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🔸Capítulo 27🔸

*No sabes lo que hiciste…*

*Lo que me hiciste…*

*Tu lenguaje corporal me habla…*

Under the influence — Chris Brow.

<<Elizabeth>>

Al terminar de cenar todos los invitados se dispersan por el lugar disfrutando de los distintos tipos de vinos que se ofrecen junto a deliciosos quesos.

— Los viñedos Greco siempre han tenido un toque especial —La señora Zinerva camina hacia mí con dos copas en la mano— Mi padre se encargó de que así fuera —me tiende una copa— Reserva de 1995.

Soy más joven que el vino.

— ¿Su apellido de soltera era Greco? —cuestiono y hago el mismo gesto que todos: oler el vino en mi copa con un extraño glamur.

Huele bien, no sé por qué lo olfatean tanto

— Si, Zinerva Greco, primogénita de la Familia Greco —le da un sorbo a su copa con elegancia sin despegar ni un segundo esos impresionantes ojos de mi rostro.

Imito su acción un poco nerviosa por su atención y me limito a hablar de cualquier cosa.

Sí que sabe bien el vino Greco, entre amargo y dulce, es una bomba de placer que estalla en tu paladar.

— ¿Greco es una de las familias fundadoras...?

— Sí —asiente— Mi padre y el señor Leone eran buenos amigos y aunque esta amistad amenazó con quebrantarse tiempo atrás, su aprecio por los Leone era más fuerte.

— ¿Quebrantarse? —la pregunta sale de mis labios antes de procesarla.

— Sucede cuando te enamoras del mejor amigo de tu padre que es viudo, tiene un hijo y te saca casi veinte años —suelta con normalidad y yo casi me atraganto con el vino.

Por suerte no fue nada grave.

Toso un poco.

— Debió ser difícil para usted...—logro articular.

— Y lo fue... —le da un sorbo a su copa y centra su mirada en algún punto insignificante— Tuve que luchar con el fantasma de su esposa... —mis ojos se abren como platos— Nada paranormal, mi niña, me refiero al amor que Franco Leone I sentía por ella además tuve que ganarme el cariño de Flavio, un adolescente un poco difícil de tratar.

Lo que confirma mis sospechas, ella no es la madre de Flavio, no luce tan mayor, más bien parecen contemporáneos.

Mi vista busca al mencionado y noto que nos está mirando con el ceño fruncido; junto a él se encuentra Demon quien no me quita la vista de encima a pesar de que Fiorella le está hablando de algo.

Nuestras miradas se encuentran y toma todo de mí apartarla de él y el bendito esmoquin hecho a la medida que lleva puesto.

Tengo que parar de beber o antes de que termine la noche me le lanzo encima y eso sí que será una tragedia titánica.

— ¿Eres hija de Giovanni? —cuestiona la señora Zinerva recuperando mi atención.

— Adoptiva —aclaro— Nuestras diferencias son notables.

— ¿En qué orfanato de Nueva York estuviste?

— Pues en realidad, creo que fui adoptada en Italia —contesto y su sonrisa se amplía.

Por el rabillo del ojo capto que alguien se acerca y basta con percibir su enloquecedor perfume para salir disparada.

No sé qué planea pero dudo que alguien se tome bien ver a una chica comprometida hablando con otro hombre sin permiso de su prometido.

Así de troglodita somos.

Me excuso con la señora Zinerva e intento llegar a las puertas de salida. Por el camino me cruzo a Santino Sanna, uno de los lugartenientes y no puedo evitar estremecerme al ver que su nueva esposa es una chica de mi edad.

Santino está cercano a los setenta y la chica que lo acompaña la reconozco como Isabella Salvatore, hija de uno de los capitanes.

La imagen deprimente de la chica se me queda grabada en la retina.

Nada distinto me espera al lado de Flavio.

¥

— ¿Esta es ya tu tercera copa? —cuestiona una voz a mis espaldas y no puedo evitar estremecerme al reconocer de quién se trata.

Demon.

— Algún problema con eso joven Leone o más bien cuñado-hijastro —Volteo a verlo y esta vez no disimulo al recorrer su tonificado cuerpo envuelto en ese maldito esmoquin de diseñador.

Me fijo en el reloj en su mano izquierda y creo que nunca había considerado lo sexy que luce Demon con reloj.

¿Qué me está pasando?

— Tarde o temprano iba a suceder —menciona sacándome de mi pequeña clase de apreciación a la anatomía humana.

— Podrías haberlo dicho antes —recalco— Además según entendí no querías que me enterara.

— No le debo explicaciones sobre mi vida a una adolescente de dieciocho años —suelta sin reparos.

Le doy un sorbo a la bebida en mi copa para evitar que note lo mal que me hicieron sentir sus palabras; y el vino me sabe amargo o tal vez soy yo...

Después de todo tiene razón

— Pero te diré que en ningún momento mencioné que estabas enferma, incluso pensé que ya lo sabías y habías decidido no asistir.

— Tu compromiso no es tan importante como para echarme a llorar en mi habitación —aclaro intentando que estúpidamente sienta la maldita punzada de ¿decepción?

— Conste que lo de llorar lo dijiste tú, no yo —señala dejando ver una de sus sonrisas arranca suspiros y las ganas de borrársela de un guantazo me superan

— Serás sínico —le reprocho e intento alejarme de él.

Ni siquiera sé en qué momento se acercó tanto como para dejarme acorralada entre su cuerpo y el barandal.

Fue mala idea esto de salir a tomar aire.

— ¿Qué fue toda esa estupidez de cariño? —cuestiona y la última palabra se escucha como una mala interpretación de mi tono de voz.

Ruedo los ojos.

— Mira mi mano izquierda —le pido y observa mi anillo de compromiso.

— Lo sé, demasiado extravagante y a la vez simple —menciona alejándose del tema.

— Sabes bien a qué me refiero, me voy a casar y tú también te vas a casar.

— Eso es una señal —insinúa acercándose un poco más al punto de sentir nuestras narices rozarse y mi respiración se cortar en el acto.

— Nos vamos a casar con alguien más —aclaro en un susurro— Ahora deja de invadir mi espacio personal. —Intento apartarlo pero solo logro moverlo unos centímetros y más cuando su mirada se posa en mi cuello y pasa de la diversión al enojo.

¿Qué le pasó ahora?

— ¿Quién te compró ese collar de diamantes? —se aparta de mi como si tuviera una enfermedad contagiosa— ¿Y el vestido?

¿Diamantes?

— No creo que sean diamantes —menciono con una risa nerviosa ni sé por qué.

— Créeme Elizabeth se diferenciar entre una joya falsa y una de verdad.

¿Eso fue una indirecta?

— Pensé que habías sido tú, incluso contraste a...—Me callo de repente.

Luigi obviamente no trabaja para Demon ¿Entonces para quién?

— ¿Qué ibas a decir? —su tono suena un poco alto.

— Nada —miento— Y no tienes derecho a reclamarme, no le debo explicaciones a un idiota de veintisiete años como tú —le devuelvo el golpe bajo pero parece estar centrado en algo más.

— ¿Acaso te lo compró tu cariño? —sus ojos se tornan más oscuros y tiene la misma mirada que pone cuando mata alguien.

— ¿Qué estás insinuando Demon Leone?—Creo que mi tono se escuchó mucho más alto que el de él.

— No sé —Suelta una risa sarcástica— Dime tú qué tanto le hiciste a Padre para que te comprara un collar de diamantes... o fue a alguien más Elizabeth Marchetti —sugiere acortando la distancia entre nosotros—. Últimamente te gusta relacionarte con hombres mayores.

¿De qué habla?

— Vamos señorita Marchetti acaso le hiciste algún favor con tu boca...—No termina la frase porque le viro el rostro de una cachetada que me deja la mano ardiendo.

Idiota, no es nadie para insultarme de esa forma.

— Mida sus palabras joven Leone —le sugiero entre dientes y trato de fingir que no me afecta nada de lo que dice.

Lleva su mano a donde tiene la mía marcada y noto como muerde su labio inferior.

Este hombre desprende sensualidad con el más mínimo gesto.

Sus ojos me observan con ese brillo aterrador que me hace cuestionarme si quiere matarme o ...

— Vuelves a pegarme Elizabeth y ...

— Tú vuelves a insultarme Demon Leone —lo interrumpo— Y lo próximo será un golpe directo a tu entrepierna.

Me dispongo a volver al interior del salón pero tira de mí hasta que su cuerpo me acorrala contra la pared más cercana uniendo nuestras bocas en el proceso.

Por venganza le muerdo el labio inferior justo donde tiene la herida que yo misma le curé esta tarde, sacándole un poco de sangre y logro que deje de intentar besarme.

— Búscate a otra que te permita que la trates como una puta —susurro a centímetros de su boca disfrutando su gesto de dolor sin embargo no logro apartarlo completamente de mí.

— Me encantas... —sonríe dejándome en shock y sus labios se adhieren a los míos.

Ya sabía yo que tenía una beta bipolar.

Sus dientes tiran de mi labio inferior pero no con la agresividad que lo hice yo, sino jugando con él de manera tentativa sacándome un leve jadeo que solo causa que su cuerpo se pegue más al mío.

Los besos de Demon hacen que pierdas la razón.

No tarda en invadir mi boca inclinando mi rostro para hacerse con el control completo del beso demandante y lleno de ira que termino por corresponder con el mismo fervor. Nuestras lenguas se acarician y tiro de su cabello mientras una de sus manos desciende hasta posarse en mi muslo obligándome a separar las piernas con su rodilla.

Demon está comprometido y yo también, aunque esto debería frenarme solo causa que quiera ir más a allá.

Siento su miembro despertar muy cerca de mi vientre y no es que mis bragas estén precisamente secas. Mis manos se cuelan por debajo de la chaqueta de su esmoquin y no puedo evitar pasar mis manos encima de la camisa que cubre si trabajado torso.

Llegado el momento me importa un comino que toda la Famiglia esté al cruzar las puertas y que cualquiera puede vernos.

¿Por qué lo prohibido tiene que saber tan bien?

No sé cuánto tiempo pasa hasta que nos separamos en busca de aire.

Me arden los pulmones.

— Joya mía —Nuestros alientos chocan— Estás buscando tu pase a la libertad de distintas maneras —susurra pero esta vez sus labios se trasladan hasta mi oído y tiran del lóbulo de mi oreja estremeciendo todo mi cuerpo—.  Y te advierto que solo estás logrando todo lo contrario.

— Sé mover mis cartas —jadeo al sentir su longitud presionarse contra mí.

— Yo también juego póker, preciosa —comienza a hacer un recorrido de besos por mi mandíbula.

— Pero yo siempre gano Demon —Lo vuelvo a besar.

Creo que mi humedad se va a pasar a su pantalón si no paramos.

¥

Unos pasos se escuchan además de nuestros ruidos al besarnos y nos separamos tan rápido como sea posible.

— Hola, chicos, no esperaba verlos aquí —nos saluda Zinerva con un largo cigarrillo en la mano.

Parece una actriz de una película antigua.

Demon finge fumar también mientras yo arreglo mi vestido disimuladamente y actúo como si estuviera observando el paisaje nocturno.

¿Cómo rayos prendió un cigarrillo tan rápido? ¿Y en qué momento lance la copa que me estaba bebiendo al suelo?

— Solo salí a tomar un poco de aire —menciono rezando para que se lo crea.

Demon tira el cigarrillo y al pasar junto a la señora Leone hace una pequeña inclinación como saludo.

Ambas los observamos hasta que toma las escaleras para ir al piso inferior.

Esa forma de caminar debería ser ilegal.

— Interesante —murmura la señora Zinerva recuperando mi atención— Nunca había visto a alguien tirar un cigarrillo nada más darle una calada.

— Demon es así de raro —susurro recordando su extraña confesión.

— Pareces conocerlo muy bien —sugiere y me entra el nerviosismo.

¿Por qué rayos se largó y me dejó sola en esta situación?

— No, solo hemos hablado algunas veces — miento e intento alejarme pero se interpone en mi camino.

Tiene buenos reflejos.

— Me recuerdas a alguien Elizabeth —expresa y las esmeraldas que posee como ojos me observan fijamente.

— He escuchado ese comentario varias veces —sonrío con más nerviosismo y trato de volver al salón pero la señora Leone no parece querer dejarme ir.

— Pero tú eres más letal, mucho más y eso es bueno mi niña —acaricia mi mejilla dejándome paralizada—. La manzana de la discordia que necesitaba la Famiglia.

Okey, eso fue raro.

— Justo lo que se merecen —deja de acariciar mi rostro—. Ahora retoca ese labial que se te corrió tomando aire.


¥

De vuelta a la fiesta —luego de retocar mi labial— observo como todos interactúan, brindan y bailan.

Flavio y Padre se encuentran hablando con unos hombres que nunca antes había visto e instantes después Demon ingresa al salón y se une a la conversación. Al parecer están hablando de negocios por sus expresiones corporales.

Me vendría bien recopilar un poco de información sobre sus fechorías a pesar de Franco acabó con todas mis ilusiones de recibir algo de ayuda por parte del FBI.

Intento con disimulo acercarme y escuchar que dicen ya que no estaría demás.

La Famiglia viene de siglos y nada ha podido derrumbarla.

Evito una conversación con algunas esposas de los lugartenientes tratando de llegar a mi objetivo pero es en vano y más cuando un desconocido se acerca a hablarme.

Qué hubo Mamacita, a dónde tan solita, diga pues… —dice el chico de piel bronceada, rizos de chocolate y aspecto sereno.

Sonrió por qué no tengo idea de lo que dijo, solo sé que fue en español y apenas me sé unas canciones en ese idioma y alguna que otra palabra.

— Mi nombre es Álvaro Montenegro, princesa —se presenta en un inglés mal pronunciado y me tiende su mano.

Observo su gesto y el lugar donde están reunidas las cabezas de la Famiglia.

Al parecer el chico no conoce acerca de nuestras tradiciones.

Por unos instantes mis ojos se cruzan con los de Demon y la mirada gélida que me da hace que cada poro de mi piel se erice.

¿Ahora qué le pasa? ¿Y cómo logra tener ese efecto en mi?

El chico junto a mí, entiende que no puedo aceptar su mano pero no deja de sonreírme.

— Soy el hijo mayor y futuro heredero del imperio Montenegro —se presenta.

— No me suena mucho su apellido joven, disculpa —intento alejarme pero se interpone en mi camino y los ojos de Demon no dejan de quemarme.

Ese rojo por instantes parece lava ardiendo.

— Somos una familia de narcos —menciona— Los encargados de distribuir la mercancía que produce tu padre, el gordito de ojos verdes.

Trato de disimular la risa que se me escapa y no lo saco de su error. Mis ojos vuelven a encontrarse con los de Demon y este me mira sin disimulo alguno con cara de mala leche al ver que me reí por el comentario del chico.

— Admito que tu madre está buenísima, pero no quiero que me corten las pelotas —Sigue hablando el joven de acento desconocido—. Y además tú eres más guapa y más joven.

— ¿Mi madre?

— La morenaza que andaba ahorita por ahí con un escayola en el brazo.

Kendall

— ¿Cuándo desembarquemos te gustaría ir a tomar algo? —guiña su ojo izquierdo— O podemos tomar algo en uno de los bares de aquí.

— ¿Hay bares aquí? —Solo he recorrido la parte superior.

— Si, un gimnasio y un SPA, hay muchas instalaciones para disfrutar pensé que solías venir aquí con tu familia de vacaciones.

— Es la primera vez que subo a un yate.

— Interesante, y cómo llevas las náuseas.

— Hasta ahora me he sentido bastante bien.

Mi vista pulula por el lugar hasta detenerse en Fiorella quien prepara unos tragos apartada de todos.

El chico sigue hablando pero mi atención está ahora en mi hermana mayor. Observo como prepara cinco vasos con una bebida ámbar y diluye una pastilla en uno de ellos.

¿Qué hace? ¿Acaso planea abortar?

Espero a ver si toma el vaso y bebe su contenido pero por el contrario toma la bandeja con los tragos servidos y se dirige hacia donde se encuentran los líderes de la Famiglia y el otro señor desconocido.

De pronto la conversación de ella con madre golpea mi cabeza: Fiorella quiere meterse en la cama de Demon para culparlo de su embarazo.

Dejo al chico llamado Álvaro con la palabra en la boca y camino en la misma dirección que ella mientras la veo repartir cada vaso.

Intento escabullirme entre cada persona y casi corro intentando llegar a tiempo pero cuando estoy a punto de gritarle a Demon que no se beba el trago, se me tuerce un tobillo y termino cayendo de bruces sobre él… quien al sostenerme suelta el vaso haciéndose añicos al impactar contra el suelo.

Por suerte el Underboss es lo suficiente fuerte y a penas se mueve unos centímetros al recibir todo mi peso sobre él.

En esos instantes todo a mi alrededor desaparece y solo puedo mirar esos iris escarlatas que me miran de igual forma.

Me gustan tanto sus ojos color sangre, que creo que esa tonalidad de rojo es mi favorita.

La piel se me calienta justo encima de mi espalda baja donde sus manos me sostienen y soy consciente de los bien que se sienten mis pechos presionados contra su duro torso. Incluso puedo escuchar el latir de nuestros corazones desbocados.

No debería sentir nada de esto, eso solo complicará las cosas pero mentiría si dijera que no me gusta estar así tan cerca de él, es más puedo decir que me gustaría sentirlo más unido a mi cuerpo.

— ¿Está bien señorita Marchetti? —cuestiona mirándome estupefacto y es entonces cuando recuerdo la situación en la que estamos y me aparto de él lo más rápido posible aunque un quejido de dolor causa que me tenga que sostener de nuevo.

— Se... se me torció un tobillo —aclaro en un tono bajito con los nervios a flor de piel al ver la mirada que Flavio y Padre nos dan—. Pero estoy bien no se preocupe.

— Claro que me preocupo —suelta mirándome fijamente como si decirle que no se preocupara por mí fuera una ofensa.

Por un momento creo que a él también se le olvidó dónde estamos.

— Usted… —se aclara la garganta—  señorita Marchetti, ya forma parte de mi familia —expresa rompiendo con el silencio incómodo que se formó a nuestro alrededor.

— Creo que debería revisarse ese tobillo antes de que se hinche —sugiere un señor con gran parecido a Álvaro.

— Pediré a un médico que venga a verla —habla Padre y para más sorpresa de todos Demon me alza en sus brazos.

¿Acaso se volvió loco?

Me lleva hasta el sofá más cercano y me acomoda sobre este de manera meticulosa.

Mis ojos se posan en Fiorella quien está tan roja por el enojo al igual que un tomate a punto de estallar, sin embargo lo disimula bastante bien.

Incluso Madre y la señora Leone se nos acercan mientras reina un incómodo silencio.

Hasta la música despareció.

Demon me retira los zapatos de tacón y el dolor desaparece en su mayoría sin embargo mis nervios no me abandonan y me encuentro alerta esperado a que en cualquier momento alguien saque un arma.

Así es esto, cuando menos te lo esperas, alguien intenta matarte.

Álvaro aparece en nuestro campo de visión y se me acerca.

— Voy en segundo año de medicina, puedo revisarle el tobillo —se ofrece con verdadero desinterés y Demon lo mira como si quisiera matarlo sin embargo deja que se me acerque.

Álvaro toca mi tobillo lastimado y realmente no me duele tanto, luego observa los zapatos de tacón y sonríe de manera genuina.

— Tranquila, el tobillo no llegó a torcerse completamente —me imforma— Lo que te lastimó fueron las correas del tacón pero al mismo tiempo sirvió para evitar un dolor mayor. Solo debes colocarte un poco de hielo en caso de inflamación y tener más cuidado la próxima vez que lleves tacones.

Ya sabía yo que no había sido tan grave.

— Intenta ponerte de pie —me pide y estando descalza esta vez, si logro sostenerme y caminar.

— Tanto drama para nada —suelta Fiorella rodando los ojos y decido ignorarla.

¿Para nada? Evité que te metieras en la cama de Demon.

Tomo los zapatos de tacón en una mano y agradezco a Álvaro y a Demon por su ayuda para retirarme de allí acompañada por una de las chicas del servicio.

A mis espaldas siento esa mirada abrasadora  y no tengo que girarme para saber de quién se trata.

Demon Leone... Mi plan de seducirte nos está metiendo en un gran lío...

¥

En vez de ir a mi habitación decido recorrer un rato el enorme yate.

Aún me duele un poco el tobillo pero esto se siente como recorrer una mini ciudad así que planeo explorar hasta el último rincón antes de que a Padre le dé una de sus crisis existencial y me encierre como acostumbra a hacer en casa cada vez que hay mucha gente cerca.

Durante el recorrido noto algo que se me hace sospechoso y es que en el piso donde está mi camarote hay menos guardias que en el resto.

Paso por un gimnasio lleno de maquinaria, le sigue un salón de belleza y termino descansado los pies sobre un sofá del cuarto de juegos.

Ni siquiera sé si se me permite estar aquí.

Observo las paredes pintadas por colores vivos y como el lugar está lleno de juguetes, algunos mordisqueados de manera extraña. Noto que hay una máquina de confituras. Y Aprovecho que no hay nadie cerca para llevarme algunos dulces en una bolsa de Barbie que encontré.

Si Bianca estuviera aquí me haría cargar con la máquina entera.

Bianca, la extraño mucho, llevo días sin saber de ella.

De pronto una idea alumbra mi cerebro y salgo casi corriendo de vuelta a mi habitación, casi, recordemos que mi tobillo derecho no está al cien por cien.

¥

Escondo la bolsa de confituras y saco el teléfono móvil que me dio Franco Leone II. Lo enciendo por primera vez y lo primero que veo es un mensaje suyo.

Necesito que me llames una vez al día y me confirmes tu seguridad.

                                   
Atte: Franco Leone YDF

Mi ceño se frunce ¿YDF? ¿Qué significa eso? Además no quedamos en nada de eso de llamadas diarias.

Decido pasar de él y marco el número de Bianca.

Suena varias veces pero no contesta entonces recuerdo que en Nueva York debe ser otra hora así que o está trabajando o durmiendo como una perezosa.

Me decanto por gastar el tiempo quitándome el maquillaje escuchando un poco de música hasta que unos golpes en la puerta me asustan así que apago el teléfono y lo escondo lo más rápido posible.

Abro la puerta pero no completamente y al otro lado se encuentra una de las chicas del servicio.

— Disculpe que la moleste señorita —Inclina un poco su cabeza y su tono de voz es amable—. El señor Leone y su señor Padre quieren hablar con usted, le pido por favor que me acompañe.

Un escalofrío recorre mi columna vertebral al recordar lo que sucedió la última vez que estuve sola con esos dos.

Pienso en no ir pero la chica se queda esperando a que salga de mi habitación y sé que si no acato una orden directa del Capo le traería consecuencias también a ella.

Descalza la sigo hacia el piso superior y visualizo a lo lejos a Kendall meterse en una habitación.

¿Si Flavio quiere reunirse conmigo, con quién va a verse a estas horas?

¿Demon?

No, él la detesta, no volvería a acostarse con ella como en el pasado ... ¿O sí...?

Intento ignorar la extraña punzada que se me forma en la boca del estómago por tercera vez en la noche.

Posiblemente vaya directo a mi muerte y yo aquí pensado con quién copula.

¡Qué se revuelque con cualquiera, después de todo si estoy en este barco es por él!

Aunque igual no es que tuviera otro lugar a donde ir en Sicilia.

La chica se detiene frente a unas puertas dobles y no se marcha hasta asegurarse que entre...

Bien, espero no salir destruida de esto...

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Hola x aquí 🌝 como están, aquí les dejo otro capítulo, gracias x dejar leerme y dejar su voto para ayudar a q mi historia crezca 🥺🖤💙

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