✧Capítulo 10✧
<<Elizabeth>>
De regreso a casa, Demon recibió una llamada, motivo por el cual ahora estoy en el vestíbulo de un enorme edificio de cuarenta pisos con el logo de un león dorado, incrustado en la fachada de paredes oscuras y enormes ventanales: Leone's Corporation.
Una corporación de la cual había escuchado su nombre, más no la había conocido personalmente. La cede de una de las industrias armamentísticas, más importante del país y la fachada perfecta para el lavado del dinero.
— Mi secretaria te llevará a la cafetería, puedes pedir lo que quieras luego, Enzo te dejará en casa —me informa Demon mirando algo en su teléfono— Tengo una junta con el concejo justo ahora. Así que no podré hacerlo yo.
Tomamos el ascensor y por un momento creo que me va a dar un ataque de pánico.
— ¿Estás bien? —cuestiona despegando la vista de su teléfono.
— Sí, es solo que no me gustan estos trastos.
— Es muy seguro —afirma— No tienes por qué preocuparte, jamás se ha averiado.
— Siempre hay una primera vez —agrego y su móvil vuelve a sonar recuperando su atención.
Con disimulo observo como la camisa blanca se le ajusta en los lugares precisos y luego dejo que mi vista vague por sus antebrazos descubiertos.
Es increíble lo pálida que es su piel, y así mismo no deja de verse caliente.
Sigo mi recorrido hasta los anillos de oro blanco que adornan sus fuertes manos y una nueva interrogante se forma en mi cabeza.
¿Cómo se sentirán que esas manos te tiren del pelo mientras...?
Un pequeño timbre me devuelve a la realidad.
En qué rayos estaba pensando.
La puertas del elevador se abren en el piso diez dejándome a la vista de una cafetería. El olor a panecillos recién horneados inunda todo mi ser haciendo mi estómago rugir.
Demon me mira de soslayo con una sonrisa mientras salimos de la caja de metal.
Una señora con cabello rojo y gafas moradas se nos acerca dejando ver una amable sonrisa.
— Trinity, ella es Elizabeth —nos presenta Demon, así que supongo que es su secretaria— Por favor acompáñala a la cafetería y no le quites el ojo de encima.
Ni que fuera una criminal.
Bueno, eso ni yo lo sé.
Deja una caricia en mi cabello como si fuera un pequeño perro y vuelve al ascensor.
¿Pero él que edad cree que tengo?
— Buenas tardes señorita —la señora me tiende su mano, la cual acepto— Soy Trinity, pero puedes decirme Trini, sígame por favor.
El lugar huele a diversos olores en los que distingo la vainilla y la fresa, por lo que sé que es una cafetería y no un restaurante de lujo con tanto mármol, granito y brillo.
Tomamos asiento en una de las mesas cercana a los ventanales y una gran ración de pudin de chocolate, no tarda en ser servida para mí.
✧✧✧
Una hora después y tres pudin de más, sé más de la señora Trinity que de mi vida.
A la mujer le gusta hablar y pues yo no tenía más nada que hacer que escuchar su triste historia de divorciada —en su defensa, el chisme estaba bueno— y de como reza para que a su esposo, su nueva mujer le pegue los cuernos.
Eso del matrimonio feliz es una triste fantasía.
Una vibración interrumpe su nuevo tema de conversación respecto a cómo seducir un hombre a los sesenta así que contesta su móvil.
Debería pedirle algunos consejos, porque yo tengo dieciocho y no tengo ni idea de qué hacer.
Su rostro alegre pasa a uno de preocupación en cuestión de segundos y me sexto sentido sabe que algo va mal.
— Mi nieto enfermó y mi hija está fuera de la ciudad, tendré que ir por él al colegio —me informa en un tono de angustia luego de colgar.
— ¡Oh, siento escuchar eso! ¡Tranquila no se preocupe por mí.
— Pero le prometí al joven Demon que no le quitaría el ojo de encima —agrega y noto la desesperación en su voz.
— Dime dónde está su oficina y yo iré allí, no me voy a escapar.
— El piso 38, allí lo encontrará, por favor discúlpame con él —me pide casi al bordo del llanto.
— Okey, yo le digo que le surgió un problema no se preocupe —sonrío para aliviar sus nervios— Espero que su nieto se mejore.
Asiente y toma uno de los ascensores casi corriendo.
Pobre mujer, me pareció demasiado amable para trabajar en una empresa que respalda una organización criminal.
A no ser que no lo sepa.
Tomo el otro ascensor y es cuando marco el piso treinta y ocho que soy consciente de cuántos minutos pasaré en esa caja de metal.
Espero no morir en el proceso.
✧✧✧
Cuatro minutos después, por fin se detiene esta cosa y siento que voy a vomitar de los nervios.
¿Para qué necesitan un edificio tan grande?
Cuando las puertas se abren me reciben un elegante vestíbulo vacío, pero mi mirada se centra en las vistas de la ciudad.
Los ventanales van del suelo al techo llegando al punto de causarte algo de vértigo.
Nueva York parece pequeña desde aquí arriba.
Le echo un vistazo al espacio y todo luce igual que el departamento de Demon: pulcro, limpio y brillante.
Podrías pasar el dedo por alguna superficie y no encontrarás una partícula de polvo.
En las paredes blancas cuelgan cuadros de arte, en su mayoría obras abstractas dónde predominan los colores blanco, rojo y negro.
Solo uno es el rostro de una persona, en este caso una niña, no sé ve muy bien su cara porque tiene una enorme mariposa posada en la nariz pero destaca su cabello rizado y su vestido rojo.
No sé por qué, pero sé me hace conocida.
Debo haberlo visto antes.
Intento ver la firma del pintor, pero unos ruidos me distraen... O más bien unos jadeos.
¿Están matando a alguien?
Sin tan siquiera percatarme, mis pies ya han tomado vida propia caminando hacia donde provienen tales gemidos.
Espero no ser testigo de un asesinato a sangre fría.
Un puerta me separa del escenario lleno de jadeos, pero está entreabierta y mi curiosidad —para qué miento, mi chismosa interior— puede más, así que termino echando un ojo a la escena en aquella oficina y lo único que procesa mi mente es que:
¡Demon está copulando con su secretaria!
Y yo aquí de espectadora.
Esta vez mi pies no toman vida propia ni yo tampoco los invito a moverse de allí, por el contrario sigo pasmada viendo la escena.
Hay una chica debajo de su escritorio, ya que puedo ver su tacones azules, está arrodillada delante de él, dándole sexo oral obviamente.
Mientras tanto el rostro de Demon está inclinando hacia atrás con sus ojos cerrados. Sus labios se separan dejando escapar fuertes respiraciones y su mano guía los movimientos de la chica tirando de su cabello.
O eso creo, ya que no tengo una vista completa de la misma.
Observo como algunos mechones oscuros se adhieren a la frente de Demon y pasa su lengua por su labio superior.
Por primera vez entiendo el fanatismo de Bianca con él.
Este hombre grita sexo por donde quiera que lo mires.
—Es de mala educación, espiar a las personas, Elizabeth —sus ojos se encuentran con los míos inesperadamente y por los nervios termino abriendo la puerta, cayéndome de bruces.
Un gruñido sale de sus labios y sus ojos no dejan los míos.
Se ha corrido mirándome a la cara, pero sí que le falta un tornillo.
La vergüenza me embarga a mí, así que salgo corriendo de allí y entro a lo que parece ser un baño.
¡Virgen de la Santa Cachucha que acabo de presenciar!
Suspiro.
¡Santo Rafael que bueno está él!
Respiro profundo, pero una punzada en mi vientre me incómoda.
Esto no es un calentón.
¿Por qué no me fijé en el calendario?
La tía pelirroja ha venido a visitarme y tenía que ser justo en este momento...
<<Demon>>
Tuve que dirigir la junta con el concejo porque Flavio voló a Chicago hace dos horas y Marchetti está velando que un cargamento pase por la frontera de Alaska.
La cuentas legales marchan bien, la exportación de armas nos está dejando grandes beneficios más con el nuevo diseño de glock, edición femenina, un arma que cualquier mujer puede emplear con facilidad incluso sin practicar.
Sin embargo las cuentas "no legales" tienen un gran faltante, hecho que me molesta porque quien quiera que esté robando dinero no es el dinero de Flavio el que se lleva, sino el mío.
Hace dos años la empresa casi se va a la bancarrota de no ser por el capital invertido de la herencia que mi abuela materna me dejó y que he hecho crecer en los últimos años.
Entre los motivos por los que Flavio quiere matarme es para tener mi herencia.
Ni que no hubiera hecho un testamento respecto a mis cuentas bancarias y propiedades.
Volviendo al tema del ladrón, solo tengo un sospechoso...
La secretaria de Flavio, me mira esperando a que le devuelva el favor, follándola de una vez por todas pero ahora mismo tengo otro problema: Elizabeth.
La pobre chica salió corriendo y no es para menos, ni siquiera yo sé porque la miré mientras Becca o Bella como sea que se llame, me daba una mamada.
De lo que sí soy consciente, es que tuve un fuerte orgasmo con la imagen de Elizabeth en el suelo.
Ahora también soy un pervertido.
Su inocente mente aún debe estar en shock.
Camino hacia la recepción, pero noto que está vacía, sin embargo su mochila aún está aquí.
Toco la puerta del baño y su voz me responde.
— Pasa.
Que me invite a pasar me toma por sorpresa; pero cuando entro me percato de que está en uno de los cubículos.
—Necesito un favor tuyo —dice.
—No hago favores gratis.
—No planeo acostarme contigo —aclara.
—Pero algo me dice que te interesa hacerme otras cosas.
—Te miraba con asco, no te confundas.
—Vale —sonrío— Ahora dime qué quieres y sal de allí.
Creo que se está escondiendo porque le da vergüenza mirarme a la cara.
—Vino a visitarme la tía pelirroja, por eso no puedo salir de aquí.
Mi ceño se frunce.
—¿Tienes una tía pelirroja?
No entiendo que tiene que ver la tal tía pelirroja con qué ella esté encerrada allí.
La escucho resoplar y puedo jurar que puso los ojos en blanco.
—No es una mujer precisamente, seré directa... Me vino la regla y necesito que me compres... ya sabes... eso con alas.
¿Alas?
— ¿Un avión? —cuestiono aunque no le encuentro relación con su período.
— ¿Eres o te haces? —chilla— ¡Necesito una toalla sanitaria!
Okey... ya voy entendiendo.
—¿Traes alguna en tu mochila? —cuestiono aunque si sigue encerrada ahí, está claro que no.
— No y justo por eso te necesito. ¿Podrías preguntarle a tu secretaria si tiene alguna? —cuestiona e imagino su cara de vergüenza.
— ¿Demon Leone preguntándole a sus trabajadores que si tienen toallas sanitarias?
— Pero bien que te la follas sin ninguna vergüenza.
Touché.
—¿Eso que acabo de escuchar salió de tu boca? ¿Elizabeth Mojigata Marchetti diciendo follar? —Miro la puerta del cubículo.
—¡Da igual!
—Dime dónde venden esas cosas y te las traigo.
—En alguna farmacia.
—Creo que hay una cerca, espera aquí y que esto no sea uno de tus planes de escape.
La escucho resoplar otra vez y salgo de allí directo al ascensor.
Niñata irresponsable.
✧✧✧
Encontrar una farmacia cerca resultó ser bastante fácil, ahora encontrar las dichosas toallas no tanto.
¿En serio existen tantas marcas de toallas sanitarias?
Por suerte, una chica de secundaria se apiada de mí y me ayuda a comprarlas luego de darme un breve comercial de cada tipo.
Pero ahora tengo un nuevo problema con una fila de seis señoras mayores con cestas llenas de medicamentos, esperando para pagar.
Yo no tuve paciencia ni para nacer menos para esto.
Fui sietemesino.
Paso de las últimas cinco ancianas y me centro en la primera.
— Joder... —paso una mano por mi cabello— Ando algo apurado y necesito un favor de usted...—me le acerco un poco, para evitar que el resto escuche y eso parece gustarle.
Demon Leone pidiendo favores, para que veas lo que hago por ti, Joya mía.
— Necesito regresar pronto, porque mi chica necesita una de estas —le enseño lo que hay dentro de la bolsa—. Usted podría echarme una mano, dejándome pasar primero —sonrío y escucho varios suspiros provenientes de cada fémina en el local.
— Las manos que necesites —suspira, pero luego recuerda donde está, así que echa un vistazo detrás de ella, y el resto de las señoras me observan encantadas.
— Que joven tan cabelloroso —dice una de chándal morado y todas se mueven un paso hacia atrás para que yo pueda pagar las toallas.
— Debería llevar estas infusiones, también, son muy buenas para aliviar los cólicos menstruales —sugiere la chica de la caja registradora y las termino comprando solo por salir de allí más rápido.
— Su novia tiene tanta suerte -—suspira otra anciana.
Ese es el problema que ni siquiera me la he cogido y ya le estoy comprando toallas sanitarias.
¿Qué me estás haciendo Elizabeth?
Pago la cuenta y regreso a la empresa.
✧✧✧
— Las del sobre azul son suaves y puedes durar con ella cuatro horas —leo cada sobre— Las del sobre rosa, huelen a rosas, muy absorbentes y...
— ¡¿Podrías darme una bendita toalla y ya?!
— Yo tuve que escuchar este discurso, ahora te aguantas.
Resopla y termino dándole la bolsa por el espacio debajo de la puerta.
— ¿Estás pequeñas bolsas que son? —cuestiona desde el interior del cubículo.
— Infusiones.
Por fin sale de allí, pero evita mirarme la cara.
Aún no olvida el incidente de hace un rato.
Demora más de lo normal lavando sus manos y solo es una excusa para evitar mirarme.
Toma su mochila y saca unos documentos junto con un boli.
- ¿Podrías firmarlos? —cuestiona evadiendo mi mirada.
Firmo el documento sin leer y se lo entrego, es entonces cuando me mira.
— Si hubiera sabido que iba a ser tan fácil te hubiera dado un cheque en blanco.
— ¿Se puede saber qué acabo de firmar?
— Es un permiso para ir a la torneo nacional de esgrima —la emoción inunda su voz— Si no tienes nada que hacer el próximo cinco de diciembre podrías venir.
— ¿Me estás invitando? —sonrío con descaro, solo para molestarla.
— Solo es una sugerencia —responde entre dientes.
Pues claro que iré, me da curiosidad ver sus habilidades con el florete.
— ¿Y por qué me pediste firmar el permiso a mí?
— Padre no me dejaría ir y tu palabra es respetada así que dudo que el Padre Gerónimo se oponga si ve tu firma en el papel.
— ¿Qué hubieras hecho si no hubiera firmado?
Da un paso más cerca de mí y me mira directamente a los ojos.
— Te hubiera convencido de una manera u otra de firmarlo.
Oh, mierda.
Sus palabras van directo a un lugar al que no deberían ir.
Pero no puedo negar que siento curiosidad por sus maneras de convencer.
Sus ojos lucen casi negros y la profundidad y seguridad con la que me miran me resulta intimidante.
Sin darme cuenta comenzamos una competencia de quién aguanta más la mirada del otro, disputa que termino ganando.
Joya mía cada día me sorprendes con algo nuevo.
— ¿Por cierto como llegaste aquí?
— Trinity me indicó cómo llegar, tuvo que irse porque su nieto estaba enfermo.
— Mi secretaria a veces es un grano en el culo.
— Lo que te jode es que no tenga cuarenta años menos.
— Sí que te afectó lo que viste.
Caminamos hacia el ascensor.
— Cualquiera pensaría que estás celosa —sugiero cuando las puertas comienzan a cerrarse.
— ¿De ti? —se carcajea— Nunca.
— Nunca digas nunca Elizabeth.
Las puertas se cierran y ambos nos miramos, pero la tensión muere cuando mi teléfono suena, es un mensaje de la residencia de abuelos.
— Creo que tendremos que hacer otra parada antes de llevarte a casa.
Llegamos al estacionamiento y subimos al auto.
— ¿Nunca escuchas música?—cuestiona.
Prefiero hablar contigo.
— Elige la que quieras.
Busca en la radio y parece que ninguna le convence.
— Si lo que buscas es a Justin Bieber o algún ídolo del pop por el que las mocosas se masturban no encontrarás ninguno.
— Ni que tú no hubieras hecho lo mismo en tu adolescencia.
— Cuando descubrí que era masturbarse ya había perdido la virginidad.
Me mira estupefacta y rápidamente
vuelve a su búsqueda.
Aún recuerdo mi felicidad al descubrir lo que podía hacer con mi mano aunque eso no sustituye un buen coño.
De pronto una canción que desconozco comienza a sonar y Elizabeth la entona como si fuera la mismísima cantante en una gira mundial, aunque canta horrible.
— He is a hustler, he's no good at all.
— ¿Qué cantas?
— Criminal de Britney Spears —contesta—. But mama I'm in love with a criminal and this type of love isn't rational, it's physical.
Una risa brota de mis labios al verla tan inspirada cantando.
— Mama please don't cry, I will be alright. All reason aside I just can't deny, I love the guy.
— Espero que lo que sea que quieras estudiar no tenga nada que ver con el canto o morirás de hambre.
— Canto hermoso —se defiende—. Y para saciar tu curiosidad quiero ser abogada.
— Irónico.
— Una asesina queriendo justicia.
— De la mafia solo se sale muerto Elizabeth, no lograrás destruirla, te consumiría con ella. Y aunque no lo sepas desde el primer momento que perteneces a la Famiglia tu alma está ligada al juramento.
— Il mio sangue è della Famiglia e per la Famiglia verserò il mio sangue —pronuncia cada palabra con melancolía.
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Pos aquí otro capítulo 👉👈, creo que ha sido con el que más me divertí escribiendo 😂... Y pos nada Gracias por leerme 🥺🥺 y darle una oportunidad a esta pareja algo rara 🤣🍷🍷 uff estoy lok xq vayan para Italia 🇮🇹uwu 😏
Il mio sangue è della Famiglia e per la Famiglia verserò il mio sangue: Mi sangre es de la Famiglia y por la Famiglia derramaré mi sangre
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