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✧Capítulo 13 ✧

<<Demon>>

— Gracias por venir, es un placer para mí, tenerlos aquí —nos saluda el señor D'angelo y un camarero camina hacia nosotros con dos copas de vino.

— El placer es nuestro —musito.

Massimo D'angelo ha sido una de mis mayores influencias en el arte desde que tengo 18 años.

La primera vez que vi una de sus obras, fue en una galería de Nueva York, desde entonces he sido un fiel admirador.

— Espero disfruten de la velada.

Dejamos al señor D'angelo recibiendo a los demás invitados y hacemos un recorrido por todo el lugar.

— Si te gusta alguna obra de arte puedes comprarla, la mayoría de esta ala están en venta —le informo a Elizabeth quien luce algo pálida.

Coloco mi mano en su espalda baja en el momento que unos chicos reparan en su presencia y sé que eso fue un gesto posesivo, pero no tengo ganas de manchar mi camisa de sangre perteneciente a alguno de esos imbéciles por intentar ligar con ella.

Aunque debo admitir que si estuviéramos en una situación diferente sería yo quien lo intentara.

No he podido quitarle los ojos de encima desde que la vi con ese vestido.

Toda una joya...

Caminamos hacia el área VIP y me sorprende que esté cerrada.

— Es raro que el área VIP no esté abierta —digo pensativo.

—¿Y que hay en esta área?

— Se exponen las obras que no están en venta, sin embargo son las más impresionantes.

Nos detenemos a observar a un paisaje.

— Iré por otra copa de vino —me informa y la miro con el ceño fruncido.

— Okey, pero que sea la última, aún tengo recuerdos tuyos dentro de una piscina y solo habías bebido tres copas de vino.

— Estaré bien —dice y la veo alejarse.

Decido llamar a uno de los asistentes de la fiesta para decirle que me llevo el paisaje parisino, pero justo en ese momento alguien entre la multitud llama mi atención.

— Sin duda la suerte está de mi lado como para encontrarme con Demon Leone —sonríe.

Kendall Brown, una morena de un metro sesenta y curvilínea camina hacia mí.

Ha sido una de las amantes de Padre por años, lo que me pone alerta.

— ¿Vienes sola o acompañada?—cuestiono.

— Acompañada, pero no de tu padre —le da un sorbo a su copa— Supe que se comprometió y si está en Italia y no me ha llamado es señal de que su juguetito nuevo lo tiene ocupado.

Realmente me sorprende encontrala aquí ya que podía asegurar que Padre estaba con ella.

— Si Padre no te ha llamado es porque de seguro encontró a alguien mejor que tú, a la que follarse.

— Que recuerdos —suspira— Si no me equivoco fui yo, la primera mujer a la que te tiraste.

Un detalle que había olvidado mencionar. Perdí mi virginidad con Kendall.

En ese entonces ella tenía veinte años y yo, doce. Padre la contrató para ello, según él, ese era mi regalo de cumpleaños, perder la virginidad con una prostituta.

— No eres la única mujer a la que me he follado y puedo asegurar que la mayoría te superan.

Sonríe.

Catorce años atrás hubiera suspirado por esa sonrisa.

Iluso.

— Ya no eres ese niño virgen al que desvirgué —expresa y una de sus manos recorre las líneas de tinta que deja ver la abertura de mi camisa— Según los rumores que corren, sabes muy bien lo que haces. Si algún día necesitas repasar el contenido con tu profesora, recuerda que fui yo quien te impartió las clases de sexualidad.

De pronto Elizabeth se nos acerca y Kendall centra toda su atención en ella.

— Supongo que esta niña es tu polvo de esta noche.

Elizabeth nos mira a ambos y Kendall centra su vista en el anillo en la mano izquierda de la Joya Marchetti, lo que causa que se ponga pálida.

— Pensé que te habías comprometido con la hija de Giovanni Marchetti.

— Y lo hice —sonrío— Elizabeth ella es Kendall Brown una de las amante de Padre; Kendall ella es Elizabeth Marchetti y futura señora Leone.

Elizabeth sonríe aunque por su cara estoy seguro de que no tiene idea de que está pasando y Kendall luce estupefacta.

— No sabía que Marchetti había concebido una bastarda con Rubí —suelta dejándonos un poco descolocados— Fue un gusto verte de nuevo, Demon.—agrega y se aleja rápidamente hacia un señor que podría ser su abuelo.

— Bien ¿Qué fue eso?—cuestiona la Joya Marchetti.

Me encojo de hombros.

— Que eres lo suficientemente hermosa como para haber bajado a Kendall Brown de su pedestal.

Se sonroja.

— Okey y... ¿Ahora ella cree que tú y yo estamos comprometidos?

— Tal vez —me encojo de hombros—. Olvidé aclararle ese pequeño detalle.

— Creo que desconozco gran parte de lo que sea que acaba de suceder.

Doy un sorbo a mi copa.

— Con ella perdí la virginidad y...

— Y fue la primera vez que te enamoraste —termina la frase por mí.

— Tenía doce años y a esa edad que una chica adulta se fije en ti es lo más impresionante que te puede pasar —aclaro, ya que realmente amor no fue— Luego me enteré que no era más que una puta contratada por Padre para que me quitara la virginidad.

– También fue tu primera desilusión amorosa —sugiere.

— A esa edad nadie ama, solo era una estúpida ilusión.

— Y ahora... ¿Es la amante de Flavio Leone?

— ¿Cómo crees que descubrí que era una prostituta?—le doy un sorbo a mi copa—. Meses después de mi cumpleaños los encontré follando.

Elizabeth me mira estupefacta y decido contarle un poco más...

— Como si no fuera suficiente,Kendall mintió y dijo que él abusaba de ella. Le creí y enfrenté a Padre siendo casi un mocoso, ganándome una de las peores palizas de mi vida. Pasé dos semanas que no sabían si iba a sobrevivir.

Su mirada se suaviza y noto algo diferente en sus ojos.

— No me mires con pena y lástima Joya mía, ambas son dos cosas que odio.

— Es empatía Demon, no es pena ni lástima.

En un segundo su cuerpo choca con el mío y noto sus brazos rodeando mi torso entonces soy consciente de que... Me está abrazando.

No recuerdo la última vez que alguien me abrazó.

Intenta apartarse al ver que no correspondo, pero entonces soy yo quien la aprisiona y no sé cuánto tiempo pasamos así hasta que un empleado nos interrumpe.

— Señorita el cuadro que pidió para llevar ya está envuelto.

— ¿Compraste un cuadro?

— Tú dijiste que escogiera el que quisiera.

— ¿Y me lo vas a mostrar?

— No.

— ¿Por qué no?

— Porque no.

—¿Pero que tiene de malo que lo vea? Si quieres te muestro el que compré yo.

— Igual no te lo voy a mostrar.

— ¡Serás egoísta!

— Un poco —agrega y hace un pequeño puchero dejándome desencajado por completo.

— A veces eres algo malcriada, sabes. Cada vez más me convenzo más de que no somos tan diferentes —sonrió.

No sé que me está pasando.

Nos despedimos del señor D'angelo media hora después.

Nos da un extraño abrazo a ambos, tomándome por sorpresa y subimos al deportivo.

Supongo que hoy es la noche de los abrazos.

<<Elizabeth>>

— ¿A dónde vamos? —cuestiono al ver que tomamos una ruta diferente.

— Fuimos a la galería, ahora iremos a la fiesta en la playa.

Su confesión me toma por sorpresa y minutos después bajamos del coche.

La música alta llega hasta el estacionamiento, la canción que suena es en español.

— La fiesta las organizan unos hermanos latinos.

— ¿En serio los investigaste antes de venir aquí?

— Tenía que asegurarme de que no era una trampa.

Nos mezclamos entre las personas y me quito mis sandalias para sentir la arena en mis pies, Demon me imita y caminamos descalzos hasta la barra de bebidas.

Es la primera vez que voy a la playa y la vista nocturna combinada con la música y la euforia del momento me hacen sentirme libre por unos instantes.

— Bien, eres libre por cuatro horas Elizabeth, ve y baila solo no te metas en problemas —habla Demon dejándome muda— Por una noche no eres una princesa de la Famiglia, así que disfrútalo.

¿Libre? ¿Por cuatro horas?

¿Por qué me siento como un cachorro al que le quitaron la correa?

No pierdo mi tiempo y me mezclo entre las personas moviendo mi cuerpo al ritmo de la música.

Cuatro horas sin pensar en mi compromiso...

Cuatro horas sin Padre controlando todo lo que hago...

Sin las tradiciones de la Famiglia respirándome en la nuca...cuatro horas...

— ¿Una cerveza? —cuestiona una voz detrás de mí.

Me giro para encontrarme con Demon y dos botellas de cerveza en su mano.

—¿No que era libre por cuatro horas?

— Me presento, soy Demon —me da una de las bebidas— Pero tú puedes llamarme como quieras, incluso tu cita de esta noche.

¿Que le picó?

— Elizabeth —agrego.

— ¿Solo Elizabeth? —cuestiona y por un momento creo que viajamos a un universo paralelo.

— ¿Solo Demon?

Touché, bien Elizabeth, brindemos por la libertad y porque la noche es joven —chocamos nuestras botellas y me pego un gran sorbo de la bebida amarga, pero refrescante.

De pronto comienza a sonar otra canción en español y Demon deja nuestras bebidas en la barra.

— Espero y sepa usted, bailar bachata —me tiende su mano

— Realmente no tengo ni idea joven Demon.

— Pues agradezca al destino que se ha topado con un gran bailarín.

— ¿Es usted bueno en todo?

— Solo en lo que me interesa serlo.

En un instante una de sus manos va a mi cintura y la otra se une a mi mano derecha, juntando nuestros cuerpos.

La canción comienza despacio y nos movemos lentamente.

Al estar tan cerca me permito embriagarme con su colonia.

— No hablo mucho español, pero algo de la letra entiendo —comienza a traducir la letra en mi oído y un escalofrío me recorre— Si te digo que te amo, que tu amor me tiene enfermo. Te aprovecho y con más ganas me das lo que quiero.

Me da la vuelta quedado su pecho pegado a mi espalda.

— Es que me enamoró. Con su carita de inocente, ella me enamoró —su mano recorre mi abdomen hasta posarse en mi cintura y luego vuele a darme otra vuelta quedar de frente otra vez, con nuestros labios a pocos centímetros— Es una diabla bien vestida, ella me enamoró. Hace todo lo que pida, ella me enamoró.

Nuestro se balancea con movimientos rápidos y luego lentos. En el colegio recibí clases de vals, no de bailes latinos, pero de algo sirvió.

— No bailas nada mal —susurra con nuestros rostro muy cercas y un escalofrío me recorre al pensar en como se sentirían sus labios sobre los míos.

La canción termina y agradezco que la extraña tensión se disipe. Sin embargo el pensamiento anterior no sale de mi mente.

✧✧✧

Dos botellas de cerveza de más, y termino bailando algo conocido como reggaeton...

Ni idea de que bailo, pero Demon no deja de reírse.

Menudo ridículo debo estar haciendo, pero se siente bien bailar hasta desmayarme.

No sé cuanto tiempo ha pasado cuando por fin nos dejamos caer en la arena mirando hacia al mar.

— Juguemos al juego de la veinte preguntas —propongo con demasiada alegría.

— Recuérdame no volverte a comprar cerveza —sonríe y sopla los mechones de cabello que le caen sobre la frente.

El gesto me resulta tan infantil y juvenil me le quedo viendo demasiado tiempo por lo que me pilla viéndolo.

— ¿En qué consiste ese juego?

— Consiste en hacernos preguntas hasta llegar a veinte.

— Una forma de obtener información, sin torturar a nadie —su tono sigue siendo el mismo a pesar de haber bebido más que yo.

— ¿Que día cumples años? —comienzo por una pregunta normal.

— 30 de noviembre.

— ¿Eso es en dos semanas?

Se encoge de hombros restándole importancia.

— ¿Cuál es tu color favorito? —cuestiona.

Miro sus ojos por un momento y respondo.

— El rojo, desde niña siempre me ha gustado ese color.

Un sonrisa alumbra su rostro.

— Ves que no somos tan diferentes Joya mía.

— ¿Por qué me dices Joya?

Es una pregunta que lleva tiempo dando vueltas en mi cabeza.

— Porque es lo primero que viene a mi mente cuando escucho tu nombre —me mira y por instantes se me olvida respirar — Eres como una preciada joya que intentan esconder del mundo, para que nadie la robe.

¿Es normal que sienta como si me sobrara la ropa?

— Me toca —agrega, sacándome de esa extraña burbuja— ¿Con que planeas alimentar a tus hijos?

Noto su mirada burlona en mis pechos y sé a que se refiere.

— Serás capullo —le pego en el hombro.

—¿Sabes lo que acabas de hacer?—cuestiona con fingida ofensa.

— Recuerda que esta noche no somos algo relacionado con la Famiglia.

El alcohol me hace valiente.

— Por cierto el libro que me regalaste tiene un final muy triste.

— No siempre tiene que haber finales felices y en todo caso creo que el final de una historia es la muerte, ahí culmina nuestro ciclo de vida no en un "comieron perdices y vivieron felices".

— Creo que se dice al revés —sonrío al ver como le resta importancia—Siguiente pregunta... ¿Crees en el amor?

—Sí  —responde y lo miro con una ceja arqueada— ¿Crees que todos los chicos malos no creen en el amor?

— En su mayoría no.

— Yo soy la excepción de toda las reglas —hace un pequeño guiño lo que causa que sonría.

Esto de seducir a Demon sin arriesgar mi pequeño corazón será difícil.

— Creo en el amor porque mi madre me amaba y murió por ello, sin embargo por ese mismo motivo no quiero enamorarme.

— ¿Temes a morir por amor?

— Temo a que esa persona muera por mi culpa —expresa y siento que un nudo se forma en mi garganta.

De pronto un pequeño silencio se forma y sé que sus pensamientos han volado a otro escenario por su mirada desolada.

— ¿Y si te enamoras que harías, alejarte o entregarte por completo? —cuestiono, trayéndolo de vuelta al presente.

Le da un sorbo a su cerveza, pensativo.

— Los hombres de la mafia somos unos imbéciles posesivos y a diferencia de las personas normales no le decimos te amo a alguien solo porque la hemos follado más de tres veces —sus ojos se centran en mí—. Cuando uno de nosotros pronuncia esas palabras es porque de verdad lo siente, así que aquella chica a quien se las diga sabrá que está jodida, porque la estaré condenando a este mundo donde no sabes si mañana despertarás.

Trago en seco por segunda vez en la noche e intento no darle importancia a lo que dice.

El plan es seducirlo yo no quiero su amor.

— Me toca preguntar a mí.

— Soy toda oídos.

— ¿Quieres tener hijos?

— No, al menos no en un mundo como este, no los condenaría a algo tan cruel.

— Elizabeth, la mafia es cruel pero en el mundo exterior también existen monstruos, muchos de ellos con apariencia de héroes.

— ¿Y tú quieres tener hijos?

— En la mafia tanto el amor como lo hijos son una debilidad, pero mi parte egoísta me exige un heredero, así que entre mis objetivos luego de ser Capo está tener un descendiente.

Se pone de pie y me tiende la mano para que haga lo mismo para así caminar por la orilla de la playa.

— ¿Te gusta pintar? —cuestiono.

— Supongo que lo heredé de mi padre biológico —expresa y me toma por sorpresa su confesión.

Todo este tiempo supo... ¡Que es hijo de Massimo D'angelo!

— ¿Desde cuando lo sabes...?

— No es un secreto que Flavio Leone me odia, así que hace unos seis años me hice un prueba de ADN y comprobé lo que sospechaba, no soy su hijo.

— Vaya.

— Al principio pensé que tal vez esa era la justificación de su odio hacia mí e incluso llegué a entenderlo, creí que mamá le había sido infiel. Pero terminé por sacarle la información a base de golpes a mi abuelo.

Lo miro estupefacta.

— Sí, Elizabeth, sabes que soy un monstruo deja de sorprenderte; y si Piero Vitiello está en esa silla de ruedas fue porque yo me encargué de ello.

Por primera vez no sé que decir.

— Él y Flavio sabían que estaba embarazada y exactamente por eso fue el matrimonio. Flavio Leone supuestamente es estéril y quería a una linda esposa y un heredero. Piero solo quería mantener sus estatus social así que prácticamente le vendió a mi madre.

Ahora entiendo un poco más su odio hacia el señor Vitiello.

— ¿Entonces por qué Flavio Leone ha intentado matarte tantas veces si eres su único heredero?

— Por miedo —contesta— Teme que lo asesine yo primero. Delante de mi finge ser un padre que intenta hacer a su hijo fuerte y yo finjo creerle. Es un juego de roles y quien baje la guardia primero pierde.

— ¿Por qué me cuentas todo esto a mí?

— Porque demoraste mucho en ir por una copa de vino y tú reacción al ver a Massimo D'angelo me dio entender que algo sospechabas.

¿Pero que tiene este tío que es capaz de saber las cosas sin decírselas?

— Al menos sabes que serás un cuarentón sexy  —digo y rápidamente me arrepiento.

Una carcajada brota de sus labios y admito que el sonido de esta me hace reír también.

—¿Si lograras huir de la mafia que sería lo primero que harías? —cuestiona segundos después y noto lo brillantes que lucen sus iris rojos.

— Paracaidismo, sin duda.

Su ceño se frunce.

— ¿Huyes de la mafia para vivir y vas directamente a tu muerte?

— Pues que mejor forma de sentirse libre que volando.

Su vista se desliza por mi cuerpo y mi respiración se detiene por segunda vez.

De repente, el ambiente se tiñe de una atmósfera diferente.

— También me gustaría ver los fuegos artificiales del 4 de julio —suelto.

Eso parece romper el extraño momento porque centra su vista en el mar.

— ¿Nunca los has visto?

— Solo en la televisión, no salgo mucho de casa.

Le da un sorbo a su bebida y noto que algo le está dando vueltas en la cabeza porque sigue con su ceño fruncido.

— Un abrazo por tus pensamientos —sugiero.

Su expresión se relaja y vuelve a centrarse en mí.

— No me gustan los abrazos y mis pensamientos son muy costosos, tendrías que esforzarte un poco más —bromea.

—Sí tu lo dices —sin meditar bien lo que hago me acerco a su rostro y decido darle rienda suelta a mis deseos.

Uno nuestros labios despacio y con cierta torpeza de mi parte, pero cuando menos lo espero, los suyos corresponden... fríos... húmedos... suaves y benditamente experimentados lo cuales toman el control absorbiéndome por completo.

Entonces soy consciente de que Demon Leone me está besando...

Y con el corazón a punto de salirse de mi pecho, puedo jurar que nunca antes había sentido algo igual.

___

Maratón 2/3

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