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Sabido

—Entonces, Francisco, por favor pase al pizarrón y marque la sílaba tónica de éstas palabras— dijo Valeria, el señor se levantó, y tomó el plumón.
Después de marcar una sílaba de cada palabra Valeria dió un pasó hacia él pero un mareo la hizo tambalearse, el señor logró sostenerla y todos la miraron preocupados

—¿Está bien profesora?— preguntó Francisco aún deteniendola

—Si, gracias— dijo ella reponiéndose.

—Pues yo digo que les pongas cero a todos, mira nadamás esta ortografía— se quejó Álvaro ayudando a Valeria a calificar tareas.

—Bueno, están aprendiendo, todos pasamos por ahí— dijo ella y puso su bolígrafo en la mesa, pero éste cayó al piso en cuanto ella se levantó, cuando quiso agacharse a recogerlo un dolor en la parte baja de la espalda se lo impidió.

—¿Qué pasa?— preguntò Álvaro ayudándola a levantarse, pero al pasar su brazo por enfrente de ella pasó a rozar su pecho y ella se quejó.

—¿Qué?— preguntó de nuevo sin entender nada

—Me duele la espalda— dijo ella —y también los pechos— respondió levantándose

—¿Eso es normal?— cuestionó Álvaro colocando una silla para que se sentara

—No lo sé— dijo ella —Están algo inflamados desde hace unos días— dijo sentándose despacio por el dolor de espalda.

—Hay que ir al médico, ya me estás preocupando, últimamente duermes mucho, ¿Y ahora ésto?, ¿Por qué no me habías dicho?— preguntó

—No quería preocuparte— contestó

—Demasiado tarde, vamos ahora mismo— fue a prepararse y cuando salió Valeria ya estaba lista.

—Vamos— dijo tomando su mano

Al llegar a la esquina, Valeria vio un auto acercarse a toda velocidad, Álvaro iba unos pasos detrás de ella, así que volteó y lo alejó, al pasar a su lado, la puerta del auto se abrió y la golpeó llevándola consigo hasta chocar con un poste y volcarse.

Valeria quedó debajo del auto, Álvaro corrió hacia ella.

Valeria abrió los ojos, todo su cuerpo dolía y ardía por las heridas, giró un poco la cabeza, su sangre estaba en el piso y el dolor aumentaba cada vez más, algunas lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, sintió que moriría, pero entonces apareció Álvaro a su lado, recordándole que debía vivir, además de su velocidad de recuperación, pero, Si la llevaban a un hospital ¿no descubrirían que se curaba sorprendentemente rápido?

—¿Estás bien? Diablos, qué pregunta estúpida, tranquila— dijo Álvaro preocupado.

—Vámonos— dijo ella, su voz salió débil y ronca pero la escuchó con claridad

—¿Qué?— preguntó sin comprender la razón detrás de esa palabra

—Estaré bien, te prometo que estaré bien, pero por favor, no dejes que me lleven a un hospital— suplicó y lo vio asentir ligeramente antes de perder el conocimiento.

Cuando Valeria abrió los ojos vio a Álvaro abrazando a una mujer al lado de la cama, para llamar su atención carraspeó ligeramente, ellos se separaron y Álvaro se agachó a su lado.

—¿Cómo te sientes?— preguntó preocupado tomando su mano

—Tal vez mejor de lo que debería— dijo ella.

—Ella es la doctora— señaló a la mujer a su lado y Valeria la miró

—Parece que estás mejorando muy rápido, ya casi cierran por completo tus heridas, ¿Te duele todavía?—preguntó tomando una muestra de sangre que se encontraba en el buró.

—No mucho, ¿Para qué es eso?— cuestionó.

—Es una muestra de tu sangre,  para comprobar tu embarazo— respondió la doctora, Álvaro sonrió pero Valeria perdió el color.

Cuando la doctora salió Álvaro se acercó emocionado.

—¿Puedes creerlo?— preguntó           —¡Estás embarazada! Vamos a tener un hijo— dijo emocionado pero ella no parecía ni un poco feliz.

—No puede ser, tiene que haber un error— dijo por fin, Álvaro no comprendió

—Un hijo no es... No... no es lo que quiero— dijo con tristeza

—Bueno, es cierto que no era lo que esperábamos pero ya está en camino, no hay nada qué hacer— dijo él preocupándose por la reacción de Valeria

—No, yo no puedo cuidar de alguien, la última vez que lo intenté todos murieron—

—Basta, eso ya pasó—

—No, no pasó, yo soy el problema, no puedo hacerme cargo de alguien y menos de un bebé, ¿Tienes idea de cuánto me va a necesitar?— comenzaba a alterarse

—Si, bueno, evidentemente nos va a necesitar pero los dos vamos a estar ahí—

—No, yo no puedo, ¿No entiendes? Solo le voy a hacer daño, no pienso cuidar de él— dijo tajante y Álvaro sintió un escalofrío al escucharla, pero confió en que más adelante cambiaría de opinión.

—Está bien, descansa, después seguiremos hablando—

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