En multimedia una foto que me recordó a Elizabeth..
Demon
— Fiorella no insistas en discutir ahora la fecha de matrimonio. Tengo asuntos importantes que resolver —la aparto de mí y noto a su guardaespaldas mirándome con evidente recelo.
En un acto impulsivo choco mis labios contra los de Fiorella y sin apartar la mirada del individuo le doy un beso lo suficientemente agresivo como para lastimar sus labios sacándole algo de sangre.
Ella jadea y se aparta bruscamente de mí.
Me importa una mierda con quien se revuelca pero no voy a dejar que me vea la cara imbécil.
El chico se ve furioso y celoso mientras Fiorella trata de detener el sangrado de su labio inferior.
Elizabeth fue azotada como un animal por culpa de ambos, esto no es nada en comparación.
Ignoro las suplicas de Fiorella para que pase el día con ella, así que subo a mi auto y conduzco hasta la mansión.
Hoy es un buen día para hacer uno de mis pasatiempos favoritos.
Sin embargo todo se va al carajo cuando al bajar de mi auto, noto la camioneta a la que subió Elizabeth, estacionada junto al coche del médico de la Famiglia, quien me saluda al pasar junto a mí y por su cara de felicidad se nota que le han pagado bien.
No puede ser que lo hayan hecho...
Una extraña sensación me recorre.
Entro a casa y corro escaleras arribas hacia el ala norte, revisando las habitaciones hasta que la encuentro en la tercera.
Llegué tarde... es en lo único que pienso.
Su cuerpo está hecho una bolita en la cama, dándome la espalda.
— Debes estar feliz —susurra y aunque no veo su rostro su voz entrecortada,
me indica que ha llorado— Soy virgen, a pesar de todo ese señor no dañó mi pureza cuando metió sus asquerosos dedos cubiertos por látex, en mi interior.
La Famiglia tiene entre sus tradiciones más sádicas la de hacerle un revisión ginecológica a la novia antes de la boda, si esta se vio relacionada en algún escándalo sexual.
Rara vez se emplea este método ya que durante la revisión, la chica puede sufrir algún daño físico.
Doy unos pasos hacia ella y parece notarlo.
— ¡No te acerques! ¡¿ Vas a negar haberle informado a Padre que me viste hablando con Adriano?!
— Yo no...
— Solo quería disculparse por lo ocurrido —me interrumpe— En toda mi existencia apenas he cruzado una palabra con él —se levanta con gesto de incomodidad y camina hacia la ventana despacio—. Llevo toda mi vida intentando ser un ciervo pensando que así podría pasar de ser percibida— suelta una risa triste — ¡Qué estúpida soy! ¿Cómo un ciervo va a sobrevivir entre tantas fieras?
Padre irrumpe en la habitación seguido de unos de sus hombres, a quien ordena atrapar a Elizabeth y entonces sucede algo que nos deja a todos atónitos...
Inesperadamente un hilo de sangre baña el vestido blanco de la Joya Marchetti.
El palillo con el que sujetaba su cabello yace ahora enterrado en la arteria carótida del guardia y es retirado instantes después.
Lo ha matado.
— ¡Maldita loca! —grita Padre y Elizabeth solo sonríe para luego darme una mirada vacía.
— Me cansé de ser un ciervo —agrega y hace un pequeño puchero— Mi animal favorito siempre fue la pantera.
Giovanni Marchetti entra corriendo al escuchar los gritos de Flavio y le quita el palillo a Elizabeth.
— Llévala a casa —me pide y es entonces cuando reacciono.
Elizabeth parece fuera de sí como si estuviera en otro lugar.
La alzo en brazos y el olor de su perfume mezclado con sangre inunda mi nariz.
—¿Qué hice?— pronuncia en un tono muy bajito — Yo no quería hacerlo, fue sin querer— Su rostro se esconde en mi cuello y la siento inhalar profundamente para luego soltar un sollozo.
Bajo las escaleras y camino hasta el muelle detrás de la mansión.
Me sorprende lo ligera que es Elizabeth, tal vez más de lo normal para alguien de su edad.
— Él solo cumplía órdenes y yo lo maté —vuelve a susurrar— Tal vez tenía familia, hijos, una esposa que lo espera en casa.
Veo como la culpa comienza a inundarla.
— No tenía familia y era un hijo de puta, así que no te sientas culpable de lo que hiciste.
Se mueve y entiendo que quiere que la baje.
— Él fue quien me ató a esa cama y a pesar de todo era un ser humano, yo no soy quien para decir quién vive o muere —me mira y veo como las lágrimas bajan por su delicado rostro—. No sé qué me pasó.
— Tarde o temprano ibas a estallar.
— Ahora soy una asesina...
— Solo reaccionaste como cualquier humano que ha sido maltratado durante toda su vida, lo hubiera hecho — mi voz suena fría y monótona— Sería raro que la mafia no hubiera dejado huellas en ti, Joya mía, ella es oscura, sádica, siniestra. Es como una madre y nosotros somos sus crías, copias idénticas de ella.
— Yo no quería esta vida para mí.
— Yo tampoco quise esto y mira aquí nos ves, somos los bastardos de la mafia. Obligados a vivir en mundo donde solo sobreviven los más fuerte.
— Tú al menos puedes huir —agrega y la miro.
— ¿Crees qué me dejarían vivir lejos de aquí con toda la información que sé?
— No.
— Exacto, así que ya que fui condenado a esta vida, disfrutaré de todos los beneficios que vienen con ella y le haré frente a las consecuencias de los mismos.
— Yo solo quiero huir de aquí, encontrar mi lugar.
— Lamentablemente, Joya mía, estás dentro de una jaula dorada de la que solo se sale muerto, porque por más que vueles siempre sus cadenas te alcanzarán ya sea a ti o a quien esté contigo.
Días después...
— ¿Podrías hablarme más respecto a ese día?—cuestiona Akiko mientras toma algunas notas en su libreta.
Desde lo sucedido he hablado con ella más seguido, padezco de Trastorno de Personalidad Antisocial y la empatía no es un rasgo que me caracterice. Sin embargo aún me molesta esa extraña
sensación de impotencia por no haber llegado a tiempo aquella mañana.
— He llegado a dos conclusiones, respecto al tema —me dice— Pero como te conozco ya he descartado una de ellas, así que mi teoría es que te sentiste identificado con Elizabeth.
Me quedo en silencio, procesando lo que ha dicho.
— Mencionaste que ella ha sufrido mucha violencia tanto física como psicológica desde pequeña —agrega— Algo que ambos tienen en común, por lo que concluyo que fue lo que sucedió, te viste reflejado en ella.
Puede ser...
— Bien, mi chica psiquiatra cambiemos de tema —prácticamente le ruego, ya que ahora mismo mi cerebro necesita un descanso.
Por suerte se apiada de mí, cierra su libreta y da por concluida nuestra consulta.
—¿Te estás tirando a Enzo? —suelto.
Sus pálidas mejillas se tiñen de un rojo y me mira estupefacta.
— No seas chismoso —me lanza una de las almohadas del sofá.
Toda su consulta parece más una lugar de reuniones hippies que un consultorio. Lleno de colores, pósteres y el símbolo de la paz por todos lados, algo contradictorio teniendo en cuenta que Akiko es la heredera menor, de la Yakuza, pero así es ella, siempre en contra de cualquier sistema político u organización criminal.
— Solo es curiosidad —me defiendo y le lanzo de vuelta la almohada— No todos los días te enteras de que tus mejores amigos están copulando.
Copulando, esa palabra me recuerda a alguien que huele a rosas y lleva el cabello rizado.
La niñata.
— Solo es sexo —responde— Estoy confundida, hay alguien más. Salí con esa persona un tiempo pero existe una diferencia de edad entre nosotras y tal vez por eso terminó rápido.
Aquí vamos a la segunda parte de nuestras consultas, es cuando Akiko me usa a mí de terapeuta.
— Es la chica más divertida e increíble que conozco, pero por otro lado está Enzo, nuestra química sexual es muy pero muy fuerte y por dios el tío en la cama es...
— Ahórrate esos detalles.
— ¡Sabe utilizar su amigo de allá abajo! —se emociona— Y su seriedad me pone. Conclusión: No sé cuál de los dos me gusta más.
— Por eso prefiero los polvos de una noche —me extiendo por extenso y cómodo sofá— Eso del compromiso es complicado y soso, estar con una misma persona, tarde o temprano me cansaría.
— Si estás con la persona correcta, te cansaría de todas las formas posibles menos de esa, pero bueno dudo que haya un ser humano que te soporte.
Le lanzo la otra almohada y me río.
Aunque inexplicablemente Elizabeth aparece en mis pensamientos.
✧✧✧
Luego de mi consulta con Akiko paso por Elizabeth al colegio. Hacer esto, ya se me está haciendo costumbre.
Espero recostado en mi auto mientras escucho la campana que pone fin a las clases y cinco minutos después, la joya Marchetti sale acompañada de su amiga, quien me mira como si fuera un dios en la tierra.
En todo caso el mismísimo Demonio, nena.
De pronto un chico se les acerca y mi cuerpo se tensa. Elizabeth parece nerviosa y se deshace de él, rápidamente.
— Hola— saluda segundos después y noto que sigue nerviosa.
Las sombras bajo sus ojos me dejan ver qué lleva varias noches sin dormir, aún debe estar conmocionada por lo sucedido en la mansión Leone.
No es fácil para alguien con tanta inocencia cargar una muerte en su conciencia.
— ¿Has estado durmiendo bien?
— ¿Ahora dormirás conmigo cada noche para evitar que tenga pesadillas?—cuestiona de vuelta.
Últimamente está a la defensiva y raramente eso me hace gracia.
— Si evita que mueras de insomnio antes de la boda, pues lo haré.
— Claro la boda, eso es lo importante —un ápice de dolor se deja ver en su mirada.
Soy algo cruel por mencionar ese tema que la lastima, pero para nadie es un secreto que si cumplo con el deber de cuidarla es solo porque es el eslabón final para poder ser el Capo.
Con Flavio casado, su retiro será más rápido así como su importancia para la Famiglia.
— Joven Leone, que casualidad encontrarlo aquí —escucho que dicen.
Miro de dónde proviene la voz y resulta ser la viuda Caputo.
Diez mil veces mierda.
— ¿Señora Caputo, como le va? — finjo cortesía y me da un beso para nada disimulado en la comisura de los labios.
— Ya sabes cómo es esto —suspira—Extraño mucho a mi esposo y me siento tan deprimida y sola, ni siquiera pude poner un pie en el cementerio el día de ayer para despedir al doctor Cavallo.
Pequeño detalle que había olvidado, él médico de la Famiglia, murió hace dos noches, fue "asesinado" por los rusos como represalias por las contiendas ocurridas con en Alaska.
De alguna manera tenía que liberar ese sentimiento de impotencia.
— Tu auto se parece mucho al de Batman —la hija de Caputo entra en la conversación.
Es una niña rubia con no menos de cinco años.
— Precisamente por eso lo compré, Batman es mi súper héroe favorito.
Me agradan los niños y a pesar de que no quiera casarme, quiero herederos.
— Nena porque no llevas a la niña por una paleta para ella y una para ti, chiquitina —habla esta vez la señora Caputo dirigiéndose a Elizabeth mientras saca unos billetes de su cartera.
— Son las cinco de la tarde señora, ya todas las estudiantes han terminado con la comida de la cafetería.
La señora Caputo le da una mirada de desaprobación y vuelve su atención a mí.
— Tal vez deberías pasarte luego por casa —una de sus uñas recorre la abertura de mi camisa y me limito a apartarla.
— Le recuerdo que estoy comprometido y lo que sucedió esa noche fue porque mi relación con Fiorella, no estaba en el mejor momento.
De algo tiene que servir ese maldito compromiso.
— Conmigo no tienes que mentir, yo sé que entre vosotros no hay nada. —Otra vez su puto dedo roza mi pecho y ya me estoy hartando.
— ¡Oh dios!— chilla Elizabeth captando nuestra atención y lleva su manos a su abdomen, preocupándome.
— ¡¿Qué te sucede?! —cuestiono y veo como su cuerpo se dobla hacia delante.
— Me duele mucho... —contesta casi sin aire— El abdomen.
Paso olímpicamente de la viuda Caputo y ayudo a Elizabeth a subir al auto.
Lo más posible es que te sufriendo una apendicitis. Gracias a Akiko tengo algunos conocimientos básicos sobre medicina.
Genial lo último que me faltaba.
¿Pero qué tiene la vida en contra de esta chica?
Prendo el motor y salimos a toda velocidad del estacionamiento. Sin embargo a dos cuadras maldigo la puta hora en que el semáforo se puso en rojo.
— Si este atasco no termina en dos minutos, llamaré a Enzo para que prepare el helicóptero para llevarte a la clínica de la Famiglia —le informo— Si es una apendicitis aguda no se puede tratar en casa, necesita intervención quirúrgica.
— ¿Estudiaste medicina? —cuestiona con calma y no noto nada de dolor en su voz.
Será hija de...
— ¡¿Tú no estabas agonizando?!
— De nada, no tienes que agradecer —contesta y me hace un gesto de suficiencia con la mano.
— ¡Pero serás mentirosa!
— ¡Tengo deberes que hacer y tú estabas indeciso en si tirarte a la tía esa o no!
— ¡¿Y no se te ocurrió nada mejor que inventar que te dolía algo?!
—¡¿Y que iba a hacer?! ¡Lanzarme encima de ti y lamer tu mejilla en plan "Este mi hombre, aléjate perra loca"!
— Hubiera sido preferible —sugiero y la sola idea hace que mi sangre corra en una sola dirección.
Es una niñata.
Una maldita niñata.
— Y luego Flavio nos mata a ambos —expresa pero se quedá pensativa.
— Pregunta lo que quieras —digo ya que posiblemente no me preguntará y siento gran curiosidad por saber que pasa por esa cabecita loca.
— ¿Por qué si Flavio Leone ha intentado matarte tantas veces le eres tan leal?
— Son sus métodos de hacerme fuerte.
— Dijo el masoquista.
Tengo que ahogar una carcajada por su tono de voz.
— Okey, le soy fiel porque solo así podré obtener lo que más anhelo.
— Ser Capo —afirma.
El atasco no termina y ya me estoy desesperando, tengo cosas importantes que hacer.
— Llevo varias noches sin dormir —agrega minutos después.
— Me imagino el motivo.
— Hasta hace dos días fue que recordé que había matado a un hombre, lo último que recordaba del domingo fue salir de la iglesia.
— Debido al shock que sufriste tal vez no te acordabas —miro por el retrovisor a la enorme fila de autos— He pasado por eso varias veces.
— Puede ser —susurra — pero lo peor es que ya no siento culpa ni arrepentimiento por lo que hice.
— ¿Y qué sientes?
— Ganas de volverlo a hacer, ganas de cobrar venganza por cada cosa que me han hecho.
— No somos tan diferentes Joya mía.
_____
Pues aquí otro capítulo 😏, ya prontito van para Italia y se prende esta vaina 😫😫🔥🔥🔥🔥🔥😫
Gracias por leerme 🥺🥺🥺🥺
Notita: Si ven q resubo el capítulo es xq a veces ocurren algunos errores a la hora de publicarlo...
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