✧Capítulo 16✧
<<Elizabeth>>
Salgo de la ducha con un albornoz cubriendo mi cuerpo y me encuentro de frente con Flavio Leone, quien está sentado en mi cama.
— ¿Qué hace usted aquí?
— Solo quiero pasar tiempo con mi futura esposa —su voz demasiado dulce lo hace ver más aterrador.
— Sabe bien como son las tradiciones —trato de que no note el temblor en mi voz.
— Tranquila pequeña Rubí, no vengo a desvirgarte —la forma en que dice la palabra solo hace que me dé más miedo.
Se pone de pie y da unos pasos hacia mí, a la vez que yo me alejo, pero no hay que ser un genio para notar que la puerta está cerrada con llave.
— ¿Por qué me dice Rubí? —trato de llevar la conversación por otro rumbo.
— Me recuerdas a esa pequeña perra.
Flavio me alcanza y nuestra diferencia de estatura es notoria, pues le saco casi una cabeza.
— Solo vengo por mi regalo de cumpleaños, pequeña.
Pequeña, Rubí, nombres que no me traen recuerdos buenos, Padre suele decirme así mientras me "castiga".
— Olvidé comprar algo —digo.
— Que ilusa mi pequeña —sonríe como un lobo y el olor a nicotina me golpea—Ahora ponte de rodillas —ordena.
De rodillas, no te va a doler.
El recuerdo de haber escuchado la misma frase en la voz de Padre, se hace cada vez más claro.
¿Que tanto me ha hecho Marchetti?
Intento correr hacia el baño, pero un tirón de mi cabello me detiene y soy lanzada al suelo de una cachetada que me deja totalmente aturdida.
— Si intentas hacerme algo voy a gritar —susurro y trato de ignorar el ardor en mi mejilla.
— ¿Y quien te va ayudar?—cuestiona con burla— ¿Tu padre que sabe que estoy aquí? ¿Tu madre o tu hermana a la que le importas un carajo? ¿O Demon que no es más, que otro de mis perros?
Tiene razón, nadie haría nada.
— Ahora compórtate como una buena chica y trae esa boquita aquí —señala su pantalón y siento la bilis en mi garganta.
Levanto la mirada aún estando en el suelo y me encuentro con esos ojos verdes pequeños similares a unas aceitunas arrugadas.
— No lo haré —digo entre dientes.
— Creo que no acabas de entender —acorta nuestra distancia—. No te estoy dando a elegir pequeña Rubí.
De pronto no son solos sus ojos los que veo, sino los azules de Padre y los marrones de alguien que no recuerdo.
Me estoy volviendo loca.
— Creo que quien no acaba de entender eres tú —las palabras salen de mis labios y de pronto me siento liberada— ¡No pondré mi boca en tu diminuto pene, Flavio Leone!
Otra cachetada hace arder mi mejilla, pero lejos de causar dolor despierta toda la rabia que guardado por años.
Su mano cubre mi brazo y soy arrestada hasta quedar de rodillas a la altura de su abultado vientre.
— Deja de insistir maldito anciano, yo que tú lo pensaría antes de poner tu pene en mi boca —sonrío— Porque prefiero desgarrarte antes de darte algún tipo de placer.
Su agarre pasa a mi cabello de forma ruda y tira de él fuertemente.
Antes de que se percate encajo mis dientes en su muslo y un grito desgarrador sale de su boca.
Solo cuando presiona mi cuello logra que lo suelte.
— ¡Maldita perra! —sus ojos me miran rabioso pero no tanto como la forma en que lo miro a él.
Noto sabor metálico en mi boca y al mirar su pantalón color beige veo como la sangre corre por el mismo.
Me pongo de pie bajo su atenta mirada, mientras él intenta patearme con su pierna herida.
— Antes muerta que acostarme contigo —esta vez soy yo quien se acerca a él.
Intenta golpearme otra vez, pero alzo mi rodilla golpeando fuertemente su entrepierna.
— No sé quién es Rubí, pero estoy segura que yo no soy ella, podré parecer un ángel, pero no me da miedo matar y menos a escorias como tú — le escupo su propia sangre en la cara, mientras me mira petrificado.
— ¡Maldita loca, voy a destruirte igual que hice con ella! —vocifera pero antes de que pueda hacer algo la puerta se abre.
Una mirada carmín se centra en ambos.
— ¿Qué está pasando? —cuestiona Demon y noto que está un poco agitado.
— Solo quería pasar tiempo con mi prometida —le da una mirada asesina— Lárgate de aquí.
La mirada carmín baja hasta mi boca y veo sus nudillos se ponen más pálidos de lo normal.
— Lo están esperando abajo, Padre —dice.
— Diles que estoy ocupado, ahora vete.
— Es una emergencia —insiste.
Flavio Leone voltea a verme aún rabioso y con una última mirada amenazante sale de la habitación.
— Sígueme — le ordena a Demon y este se retira con él no sin antes mirarme de una forma extraña.
Un suspiro sale de mis labios, al verme por fin sola y corro al baño para cepillar mis dientes.
Lavo mi rostro y voy a la habitación, cierro la puerta y busco en mi maleta el pequeño objeto.
—¿ Y quien te va ayudar? ¿Tu padre que sabe que estoy aquí, tu madre o tu hermana a la que le importas un pepino o Demon que no es más que otro de mis perros?
Las palabras de Flavio hacen eco en mi cerebro y aunque duela se qué es verdad.
Estoy sola y solo yo puedo salvarme.
Por fin encuentro el objeto que buscaba y marco solo dos teclas del pequeño móvil.
— Estoy dentro.
Solo escucho un "recibido" como respuesta y tiro el pequeño objeto por el inodoro.
✧✧✧
La chica encargada de mi maquillaje para esta noche termina de aplicar la base en mi rostro, tratando de ocultar los moretones de mis mejillas, mientras otra más joven arregla mi cabello.
— Creo que olvidé algunas cosas en la habitación de la señora Marchetti —menciona la mayor y ambas se miran preocupadas.
A nadie le gusta lidiar con Stella Marchetti y menos si tiene una botella de vodka en la mano. Hace dos meses hirió a una empleada por no haber planchado bien uno de sus vestidos.
— Yo iré por ello —digo y ambas chicas me miran agradecidas.
— Es una pequeña bolsa rosa, donde guardo los artículos para el cabello —me dice la mayor.
Aiento y salgo de la habitación.
Al pasar por algunos ventanales noto que está nublado.
La noche promete ser fría.
Me gusta el invierno, Bianca y yo solemos tomar chocolate caliente y hacer muñecos de nieve en los recesos escolares.
Bianca... la extraño, tengo tanto que contarle.
Doblo en uno de los pasillos y casi dejo escapar un grito cuando una mano tira de mí, a lo que parece ser una sala de juegos.
— ¿Estás bien? — cuestiona Demon y su mano va directo a mi mejilla lastimada.
— Lo estoy, no tienes por qué preocuparte —intento salir de su agarre, pero termino acorralada contra la pared.
— Pues igual me preocupo por ti—susurra y mi atención va a sus labios.—¿Qué te hizo?
— Estás invadiendo mi espacio personal, aléjate.
— No hasta que respondas.
— Igual no harías nada al respecto —lo enfrento— Porque eso te costaría muy caro. Empezando por perder lo que tanto te gusta y lo que tanto anhelas: poder.
Se queda callado y está más que claro que tengo razón, aunque una parte de mi tenía un poquito de fé.
— Tú mismo lo dijiste ayer —sonrío para ocultar la molestia en mi pecho— Soy la prometida de tu padre, en otras palabras, una virgen en sacrificio y tu pase para ser Capo —giro el rostro para evitar verlo— Ahora quítate por favor.
Siento su mirada en mi cuello y una de sus manos acaricia este lugar mandando escalofríos por toda mi espina dorsal.
Sin embargo parece recordar algo porque se aleja repentinamente, dándome espacio como le pedí.
— La sangre en mi boca era de tu padre, no mía, si era eso lo que te preocupaba.
Doy unos pasos hacia la puerta, pero de sus brazos me rodean por detrás y los latidos de mi corazón se aceleran tanto que los escucho en mis oídos.
— La verdadera Elizabeth, está despertando —susurra mientras su barbilla descansa en mi hombro— Espero y no me odie.
Un beso en mi mejilla me estremece y el calor de su abrazo me abandona.
Sale primero que yo de la habitación y por un momento me quedo confundida mirando la puerta.
¿Qué acaba de pasar?
✧✧✧
De vuelta a mi misión de recuperar la bolsa de la maquillista, sigo mi camino hasta la habitación de Madre, pero instantes antes de tocar la puerta unas voces me detienen.
— Espero y tengas un plan para deshacerte de ese engendro antes de que tu padre se entere —la voz de Madre se hace notar.
— O tal vez sea lo que necesite —dice alguien más a quien identifico como Fiorella.
— ¿Un mocoso hijo de un guardia? ¿Para qué te serviría?
Fiorella está embarazada de Adriano, Padre la va a matar.
— ¿Quién dijo que es hijo de un guardia?
— Pues a no ser que te hayas embarazado de Demon, mágicamente. Estoy segura que es hijo del miserable de Adriano.
— Ese no es el punto aquí, por ahora debo pensar en una forma de meterme en la cama de Demon.
Proceso cada una de sus palabras y una parte de mí, quiere ir a contarle a Demon lo que planean, pero la otra parte masoquista, se preocupa porque le hagan algo a Fiorella, a su bebé o Adriano.
Menuda idiota soy.
Espero unos minutos y toco la puerta.
Madre me recibe con su típico vaso de vodka en la mano y parece adivinar para que vine porque rápido busca la bolsa y tira la puerta en mi cara.
Con el tiempo me acostumbré a su trato.
<<Demon>>
Me quedo mirando a Padre y a Giovanni brindar por la muerte de Franco Leone II, y el estómago se me revuelve.
Uno de sus sicarios acaba de llamar para confirmar que el hermano menor de Padre, fue quemado vivo.
Me sirvo un trago y vuelvo a mi silla, mientras soy testigo de su conversación.
— Su cuerpo quedó irreconocible luego de haber sido quemado —habla Marchetti—. A penas y duró dos días fuera de ese manicomio.
— Tanto le gustó el fuego que terminó siendo consumido por él —agrega Padre expulsando el humo de su habano.
Algunos imágenes de Franco vienen a mi mente, sé que lo conocí, pero no es que recuerde mucho de él, ya que vivíamos en Nueva York y solo veníamos a Sicilia en vacaciones.
Además, la mayoría de mis recuerdos de niño son dispersos, según Akiko, es por los traumas vividos desde edad temprana.
— ¿Como te fue con Elizabeth? —cuestiona el ladrón de Giovanni, captando toda mi atención.
— No es tan mansa como su madre, pero no hay nada que unos buenos golpes no arreglen.
La mención de la madre de Elizabeth me causa curiosidad, pero no es suficiente como para dejar de apretar el vaso en mi mano.
Hijos de puta.
— ¿Que te pasó en la pierna?
— Uno de los perros de caza, se soltó y me atacó, ya lo sacrifiqué.
Giovanni suelta una carcajada.
— No tienes que mentirme, fue Elizabeth, a mi también me ha mordido antes —suelta y me pregunto que tanto le habrá hecho este depravado a mi joya.
El vaso en mi mano se hace añicos captando la atención de todos.
Gracias al vendaje en mi mano no se enterró ningún cristal.
Mi teléfono suena y aprovecho la oportunidad para salir del despacho de Flavio.
— Enzo ¿Todo bien en Nueva York?
— El cargamento ya aterrizó en Alemania y Donato dirigió el saqueo de cobre y cinc en las bodegas de la Bratva.
— Bien, encárgate de verificar que el cargamento de metanfetaminas pase por la frontera de Alaska.
— Okey ¿Cómo va la fiesta de cumpleaños?
— Aún no empieza, pero algo me dice que va a terminar igual o peor que los años anteriores.
— ¿Y ya besaste a la chica de trasero voluptuoso y belleza exótica?
— Es mi futura madrastra así que deja de mirarle el trasero a Elizabeth.
— ¡Oh! ¿Eso que escucho son celos? —se burla— Pero no has contestado mi pregunta y quien calla, otorga.
Ruedo los ojos y escucho otras voces de fondo.
— Aquí los chicos están haciendo apuestas, Luca dice que la besas antes de que termine la semana y Donato antes de que termine el año.
— ¿Qué tanto le has contado de Elizabeth?
— Solo que es la única mujer con la que te has disculpado, ellos sacaron sus propias conclusiones.
— Pues dile a ambos que van a perder su apuesta, entre ella y yo no puede pasar algo.
— No "puedes", pero quieres y eso es lo que importa. Suerte en lo que haces.
Entro a mi habitación y luego de cambiar el vendaje, ahora manchado de whisky, aprovecho para tomar algunos cuchillos.
La fiesta de esta noche no pinta terminar bien y si no logro calmarme posiblemente todo se vaya por la borda.
Por otro lado
— Ya está todo listo jefe.
— Será una cálida reunión familiar.
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Pues esta última conversación fue del nuevo personaje 😈.
Wii gracias por leerme 🥺🥺🥺...💙💙💙
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