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✧Capítulo 18✧


<<Elizabeth>>

Somos nosotros solos ahora...contra todos ellos.

Son las palabras que se repiten en mi mente mientras lo único que hago es enfrentarme a hombres vestidos de camareros en un intento de sobrevivir.

Creo que un ángel de la muerte se apoderó de mi o solo es el instinto de supervivencia, como sea estoy segura de que iré directo al infierno.

Demon no deja de pelear al igual que yo, lo mismo dispara una de las armas que consiguió, que raja gargantas con su cuchillo o simplemente da un puñetazo.

Mi vestido está hecho un desastre manchado de sangre y mi espada cada vez escurre más líquido rojo.

Llevamos quince minutos intentado salir de este lugar y el humo comienza a afectar mis pulmones y a nublarme la vista.

Al doblar hacia otro pasadizo logramos encontrar una puerta abierta y por fin llegamos al exterior.

Nada más tomar un poco de oxígeno, mis ojos se encuentran con los de Adriano, quien en un instante está de pie y al siguiente cae al suelo con una daga en el pecho sacándome un grito de terror.

Demon lo acaba de matar.

— ¡¿Por qué lo mataste?!

— Era una rata, se quedó callado cuando te culparon a ti de algo que él hizo con Fiorella —dice— Quién utiliza la honra de una mujer para defenderse no es digno de pertenecer a la Famiglia.

Solo puedo mirar estupefacta el cuerpo aún tibio.

—Tal vez fue él quien confabuló con estás personas para que nos atacarán, no tenía ningún rasguño ni señal de haber peleado.

Me quedo viendo los ojos de Adriano sin vida mientras la sangre tiñe el suelo y solo me pregunto que le diré su madre cuando la vea en unos días.

Dios, esto se salió de control.

Demon tira de mí, por todo un camino de piedra hacia los establos en un intento de huir.

Siento el frío calar mis huesos.

Olvidé la túnica.

De pronto el calor de una chaqueta abraza mis hombros.

— No quiero que mueras de hipotermia —toma una de las antorchas.

Con su ayuda subo al caballo blanco y salimos cabalgando de allí.

El bosque está mucho peor que hace unas horas.


Intentamos ir lo más rápido posible pero no llegamos ni ha doscientos metros del palacio cuando un grupo de hombres nos obligan a detenernos.

— Bajen de los caballos o les disparamos —amenaza uno de los vestidos de camarero.

Todos llevan linternas.

Acatamos sus órdenes mientras otros con el mismo uniforme nos apuntan con sus armas.

— De rodillas —grita el mismo.

— Es la segunda vez que escucho esa frase en el día y solo va de mal en peor— suelto

Mi lado insolente toma el control. Esta gente posiblemente nos mate y aquí estoy yo, agotando su paciencia.


En mi defensa, simplemente estoy cansada de pagar por los errores de personas que no son ni mi familia.

— Nos salió atrevida la perra —susurra uno de ellos.

— Perra, la tía que le dio la vida a una escoria como tú —le digo y el pelinegro me mira con asco, espero un golpe de su parte, pero este nunca llega.

— Vaya, vaya pero si es el heredero de los Leone —habla alguien a quien no había notado, en un tono de burla.

Los "camareros" se apartan y aparece.

La pesadilla recién empieza...

No sé quién es este hombre, pero sus ojos de distintos colores no prometen nada bueno.

Su piel olivacea luce pálida y su ojo azul tanto como el verde son impresionantes.

Heterocromía.

Repara en nuestra presencia y nos mira con superioridad y aburrimiento.

— ¿Quién eres? —cuestiona Demon y eso me toma por sorpresa, ya que pensé que tal vez era algún enemigo de sus negocios.

El hombre frente a nosotros tiene la apariencia de un rey, con todo el cabello castaño rizado y una cara digna de ser esculpida y guardada como una reliquia en algún museo.

Se retira los guantes negros de cuero, con un gesto elegante y da un paso hacia nosotros.

— Que pena, que no reconozcas a tu tío, me presento, soy Franco Leone II —nos tiende su mano derecha, pero ninguno de los dos hacemos ademán de corresponderle.— Estos jóvenes de hoy en día no tienen modales —resopla y se vuelve a colocar los guantes.

Saca un collar del bolsillo de su abrigo y lo envuelve en su mano

— Pensé que estabas en un psiquiátrico —habla Demon— O mejor dicho muerto.

El tal Franco nos da una sonrisa de cien mil volteos, digna de portada de revista, y ese simple gesto me da escalofríos.

— El mediocre de tu padre que me hizo pasar por loco.

Bueno no es que esté muy cuerdo.

— ¿No les gustó mi espectáculo? —cuestiona—. Gente cayendo al suelo envenenada, mientras el palacio se consume en cenizas.

— Acaso algún Leone está bien de la cabeza—pienso y rápidamente me doy cuenta que también lo dije.

El tipo chiflado repara en mi presencia por primera vez y me mira como si fuera un ratón mojado.

— ¿Y tú quién eres?—su vista se centra en el anillo en mi mano izquierda y luego mira a Demon.

— Uhm así que tu prometida. Con razón la cuidabas tanto mientras intentaban salir de allí, fue divertido verlo en las cámaras de seguridad —se burla otra vez.— Por cierto, de nada por abrirle la puerta.

— ¿Cómo sabes que soy Demon? —cuestiona mi acompañante y hasta ahora me percato de que llevamos antifaces.

— Tus ojos son inconfundibles, igualitos a los de tu madre —mira al cielo—. La bella Alessia que terminó en ese palacio de locos. Lástima que seas mi sobrino si no te dejaría con vida, pero te necesito para que Flavio salga del búnker.

Señala a uno de sus lamebotas y le sirven algo que suelta vapor en una taza.

¿Chocolate caliente?

— Soy de garganta sensible —explica y le da un sorbo a la taza con galantería.

Este tío es insufrible.

— Volviendo al tema principal de esta reunión familiar, ustedes son mi canje para que las ratas de sus padres salgan de la guarida.

Una gran carcajada brota de mis labios, ganándome la atención de todos.

— ¿Que te hace tanta gracia? —cuestiona Franco molesto, al parecer el único que puede reír es él.

— Planea utilizarnos de carnada —lo miro— No cree que si le importaramos en lo más mínimo a Flavio no estaríamos aquí sino en el búnker con él.

— ¿Cómo no le va a importar su hijo?

— Yo que sé, tú dime —me encojo de hombros— Es tu hermano no el mío.

— ¡Pero serás insolente, respeta niña que soy mayor que tú!

En un instante tengo su arma apuntado a mi cabeza, Demon apuntándolo a él y las decenas de camareros a punto de volarnos la cabeza a ambos.

— Mírame —la punta de mi espada tira de su taza sorprendiéndolo— Toda mi vida he pagado las consecuencias de los actos de alguien más y no estoy dispuesta a morir por los actos del engendro de tu hermano.

Franco Leone II me mira estupefacto, como si no esperara esa reacción de mi parte.

— A menuda fiera le pediste matrimonio —le dice a Demon— Quítate la máscara — me ordena con demasiada curiosidad.

Una estúpida idea se me ocurre.

Estúpida, porque dudo que funcione.

— ¿Usted es un hombre de palabra?

— Precisamente porque lo soy es que hago todo esto ¡Largo sufrimiento a los Marchetti y larga tortura a los Leone!

— Pues le informo que yo no soy una Marchetti, y si vivió el tiempo suficiente en ese palacio debe saber la historia detrás del nacimiento de Demon.

El mencionado hasta ahora se ha mantenido callado y sé que está aprovechando mi distracción para crear un plan de escape, aunque eso es imposible con tanta gente apuntando a nuestras cabezas.

— ¿Usted siente curiosidad por mi rostro no? Se lo mostraré si promete dejarnos vivos —propongo.

— Niña, he visto rostros más hermosos antes, no eres nada especial.

— Pero mi rostro es el que le da curiosidad. No ganaría ni perdería nada dejándonos vivos.

Observo como la llovizna comienza a humedecer sus rizos color miel.

— ¿Me estás rogando por vuestras vidas?

— No, le estoy ofreciendo un trato.

Noto la curiosidad aumentar en su mirada.

— Eres buena moviendo tus cartas.

— Siempre tengo la mejor mano en el póker —sonrío estúpidamente.

Y otra sonrisa de revista ilumina su rostro.

— Un día de estos juguemos una partida.

— ¿Eso significa que acepta mi trato?

— Está bien, prometo dejarlos vivos

Sus hombres bajan las armas, pero Demon no, aunque igual no parece intimidarle

— Ahora muéstrame quien está detrás de ese antifaz.

Llevo una de mis manos al antifaz y desató el nudo causando que la máscara caiga a la tierra cubierta de escarcha.

Evaluó cada una de sus reacciones a través de su mirada: curiosidad, sorpresa, confusión y... conmoción. Esta última me confunde.

— Pueden irse —ordena y su rostro olivaceo raramente pálido ahora luce el triple de palidez.

¿Que rayos acaba de pasar?

Subimos a los caballos, no sin despegar la vista de ninguno de ellos y en especial yo sin dejar de ver esos ojos distintos.

Tomo las riendas de Perséfone y antes de partir su voz me detiene.

— Recuerda que me debes una partida de póker, niña.

                      

✧✧✧

— ¿Que mierda fue eso? —cuestiona Demon luego de arribar a la mansión.

— Ni idea, pero no me sorprendería si aparecen más locos en tu familia.

— Viste la mirada de Franco, parecía que había visto una aparición —frunce su ceño, y me mira como si tratara de descubrir algo.

— Le habré recordado a alguien.

— ¿Y si ese alguien es familia tuya? —cuestiona causándome inquietud— ¿Nunca te has preguntado sobre tu pasado o si lo que te dijeron todo ese tiempo es verdad?

Me quedo dando vueltas a su pregunta y realmente dudo hasta de quién soy ahora mismo.

— ¿Qué haremos ahora? —cambio de tema— ¿Esperar aquí hasta que Flavio salga del búnker o esperar a que lo maten?

— Iremos a casa de mi madre —dice y lo miro con confusión—. No podemos quedarnos aquí, sería un riesgo estando Franco por ahí con ganas de incendiar cosas, así que toma lo que consideres necesario.

Da un paso hacia mí y por un extraño momento creo que me va a besar, pero solo se limita a ver el golpe en mi mejilla.

Malditas hormonas.

— Tendremos que curar esto —acaricia con suavidad la piel adolorida causándome un extraño estremecimiento, da un paso hacia atrás y se aleja.

✧✧✧

Subimos a nuestras respectivas habitaciones para preparar las maletas luego de que Demon se asegurara de que no hay ningún enemigo cerca.

Entro a mi cuarto y noto algo que llama mi atención.

— Demon es un imbécil, bella.

El pequeño loro está de vuelta, abro la puerta de su jaula y el mismo entra sin ayuda.

Como no he desempacado solo me toma unos minutos preparar mis cosas.

Me cambio de ropa y me percato que la corona aún sigue intacta en mi cabeza después de todo, así que le guardo con delicadeza.

Demon toca mi puerta minutos después, y salgo de la habitación con mi maleta, mi espada y la jaula de Rubí.

— ¿Volvió? —mira sorprendido al ave.

— Pues sí.

— Fuiste la cadena que lo ató a su jaula.

— ¿A qué te refieres?

—  A que muchas veces nos termina gustando la cárcel solo porque las cadenas son de oro.

— Pero igual es una cárcel.

— De la que no quieres salir.

✧✧✧

— ¿Que pasará cuando Flavio salga del búnker?— vuelvo a preguntar pues no puedo dejar de pensar en ello.

— Tiene reservas para al menos una semana, así que esperaremos a que salgan y volveremos a Nueva York si no es asesinado antes por su hermano.

De pronto la canción de la radio se ve interrumpida por un nota informativa.

Y en últimas noticias la tan esperada fiesta en el palacio Leone terminó siendo un genocidio con la muerte de más de cincuenta personas y del resto de invitados una menoría resultó herida a causa de quemaduras por el cruel incendio. Según los oficiales fue un ataque terrorista debido a que en el lugar se encontraban importantes políticos...más información en breves minutos...

— No ha salido del búnker y ya está moviendo sus fichas para ocultar el desastre de esa fiesta.

Ambos sabemos que muchos murieron en esa fiesta si tenemos en cuenta los camareros los cuales por algún motivo no mencionaron.

— ¿Acaso la policía esta aliada a la mafia? —cuestiono y no me sorprendería si así fuera.

— No, pero tampoco se meten en asuntos que involucren a la familia Leone, simplemente ignoran lo que sucede —responde sin dejar de mirar por el espejo retrovisor— Todos saben que ese apellido es de respeto en toda Italia desde siglos atrás y pues tampoco ningún político de la isla se niega a algo que un Leone le pida como ocultar par de cadáveres.

— ¿Saben que son mafiosos?

— No realmente, a diferencia de otras mafias, los Leone ocultan quienes son, para la gente solo son descendientes de la realeza con una gran influencia en la industria armamentística en el mercado mundial.

Interesante, este es el por qué había tantos periodistas y a los Leone no les importaba ser fotografiados.

Ante el mundo son solo empresarios exitosos.

De pronto Demon se desvía de la carretera y toma una ruta diferente.

— Nos están siguiendo —es lo único que dice.

— ¿Quién?

— Lo más posible es que sea alguno de los hombres de Franco Leone II.

— ¿Y que vamos a hacer?

— Este camino es un atajo para llegar al otro extremo de la isla. Tranquila, casi nadie toma esta ruta, solo tardaremos un poco más en llegar.

                                 ✧✧✧

Realmente no sé en qué momento me dormí, solo siento cuando el auto se detiene y miro por la ventanilla.

Una bonita villa de dos pisos nos espera.

Bajamos del auto y Demon busca algo en una maceta hasta que lo encuentra: una llave.

— Vaya que original, esconder la llave de casa en una maceta de una planta, nunca me lo habría imaginado —mi tono bastante sarcástico le saca una pequeña sonrisa.

— No tengo mi llave aquí, así que recordé haber guardado una, la última vez que vine.

— ¿Cuándo fue esa última vez?

— Cuando cumplí dieciocho, un abogado se presentó en donde entonces vivía y me dijo que tenía que viajar a Italia a reclamar mi herencia.

Donde entonces vivía...

— ¿No vivías con Flavio Leone?

— Es una historia muy larga, tal vez luego te lo cuente —abre las puertas de la casa y al enceder la luz lejos de encontrarnos con una ola de polvo y humedad todo está muy limpio y ordenado.

— Parece como si alguien viviera aquí.

— Una señora y sus hijas se encargan de limpiar cada cierto tiempo, al parecer se enteraron de que estaba en Italia e hicieron una visita hace poco.

Recorro con mi vista el lugar y lo primero que capta mi atención es una bonito cuadro con una fotografía de un bebé regordete con iris rojos.

No hay que ser adivino para saber quién es.

— Dios que guapo eras —digo nada más ver la foto de cerca.

— ¿Era? —cuestiona con una sonrisa que desborda egocentrismo.

— Véndeme el diez por ciento de tu ego.

— ¿Y con que me pagarías, Joya mía? —me da la típica mirada moja bragas que termina causando que mire en cualquier dirección menos a él.

¿Qué está pasando?

Paredes marfil, muebles lujosos, piso de madera cubierto con alfombras persas, una bonita lámpara colgada del techo, escaleras...

Me fijo en cada detalle solo para no mirar al espécimen a mi lado.

Hay muchas fotografías y la mayoría son de Demon desde que nació hasta la adolescencia, en muy pocas se ve a sus abuelos y de su madre no hay ninguna, eso puedo asegurarlo.

— Resultó ser que la abuela había dejado toda su herencia a su único nieto —continua con la historia — Dejando en la calle a Piero Vitiello y así es como terminé siendo dueño de la casa donde pasé gran parte de mis veranos al igual que de otras propiedades.

— Chico suertudo —silvo.

— Ni tanto, este lugar me trae recuerdos que hay veces que quisiera olvidar.

— Leí en un libro que los recuerdos son los que nos mantiene vivos.

— Y créeme que lo son.

Noto un brillo diferente en su mirada, ese que tiene cada vez que asesina a alguien.

Caliente

— Iré a ver si la calefacción funciona —menciona y yo ni siquiera había sentido el frío.

Me quedo sola en la sala de estar acompañada de mi loro hasta que Demon regresa.

— La calefacción no funciona.

— Moriremos congelados.

— Hay una chimenea eléctrica.

— ¿Pero el calor llega a las habitaciones?

— Podemos dormir aquí, juntos.

Juntos

Trago el extraño nudo que se forma en mi garganta.

No es la primera vez que dormimos juntos pero ese dormir viniendo de Demon puede significar muchas cosas.

— Tengo hambre —suelto mi frase para acabar con momentos incómodos, aunque creo que se interpretó de una manera distinta.

Sonríe otra vez, causándome estragos.

¿Es normal que una sonrisa te robe el habla?

— Revisa en la nevera —peina su cabello hacia atrás causando que los músculos de sus brazos se contraigan— Si estuvieron aquí deben haberla dejado llena, buscaré algunas cobijas.

Mis manos pican por tocar sus hebras oscuras, así que terminó abrazándome a mi misma.

Lo veo subir las escaleras y espero a que desaparezca de mi campo de visión para soltar un sonoro suspiro.

Ni siquiera me acuerdo en que momento dejé de respirar.

— ¿Acaso es esto a lo que todos llaman tensión sexual?

Tensión sexual —chilla el loro.

— Ni se te ocurra aprenderte eso —lo regaño.

Tensión sexual.

Sonrió.

— Eres como una grabadora animal.

Tensión sexual.

_____

Wiii estoy de vuelta 🌚 quién será este tal Franco Leone II 🌚🌚🌚 ¿Creen que él y Elizabeth jueguen esa partida de póker? ...lo sabrán en próximos capítulos 🌚

Gracias por leerme 🥺 y dejar su voto wiii

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