Condición
Ese día Álvaro también volvió temprano, entró a la casa y la encontró en silencio.
—¿Valeria?—llamó preocupado.
No hubo respuesta, fue a la habitación y la encontró dormida, se tranquilizó y fue a bañarse, después de dos horas le preocupó que no despertara así que fue y la movió ligeramente hasta que despertó.
—Es hora de comer— le dijo
Ella llevó una mano a su abdomen, parecía dolerle.
—¿Qué pasa?—
Valeria se sentó, poco a poco su respiración se agitó, de un momento a otro, se levantó y corrió hacia la puerta
—¡Espera!—Álvaro olvidó que no debía y la tomó por el brazo, Valeria se giró hacia él y lo golpeó en el abdomen.
Álvaro perdió el aire y cayó al piso, Valeria pensaba seguir su camino, pero una voz en su cabeza la detuvo. “¿Enserio te has convertido en esto? ¿Golpeas y dejas en el suelo a quien te salvó de dormir en la calle?, ¿Muerdes la mano que te da de comer?, ¿Y todo por qué?, ¿Por drogas?”
La culpa la invadió y la hizo regresar, se puso en cuclillas a un lado de él, que aún se dolía en el piso, lo miró con pena y extendió su mano hacia él, pero el tacto aún la asustaba, después de varios intentos finalmente lo tocó.
Álvaro volteó hacia ella al sentir su toque.
—Lo siento—Dijo ella, ayudándolo a levantarse.
—Cero y van dos—Dijo él haciendo el intento de ponerse en pie.
Finalmente lo llevó a sentarse en la sala.
—¿Ya estás más tranquila?—Preguntó colocando su mano sobre la mejilla derecha de Valeria, quien al sentir su calor cerró los ojos, él era tan cálido como lo había sido Jerry, podía calmarla de la misma manera en que, en su momento lo había hecho él.
—Gracias— dijo ella tomando la mano de Álvaro
—¿Por qué?—Álvaro se apartó, no quería arriesgarse a que algo pasara y lo golpeara de nuevo.
—Por aparecer en mi vida, no pudiste haber sido más oportuno—
La honestidad de Valeria lo hizo dudar, la miró fijamente.
—¿Qué?—Preguntó ella
—¿Estás drogada?— Preguntó preocupado
—No, estoy bien— Respondió en un suspiro
—Bien, pues, vamos a cocinar—Álvaro se levantó y caminó hacia la cocina, Valeria lo siguió, aún sentía dolor, pero poco a poco desapareció
—¿Qué haremos?—Preguntó mientras él sacaba cosas del refrigerador.
—Tú, vas a batir huevo, toma—le extendió cuatro huevos, Valeria los tomó y los puso en la mesa, después colocó un recipiente a un lado y los miró pensando cómo hacerlo
—¿No sabes romper huevos?—Álvaro luchaba por contener la risa al verla tan concentrada en algo que para él era muy sencillo
—No, al menos no de estos, pero lo averiguaré, no me digas, puedo sola—Parecía una niña pequeña que luchaba por alcanzar las galletas y se negaba a que su padre la ayudara.
Álvaro la miró, después de unos minutos tomó un huevo, lo analizó, lo tomó de diferentes maneras, finalmente lo golpeó con la orilla del recipiente, miró la línea que se había roto, intentó separar las dos partes pero no pudo, si lo presionaba más fuerte se rompería en pedazos así que lo golpeó de nuevo y volvió a intentar, ésta vez el huevo se partió en dos.
—Felicidades—Animó Álvaro, a ella también pareció alegrarle pero aún así no sonrió.
—Bueno, tal vez algún día ya pueda tener la comida lista para cuando salgas de trabajar—Dijo rompiendo los demás
—No es necesario, he cocinado desde hace mucho tiempo, además, ahora tengo una ayudante— Dijo poniendo aceite en un sartén
—Llegas cansado, es justo que al menos te ayude en algo— Insistió tomando una cuchara
—¿Tú crees?—Prendió la estufa
—Si, o, si necesitas algo puedes pedírmelo— dijo batiendo el huevo
—Pues, ya que lo dices, hay dos cosas que quiero pedirte—Tomó un salero y puso un poco de sal en el huevo que batía Valeria —Primero; que dejes las drogas, y segundo; que cuando llegue de trabajar, me recibas con una sonrisa— Tomó el huevo y lo puso en el sartén, ella guardó silencio
—No sé... es difícil—se sentó en la mesa y lo miró cocinar
—Lo sé, por eso solo te pido esas dos cosas, te hará bien sonreír un poco más, corta esto en cuadros pequeños—Puso unas rebanadas de jamón frente a ella y un cuchillo
—Es que, hace años que consumo drogas y... La última vez que le sonreí a alguien lo mataron—Tomó el jamón y comenzó a cortarlo
—Entiendo que has vivido cosas difíciles, pero no siempre va a pasar lo mismo, así como una serpiente
muda su piel, debemos arrojar nuestro pasado una y otra vez, antes de que nos destruya—Tomó el jamón ya cortado y lo puso en el sartén —Limpia estos— entregó unos tomates verdes a Valeria
—Se dice fácil, pero no sé si puedo— Comenzó a quitarles la cáscara, Álvaro le colocó a un lado la licuadora y siguió en la estufa
—Al menos inténtalo— apagó la estufa y la ayudó con los tomates.
—Pero, necesitaré de tu ayuda—
—Lo que necesites—
—Quiero que cierres la puerta con llave cuando te vayas, si no puedo ir por droga será más fácil—
—De acuerdo, pero, mientras tanto, ya lavé tu ropa, hoy iremos de compras—
Encendió la licuadora
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