⚠️Nota Importante⚠️

Esto no es un capítulo es más bien un extra, se tocarán temas sensibles como flagelación y pedofilia.

Leer bajo su responsabilidad.

Puede pasar al próximo capítulo si desea esto no afectará su lectura.

La niña

La niña jugaba con su muñeca, mientras una melodía sonaba de fondo en el antiguo tocadiscos de la sala. Los últimos rayos de sol se colaban por las ventanas llenando el espacio de un gama de colores que variaba desde naranja a rojo.

Sus ojos miraban con atención a la muñeca de ojos oscuros y rizos rebeldes, le recordaba a la imagen que visualizaba cada vez que pasaba por el enorme espejo de la sala.

Rubí la nombró, su color favorito era el rojo y los pendientes en sus orejitas eran de esa piedra preciosa.

De pronto alguien más entró a la sala y le quitó su pequeña Rubí, la niña corrió detrás de la agresora y fueron a parar al comedor donde las empleadas colocaban la vajilla plateada de Madre.

La agresora comenzó a cortas los rizos de la muñeca con una tijera afilada y la niña intentó detenerla pero fue empujada al suelo, su pequeña Rubí estaba siendo destrozada y ella había prometido protegerla como nadie hacía con ella.

Los brillantes cubiertos captaron su atención y en instantes la agresora se había detenido, un tenedor yacía enterrado en su mano derecha. La niña vio la sangre brotar y sus ojos brillaron, amaba el color rojo.

Dándose cuenta de que su pequeña Rubí yacía en el suelo la tomó y salió corriendo para esconderla, logró salvar a su muñeca mas no ella, porque fue encontrada por la agresora quien era más alta y más fuerte. Esta cortó sus rizos al igual que como hizo con Rubí, luego vino Padre y tomó la pequeña niña. El miedo la embargó porque sabía lo que se aproximaba.

Fue arrastrada hasta aquella habitación oscura del sótano. Todo estaba oscuro y el frío caló sus huesos. No veía nada hasta que una bombilla alumbró parte del lugar donde visualizó el objeto extraño de tiras que dejaba su espalda adolorida y la silla donde sabía que tenía que inclinarse mientras su nana ataba sus manos, cada vez que pecaba.

Una...

Dos...

Tres...

Cuatro...

Cinco...

Cinco veces tocó aquel látigo su espalda cada vez más fuerte que la anterior.

Ahora sabía que tenía ponerse de pie, a la altura de la hebilla del pantalón de aquel hombre al que debía llamar Padre.

Las lágrimas corrieron por sus ojos mientras aquel ser inmoral esparcía un asqueroso líquido en su cara luego tocar esa parte del cuerpo que ocultaba dentro de sus pantalones...

El sonido del crujir de unas cadenas nunca se detuvieron y sabía que había alguien más en esa habitación...

La niña aprendió que no debía defenderse o sería peor el castigo.

La niña aprendió que debía ser buena y sumisa, no responder a sus instintos.

La niña aprendió que debía ser obediente, complaciente y educada.

La niña creo una máscara que cumpliera con los requisitos y se durmió...

Pero tarde o temprano esa niña irá despertando, la máscara de sumisión caerá al suelo y ya no será una niña a quien esta deje ver, será la Diosa Demoníaca que pondrá la Mafia a temblar.

... Dos demonios, dos coronas...

La maldición se cumplirá y los bastardos reinarán...