✧Capítulo 64✧
<<Elizabeth >>
Álvaro y yo acordamos vigilar los horarios de Gema, Marchetti y Mijaíl, durante dos o tres días para buscar el momento exacto para acceder a la oficina de Marchetti, pues es el único lugar donde funciona la red móvil. Aunque Romeo haya accedido a ayudarme a cambio de eliminar a su hermano, no confío en él, después de todo quiere deshacerse de Mijaíl, con quien creció.
—¿Marchetti sabe quién eres? —Le pregunto a Álvaro mientras finjo leer los tomos que ocupan la estantería. Hace un par de días me mostró el lugar donde le permiten pasar el tiempo y a Marchetti no se le hizo raro que yo también quisiera estar en la biblioteca.
El lugar huele a papel y un poco de cedro, la luz del mediodía se cuela por los ventanales que dan al jardín y cuenta con los suficientes estantes para perdernos entre ellos y poder charlar sin levantar sospechas.
—No lo creo, yo fui adoptado antes que de que él fuera a por ti —responde a mi pregunta —, y mi padre adoptivo se encargó de borrar cualquier rastro de mí que hubiera quedado en ese orfanato.
—¿Entonces como te encontró Romeo?
—Visité el orfanato siciliano meses atrás en busca de saber tu paradero, no era el único que había pasado por ahí queriendo información. Supongo que alguien le contó sobre mí y me siguió hasta Nueva York donde vio que hacía hasta lo imposible por acercarme a ti.
Tiene sentido lo que dice, Demon investigó también sobre mi adopción, si hubiera descubierto la existencia de un hermano, me lo hubiera dicho.
—Si realmente para lo único que tanto Marchetti como Gema me quieren aquí es para traer a Demon a una trampa... ¿Por qué no ha sucedido? —cuestiono, no me gusta la calma en este lugar, mientras más silencioso se vuelve más siniestro me parece y solo hace que mi miedo a lo que se avecina aumente.
Mis ojos se encuentran con los de Álvaro a través de la estantería pero él aparta la mirada.
—Han intentado contactar a Demon, o al menos eso fue lo que escuché durante una de las discusiones de Giovanni y Gema —confiesa, Marchetti y Gema lo dejaron quedarse solo por sus conocimientos medicinales y como creen que no entiende mucho el inglés, no le prestan mucha atención, de todas maneras, no es como si pudiera irse de aquí o contarle a alguien lo que escuchó.
—Esperaba que lo hicieran —expreso intentado retrasar lo que sé que probablemente me dirá.
—No han obtenido una respuesta por su parte, le enviaron pruebas diferentes que demuestran que estas aquí y él no ha respondido.
Quiero alegrarme por sus palabras porque eso significa que lo que hice dio resultado, que Demon me odia ahora mismo lo suficiente para no importarle si vivo o muero... pero una parte de mí siente que se ahoga y comienza a hundirse lentamente en un pozo de preguntas.
¿No le importé lo suficiente?
¿No me quiso lo suficiente?
¿Acaso soy tan descartable para todos?
—Es lo mejor para ambos —susurro y me decido por un libro de historia de la isla para leer.
—Sabes que eso no es así.
Y Álvaro tiene razón, si Demon no contestó a la amenaza de Marchetti, mi tiempo en este lugar se está agotando.
—Saldremos de aquí, Elizabeth, te lo prometo —A través de los estantes toma mi mano entre las suyas, pues esa es la única muestra de afecto que puede darme sin parecer sospechoso, después de todo aún tenemos a los ojos de Marchetti sobre nosotros a través de su gente.
Mi vista va al tipo enmascarado que nos mira desde su posición en la puerta: Gabriel, el más bajo y al menos me saluda por la mañana con un buenos días. El otro, el tal Arcángel es un cretino que no se molesta ni en dirigirme la palabra y tiene serio problema con el espacio personal; un lame botas de Marchetti en toda la regla.
✧✧✧
Álvaro y yo pasamos la tarde leyendo, pero yo continúo en la biblioteca mucho después de que él se marcha. No queremos coincidir mucho ya que eso levantaría sospechas.
Miro las páginas frente a mí y sonrío, leer nunca ha sido una pérdida de tiempo incluso cuando estás secuestrado. El libro que tomé me dio una idea bastante amplia de la isla donde estamos pero me gustaría escuchar un poco de la boca de un lugareño, no solo me interesa la fauna y vegetación de este lugar.
Mi vista va al guardia de Marchetti quien sigue cumpliendo con su tarea a unos metros, ubicado en la puerta de madera preciosa.
—¿Vives aquí? —Le pregunto y aunque no pueda ver sus expresiones presiento que ahora mismo está teniendo un debate mental sobre contestar o no.
—Se puede decir que sí —Toma la decisión de hablar, su voz se escucha un poco amortiguada debido a la máscara.
—Que respuesta tan extraña, no tengo ninguna forma de salir de este lugar y no hay nadie cerca tampoco así que puedes relajarte —Le doy mi mejor sonrisa y eso parece convencerlo.
—Vivo en el pueblo, aunque los días que tengo guardia nocturna me quedo aquí.
—Entonces el pueblo está habitado.
Ya sospechaba que no éramos los únicos en este lugar, pero saber que hay más personas cerca abre una nueva oportunidad de escapar.
—Lo está, somos una isla griega con una pequeña población, no tenemos lugares impresionantes ni playas ni vistas hermosas como las más conocidas pero si tenemos personas, señorita.
—Claro, supongo que muchos pobladores trabajan aquí.
—Es nuestra única opción, o trabajas para Diavolo o mueres.
—¿Diavolo?
—El señor rubio de ojos fríos.
Marchetti, por supuesto, por qué no me sorprende su estúpido apodo.
—¿Él tiene amenazado a toda una población?
—Es un hombre poderoso, si haces algo que no le gusta terminas en el océano siendo comida para peces —Su tono deja ver un poco de temor más que respeto hacia el mencionado.
Ese bastardo claramente se cree poderoso si tiene el apoyo de una militar adinerada, líderes bratva y probablemente algunos miembros de la Famiglia.
—¿Qué hay de interesante aquí que captó la atención de ese psicópata?
Islas como esta hay muchas pero estoy segura que ese sádico no está aquí solo por eso.
—Como mencioné antes, no somos visitados por casi turistas ya que aparentemente no hay nada interesante que ver.
Eso activa mi curiosidad.
—¿Aparentemente?
Aunque no lo pueda ver, escucho que suelta un suspiro debajo de esa máscara.
—Durante la segunda guerra mundial esta isla fue vendida por un precio muy bajo a una familia italiana, probablemente buscaban esconderse del mundo si las cosas seguían empeorando, no lo sé.
—¿Sabes el apellido de esa familia?
—Los Leone —responde y un escalofrío me recorre —. Ya no se habla mucho de ellos pero sus nombres corren de boca en boca en la isla. Como sea, realmente nunca hicieron uso de este lugar hasta hace unos treinta o cuarenta años.
—¿Qué sucedió en ese entonces?
—Pues resulta que descubrieron que en estas tierras había rubíes.
—¿Rubíes?
—Rubíes de sangre, piedras preciosas que valen cada uno, una pequeña fortuna.
—¿Comenzaron la extracción enseguida?
—Casi, muchos pobladores sabían de los rubíes, pero no teníamos la maquinaria, ni los estudios suficientes para saber que hacer con los pedazos de piedras rojas que de vez en cuando encontrábamos. Hasta que como mencioné la familia dueña de todo esto nos visitó, eran una pareja y estuvieron de acuerdo en poner el capital para la extracción. Nuestra economía estaba en el suelo, no teníamos aeropuertos, ni nada por el estilo, pero esta gente nos iba dar trabajo a muchos e iban a implementar la exportación e importación.
—Eso suena bien —Cierro el libro frente a mí, ya que la verdadera historia está saliendo de los labios de este tipo.
—Exacto, hasta que ellos murieron y volvimos al principio. Solo vivíamos de los que cultivabamos pero eso no era suficiente, además si enfermabamos no teníamos medicamentos y había que recorrer a la medicina tradicional.
—¿Por qué no pedían ayuda a otras islas?
—Nuestros mares son muy bravos, y nuestras embarcaciones muy débiles, costaba trabajo y mucho dinero llegar o salir de aquí.
—Y supongo que tampoco había aviones, entiendo.
—Hace dos décadas, otra pareja nos visitó, con la misma intención, pero se rumorea que ellos también murieron poco después. Lo que nos hace suponer que probablemente este lugar esté maldito. —Aunque no puedo ver sus ojos, siento que estos me observan, inclina un poco su rostro y agrega—: Usted se parece mucho a la chica, la recuerdo porque en aquel entonces yo tenía unos catorce años y claramente me fijaba en los rostros nuevos, en especial en los guapos.
¿Acaso se refiere a Rubí y a Franco?
—¿Como es que terminaron los pobladores trabajando con Marchetti?
—¿Quién es Marchetti?
—El señor de ojos azules que mencionaste.
Mueve la cabeza en afirmación, al parecer nadie aquí conoce la identidad de Marchetti, pero no los culpo, yo crecí en su casa y fue solo hace unos días que descubrí que era ruso y ex miembro de la Bratva. Solo Dios sabe cuántas veces habrá cambiando su nombre.
—Llegó hace un par de años, solo que su propuesta era diferente a las anteriores —responde Gabriel.
—¿Qué tan diferente?
—Estás de su lado o mueres.
—Eso es muy radical —Y muy de Marchetti.
—Lo es.
—¿Y por qué nadie hace algo?
—Todo aquel que lo ha intentado termina en el océano, Diavolo tiene los medios y las armas, nosotros no. La peor parte se lo llevan nuestras mujeres.
—¿Qué sucede con las mujeres?
—No lo sabemos, pero en los últimos años muchas han desaparecidos, las familias lo han enfrentado, pero ellos también han terminado en el océano.
—¿Por qué usas la máscara?
—Para no ser reconocido, todo el que trabaja directamente bajo su techo recibe un sueldo, si eres bueno te ganas su favor y tal vez te permita ir con él de viaje, entonces aprovecharía la oportunidad para escaparme lejos de este lugar, la máscara evitará que me reconozcan.
—¿Diavolo sabe eso?
—No, cree que usamos la máscara como una muestra de respeto hacia él.
Típico de un narcisista, no ve más allá de sus narices.
—Supongo que él está financiando la extracción de rubíes.
—Lo hace, con él trajo la maquinaria suficiente, son equipos bastante caros según he oído.
Demon mencionó hace un tiempo, que Marchetti le estaba robando dinero a la Famiglia, ahora sé en qué lo estaba invirtiendo.
—¿Nadie ha intentado sabotear dichas máquinas?
—Por supuesto y terminaron desaparecidos, como todo el que va en su contra.
—¿En este lugar no hay autoridades?
—Ellos se llevan un pedazo del pastel por hacer la vista gorda, y sus hijas y mujeres se mantienen intocables. Los pocos oficiales honestos que habían, terminaron en el océano cuando le hicieron frente a Diavolo.
Supongo que se ha ganado ese nombre a pulso.
—Sin embargo no perdemos la fe en que algún día todo esto termine. Las viejas lenguas dicen cosas y tienen sus creencias.
—¿Cómo qué? —Lo miro escéptica.
—Los anteriores forasteros que buscaban el bien para la isla venían en pareja y murieron, Diavolo vino solo y sigue vivo.
—No entiendo qué quieres decir.
—Tarde o temprano llegará la mujer que lo lleve a su muerte, aquí le decimos Lilith.
Intento no poner los ojos en blanco.
Aquí va otro con la cháchara sobre Lilith y las maldiciones.
Pero como sea, si lo que dice este tipo es verdad, Marchetti tendrá cierto poder, pero sin duda hay mucha más gente que lo odia.
—¿Nadie ha intentado visitar esta esta isla? ¿A parte de Marchetti y sus secuaces no hay más forasteros?
—Solo en Noche Vieja llegan extranjeros.
—¿En Noche Vieja? ¿Qué sucede ese día?
—Realmente no lo sé, pero desde el amanecer son muchos los aviones que aterrizan en nuestros terrenos planos, supongo que traen forasteros para la fiesta de Diavolo.
Noche Vieja es mañana, tengo el presentimiento que esa fiesta será mi única oportunidad de escapar. Tengo que acceder a la oficina de Marchetti antes del amanecer.
✧✧✧
Mijaíl cumplió con su parte del trato, así que luego de la cena, escoltada por Gabriel, me encamino hacia la habitación de Rubí.
Gema y Marchetti no bajaron a cenar por lo que Álvaro con cierta preocupación me contó que esos dos andan ocupados con algo. Luego de mi conversación con el guardia creo saber qué es ese algo. La cena transcurrió rápido, Romeo y la chica pelirroja que lo sigue a todos lados se la pasaron discutiendo en ruso, así que no entendí mucho que decían pero por la forma en que este la alzó en su hombro y palmeó su trasero, estoy segura que lo que sea que los tenía gritándose como dos desquiciados, ahora mismo se está solucionando en alguna de las habitaciones.
Mijaíl tampoco bajó a cenar y eso fue algo que agradecí, ya que Álvaro y yo tuvimos más oportunidad de hablar sin levantar sospechas, acordamos que él estaría al pendiente de si Marchetti dejaba su oficina. Solo se le permite acceder a la ala donde yo duermo, pero desde el jardín se ve la oficina de Marchetti.
Apenas pongo un pie en la habitación de mi madre, mi verdera madre —aún no me creo este hecho—, me sorprende ver que hay un niño pequeño de unos dos años parado junto a la cuna mirando a la bebé quien extiende su manita y atrapa el dedo índice del chico en un su pequeño puño.
—Ya es hora de ir a la cama, niño Golkov —Le dice Gabriel.
Me sorprende escuchar ese apellido, pero cuando el rostro del pequeño gira en mi dirección no hace falta sumar dos más dos para saber quien es su padre y eso se siente como una patada en el estómago.
Romeo no solo quiere que yo asesine a su medio hermano, también quiere que deje huérfano a un niño de dos años.
El pequeño vuelve a mirar a mi hermana en su cuna, quien alza los brazos y le sonríe, y luego me observa a mí con su pequeño ceño fruncido.
—¿Cuándo va a crecer para que podamos jugar? —Me pregunta el niño y ya no solo me sorprende su parecido con Mijaíl, sino que hable inglés con un ligero acento ruso.
—En unos meses estoy segura que ya estará caminando así que podrán jugar —contesto a su pregunta y eso borra su ceño fruncido porque me sonríe.
Yo no puedo dejar sin padre a este niño.
Mi vista busca a Rubí en la habitación y noto que está de regreso en el alféizar de la ventana, donde la vi por primera vez. Dicha ventana que está enrejada y tengo una idea de por qué.
Noto que su mirada sigue perdida sin poder mirar a la bebé en la cuna y eso me preocupa.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí? —pregunto acercándome a ella y sus ojos se centran en mí, solo que esta vez veo algo diferente en su mirada, ya no es solo curiosidad también veo angustia e incluso temor pero no sé a qué le teme.
—Paso la mayor parte del tiempo sentada aquí.
—¿Por qué?
Alza su barbilla y miro el lugar que señala. Sin duda desde aquí tiene la mejor vista del jardín, parece mágico la forma en que las luces de la casa caen sobre las flores dándole un brillo atractivo, como si fueran joyas.
—¿Te gustan las flores?
—Hacen que me aferre a los pocos recuerdos que tengo de mi pasado. Crecí bajo el techo de mi abuelo, él amaba la jardinería así que el jardín de nuestra casa en Palermo era el más bonito del vecindario y en mi ventana nunca faltaban las flores.
Quiero sonreír porque yo soy más de tomar las flores para hacerme perfumes, pero eso tal vez desate algunas contradicciones sobre nuestros puntos de vistas y ahora mismo solo quiero saber más de ella.
—¿Cuál es tu flor favorita?
—La lavanda, sin embargo tengo recuerdos donde me gustaba apreciarla junto a rosas blancas, en pequeños ramilletes. Probablemente Marchetti me los obsequiaba.
Si Marchetti toca una flor probablemente haga que se marchite.
—¿No lo recuerdas?
—No como él quisiera, solo recuerdo abrazos que se sentían como el lugar más seguro del mundo pero...
—Ya no se sienten así, al menos no con él.
—Exacto —Sonríe con tristeza.
Mi vista va a Gabriel, antes de hacer la siguiente pregunta, tal vez él me haya contado la historia de la isla, pero no me fío ni un pelo de nadie en este lugar.
El guardia por su lado parece entretenido jugando con el pequeño Golkov.
—¿Cuánto tiempo llevas en esta casa? —le pregunto a Rubí en un susurro.
—No lo sé —admite en el mismo tono que usé, tal vez sabe que las paredes tienen oídos.—. Desperté hace dos años aquí, Gema me habló de que estuve mucho tiempo en coma debido a un accidente de auto. La recordaba a ella, pero... No a Giovanni. Gema dijo que él era mi esposo y ha pasado un infierno de tristeza esparando a que despertera... pero si soy sincera... yo no recuerdo absolutamente nada él.
—¿Y de alguien más?
—¿Alguien más? —Su mirada curiosa se encuentra con la mía.
—¿Algún chico con el saliste algún tiempo?
—Recuerdo a un tal Carlo, Gema dijo que terminé con él por Marchetti, lo cual entiendo, realmente nunca estuve enamorada de ese chico pero tampoco...
—Crees haberlo estado de Marchetti —termino por ella—. ¿Él duerme en esta habitación?
—No —expresa con fuerza como si no hubiera una contradicción a esa palabra—. Y desde el embarazo menos, lo eché de aquí.
—¿Por qué?
—Porque me es imposible amarlo y dudo que alguna vez haya amado a alguien como él —Una lágrima resbala por su mejilla y no es de dolor, más bien de rabia—. Cuando desperté quise que nos tomáramos un tiempo porque no lo recordaba, ni siquiera sé aún dónde estamos, pero un día despierto y él estaba desnudo junto a mí. Supe lo que había pasado enseguida, la noche anterior sentí demasiado sueño y al día siguiente él estaba en mi cama. Él dice que yo lo invité, que es es mi esposo y tenía todo el derecho de hacerlo. Nunca le conté a Gema porque me daba miedo ver que lo apoyara a él o tal vez no, no lo sé, pero ella es la única persona que tengo y no quiero perderla... Nueve meses después de lo ocurrido nació la bebé.
Ahora entiendo su desprecio hacia la bebé o el hecho de que le es imposible mirarla, le recuerda lo que le hizo Marchetti. Ese miserable tal vez se aprovechó de ella, se atrevió a violar a Rubí y solo Dios sabe a cuantas mujeres más.
Tal vez yo fui una de ellas.
La bebé suelta una carcajada en su cuna y eso recupera mi atención. Marchetti tal vez abusó sexualmente a Rubí, pero esa niña no se parece en nada a él.
No puedo decirle a ella mis sospechas, no aún, ya que no tengo una explicación lógica para ello.
—¿Desde que despertaste no has salido de esta casa?
—Los años que estuve en coma causaron que mis músculos se atrofiaran, fue solo hace unos meses que comencé a caminar con ayuda de fisioterapia, pero aún no puedo ni bajar las escaleras por mí misma y tampoco puedo sostenerla —Fija su vista en la bebé antes de regresarla a mí—. Pero ya yo he hablado mucho de mí, cuéntame de ti ¿Cómo fue tu infancia?
Demasiado siniestra para decirtela sin confesarte todo lo que sé de una vez.
Así que no le cuento la verdad, le cuento cómo hubiese querido que fuera.
—¿Hay algún chico en tu corazón? —pregunta luego de escuchar mi cháchara sobre una infancia que nunca existió—. Si lo hay no dudes en ir a por él, yo no recuerdo haberme enamorado nunca, así que disfruta de la oportunidad que te da la vida de sentir y amar.
Mi vista se queda fija en ella y pienso que si Franco sintió que moría por dentro cuando creyó que Rubí había muerto, saber que ella no lo recuerda se sentirá como un puñal en el pecho.
Justo como yo me siento ahora al pensar en Demon y en cómo renuncié a él.
El niño Golkov bosteza captando la atención de Gabriel y este me mira y luego lo mira a él.
—Puedes llevar al pequeño a su habitación no me moveré de aquí —sugiero.
Noto que duda un momento antes de seguir mi consejo. Sin embargo no han pasado ni dos segundos desde que Gabriel se ha marchado cuando noto una luz parpadeante entre las flores del jardín.
Esa es la señal de Álvaro, la oficina de Marchetti está vacía y Gabriel no está cerca.
Es ahora o nunca.
Buscaré un teléfono y llamaré al número que nunca he utilizado pero que esa persona se encargó que aprendiera.
Ha llegado el momento de que Franco por fin se encuentre con Rubí.
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¡¡¡Aquí otro capítulo!!!
Gracias por llegar hasta aquí ❤️
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