✧Capítulo 32✧
Estoy enamorado de la forma de tu cuerpo.
Aunque mi corazón también se esta enamorando.
Ed Sheeran – Shape of you
<<Elizabeth>>
Cuelgo la llamada en el momento justo que un guardia abre la puerta del cuarto de juegos y entra escoltando a tres niños entre los cinco y diez años.
— Disculpe señorita no sabía que el lugar estaba ocupado...
— ¡Oh no! —Guardo el teléfono en un bolsillo de mi vestido— No tengo ningún problema con que estén aquí.
El hombre de tez oscura asiente y camina hasta una de las esquinas del cuarto de juegos, donde se queda vigilando en silencio a los tres chicos.
¡Qué profesional!
— ¡Hola! —Me saluda el mayor de los críos con un guiño y los tres se sientan junto a mí en el sofá. — Me llamo Gianluca y ellos son Paul y Ryan, mis primos —señala a los dos chicos de cabello azabache junto a él.
Los tres tienen gran parecido, ojos azules, cabello negro, pómulos marcados y piel ligeramente bronceada.
— ¿Quieren jugar a algo? —cuestiono ya que los tres pares de ojos no se despegan de mi cara.
¿Los niños en la mafia juegan, no?
— Cualquier cosa es mejor que ver cuerpos cubiertos de sangre —responde Paúl, el mediano caminando hacia la consola.
— ¿Cuerpos cubiertos de sangre? —Mis ojos van de uno a otro.
¿Qué estarán haciendo en ese lugar a puertas cerradas?
— La Bratva atacó Filadelfia, tío Santino está a punto del colapso por la advertencia que le dio el señor Flavio —responde Gianluca tomando uno de los controles remotos.
El guardia carraspea detrás de nosotros como una advertencia de que no deben hablar de más así que rápido cambio de tema.
— ¿Quieren dulces? —Los tres asienten en sincronía.
El señor que nos vigila camina hacia la máquina dispensadora y nos entrega unos chuches.
Al parecer les tiene aprecio a los chicos.
Cada uno abre su tableta de chocolate pero el más pequeño no logra quitarle la envoltura.
Lo hago por él y me da una tímida sonrisa con las mejillas sonrojadas.
Es tan tierno.
— ¿Supongo que tú eres Ryan, cierto?
Asiente y lo observo con atención.
Tiene cierto parecido con alguien que he visto.
Bueno después de todo, es de la Famiglia.
— ¿Quién es tu papá?
Un reflejo de tristeza cubre sus ojos color cielo y la culpa me invade por haberle preguntado.
Tal vez era algún capitán que falleció.
— Santino Salvatore —responde en un tono bajo y me tenso.
Es el hijo de Isabella con Santino.
— ¿A qué vamos a jugar? —Tomo el control remoto que me tiende Paul y observo como Gianluca enciende la enorme pantalla delante de nosotros.
— Una carrera de autos —Responde y los ojos de su primo más pequeño se iluminan mientras en la tele aparecen diversos autos.
— Nunca he jugado nada de esto.
Los tres me miran con los ojos abiertos como platos y me sonrojo.
— ¿Nunca has tenido una consola? —cuestiona Paul.
— Tonto —lo regaña Gianluca dándole una colleja — Lo de las chicas es jugar con muñecas y vestirse de princesas, no sabes nada de tías.
— A las chicas también nos gustan los autos —aclaro.
— No pasa nada, yo te enseño —expresa Ryan y me explica para que funcionan la equis, el círculo, el triángulo y el cuadrado así como los otros dos botones.
— ¿No vas a jugar? — Le pregunto ya que no tiene ningún control remoto en sus manos sin embargo sus ojos brillan con emoción.
— ¿Quieres perder sin empezar?— interviene Gianluca mirando a su primo— No te fíes de esa pulga con cara de bebé, nos ha dado varias palizas a todos.
Ryan sonríe con orgullo y me sigue dando instrucciones de que hacer apenas comienza la partida.
¿Cómo alguien tan pequeño puede saber manejar esta cosa?
(✧✧)
— ¡Voy a patear tu trasero Paul! —grito eufórica, dándole a la equis para acelerar la velocidad del auto rosa en pantalla.
— ¡Tú puedes Elizabeth! —grita Ryan junto a mí.
— ¡No si yo llego primero a la meta perdedores! —exclama Gianluca y veo que su auto rojo está a punto de alcanzarnos.
El auto verde de Paul se estrella en una curva y ya solo quedamos, Gian y yo.
— ¡Esto es la guerra, Gianluca Salvatore!
— ¡Lo mismo va para ti, Elizabeth Marchetti!
Es cuestión de segundos que lleguemos a la meta cuando de repente una voz barítono me hace desconcentrarme por completo.
— ¿Qué está pasando aquí? Los gritos se escuchan en todo el pasillo.
Mi vista se despega de la pantalla por inercia y los gritos de victoria del mayor de los Salvatore no tardan en inundar mis oídos. Sin embargo cada uno de mis sentidos está pendiente a de Demon Leone.
Demasiado guapo para ser un humano.
— Elizabeth mi premio —Gianluca estira su mano hacia mí y me veo obligada a entregarle casi todas mis chuches.
No es que fuéramos a apostar dinero.
Demon nos mira que el ceño fruncido y le hace una seña al guardia para que salga con los niños.
Pesado
— Eres muy divertida Elizabeth —Paul deja un beso en mi mano y sus primos imitan su acción excepto por Ryan que deja un beso en mi mejilla y pasa junto a Demon corriendo.
La puerta se cierra detrás de ellos y me estremezco como si me hubieran dejado encerrada con el mismísimo Satanás.
Bueno muy diferentes no son.
— ¿Por qué todos los críos se te quedan viendo como si fueras una deidad? —Ocupa el lugar de Ryan y toma uno de los controles.
— ¿Por qué todas las mujeres quieren acostarse contigo y muchas buscan repetir? —contraataco fijándome en sus enigmáticos ojos.
¿Es que en serio como es posible que tenga los iris rojos?
— Porque Joya mía, soy muy pero muy bueno en lo que hago —Su tono sugerente hace que evada su mirada descarada. — ¿Acaso quieres repetir?
Sí
— No, ya quisieras.
— Pues sí quiero —su voz se escucha más ronca.
— Una vez dijiste que tú nunca te acostabas con una mujer más de una vez.
— Siempre hay una primera vez —se encoge de hombros pero no deja de intentar descifrarme con esos iris carmín como si yo fuera una especie de código binario.
— Pues supongo que esa primera vez, fue la viuda Caputo.
No tenía que haberlo mencionado.
Su ceño se frunce en confusión pero luego cambia a otra expresión un poco gélida.
— Solo fueron dos veces y ambas con el mismo objetivo, matar a su esposo.
Me tenso.
— No tienes que darme explicaciones.
— Pero quiero hacerlo, no me gusta que las personas que me importan crean cosas de mí que no son verdad —Centra su vista en la pantalla y noto que está escogiendo un auto— Miguel Angelo Caputo era un grano en el culo y difícil de atrapar, solo con la ayuda de alguien de adentro podría matarlo y quién mejor que la persona más cercana a él: Su esposa.
Creo que dejé de escuchar desde que dijo: Personas que me importan.
Siento los latidos de mi corazón en los oídos.
— Entonces no fue un secuestro como le hicieron creer a todos —confirmo, recordando el día que Demon llegó supuestamente cabreado porque habían asesinado a un lugarteniente— Tú lo mataste.
— Y disfruté hacerlo, esa rata merecía morir —El rojo de sus ojos se vuelve más oscuro.
— ¿Por qué?
Demon me observa por unos segundos como si tuviera un debate mental sobre contestar o no y termina optando por la última opción.
— ¿Jugamos una partida? —propone y trato de que no me afecte su falta de confianza hacia mí.
Yo tampoco confiaría en alguien que solo quiere huir de este infierno, a cualquier costo.
Sin embargo me causa curiosidad saber en qué más Demon nos ha mentido a todos y sobre todo el por qué lo hace.
— Vale, pero qué apostamos.
— Puedo exigir mi premio después —sonríe y deja su arma en la mesa para el café, frente a nosotros. — Es más interesante si no sabes que te van a pedir.
Hace dos segundos acabas de recordarme que eres un asesino a sangre fría así que tengo que andar con cuidado.
— Viniendo de ti, solo puedo esperar algo para mayores de dieciocho.
— ¿Tan mala imagen tienes de mí? —Cuestiona con dramatismo— Porque te recuerdo que anoche quien quería hacer cosas para mayores de dieciocho eras tú.
— ¡Yo no te obligué a nada! —Aclaro más rápido de lo pensado— Además fue culpa de mis hormonas, reaccionaron mal a tu presencia.
Claro es eso, Demon simplemente es un buen estimulante, además yo tenía unas copas de vino encima.
Aunque hacía dos horas que me las había bebido.
Efecto tardío.
— Abuzaste de mi inocencia Elizabeth —recalca— así que espero que tú y tus hormonas sigan reaccionando mal a mi presencia.
Tomo mi control remoto con las mejillas ardiendo y observo de reojo como se ríe.
Será cabronazo.
— Cualquiera pensaría que te azoté con un látigo.
— ¿Te gustan los azotes Joya mía? Porque tienes un bonito trasero digno de unas buenas nalgadas por ser una niñata malcriada.
— Imbécil.
— Pero ganaré esta partida —declara con la seguridad de nunca a ver perdido una apuesta en su vida.
(✧✧)
Vuelvo a observar a la pantalla y el control de la play, roto en el suelo.
— Vamos Demon no seas mal perdedor y deja de quejarte —me burlo de su cara de pocos amigos.
— ¡Hiciste trampa!
— No hice trampa solo eres un mal perdedor.
— ¡Te quitaste el pañuelo cuando estaba a punto de llegar a la meta!
— No es mi culpa que tengas un fetiche con los cuellos —me encojo de hombros y eso solo aumenta su enojo.
— ¡También te subiste el vestido cinco centímetros! —recalca y posa su vista en mis piernas e involuntariamente se humedece los labios.
— Se subió por el roce con el sofá, deja de quejarte y acepta tu derrota.
Me mira derrotado y resopla.
— Está bien Joya mía, que me vas a pedir —el enojo le da paso a la lujuria en milésimas de segundos.
Este chico cambia de humor en un parpadeo, y luego dicen que son las mujeres las bipolares.
— Tengo que pensarlo.
Una idea alumbra mi cerebro.
— ¿Sabes cuál es la habitación de Padre? —cuestiono y Demon me observa con más interés.
Qué bien le queda esa camiseta adherida al torso, me permite detallar cada uno de sus tatuajes.
— Puedo llevarte a ella pero por qué quieres colarte en la habitación de Marchetti —alza mi barbilla ya que me había desconectado por completo de la situación.
Me sorprende la capacidad con la que me lee.
— Él tiene algo mío y necesito recuperarlo —miento, en realidad necesito robarle algo.
— ¿Qué es lo que tiene? —Me mira expectante— Puedo comprarte uno igual.
— No seas presumido —sonrío, tratando de que no note miento, aunque creo que ya lo sabe— Es un diario, mi diario, es como una agenda roja. Necesito recuperarla.
— No sabía que tenías un diario —su ceja derecha se arquea.
Está claro que no se cree nada.
Bien Elizabeth, muy bien, intenta engañar al mismísimo Satanás que casi finge llorar en el entierro del tipo que el mismo asesinó.
— No conoces todo de mí, Demon, así como yo tampoco conozco todo de ti —Una extraña tensión se forma.
Somos dos personas llena de secretos que tal vez nunca terminen de conocerse completamente.
Por dios hablo como si fuera a pasar el resto de mi vida junto a él.
— ¿Un diario? ¿En serio? —Se burla— Niñata.
— Imbécil.
— Me gustaría leerlo.
— Es personal —Aunque fuera verdad jamás lo dejaría leer mi diario, ya que estoy segura que varias páginas tratarían de él.
No me juzguen, a todos alguna vez alguien nos ha causado curiosidad y no hemos tenido de otra que escribirlo en un papel o... Contarle a alguien.
— ¿Y qué escribiste en él, que no quieres que Marchetti sepa?
— Cosas personales.
— ¿Acaso escribes tus fantasías sexuales conmigo? —susurra y de pronto tengo ganas de golpearlo— O describes tus sueños húmedos en los que yo soy el protagonista.
— ¡Nunca he soñado contigo! —Vuelvo a mentir y obviamente no me cree por su cara de diversión— Vale... Fue solo un par de veces.
De repente su rostro se acerca peligrosamente al mío e inexplicablemente mis labios cosquillean en anticipación.
— Te ayudaré a recuperarlo pero quiero algo cambio —Nuestros alientos chocan causando que mi hormonas se alboroten.
No se supone que con una vez sería suficiente para sacarlo de mi sistema.
A quién le miento tal vez necesite diez veces para ello.
— Se supone que estás saldando tu deuda conmigo —aclaro aunque estoy más centrada en su cercanía.
— Mi deuda se salda con decirte cuál es la habitación, mi ayuda para recuperar el diario es aparte y tiene un precio —Tientan mis labios para que lo bese pero no estoy dispuesta a darle el gusto.
Las personas no son narcóticos así que en algún momento tendré suficiente de Demon.
— ¿Qué qui...quieres?
Sus ojos brillan complacidos.
— Que me digas que soñaste...—Su cuerpo está peligrosamente cerca del mío.
— Nunca, ni estando borracha —Declaro intentando no rendirme a sus juegos aunque estoy acorralada entre su cuerpo y el sofá.
Demon + Sofá = Sexo ardiente.
— Pues entonces no te doy la llave maestra que abre todas las puertas —Se apartar de mí y el aire vuelve a mis pulmones.
— ¿Y por qué la tendrías tú y no cualquier otra persona?
— Porque el yate es mío y solo el dueño tiene esa llave.
Eso no lo sabía.
— ¿Por eso desperté en mi habitación?
— No necesariamente, las suite tienen una segunda puerta que las comunica con una de las instalaciones —deja descansar una de sus manos cerca de mis muslos y me tenso por el leve roce de sus anillos, más aún cuando su dedo índice comienza a hacer círculos sobre mi piel.
— Entonces no necesito tu llave maestra —La respiración se me agita— Puedo acceder por esa otra puerta.
— Solo Flavio, tú y yo, ocupamos las tres suites así que no, necesitas de esa llave para acceder a ese camarote.
— Está bien, te diré lo que soñé pero dame la llave.
— Vamos a por ella —se aleja de mí y se pone de pie.
— Bien y dónde está.
— En mi habitación.
Lo miro con mala cara.
— No voy a entrar sola contigo a tu habitación —aclaro.
Sonríe
— Vale —asiente— Aunque si tus pupilas están dilatadas y tu labios entre abiertos esperando ser besados los complaceré sin importar el lugar —Asegura y de no ser por su fuerte agarre en mi cintura me hubiera caído por el temblor de mis piernas al sentir sus labios impactar contra los míos.
La dualidad de Demon se deja ver hasta en el más simple acto. El beso es voraz y devorador sin embargo sus labios son suaves y cálidos. Una combinación letal para cualquier mujer que este hombre bese, y entre esas féminas me encuentro yo quien tiro de su camiseta blanca buscando de que sostenerme mientras le correspondo con la misma intensidad.
Que la Santa Madre de las chicas ya no vírgenes me perdone pero disfrutaré de su toque hasta saciar cada uno de mis sentidos
Mis uñas se entierran en sus pectorales antes de ser consciente de cómo lo empujo al sofá y me coloco sobre él para seguirlo besando.
Dios, qué me está pasando.
Sus manos suben hasta perderse en el dobladillo de mi vestido mientras nuestras caderas se mueven lenta y tortuosamente al igual que el juego de nuestras lenguas.
De repente Demon se detiene totalmente y me mira asustado poniéndome de los nervios.
— No podemos hacerlo —suelta.
— ¿Por qué no? —mi voz sale en chillido.
Demon sonríe.
— Aún es muy reciente Joya mía, estoy seguro de que debes estar un poco adolorida.
Vale tiene razón aún me duele todo y ya quiero tirármelo otra vez.
¿Eso es normal?
— ¿La crema que te apliqué está mañana funcionó? —cuestiona y siento mi rostro arder al recordarlo.
Cuando salí de la ducha, hoy en la mañana, me sorprendió encontrarme a Demon con un envase de una crema de aloe y más incómodo fue sentir su mano llena de crema masajear mi intimidad.
Lo peor fue que me puse cachonda por tan simples roces.
— Tienes razón —Miro su cabello desordenado—. Aún me duele todo.
— Casi la tomas toda en tu primera vez, no es para menos —sonríe de esa manera tan descarada que haría arder a un maldito iceberg en la Antártida.
Por enésima vez desde que lo conozco me quedo viendo sus ojos, porque Demon sonríe mucho pero pocas veces lo hace de verdad y esta vez se nota en su mirada que realmente está sonriendo.
— ¿Qué pasa?
— Tus ojos, son muy peculiares.
— De niño los chicos del colegio me miraban con temor. Muchos decían que era un vampiro o un demonio —se pasa la mano por las hebras despeinadas mientras la otra descansa en mi espalda baja— Y mi nombre no es que ayudara mucho.
— No sé si debería decirte esto por el ego que te cargas pero...—suspiro— Tienes los ojos más bonitos que he visto en mi vida, es que vaya, la genética sí que fue condescendiente contigo.
Su pecho vibra bajo mis manos al reírse y observo con más precisión sus iris.
— Aunque no lo creas, soy humano, me refrío en invierno y me salen ronchas rojas en verano, y no puedo estar expuesto al sol el mismo tiempo que una persona normal ya que también me salen ronchas por eso, igual que si como almendras.
— ¿Eres alérgico a las almendras?
— Sí, mi piel se pone roja solo de probar una, cuando tenía cuatro años me comí un pastel de almendras que no era para mí y luego parecía un tomate, mamá empezó a llorar desesperada y de no ser por su amiga Rubí creo que ambos hubiéramos colapsado.
Me tenso al escuchar el nombre.
— ¿Conociste a Rubí?
Demon parece darse cuenta del nombre que dijo.
— Sí, pero realmente no me acuerdo mucho de ella ni de Franco Leone II.
— ¿Estuviste en el accidente? ¿Crees que murió? Franco está vivo.
Suspira como si estuviera meditando que contestar.
— Pero ella murió.
— ¿Cómo lo sabes?
— Padre me lo dijo.
Bufo — ¿Y de verdad le crees a Flavio?
Su ceño se frunce evaluando mi expresión.
— ¿Por qué tanto interés en Rubí?
Me siento a su lado y suelto lo primero que viene a mi mente.
— Varias personas dicen que me parezco a ella, es solo curiosidad, tal vez fuera algún familiar cercano.
— Elizabeth, Rubí era de Nueva York, y tú fuiste adoptada en Italia.
— Padre dijo que me adoptó en un orfanato de Nueva York.
— Pues mintió porque fue en Italia, cuando tenías tres meses de nacida.
— ¿Y dónde fue el accidente?
— No sé, no recuerdo —miente.
— ¡¿Por qué no recuerdas?!
— Tuve una contusión muy fuerte, el médico dijo que por eso no recordaba nada de lo sucedido.
— ¡¿Entonces cómo puedes asegurar que está muerta solo porque Flavio lo dice?!—Ni siquiera sé porque estoy tan cabreada pero me molesta que le crea a alguien que ha intentado matarlo cientos de veces.
— ¡Porque estaba embarazada, joder! —expresa y me quedo atónita.
— ¿Qué?
Lo veo ponerse de pie y caminar de un lado a otro.
— Lo único que recuerdo es que el maldito auto cayó al agua, ella le hizo señas a Franco que me sacara a mí primero —Me mira y noto su nuez de Adam bajar antes de continuar—Rubí y el bebé en su vientre murieron por mi puta culpa. No sé por qué íbamos en el mismo coche, ni qué pasó.
Medito cada una de sus palabras con la mirada fija en el suelo.
Demon era un niño cuando ocurrió el accidente, en ocasiones el cerebro nos protege borrando recuerdos violentos. Por otro lado Franco de alguna extraña manera está seguro que Rubí sigue con vida.
Pero Franco estuvo en un manicomio así que su testimonio no es muy confiable.
El de ninguno lo es.
— No fue tu culpa Demon, eras un niño.
Demon me observa con ese brillo extraño que pocas veces he visto en sus ojos y que nunca he logrado interpretar.
— Créeme Elizabeth, sí fue mi culpa —Camina hacia la puerta y antes de salir agrega— Te veo en treinta minutos en la planta superior.
La puerta se cierra a sus espaldas y me quedo dando vueltas en mi cabeza al asunto de Rubí.
Demon dice que está muerta.
Franco la está buscando.
Y Padre sabe dónde está.
El único que me puede llevar hasta la verdad es Giovanni Marchetti.
Poso mi vista en la mesa para el café y noto que Demon dejó ahí su arma.
Rubí, te encontraré viva o muerta, pero te encontraré.
De repente algo vibra en mi bolsillo y agradezco a Dios y a todos los santos que Demon no se haya percatado del teléfono.
Lo había olvidado por completo.
Responde la llamada entrante y la voz de Franco se escucha al otro lado.
Lo he invocado.
(✧✧)
— Olvidaste esto —le tiendo el arma a Demon nada más verlo atravesar el pasillo caminado hacia mí.
Se cambió de ropa, ahora lleva unos vaqueros holgados y el torso cubierto por absolutamente nada.
¿A este chico le pagan por provocar infartos?
Por la humedad de su cabello suelto supongo que se duchó y el olor a su gel de baño me lo confirma.
Cítricos
De ahí viene su singular perfume, es una mezcla entre los productos que usa y su escencia natural.
— Que lástima que no fuiste a conocer mi habitación —Toma el arma y me tiende la llave, una tarjeta roja que abre cualquier puerta de este yate.
Noto que está de mejor humor.
— ¿Cómo funciona? —pregunto refiriéndome al arma, ya que necesito centrar mi atención en cualquier cosa que no sea su torso descubierto.
¿No podía ponerse una camiseta?
— Es fácil —comienza a explicarme— Revisas que esté cargada, quitas el seguro y aprietas el gatillo con fuerza. Eso sí, trata de apoyarte bien en tus piernas o terminarás en el suelo.
— Parece muy práctica.
— La compañía Leone no solo es una fachada, también es una empresa reconocida por su diseño de armas y su exportación.
— Increíble, están promoviendo las guerras.
Sonríe ante mi cara de desaprobación.
Nos cruzamos con dos chicas del servicio y ambas bajan la cabeza en señal de respeto.
— Buenas tardes —Expresan y le devolvemos el saludo.
— Son lindas —digo luego dejarlas atrás.
Demon gira su rostro y me mira con una ceja arqueada.
— Supongo.
— ¿Hay que cumplir algún estándar de belleza para trabajar aquí?
Vuelve su vista al frente y contesta:
— Aquí no pero en su anterior trabajo sí.
— ¿Acaso trabajaban sacándole información a peces gordos de la mafia enemiga? —Bromeo y sin embargo Demon asiente.
Vaya
— Entre otras cosas, sí, pero no como imaginas, no eran agentes infiltradas, más bien prostitutas en el lugar y el momento correcto.
Me detengo.
— ¿Qué? —lo miro pero él no a mí— ¿Pero no eran obligadas verdad? Es decir ejercían de manera voluntaria por la paga ¿Verdad?
Demon suelta una risa baja sin emoción alguna.
— No eran prostitutas como las de las pelis de pandillas, Elizabeth. Esas chicas eran prostitutas caras en su mayoría, llegaron a los burdeles de Flavio debido a la trata de blancas.
¡Trata de blancas!
Mi mano va a su antebrazo derecho obligándolo a detenerse y a verme a la cara.
— En la Famiglia hay leyes sagradas Demon y una de ellas es nada de ganar dinero con niños o mujeres.
— A veces quisiera tener tu inocencia Elizabeth —juega con uno de mis rizos— Sí, esas es una de las leyes de la Famiglia, pero nuevo jefe, nuevo orden, Flavio rompió con las antigua tradiciones de la Cosa Nostra y en ese entonces nadie tenía el valor de enfrentar al hombre que había matado a su propio padre para hacerse con el cargo así que solo se dedicaron a aceptar lo que el dictaminaba.
— Flavio es un mediocre que ni siquiera sabe lo que significa el juramento que tiene tatuado.
— Se lo quitó con láser luego de matar a su padre.
— ¿Y su madre lo sabe?
— Si algo ha hecho Flavio es mantener a la señora Zinerva en una pequeña caja de cristal y nadie ha ido en contra de ello.
— ¿Y tú? ¿Qué te detiene? —Espero a qué unos guardias que nos cruzamos se alejen antes de hacer la próxima pregunta— ¿Por qué no haces lo mismo que él? ¿Por qué no lo matas?
Demon me observa unos instantes y termina por desviar la mirada.
— Es Padre, Elizabeth, tal vez él no respete las tradiciones en las que lo formó la Famiglia pero yo sí lo hago.
Lo miro con una ceja arqueada y espero a que se ría.
Bufo.
Padre, mis ovarios.
A mí no me engaña, estoy segura de que él mismo lo hubiera matado hace tiempo pero existe algo que lo retiene.
La pregunta es qué.
¿Qué puede tener Flavio que le sirve de seguro de vida ante la furia de Demon?
— ¿Cómo llegaron esas chicas aquí?
— Kendall las escoge, niñas de familias necesitadas de recursos. Monta alguna fachada prometiéndole becas en el extranjero y las saca de su país bajo un visa de estudiante.
No puede ser tan perra.
— ¿Sus familias nunca las buscan?
— No si ellas las llaman una vez por semana y le hacen llegar parte del dinero que ganan.
— ¿Y qué acaso sus familias no las extrañan en navidad o alguna fecha importante?
— Kendall las envía a casas con un guardia y una clara amenaza de que si abren la boca sus familias mueren.
— Cuando creo que la pedófila no puede sorprenderme más resulta que también es una maldita proxeneta.
— Las chicas llegan aquí luego de haberle sacado información a un pez gordo.
— ¿Por qué?
— Porque su rostro ya es conocido en el bajo mundo y si no la matan ellos, la mata Kendall luego de que hayan terminado su misión por así decirlo.
— Al menos sirviendo a la Cosa Nostra están vivas y no tienen que verse obligadas a acostarse con alguien para proteger a su familiares.
— Igual es una cárcel.
— Con la información que tienen, más que una cárcel es un lugar seguro. Ellas no solo han visto nuestras caras sino la de políticos reconocidos haciendo tratos sucios y la de los líderes de los cárteles más buscados. Si salen huyendo de aquí muchos querrán sus cabezas.
— Es decir que si escapo de aquí no solos ustedes querrán mi cabeza sino también el señor Montenegro.
— Exactamente, y luego de que te cases con el capo, posiblemente aumenten tus enemigos.
Como si no fuera suficiente la aberración con la que me ha comprometido para también lidiar con sus aliados.
— Ahora, menos hablar y más mover ese lindo culo antes de que Marchetti y Stella terminen sus reuniones.
— ¿Cómo sabes que están ocupados?
— Hay cámaras... —señala hacia las esquinas del techo— En cada instalación.
— Interesante.
Giramos en unos de los pasillos e inesperadamente algo me roza el muslo. Bajo la mirada y una Venus mucho más gorda que la vez anterior me acaricia con su pelaje.
— No sabía que estaba aquí.
Por eso todos los empleados están tan tensos.
— No puede vivir sin mí —Demon se detienen para acariciarle el lomo y esta se relame. — Cuídate Elizabeth, las chicas que me han tenido cerca se vuelven adictas a mi presencia sin importar de que naturaleza sea.
Ruedo los ojos y lo observo acariciar a la fiera de 200 kg sin temor alguno.
Con un poco de nervios lo imito y a cambio gano un ronroneo de satisfacción cuando toco sus orejas.
— Las orejas son su punto débil —me explica.
Dejamos de acariciar a Venus y está camina con gracia cerca de nosotros lo que un poco más lento.
¿Estará enferma?
— Demon, cariño —la viuda Caputo aparece en nuestro campo de visión y no tarda en posar en sus garras sobre el Underboss.
— Buenas tardes, señora Caputo —aparta sus manos intentando ser amable.
— Ragazzo, desde cuando has sido tan formal conmigo —Posa otra vez sus garras sobre él y ruedo los ojos.
— Desde que soy un hombre comprometido —Intenta apartarla otra vez pero esta afianza más su agarre en su cuerpo al punto de clavarle las uñas.
¿Pero qué mierda?
Sin pudor alguno desliza las manos por su torso e inexplicablemente yo siento que la sangre se me calienta.
— Demon, Fiorella nunca fue un impedimento para que tú y yo la pasáramos bien.
Toso un poco captando su atención.
— ¿Elizabeth? ¿Estabas ahí...?
No, acabo de teletransportarme.
— Podrías dejarnos un momento a solas, querida.
Antes muerta.
— No, no puedo —contesto y por la mirada que me da creo que va a saltarme encima en cualquier momento.
Zorra.
Está a punto de soltar otro de sus coquetos cuando Venus ruge lo suficiente fuerte para estremecernos ambas.
La felina camina hasta Demon y se echa a sus pies obligando a la Viuda Caputo a apartarse.
Eso sí que ha sido una buena marcada de territorio.
— Bueno, veo que estás ocupado, pero esta conversación no termina aquí, recuerda que yo sé cosas Demon —Suelta una amenaza entre dientes y Demon solo sonríe.
— Abres la boca y estás muerta Caputo.
Si yo me quedé estupefacta por enésima vez en el día, Caputo se puso pálida como un papel.
— Solo bromeaba ragazzo.
— Yo no, ahora si nos disculpas tenemos cosas que hacer.
La viuda Caputo me da una mirada extraña antes de marcharse.
Merda, creo que sospecha algo.
Caminamos tres metros más y Demon se detiene.
— Aquí es —Señala la puerta con el número diez.
Miro desde mi posición hacia el corredor superior y noto que justo a esta habitación fue a donde Kendall entró anoche.
— Venus rugirá si alguien viene.
— ¿La entrenaste para eso?
— No, pero detesta a la mayoría de las personas así que lo hará.
Paso la tarjeta por la cerradura y en seguida está cede dejándonos pasar.
— Gruñe si viene alguien pequeña —Demon deja un beso su cabeza que me deja un poco enternecida. — Es mi hija, no me mires así.
Sonrío para mis adentros ante tal acto.
(✧✧)
Prácticamente viramos la habitación al revés pero volviendo a colocar todo en su lugar sin embargo han pasado alrededor de veinte minutos y no encontramos nada aún.
— Revisemos el closet —propone y abre las puertas del mismo.
A diferencia del closet de mi habitación, este un poco más pequeño por lo que no tardamos en revisar cada cajón, sin éxito ninguno.
— Si tú fueras Marchetti donde esconderías algo preciado para ti.
— ¿Tu diario es preciado para él?
— No, o eso creo.
Casi me pilla la mentira.
Demon observa la mesita de noche donde está el cuadro familiar en el que una yo de doce años sonríe a la cámara con el rostro lleno de granos mientras el resto de la familia permanece serio.
— Te ves muy feliz aquí.
— Había ganado mi primera medalla de oro en esgrima.
Toma el cuadro para observarlo más de cerca y una agenda roja sale detrás de él.
Bingo.
Se la quito de las manos antes de que pueda abrirla y la escondo en mi vestido.
— ¿Por qué no me dejas leerlo?—me da una de sus benditas sonrisas moja bragas.
— Ese no era el trato.
— Vale, pues entonces cumple con él, mis oídos están más que atentos a tus palabras —Se cruza de brazos y sin disimulo alguno me recorre con la vista de abajo hacia arriba.
¿Cómo puede alterar mi sistema con tan simple gesto?
— La vez que supuestamente intentaste violarme.
Descruza sus brazos y da unos pasos hacia mí
— Realmente lo siento.
— Lo sé, pero no me refiero al hecho en concreto, sino que soñé que terminabas lo que empezaste —bajo la mirada.
— Yo...
—...Y me gustaba, estuve fantaseando con ello durante días después de ese sueño y sé que te preguntarás qué tan mal está mi mente pero no podía evitarlo —hago una pausa para tomar aire— Incluso anoche cuando nos besamos a fuera del salón de fiesta, la fantasía apareció de nuevo en mis pensamientos.
Demon me observa y me observa y me sigue observando. De seguro está pensando que estoy chalada.
— No es que quiera ser violada, por dios que horror... Es solo que...
Antes de poder decir algo más un fuerte rugido me hace pegar un brinco e inmediatamente la mano de Demon me arrastra con él al pequeño closet y cierra la puerta detrás de nosotros.
La puerta de la habitación se abre y observo a través de las pequeñas rendijas de las puertas del closet quienes ingresan al camarote comiéndose la boca.
¿Qué rayos está pasando?
______
Hola, como están? Espero que bien, aquí le dejo un capítulo de casi 5500 palabras 🌝 uwu, he hecho los capítulos largos para que el libro no tenga un exceso de capítulos, en pocas palabras tendrá pocos capítulos pero con contenido suficiente xd.
Espero no hacerlo tedioso 🥺♥️
Gracias por leerme, y le doy la bienvenida a los nuevos lectores, espero que realmente le esté gustando la historia.
No sé olviden de votar si este capítulo les gustó 🌝, ya que así seremos más.
Hasta la próxima 🌝 ojalá y pronto reciban un beso a lo Demon grrrr.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro