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✧Capítulo 62✧

<<Elizabeth >>

No me doy cuenta que estoy llorando hasta que la mujer delante de mí extiende su mano y limpia las lágrimas de mis mejillas.Me permito cerrar los ojos un momento sintiendo su tacto por primera vez, las caricias que he anhelado toda mi vida.

—¿Por qué lloras? —Me pregunta y su voz suena calmada, pero con un toque de preocupación, suena como se supone que deben sonar la voz de una madre, paciente y totalmente libre de juicio.

¿Pero cómo le respondes que llevas esperando por esto toda una vida?

—Yo... solo me emocioné —expreso, mi atención vuelve a la bebé en mis brazos.

Por un momento considero si me di un golpe contundente en la cabeza cuando estuve en el jardín y todo esto es una alucinación o un sueño, pero el eructo que sale de los labios de la bebé me confirma que todo es bastante real, que acabo de encontrar a Rubí, que está viva y está justo delante de mí.

—Acaba de dejar salir un gas, así que ya puedes acostarla —Me dice Rubí y eso hago, dejo a la bebé de nuevo en su cuna y le doy al botón de encendido del móvil para bebés, lo que hace que cierre sus ojitos de colores distintos en menos de cinco segundos.

Esa niña es hija de Franco, tiene que serlo, la pregunta es cómo es eso posible.

—¿Somos familia? —pregunta Rubí con el mismo tono que antes, recuperando mi atención.

—Algo así —miento, algo me dice que ella probablemente no tenga idea de quien soy y tampoco quiero decírselo luego de verla llorar en el ventanal—. La bebé... ¿La bebé es tuya?

La expresión nostálgica regresa a su rostro.

—Sí —admite—. Debes pensar que soy una madre horrible...—Juega con sus manos con cierto nerviosismo—.Es solo que no puedo mirarla.

Quiero preguntarle por qué, pero todo indica que probablemente tenga una depresión post parto, así que no la presiono.

—Creo que tú necesitas un abrazo —sugiere.

—¿Qué...?—Antes de poder agregar algo más siento que mi corazón está vez si estalla en pedazos para volver a recomponerse inmediatamente. Rubí de estatura es un poco más baja que yo, pero eso no impide que le devuelva el abrazo, inhalo su olor a jazmines y sé que a partir de este momento, pensaré en ella cada vez que vea o perciba el aroma de esa flor.

No hace falta mirarla dos veces para ver las diferencias entre ella y Gema. Mientras la última refleja tus emociones y mantiene cada parte de sí perfecta y pulida, Rubí es de líneas y expresión suaves y no necesita fingir porque sus emociones son innatas.

—Luces un poco cansada...—Se separa de mí y observa mi rostro—. ¿Viniste con Gema?

—Sí, puede decirse que sí —No le voy a contar que fue en contra de mi voluntad sin al menos tener una idea de que tanto sabe ella sobre lo que está sucediendo.

—Ella estuvo aquí hace unas horas, mencionó que había traído a dos personas con ella que seguro me gustarían conocer. Supongo que una de ellas eres tú.

Y el otro Romeo.

Ese maldito idiota como puede permitir que tengan aquí a su propia madre.

Por otro lado está la bebé, sigo sin encontrar explicación alguna a su parecido con Franco, pero sospecho que Gema o Marchetti deben tener la respuesta a ello.

Ahora mismo quiero hacerle tantas preguntas a Rubí, que no sé por cuál empezar. Antes de siquiera volver a abrir la boca, la voz de Gema resuena por toda la habitación.

—¡¿Qué haces tú aquí?! —Nuestras miradas se encuentran y no pasan dos segundos antes de que su rostro se coloque la misma máscara lastimera que usó en la fiesta.

—Escuché a la bebé llorando –contesto, sus ojos van de mí a Rubí y termina asientiendo.

—Entiendo, veo que ya conociste a tu tía.

La miro con los ojos entrecerrados por su mentira, pero antes de que pueda agregar algo, Rubí se me adelanta.

—¿Tú eres Elizabeth? Gema habla mucho de ti cada vez que me visita —Su emoción es genuina mientras me observa con más atención como si ahora supiera quien soy—. Mencionó en nuestra última llamada que habías ganado un torneo nacional de esgrima, está muy orgullosa de ti. Tiene suerte de tenerte como hija.

Mis ojos van a la mencionada y me pregunto cuántas verdades y cuántas mentiras le ha contado.

—¿Te gusta el esgrima? —pregunto, pero en realidad quiero ver si hay alguna respuesta emocional en ella, después de todo mi verdadero padre fue un esgrimista reconocido.

—En lo personal creo que soy un poco torpe para ello, pero disfruto viendo algunas de las cintas que guarda Giovanni. No hay mucho que hacer por aquí.

Quiero preguntarle a que cintas se refiere, pero Gema se me adelanta terminando la conversación por hoy.

—Deberías descansar —Le sugiere a su hermana—, nosotras ya nos vamos a nuestras habitaciones, perdiré que te sirvan el desayuno temprano.

—Puedo bajar las escaleras por mí misma.

—El médico aún no lo ha aprobado será mejor seguir con sus indicaciones así te recuperarás más pronto —Concluye Gema y tira de mí hacia la puerta de una forma no tan disimulada.

—Espero verte pronto —expresa Rubí dirigiéndose a mí y yo realmente deseo quedarme a su lado.

✧✧✧

—¿Se puede saber qué está pasando aquí? —Una vez lejos del oído de Rubí, no pierdo el tiempo en indagarla—. ¿Cuántas mentiras le has dicho?

—Hay cosas que es mejor no saber.

—Esa bebé se parece mucho a Franco —señalo lo obvio.

—Sí, yo también me he dado cuenta de la heterocromía.

—¿Y no te preguntas cómo es eso posible?

—Teniendo en cuenta que Franco estuvo todo este tiempo pudriéndose en un manicomio, sí, yo también tengo preguntas.

—¡Eso no explica a esa bebé!

—¿Te sorprende lo loco que está Marchetti?

—Y dejas que tu hermana viva bajo su propio techo... ¿Por qué?

—¿Por qué, qué?

—¿Por qué le haces esto?

—Lo hago por su felicidad

—¡¿Por su felicidad o por la tuya?! —Mi voz resuena en todo el pasillo desolado, lo que pone en alerta a Gema, así que aprisiona mi brazo derecho y me obliga a seguirla.

Abre unas puertas de cristal permitiéndonos salir al exterior, lo que parece ser una terraza con muebles azules y mesa de café. Mi vista va a las pequeñas luces que se ven a lo largo del paisaje así como el faro en la costa.

Álvaro tenía razón, estamos en una isla; pero no estamos solos, hay más gente aquí.

—Tú no tienes ni idea de lo que he sufrido por lo que no puedes juzgarme —declara Gema recuperando mi atención.

—Así que eres de esas personas que desquitan su infelicidad robando la felicidad de otros —La enfrento.

El silencio se extiende entre nosotras y cuando creo que se decide por no decir nada comienza a hablar con la vista fija en el paisaje nocturno isleño que se expande delante de nuestros ojos.

—Teníamos cuatro años cuando nuestros padres se divorciaron, probablemente esa fue la única decisión correcta que tomaron —Ríe sin gracia—.
Ambos eran demasiado jóvenes e inmaduros. Se suponía que Rubí y yo iríamos con nuestra madre y una cuantiosa pensión, pero nuestros abuelos paternos no nos iban a dejar ir tan fácil —Sus nudillos se tiñen blancos alrededor de la barandilla del balcón—. Éramos sus herederas y ellos tenían que mantener la imagen de familia perfecta así que simplemente escogieron a la mejor de nosotras.

—¿Tú? —La miro de soslayo—.Claramente se equivocaron.

—Lo hicieron —admite—. Fuimos sometidas a un test de coeficiente intelectual siendo solo unas crías que apenas llegaban a la estatura de un metro.Mi IQ fue bastante alto así que descartaron a Rubí como si fuera una pieza falsa y yo la verdadera. Mamá se la llevó con ella a Italia y de alguna forma terminaron viviendo en Sicilia.

—¿Creciste sin tu madre y es por ello que le hiciste lo mismo a tus sobrinos?

Repentinamente la brisa marina nos eriza la piel como un mal presagio.

—El test fue solo el principio de lo que estaba por venir —Baja la vista a sus manos y deja de presionar la barandilla como si recién se diera cuenta de que lo estaba haciendo—. Viví dos años con mis abuelos paternos y mi padre hasta que este se volvió a casar y entonces fui enviada a uno de los mejores internados de Escocia. Mientras Rubí pasaba sus días en la playa con nuestra madre y nuestro abuelo materno rodeada de amor, felicidad y cariño, yo estaba sola en un maldito internado a temperaturas bajo cero.

—¿Y culpas a tu hermana por ello? —Observo su perfil—. ¿Por la negligencia de vuestros padres?

—¡Ella siempre fue más lista que yo! —Reacciona de una forma visceral y me toma desprevenida la capacidad con la que se quiebra la máscara de hielo que siempre lleva.— ¡Yo tenía que haber vivido su vida! ¡Pero la única vez que demostró ser menos audaz, fue en el maldito examen que definió nuestras vidas!

Las lágrimas cubren sus mejillas sonrojadas por el esfuerzo de gritar y la rabia.

—Tenía cuatro años —digo con calma, todo lo contrario a su estado de animo—, no lo hizo a drede, tus abuelos son los malditos psicóticos que escogen entre sus nietas como si fueran robots.

—Pasé mi infancia y parte de mi adolescencia en ese lugar —continúa imitando mi calma y eso me descoloca, la facilidad con que pasa de un estado de ánimo a otro—. Solo veía a mi familia en vacaciones, ese maldito internado era un creador de monstruos. Cuando cumplí dieciséis fuimos visitados por una agencia y ellos me ofrecieron la oportunidad que estaba buscando:  Desatar la ira por toda la mierda que había vivido cazando criminales.

—¿Desatar la ira o la psicópata que llevas dentro?

—Tenía dieciocho cuando me dieron mi primera misión: Cazar a una rata rusa. Esa fue la primera vez que asesiné a una persona —Me mira—. Se sintió tan liberador, creo que entiendes a que me refiero.

Desvío la mirada hacia otro lado y aparto de mis pensamientos el rostro sin vida del soldado de Flavio al que le atravesé el cuello con un palillo chino. Sí se sentió liberador, pero no siento placer por hacerle daño a las personas que amo.

Yo no soy Gema.

Sacudo la cabeza para eliminar esos pensamientos y sigo prestándole atención.

—Fue ahí cuando mi camino se cruzó con el Boss de la Bratva, un tipo algo mayor, pero guapo y con la madurez que la faltaba a los chicos a mi alrededor —Sonríe como si pudiera recordar cada detalle de ese día—. Él no tardó en poner el mundo a mis pies, con él podía desatar el monstruo dentro de mí y aún así me amaba. Algo me dice que sabes a que me refiero.

—Siento que se aproxima un pero —Ignoro su indirecta pero no lo deja pasar.

—No somos tan diferentes, Elizabeth.

—Deja de compararnos.

—Yo era una militar —Pasa de mis palabras—.Me estaba ganando un nombre y por primera vez mi familia paterna estaba orgullosa de mí, así que dejé de lado mis sentimientos y abandoné a Mijaíl —Su expresión vuelve a tornarse sombría—. Mientras tanto Rubí vivía su romance con Franco, un tipo que llevaba el apellido del asesino de nuestra madre, y nadie decía nada al respecto, ella igual seguía siendo amada por todos.

Observo el hastío en su cara y entonces lo entiendo.

—Envidia.

—¿Qué?

—Has hecho todo esto por envidia —afirmo lo obvio—. Si tú no podías ser feliz pues ella tampoco.

—¡Su vida tenía que haber sido la mía! —grita y vuelve a la calma en un parpadeo—. Yo nunca hubiese tenido que dejar al hombre que amaba si Rubí hubiese sobresalido en ese test.

—¡No disfraces tu cobardía y narcisismo! —Esta vez soy yo quien grita, ya que literalmente la mujer delante de mí ha destruido mi vida y la de otros solo porque no quiso vivir la suya.—Tú no escogiste tu amor por encima de todo porque preferías ser admirada y elogiada por todos más que por un maldito criminal. Y eso no está mal —Coincido con ella—. Lo que está mal es que hayas arruinado la vida tu propia hermana y te has llevado a varias personas por delante solo porque decidiste no vivir la tuya.

—¡Rubí me dio la espalda cuando más la necesitaba, puso a ese criminal por encima de mí, su gemela, merecía una lección!

—¡Oh, ahí está la verdera Gema! ¡La Gema narcisista que justifica sus acciones con el abandono! —La miro y realmente quiero sentir pena, pero no siento absolutamente nada por ella—. No sé cómo sucedieron las cosas, pero vi la forma en que Rubí te miraba hace unos minutos, ella te ama y probablemente te idolatra, estoy segura que ese amor ciego no era muy diferente hace veinte años.

—Sin Gema no hay Rubí, si yo no puedo ser feliz, ella tampoco lo será. Somos almas gemelas.

Me burlo.

—Menuda mierda de eslogan —Me burlo en su cara—. Que llevéis la misma sangre, y seáis casi iguales no significa nada, una serpiente como tú no puedes ser el alma gemela de alguien como Rubí. No la conozco pero he escuchado suficientes testimonios para saber que no os parecéis en nada.

—Sin embargo ahora tengo su amor y su lealtad, ella regresó a mi lado, donde siempre tuvo que estar, porque si yo soy feliz, ella lo será.

Acorto la distancia entre nosotras y sonrío.

—Eso es porque probablemente no tenga idea de lo que hiciste y no estaría de más ponerla al día sobre lo que su hermanita le ha hecho creer todo este tiempo.

Intento regresar a la habitación de la que acabamos de salir pero Gema no tarda en dar dos pasos y lanzarse a por mi cuello.

—Traerte aquí ha sido un error —Sus manos aprietan mi garganta y no hago nada para quitarlas, no aún.—.No subestimes tu suerte solo estás vivas porque yo quiero a Demon para asesinarlo con mis propias manos. El idiota obsesivo de Marchetti insistió en traerte aquí, pero bien puedo callar tu boca y que nunca vuelvas a pronunciar palabra con solo cortar tus bonitas cuerdas vocales.

Intento mantener tanto oxígeno como puedo en mis pulmones esperando a otra de sus confesiones.

—Eres material desechable Elizabeth, un medio para un fin, aquí todos queremos algo ya sea la cabeza de tu amante o la fórmula de O.R.O., pero realmente no le importas a nadie —Su agarre se afianza a un más y yo comienzo a hiperventilar—. Tus días aquí están contados, enmudecerte solo lo hará más divertido.

El estruendo de un objeto al romperse en el interior capta su atención y aprovecho la distracción para quitármela de encima de un puñetazo. El hueso se quiebra debajo de mi puño así que probablemente le fracturé la nariz.

Un chillido sale de su boca mientras intenta controlar el sangrado por sus fosas nasales y realmente considero el hecho de que no sería tan difícil golpear su cabeza con alguno de los jarrones que hay en la mesa del café, aprovechando su distracción. Podría derribarla y una vez inconsciente lanzarla al principio.

Mi mano está a punto de hacerse con el objeto más cercano para golpear su cráneo, pero visualizo una sombra moverse en el interior de la casa. Mi vista va de regreso a Gema y decido dejarla gritando por su nariz. Su verdugo será la persona que más dice amar, no yo.

Regreso a mi habitación con más dudas que antes pero con una cosa clara, ya esto no se trata de mí, voy a sacar a Rubí y a esa bebé de aquí, como sea, así tenga que aceptar la nueva oferta de Romeo.

Asesinar a Mijaíl Golkov II.

✧✧✧

La brisa mañanera se cuela por los ventanales en forma de arco y realmente este lugar sería digno de disfrutar sino fuera por la compañía y los secretos que oculta.

El desayuno transcurre en calma, lo suficiente normal teniendo en cuenta con quienes comparto la mesa, esta vez me encargué de que Romeo probara mi comida ya que lo que menos necesito es ser drogada por alguno de ellos y dejar que decidan mi suerte.

Todos aquí quieren algo, algunos poder otros venganza, de alguna forma retorcida yo soy el medio para ambas. Sin embargo está Álvaro, creció en una familia rica: los Montenegro; es único hijo así que será el sucesor de su padre, tiene su propio imperio asegurado por lo que sigo sin encontrar motivo alguno para que esté aquí con nosotros.

Solo el tintineo de los platos y los cubiertos  rompe el silencio, pero la calma absoluta es solo el aviso de que algo peor está por venir y así sucede, repentinamente un cuerpo es arrojado sobre la mesa donde todos desayunan y los ojos sin vida de una chica me devuelven la mirada.

—Vas a tener que conseguir una nueva fisioterapeuta para tu esposa —suelta el psicópata de Mijaíl mientras se sienta al otro lado de la mesa con todo su cuerpo aún manchado de sangre.

Me obligo a apartar la vista del cadáver de la chica totalmente llena de cortes y trato de mantener mi desayuno en mi estómago, lo que menos necesito es fortalecer la teoría sobre mi supuesto embarazo.

Me toma diez respiraciones calmarme e intentar no pensar en la vida de la joven en la mesa, probablemente tenga una familia que depende de su trabajo, quien sabe si tiene hijos o una madre preocupada que espera su regreso. Quizás la necesidad la trajo a la puerta de las personas equivocadas.

Mis ojos se llena de lágrimas al ser testigo de tal atrocidad y saber que estas cosas suceden a diario por gente sin escrúpulos como Mijaíl, como Marchetti.

Mis nudillos se vuelven blanco empuñando mi falda y la compasión en mis venas rápidamente se transforma en rabia. Sin embargo antes de que pueda tomar una decisión impulsada por mis sentimientos una mano toma la mía por debajo de la mesa.

Giro mi rostro para encontrarme con Álvaro quien mira más allá del cadáver, más allá de Romeo sentado frente a él, su vista está en la línea del horizonte que parece dividir el cielo del mar. Así que lo imito contando los segundos para que podamos ponernos de pie.

Por fin Marchetti da por concluido el desayuno luego de echarle una bronca estúpida a Mijaíl sobre que deje de traerse sus presas a la mesa como un maldito gato callejero. Sus palabras van a parar a oído sordos o más bien drogados ya que su sobrino parece estar en otra galaxia por la forma psicótica de sonreír y su hiperactividad.

¿Es tanto pedir que caiga al suelo y se ahogue con su propio vómito debido a una sobredosis?

—Solo tienes que fingir que te interesa, no es tan difícil, ya lo has hecho antes —sugirió Romeo la noche anterior cuando me propuso su nueva oferta, lo que él no sabe es que nunca fingí interés por Demon, fue genuino. Créeme no es necesaria la coacción cuando las vistas son totalmente tentadoras y encima vienen acompañadas de un carácter derrite bragas.

Por otro lado Mijaíl es la definición perfecta de la manzana podrida, en algún momento su físico seguro fue hermoso, pero ahora mismo el exterior está dejando ver los gusanos que viven en el interior.

—Sígueme —Me ordena Marchetti como si yo fuera un chucho y estoy tentada a enseñarle el dedo del medio pero en estos momentos solo quiero apartarme de la vista sangrienta en la que se convirtió la mesa del desayuno.—. No puedes andar por ahí sin vigilancia.

Ni que fuera un animal salvaje.

—No entiendo la necesidad de vigilancia, no sé conducir, tampoco nadar y menos volar un avión así que no es que pueda ir muy lejos.

Claramente Gema ya le contó que me encontró en la habitación de Rubí, así que la vigilancia no es porque pueda escapar sino por lo que pueda encontrar en este lugar.

—Igual no me fío de ti suelta por ahí, solo Dios sabe que manías aprendiste de ese bastardo —Caminamos por los extensos pasillos con pisos de mármol, pasando por numerosas puertas cerradas hasta salir al área de la piscina.—Tendrás dos escoltas, cambiaran de turno para vigilarte —Señala a dos tipos enmascarados, con la misma vestimenta de los que sirven la comida y me pregunto como los diferencia hasta que veo lo que supongo son apodos bordados en sus camisas—. Ellos me informaran de cualquier que cosa intentes hacer y no esté aprobada por mí.

—Como sea, mientras se mantengan a dos metros de mí, tampoco quiero sentir su respiración en mi nuca.

—Antes acatabas mis órdenes sin quejas, espero que no te hagas ideas incorrectas sobre que puedes enfrentarte a mí, o tendré que recordarte como ser una dócil niña —Lleva la mano a su cinturón como una amenaza oculta.

Miro la franja de cuero en su cintura y juro que con ese mismo haré trizas su espalda.

—¿Qué ganas con todo esto? —Cuestiono, ya que todos aquí quieren algo, pero aún no me queda claro que mueve a Marchetti: ¿Venganza o poder?

—¿A qué te refieres? —Un mechón rubio cae sobre su ceño fruncido y noto su piel un poco más arrugada. Los años lo están alcanzando.

—Lo que escuchaste —Enfrento su mirada helada—¿Qué ganas con todo este circo que has montado?

—Reunir a mi familia.

—Eso suena demasiado falso y benevolente para alguien como tú —señalo lo obvio—. No me creo eso de jugar a la casita feliz.

—Cuidado con la forma en que te diriges a mí, mi pequeña Rubí —Su índice toca mi nariz—. Pero tienes razón sería estúpido que alguien como yo se conformara con ser un padre ejemplar. Todos estos años he dado mi mente al servicio de la Famiglia, ya va siendo hora que use mis ideas a mi favor.

Me trago las ganas de decirle que realmente no hizo nada importante por la Famiglia.

—¿Planeas crear tu propia organización criminal?

—Siempre fuiste tan lista, claramente saliste a tu padre —expresa con un extraña adoración que me hace estremecer—. Pero en este mundo lleno de fieras para que una organización pequeña pueda sobrevivir... Hay que eliminar a sus principales contrincantes.

—La Bratva y la Famiglia.

—Exacto, es ahí donde entras tú mi pequeña Rubí,  lo que corre por las viejas bocas es que una mujer nacerá para ello. Hace veinte años pensé que esa mujer era tu madre, hasta que descubrí que era su gemela quien se acostaba con Mijail Golkov I.

—Estás realmente desquiciado si crees en esa necedad.

—¿Lo estoy? —Da a un paso hacia mí y me obligo a no apartarme con miedo—. Podemos comprobarlo... le enviamos tu ubicación al bastardo de Demon y será cuestión de unas horas para tenerlo aquí bajo mi techo. A Mijaíl le gusta un buen reto y que tu esposito haya asesinado a su padre aún le escuece. Los dos juntos en una jaula... el que salga vivo se lleva a la chica... ¿Crees que no funcionaría? Los líderes de las mafias más sanguinarias matándose entre ellos por ti... Es como dicen por ahí... ¿Matar dos tigres de un disparo?

Ni siquiera el dicho es así.

—Para cuando acabe la noche, uno de ellos estará muerto y el otro morirá en tus manos...—continúa con su idea loca—, porque nunca escogerías la vida de un criminal sobre la de tu madre y tu hermana ¿verdad?

—¡Prefiero suicidarme antes de asesinar a Demon, si es ese tu maldito plan!

—¡Si intentas atentar contra tu vida, será tu hermanita mi nueva pequeña Rubí y sabes de primera mano como trato a mi hija preferida, Elizabeth! —Intenta tomar un mechón de mi cabello pero me aparto bruscamente.

Respiro, inhalo y exhalo varias veces tratando de recuperar la calma, porque si algo sé es que Demon no vendrá, no después de haber visto ese video.

—¿Puedo ver a mi madre? —Cuestiono con voz calmada, necesito vivir el tiempo suficiente para sacar a Rubí y a la bebé de aquí, contradecir a Marchetti solo puede acelerar mi muerte.

—Solo cuando Gema o yo estemos presentes.

Señala a uno de los tipos con máscaras para que lo siga, dejándome con el más alto, pero antes de que se marche le pregunto algo que lleva rato dándome vueltas en la cabeza.

—Mijaíl dijo que esa chica era la fisioterapeuta de tu esposa... ¿Stella está aquí? —Lo que menos necesito es otra loca en el club usemos a Elizabeth para terminar con Demon.

—¿De verdad crees que movería un solo dedo por esa perra?

—¿Entonces a quién se refería?

—A mi esposa, Rubí —responde con sorna y tengo que apretar mi puños y clavar las uñas en las palmas de mis de manos para no cruzarle el rostro de una cachetada.

Hijo de perra.

Tomo otra respiración profunda y me propongo buscar a  Álvaro, pero mi nueva sombra parece que no entendió la parte de a dos metros.

—Dos metros dije —me giro para enfrentarlo y él lavanta las manos enguantadas en señal de paz, aunque algo me dice que se está riendo detrás de esa estúpida máscara, como un desquiciado igual que la mayoría de los habitantes de esta casa.

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Holaaaaaa, aquí otro capítulo 🩵

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