Cuando Valeria estuvo más tranquila Álvaro volvió a preguntar

—¿Cómo te llamas?

—Valeria—

—¿Cuántos años tienes?—

—17—Respondió Valeria comenzando a perder los efectos de la droga

—Es peligroso que estés sola en la calle, ¿No tienes a dónde ir?—

—No—

—¿Familia?, ¿Nada?—

—No—la voz de Valeria se endureció nuevamente

Comenzaba a oscurecer y tenía hambre.
Álvaro la miraba buscando algún indicio de que confiara en él, aunque fuera el más mínimo gesto.

—Puedes venir a vivir conmigo—Soltó sin más y entonces vio el gesto que esperaba.

Valeria lo miró, en su mirada se notaba que estaba agradecida, pero aún no confiaba lo suficiente en él como para hacer eso.

—No—

—Bueno, al menos déjame darte de comer—Dijo Álvaro levantándose del suelo y mirándola

Entonces Valeria recordó algo que una vez le había dicho Jerry: “alguien que te da de comer no puede ser tan malo, y si lo es, tú ya le sacas ventaja con lo peligrosa que eres, sería un error intentar hacerte daño”

—Está bien—Se levantó también.

Caminaron unas calles hasta llegar a un puesto de comida.

—Buenas, Álvaro, ¿Que te voy a dar hoy?— preguntó la señora que vendía

—¿Qué quieres?—Le preguntó a Valeria

Ella sabía que no estaba en un restaurante como los que solía visitar así que no se animó a pedir nada.

—Lo que sea—Respondió mirando al piso

—¿Quién es la niña?, ¿Está bien?—Preguntó la señora mirándola preocupada.

—Eso creo— contestó Álvaro

—Le voy a dar una buena comida, debe tener hambre, tuvo suerte de encontrarte, tú como siempre ayudando a los demás— y se fue a la cocina.

—Ven, siéntate— le indicó a Valeria, ella obedeció y se sentó en las sillas de plástico.

—Prepara buenas comidas, seguro te va a gustar—Le dijo tratando de hacerla sentirse cómoda

Después de unos minutos les sirvieron la comida y Valeria comenzó a comer, comía despacio, no dejaba ver que tenía mucha hambre.

“No cabe duda que la clase no se compra, aún en la calle se le nota” pensó Álvaro al verla comer tan tranquilamente.
Cuando terminaron Álvaro pagó y salieron de ahí.

—Por favor, ven a mi casa, estarás a salvo, no puedo dejarte en la calle—Insistió una vez más.

—Gracias por la comida, pero...—

—No te voy a cobrar, por favor no te niegues, si lo haces tendré que dormir en la calle contigo y la verdad no me encanta— se quejó tratando de convencerla, ella lo miró un momento

—Está bien—

Fueron a la casa de Álvaro y él le mostró el lugar donde ella podía dormir, solo había una cama así que él dormiría en el piso.

—Toma—Álvaro le extendió una camisa suya —Tienes que cambiarte y si quieres darte un baño...—

—No, solo me cambiaré, gracias— Valeria si quería bañarse, pero eso significaría desnudarse por más tiempo y no soportaba la idea

—¿Puedes dejarla abierta?—Preguntó Valeria al ver a Álvaro cerrar la puerta de la habitación

—Claro— Él aceptó y la abrió. No sabía si era porque quería poder huir en caso de que él intentara hacerle daño o por otro motivo pero no quiso preguntar.

El piso no era muy cómodo así que Álvaro solo podía dormir en pausas.
A media noche se levantó para descansar un poco la espalda y la miró dormir, se veía tranquila, pero entonces notó una lágrima deslizarse por su mejilla, segundos después Valeria se levantó rápidamente y extendió su mano derecha hacia el frente

—¡No!—Gritó y Álvaro se acercó rápidamente.

—¿Qué pasa?—Le preguntó a punto de tomar su mano, pero justo a tiempo recordó que no debía tocarla así que no lo hizo

—Perdón, ¿Te desperté?—Preguntó ella limpiándose las lágrimas.

—No importa, ¿Estás bien?—A Álvaro realmente le preocupaba, no sabía nada sobre ella y no tenía manera de ayudarla porque no le contaba nada.

—Si—Dijo y se volvió a dejar caer sobre la cama soltando un suspiro —Necesito ir al baño—Miró a Álvaro para que le dijera dónde estaba

—Claro, está aquí al lado— Ella se levantó y salió