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✧Capítulo 35✧

<<Elizabeth>>

Cada instalación del yate destila lujo, suntuosidad y exclusividad. El casino no fue la excepción. Lleno de máquinas tragamonedas, mesas para apostar y enormes pantallas donde se puede observar una carrera de caballos.

Parece sacado de Las Vegas.

— ¿Es cierto el rumor que corre de que atacaron tu casa? —Álvaro Montenegro toma asiento junto a mí con un Martini en su mano.

Lleva pantalones negros ajustados y una camisa de vestir gris. Su cabello luce más rizado que anoche.

Es un chico mono, pero no posee nada del otro mundo, como son los ojos de Demon.

No tengo idea de por qué los comparo, aunque lo más posible es que cada hombre que conozca en esta vida lo compare con él.

Bien por ti, Elizabeth.

— Eso dijeron los guardias —respondo—  Tengo la misma información que tú aunque teniendo en cuenta la cantidad de enemigos de la Famiglia, no me sorprende —Inserto otra moneda en las tragaperras y le doy a la palanca.

Ambos observamos cómo salen tres símbolos de dólares; y sonrío.

— ¡Vaya! Te has ganado unos billetes.

Ruedo los ojos.

— Ese es el truco, te permite ganar en los primeros intentos para que sigas jugando y pierdas lo que acabas de ganar. Ya sabes la avaricia rompe el saco.

Un perfume dulzón y repugnante nos golpea y no tarda en hacer acto de presencia la viuda Caputo.

— Mientras sea el saco y no el himen.—su comentario es una daga para la cual yo soy el blanco.

Paso totalmente de ella y centro mi vista en la mesa donde se encuentran Madre y Fiorella apostando hasta las extensiones del cabello.

— Que vieja tan petulante, intimida la forma en que sonríe con tanto botox en el rostro —Álvaro habla en español y sonrío porque parte de eso sí lo entendí.

Recojo mis ganancias del juego y caminamos hacia el sofá más cercano.

— ¿De verdad estudias medicina?—cuestiono cambiando a un tema más factible.

Una de las chicas del servicio me ofrece una copa de vino pero declino su oferta, suficiente con la copa de la cena.

Me vista se detiene un momento en su rostro familiar y la reconozco como la misma chica que fue tocada por el mano suelta esta mañana.

Parece un poco asustada.

— ¿Estás bien? —me escucho preguntar y me mira con el ceño fruncido como si no pudiera creer que le hubiera dirigido la palabra.

Ahora que está tan cerca puedo ver el inicio de una cicatriz en su cuello.

— Sí, no sé preocupe, señorita Marchetti —deja ver un intento de sonrisa y hace una pequeña inclinación con su cabellera castaña.

Si ser parte de la Famiglia es una maldición, trabajar para ella debe ser un infierno.

Álvaro toma la copa en mi lugar, mirándola a la chica, con el ceño fruncido.

— Sí, estudio medicina —responde luego de que ella se marcha. — Aunque a mi padre no le haga mucha gracia —le da un sorbo a su nueva bebida— Quiere que yo maneje los negocios el día que él no esté y realmente no tengo más opción que aceptar ir a sus viajes de negocios a cambio de que me deje cursar la universidad.

— El deber siempre presente en nuestras vidas.

Desde pequeños tanto hombres como mujeres somos entrenados para ser lo que la sociedad espera de nosotros, y más en un mundo como la mafia y los cárteles. Los hombres para ser soldados o recibir el cargo de su padre, las mujeres para satisfacer a los hombres y darle herederos.

— ¿Has viajado mucho?

Álvaro me mira por un momento con la confusión bañando su rostro pero luego su expresión se suaviza.

— Lo suficiente, puedo decir ¿Por qué?

— ¿Cómo es el mundo exterior?

Una sonrisa triste tira de sus labios.

— Si lo que quieres saber es cuál es más cruel, mi respuesta es que ambos compiten por el primer lugar. En la mafia reconoces a los monstruos porque llevan armas y la carencia de sentimientos reflejados en el rostro, allá fuera, el ser más sádico puede llevar una bata de médico o estar dirigiendo un país —bebe de su copa y se queda observando el vino restante— Ni siquiera creo que sean dos mundos diferentes, las campañas de los políticos muchas veces están financiadas por dinero sucio y las leyes no siempre se cumplen. Más bien creo que es un solo mundo donde hay bien y mal.

— En la mafia no hay bien.

— No lo hay. Una vez que estás dentro de la mafia solo puedes escapar muerto, y tú eres una princesa de la Famiglia, a donde sea que huyas nunca escaparás de tus orígenes.

Un nudo se forma en mi garganta.

— Soy adoptada, yo no pertenezco aquí.

— Repite esas palabras hasta que te convenzas de ello.

— ¿Si tuvieras la oportunidad de huir no lo harías?

— ¿Y quién dice que no lo hice?—sus ojos verdes me observan con cierta melancolía— Estuve dos años en Londres valiéndome por mí mismo hasta que terminé asesinando a un idiota pedófilo hijo de un político conocido al cual las autoridades no hacían nada por frenar. Ahí me di cuenta que tan marcado estaba por el mundo donde crecí.

— ¿Eso qué quiere decir? —trago para aflojar el nudo en mi garganta pero es en vano.

— Que en mi caso llevo el cártel en mi sangre y tarde o temprano iba a dejarlo salir. Ahora respóndeme tú. Eres adoptada pero... ¿Realmente sientes que no perteneces a la Famiglia?

— No pertenezco a este lugar —la respuesta sale de mis labios antes de poder detenerla.

Mis manos también están manchadas de sangre.

— Entonces busca algo bueno en tu mundo o constrúyelo. Recuerda la famosa frase de que nadie es completamente bueno ni completamente malo.

— ¿Estás justificando a cada psicópata que está en este barco?

— No, solo quiero que tomes la decisión correcta.

Mi vista se posa en el ventanal que da al exterior y noto que Luigi está a unos metros junto a otros guardias.

La idea de escabullirme y marcarle a Franco, pasa por mi cabeza, ya que tengo la ligera sospecha de que fue él quien atacó la casa de Padre.

— ¿Hueles eso? Soy sensible a los olores —cuestiona Álvaro recuperando mi atención.

Olfateo como si fuera un perro y él también.

De repente toma mi muñeca derecha e inhala tal cual drogadicto.

¡¿Qué hace?!

— Dios, mujer pero qué perfume usas, hueles a diosa...—Sus ojos brillan pero cambian totalmente cuando se percata de algo detrás de mí

Miro en su misma dirección y el corazón se me agita.

— Señorita Marchetti, necesito que me acompañe —ordena Demon al acercarse sin despegar su mirada ensombrecida de Álvaro, quien aún sostiene mi mano.

— Como puedes ver estoy ocupada —señalo al chico junto a mí— Hablando con mi amigo Álvaro así que no puedo acompañarte.

Sus ojos me observan más gélidos que nunca.

— No sabía que eras tan buena para hacer amigos —sus labios se curvan en esa sonrisa cínica que no promete nada bueno— Me pregunto si a tu Capo le agradará que tengas amiguitos hombres.

— ¿No deberías estar cumpliendo tu parte del trato con la bruja del botox? —me pongo de pie e un intento de igual su postura.

Pero es solo eso, un intento, Demon no se llama Demonio por gusto.

— O vienes conmigo o te obligo a qué vengas conmigo —Un músculo en su mandíbula se tensa cuando me da ese ultimátum.

— No te atreverías... —sonrío ya que hay varios ojos puestos sobre nosotros sin embargo solo Álvaro puede escucharnos bien.

Amoreeee mío—grita Fiorella acercándose a nosotros y doy un paso atrás por inercia.

Mi hermana adoptiva se tambalea como muestra de la gran cantidad de alcohol en su sistema y termina impactándose contra Demon, quien la agarra por un brazo antes de que se impacte contra el suelo.

— ¿Dónde está tu madre? —le pregunta y ambos miramos a donde Fio señala.

Madre está en un peor estado que su hija, tomando directamente de la botella y a punto de apostar su anillo de matrimonio.

— Te llevaré a tu habitación —Demon la ayuda a mantenerse en pie y yo me obligo a apartar la mirada de ambos.

Genial, Fiorella va lograr su propósito: Arrastrarlo a su habitación y él por supuesto que la va a seguir.

— Elizabeth ven con nosotros —ordena repentinamente y me da el bolso Channel de Fio— Lleva eso, antes de que termine perdiéndolo en la mesa de apuestas.

Me veo obligada a seguirlos así que comienzo a caminar junto a ellos.

(✧✧)

Recorremos la embarcación escuchando todos los intentos de Fiorella por meterlo en su cama e ignoro la punzada de molestia en mi pecho.

Creo que voy a vomitar en cualquier momento.

— ¿No puedes sujetar tú, un pequeño bolso? Tampoco es que la lleves en brazos así que puedes sujetar la mísera bolsa fácilmente.

— ¿No puedes esperar dos malditos minutos para regresar con tu amiguito el colombiano?—me dedica otra de sus miradas oscuras— Vi que estaban muy cómodos sujetándose las manos.

— ¿Demon cuando tú y yo nos pondremos cómodos? —chilla Fiorella ganándose la mirada de los guardias— Soy guapa y ricaaa —Alarga la a y comienza a reírse— Pero soy una superficial... Eso dijo el chico de ojos azules aquella noche.

Demon y yo intercambiamos miradas, ya que al parecer a Fiorella borracha se le suelta la lengua.

— Pero igual me lo follé —se ríe y repentinamente se calla mirando a Demon, con cara de espanto— No tendría que haber dicho esooo.

— No es que me importe realmente —responde el mismo sin inmutarse tan siquiera por parecer molesto.

— El idiota me utilizoooooo —las lágrimas inundan sus ojos celestes— Solo quería información de ella —me apunta con su uña color rosa.

Demon se detiene y le sujeta el rostro dejando ver un notable enfado.

— ¿Cómo era el tipo que te follaste Fiorella?

Fio sonríe victoriosa.

— ¿Estás celoso? ¿Lo matarás por tocarme?

— No, ambas preguntas ahora responde la mía.

Fio hace un puchero pero termina por soltar la sopa.

— Moreno, ojos azules, caliente como el infierno y jodidamente guapo. Su acento ruso me hizo abrirle las piernas en menos de veinte minutos de conocerlo.

Mi respiración se detiene.

— No me jodas Fiorella, te tiraste a Romeo Golkov —Demon la mira indeciso entre matarla lentamente o darle una muerte instantánea.

El chico de ojos electrizantes.

— Él me sedujo, Demon ¡No me dejes! Él quería información de Elizabeth, todos siempre la quieren a ella, incluso papá, desde que Elizabeth llegó a casa siempre tuvo su atención.

Sonrío un poco triste sintiéndome realmente mal por ella.

— Estoy segura de que estabas mejor sin esa "atención" de Padre.

Lo suficiente sádica como para que mi cerebro se esfuerce en no recordarla.

Fiorella se inclina en mi dirección y sonríe con descaro.

— Igual me follé al ruso a cambio de que se deshaga de ti.

Observo la persona que ante la ley es mi hermana y me doy cuenta que es exactamente eso lo que nos une, un triste apellido.

Fiorella deja escapar un grito por el fuerte agarre de Demon en su brazo, quien termina de arrastrarla por los pasillos hasta su habitación conmigo siguiendo sus pasos.

Saco la llave del bolso de Fio y abro la puerta de su camarote.

Demon la deja caer sobre la cama con cero delicadezas y toma el bolso de mis manos para lanzarlo a la papelera.

— Me pregunto qué pensará tu padre cuando se entere que te revolcaste con el enemigo y encima les diste información de tu hermana.

Los ojos de Fiorella se abren como platos y ahora parece un poco más sobria antes de caer desmayada sobre la cama.

¿Cómo estará el bebé en su vientre?

Sigo a Demon fuera de la habitación y cierro la puerta al salir. Observo los músculos de su espalda y noto que está realmente tenso, a través del suéter.

— Demon...—Se gira hacia mí y mis palabras mueren en su boca en el momento que nuestros labios se juntan.

Otra vez estoy bajo el hechizo de Demon Leone siento devorada hasta la saciedad y sin ser consciente que está vez soy yo quien muerde su labio inferior incitándolo a que me deje acariciar su lengua cosa que no tardo en lograr.

Dios sabe tan bien como el chocolate, igual de adictivo.

El oxígeno pasa a un segundo plano mientras su cuerpo acorrala el mío contra la pared más cercana y una pizca de cordura me recuerda que estamos en medio de un pasillo donde cualquiera podría vernos.

Sin embargo ese rastro de sobriedad desaparece cuando sus labios comienzan a descender por mi cuello y me veo obligada a morder mi labio inferior para acallar los ruiditos de satisfacción que se me escapan.

— Demon... Alguien... Podría...—pierdo el hilo de lo que estaba diciendo cuando con su rodilla separa mis piernas y su mano se cuela debajo de mi vestido para ascender por mis muslos y encontrarse con mis bragas empapadas.

¿Qué carajos estaba diciendo?

— Joder...—gruñe en mi cuello y sus labios enfundan en la misión de estimular mis pechos por encima del vestido.

Bendita la hora en que opté por un brasier sin efecto push up.

Mis manos se aferran a su hombros y mis uñas se clavan en su suéter oscuro en el momento que aparta mi ropa mi interior y frota mi clítoris hinchado con su pulgar.

Esa simple acción me hace sentir que estoy perdiendo la batalla así que digo la primera estupidez que me pasa por la mente.

— Eres imbécil. —No me sorprendería si Demon cree que soy bipolar.

— E igual estás empapando mi mano —susurra e introduce un dedo dentro de mí que hace casi me corra pero por suerte aún tengo un poco de control de mi cuerpo.

— Eres un... Idiota.

— Pues usa a este idiota para tu placer Joya mía —sus labios vuelven a los míos y casi me siento desfallecer por su orden.

Introduce un segundo dedo, estirando, enroscado y acariciando. Aliviando el dolor de la noche anterior y creando uno nuevo y placentero.

Mi cuerpo tiembla y nuestras miradas se encuentran cuando retira los dedos lentamente para introducirlos de nuevo pero más profundo tocando un punto que me hace gemir en su boca.

Su otra mano acaricia mi cuello mientras la que está entre mis piernas presiona su palma sobre la protuberancia hecha para el placer femenino y dejé ir otro gemido mientras mis caderas se movían haciéndolo penetrar más profundamente.

Luego de esto no podré mirarle a la cara durante los próximos tres siglos.

— Jódete, Demon... —susurro y sonríe causando que me catapulque hasta el éxtasis.

— Jódeme, Elizabeth...—su tono aterciopelado  se siente como miel deslizadonse por mi piel y mi cuerpo se estremece en respuesta.

Su ritmo aumentó hasta que mi cuerpo se estremeció lo suficiente como para ignorar los pasos que se escucharon a los lejos.

Un orgasmo benditamente liberador me recorre dejándome totalmente extasiada a la vez que un chasquido hace que las luces del pasillo se apaguen y mi cuerpo se apoye en Demon, inhalando bocanadas de aire.

(✧✧)

— No me acosté con ella. La viuda Caputo pensó que tenía con que chantajearme sin saber que su estatus social depende precisamente de mí, incluso sus finanzas.

— ¿Siempre tienes un as bajo la manga?

Caminamos de vuelta al casino luego de nuestro pequeño encuentro del cual por suerte resultó que nadie fue testigo.

Dios, eso fue peligroso pero excitante.

— En la mafia no se sobrevive haciendo precisamente lo correcto.

— Anotado.

— Eres una buena alumna.

Me dedica una de sus sonrisas moja bragas lo que me trae imágenes a la mente de él sobre mí.

Miro hacia otro lado con las mejillas ardiendo.

— ¿Qué pasó con la casa de Padre?

Había olvidado por completo lo sucedido.

— Fue atacada, pero aún no sabemos por quién, nuestros hombres están investigando.

— ¿Cómo están las empleados?

Me preocupa Lorenza.

— Las mujeres bien, los hombres algunos no corrieron con la misma suerte.

Suspiro.

— ¿Se sabe que buscaban?

— Tal vez información sobre nuestras finanzas o... Información sobre alguien —Me observa con una expresión ilegible. — Como sea he decido reforzar la seguridad.

Podría asegurar que Franco Leone II tuvo algo que ver con ese ataque.

Un guardia pasa junto a nosotros y hace una pequeña inclinación

— Buenas noches, joven Leone y señorita Marchetti.

Esperamos a que desaparezca por el pasillo para terminar nuestra conversación; pero de repente una bala impacta contra el cuerpo del mismo sacándome un grito.

Dios mío... Lo han matado...

No me da tiempo reaccionar cuando Demon tira de mi mano y me hace correr por los pasillos hasta mi habitación.

— ¡¿Qué acaba de suceder?!

Veinte segundos más y hubiéramos sido nosotros.

Antes de entrar su mano presiona un botón rojo incrustado en la pared y las palabras: Sistema de seguridad, activado; pronunciadas por una voz robótica, inundan toda la embarcación.

Un malestar me inunda el pecho y trato de ignorar la ansiedad que me da saber que algo malo se aproxima.

Franco no atacaría este barco...¿Verdad?

En el momento que entramos a mi habitación, Demon golpea con el codo un lugar en la pared y aparecen dos puertas las cuales abre en una milésima de segundo, dejando a la vista el armamento necesario para sobrevivir en una guerra.

No sabía que eso estaba ahí ...

Comienza a preparar las armas con una velocidad increíble mientras yo aún sigo en shock, observándolo.

El ruido de más disparos me saca del trance.

— Elizabeth no puedes salir de esta habitación hasta que yo regrese... —sus manos enguatadas cubren mis mejillas obligándome a mirarlo— O lo haga Donato o Enzo. Ellos se identificarán antes de entrar.

— ¿Por qué vendrían ellos y no tú? —me escucho preguntar mientras mis ojos miran esos iris rojos, con cierto temor a su respuesta.

— Estamos bajo ataque —confirma mis sospechas— Así que ahora soy tu Underboss y mi orden es que te quedes aquí. Si ves que esa puerta se va abrir, tomas el chaleco antibalas y el arma que dejé para ti. Te vas a esconder en el closet y si alguien te descubre, disparas —Sus manos enguatadas acarician mi rostro—. Recuerda esto: siempre dispara al pecho, es el lugar más amplio y más fácil para derribar al enemigo.

Asiento intentando no parpadear porque repentinamente mis ojos se han llenado de lágrimas.

El mismo temor de aquella noche en el palacio, regresa.

— ¿Recuerdas nuestra promesa? —Cuestiono, tragándome un sollozo.

— Tú y yo juntos.

— Eso significa que tienes prohibido morirte Demon, no hasta que yo lo haga, sino estarías incumpliendo tu palabra.

Demon sonríe y desearía no tener el miedo a que esa sea la última vez que vea su sonrisa.

Si esas personas atacaron un yate con un ejército de hombres a bordo  obviamente no son idiotas y vienen a por todos.

— Lo mismo va para ti, Elizabeth —sus labios dejan una caricia en mi frente y al segundo ya no está.

La puerta se cierra detrás de él y estúpidamente intento abrirla pero no funciona.

Me dejo caer en el suelo e intento no pensar en cómo terminan la mayoría de los ataques.

Padre siempre decía que una vez que un bando enemigo se lanzaba contra otro solo acaba con la muerte total de todos sus miembros.

Muy pocas veces el bando atacado sobrevivía.

Más disparos me hacen temblar y un olor extraño inunda mi nariz. Mi vista viaja hasta la rejilla del sistema de aire acondicionado, de donde sale un humo blanco.

— ¿Qué es eso? —digo en voz alta y por inercia tapo mi nariz.

Hago todo lo posible por no respirar el humo mientras camino hacia donde está todo el armamento y encuentro máscaras de gas. Me coloco una lo más rápido posible y entonces me percato de que no vi a Demon tomar una para él...

¿Y si el humo es venenoso?

Un pequeño zumbido capta mi atención y me encuentro con un auricular. Me lo coloco y me tranquiliza escuchar la voz de Demon.

— Perdí el auricular anoche, te estoy hablando por el walkie ¿Qué ves en las cámaras de seguridad?

Todo parece tranquilo—habla quien reconozco Donato— Demasiado tranquilo como…

¿Cómo va estar todo tranquilo si parece que el mundo se está acabando allá fuera?

Si estuvieran las imágenes en bucle —termina por él.

Demon entra a una maldita habitación, nuestros guardias se encargarán de esto —le pide Enzo pero escucho a Demon negarse.

¡Testarudo, qué lo pueden matar...!

Me coloco el chaleco antibalas, tomo el arma y otra máscara. Camino hacia a la puerta pero fracaso en el intento de abrirla.

¿Por qué no regresa y espera a que los guardias calmen la situación?

Porque Demon es un capo sin tener oficialmente el cargo, no dejará que maten a sus hombres.

A través del auricular escucho un disparo y el miedo corre fluidamente por mis venas, pero la voz de Demon no tarda de nuevo en hacerse escuchar.

— ¿Por qué mierda estos idiotas llevan una puta máscara puesta?

Alguien filtró alguna sustancia en el aire acondicionado...—escucho la voz de Donato— Tuve que romper una ventana o me ahogaría.

Observo mi habitación pero sería inútil romper el enorme ventanal que seguramente es blindado.

Sigo intentando abrir la puerta y cuando estoy a punto de darme por vencida esta cede milagrosamente.

Se escucha la voz robótica otra vez, anunciando que el sistema de seguridad mi puerta se ha desactivado.

Okey... Eso es raro

La abro despacio y distingo en el pasillo lleno de humo blanco, a dos hombres tirados al suelo, parecen guardias.

O golpear la puerta funcionó o quién quiera que esté ahí afuera a quien realmente quiere es a mí.

Llama a Luca a Nueva York y dile que entren en el sistema de seguridad del barco.

Estoy en ello —le informa Donato.

Mierda, por qué no me avisaste, que bloqueaste todas las puertas y ahora no puedo salir de aquí para ayudarte —le reprocha Enzo.

Estaré bien.

¿La única puerta desbloqueada es la mía...?

Vendrán a por mí, necesito moverme.

Camino por el corredor silencioso y solitario intentando no entrar en pánico por cada maldito disparo que escucho.

No tardo en distinguir una figura acercándose con una máscara puesta y no hay que mirarlo dos veces para saber que no es de la Famiglia.
Su postura amenazante entra en alerta cuando se percata de mi presencia y me sexto sentido me dice que corra cosa que hago.

Corro hasta perder el aliento de vuelta a mi habitación, y alcanzo a llegar pero no a cerrar la puerta o al menos ganar algo de tiempo.

Su cuerpo empuja la puerta tirándome al suelo y el arma en mi mano rueda hasta debajo de un mueble. Intento alcanzarla pero su cuerpo me cubre y noto que trae unas esposas en la mano. Trata esposarme pero logro impactar mi rodilla en su ingle haciendo que suelte una de mis manos y antes de que sus brazos estén de nuevo sobre mí le clavo el palillo de mi peinado en la garganta y lo extraigo.

Lo acabo de matar...

Chorros de sangre le siguen a su grito estrangulado mientras cae junto a mi lado.

Trato de no mirar ni mi vestido ni mis manos y me concentro en recuperar mi arma. Me distraigo un momento con el tatuaje en la mano de mi atacante pero no le doy tanta vuelta al asunto antes de salir corriendo de allí, con el cuerpo lleno de temblores no solo por lo que me espera sino por lo que acabo de hacer sin parpadear.

(✧✧)

— ¡Quédate quieta o disparo! —Expresa una voz detrás de mí y me tenso. Me giro lentamente y distingo a otro hombre con una máscara puesta pero noto que trae a alguien con él a quien a punta con un arma.

La señora Zinerva.

— Si mi quisieran muerta, tu compañero lo hubiera hecho.

— Tienes razón la orden es llevarte viva pero nadie dijo nada de heridas o de involucrar a terceros —apunta con su arma a la señora Zinerva quien lleva una máscara.

Nos quieren despiertos a todos para cualquiera que sea el acto final.

— Idiota, esas no son formas de tratar a una dama —susurra la Señora Zinerva a través de su máscara mientras apoya su peso en un bastón, que nunca lo había visto usar.

— Será mejor que camines muñeca o le disparo a la anciana.

— ¿A quién le has dicho anciana, Figlio di puttana?

— Debería callarse… —repentinamente la palabras del hombre mueren en su garganta al ser atravesado por una especie de florete.

Un jadeo escapa de mi boca al observar la vida abandonar sus ojos lentamente cubiertos por la máscara.

La señora Zinerva quien luce indiferente le clava el objeto que escondía en su bastón por segunda vez sacándole su último aliento.

Madre mía, todos aquí están jodidamente locos. Ni siquiera vi en qué momento desenfundó esa cosa.

El cuerpo del hombre cae al suelo aun sujetando su herida y ambas vemos como se ahoga con su sangre.

Por el rabillo del ojo capto un movimiento y entre el humo distingo a una figura de cuatro patas acercándose. No tardo en visualizar a una Venus cubierta de sangre y con un brazo humano en su boca.

Se echa junto a mí y noto que este humo no la ha afectado lo suficiente para dormirla.

— Tenemos que salir al exterior, entre tanta neblina apenas y distingo nuestras figuras —la Señora Zinerva guarda el arma blanca que carga consigo y comenzamos a caminar con sutileza hacia los corredores exteriores seguidas de Venus.

Cuando dije que este barco es similar a una pequeña ciudad en el mar, no mentía, este lugar es enorme y sus pasillos parecen calles interminables.

No alcanzamos a cruzar al siguiente corredor cuando aparece otro tipo con mascara pero este a penas levanta su arma cuando una bala le atraviesa el cráneo.

Vaya...

Miro detrás de mi para ver de dónde vino el disparo pero con tanto humo no distingo casi nada a menos que este  medio metro de distancia.

Toco mi oreja y noto que perdí el auricular cuando el tipo del tatuaje me lanzó al suelo.

(✧✧)

Por fin llegamos a los corredores exteriores y una llovizna empapa mi rostro en el momento que me quito la máscara.

Tomo una bocanada de aire llenando mis pulmones.

Las luces están apagadas por lo que tengo que esperar a que mi pupila se dilate.

Distingo una figura en la oscuridad y le apunto con mi arma pero este alza los brazos en señal de paz.

— No dispare señorita Marchetti —Reconozco la voz de Luigi así que bajo el arma.

Cuando nos alcanza se quita su máscara y reparo en su rostro lleno de moretones así como las heridas en sus brazos.

— Un barco lleno de hombres nos atacó, de alguna forma hackeron nuestro sistema de seguridad por eso no lo detectamos mientras se acercaban.

— ¿Es algún clan buscando venganza? —cuestiona la señora Zinerva.

— No reconozco a ninguno de algún bando enemigo, en su mayoría tienen rasgos árabes y un acento que desconozco.

De repente algo frío se posa en mi sien y no tardo en percatarme que es el cañón de un arma.

Sin embargo es la voz de quien me apunta la cual me envía a otra dimensión, desbloqueando recuerdos en mi mente que tanto me esfuerzo por no recordar.

— Elisabeth, nos volvemos a ver…

Solo una maldita escoria como él, pronuncia mi nombre con un s.

_____

Estoy de vuelta 😏, como les va?

Si les gustó el capítulo dejen su voto y algún comentario... Me encanta leerlos 🥺🥺🥺

Solo les diré que no se aproxima nada rosa, va correr sangre...

¿Quién creen que haya organizado el ataque?

a) Un personaje nuevo.
b) Romeo.
c) Alguien que va en el barco.

*Insertar risa malvada😈*

Gracias por leerme🥺🥺💙💙💙💙

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