su hijo.

-Pa-padre lo siento- dijo Giovanni aterrado- No te vi.

Gian tensó la mandíbula furioso.

-¿Emilio estas bien?- preguntó preocupado al ver que sólo estaba acurrucado contra la pared- Dejame ayudarte.

Lo siguiente le rompió el alma.

Gian extendió una mano para ayudarlo y el muchacho se encogió y cerró los ojos, como si esperara un golpe.

-Escucha, está todo bien- dijo el hombre arrodillándose a la altura del niño- Eres un buen muchacho, tranquilo-dijo poniendo su mano en el delgado hombre del chico- Voy a protegerte, lo prometo.

Recién entonces Emilio sacó su cabeza de entre sus rodillas y se echó a los brazos del caballero. Aquel hombre lo abrazó con fuerza, jamás lo admitiría pero quería a ese chico casi tanto como a su propio hijo.

Habían pasado seis años desde qué Emilio había llegado a la casa, y era la primera vez que demostraba confianza en aquel hombre bondadoso.

-¿Qué haces padre no ves que es un ladrón?- dijo Giovanni irritadisimo-Mira el anillo que trae en la mano.

-Es un regalo de tu hermana- dijo el hombre furioso- Ella estuvo guardándolo para regalárselo a Emilio en su cumpleaños.

Giovanni palideció, su padre lo arrastro por la camisa y lo llevó afuera de la casa. Pronto se escucharon los golpes de una varilla de fresno sobre la espalda del muchacho.

Emilio una vez solo, se incorporó y salió de la casa. Necesitaba estar solo.

No podía dejar de pensar en lo que le había dicho Giovanni, ¿Porqué el Barón diría eso de su querida madre?¿Porqué aquel cruel muchacho lo había llamado bastardo?

Y de pronto, todo encajó.

Listo, prometo que es el último capitulo en que veremos sufrir taaaanto a Emilio.

Por ahora...

Besos y gracias por leer!!!!

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