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01

Un desastre de gemidos, rasguños, sábanas desteñidas, chupones, zonas rojizas y respiraciones agitadas fue todo lo que se escuchó en ese hotel antes de que Lalisa estuviera apoyada en la puerta de baño viendo a Jennie dormir sobre la cama. Su trasero rojizo con su mano marcada, el leve ardor de su espalda le hacía recordar las uñas que pasaron por su espalda cuando había tocado ese punto que la hizo rogar porque le dijera palabras sucias.

Se lamió los labios.

Hacían siete días atrás había llegado a Los Angeles para su despedida de soltera por qué si, estaba apunto de casarse dentro de varias semanas. Aún seguía siendo la soltera codiciada.

Jennie la conocía desde que cursaron la secundaria. Curiosamente cuando terminaron la escuela, no sé separaron como varios esperaban. Jennie estuvo junto a ella en todo momento, incluso hizo un trío con la que era su prometida actualmente.

Su amiga tenía una pequeña tienda de vestidos de novia que poco a poco remontaba cada día. Por ahora solo se hacía conocer como “La tienda de vestidos que tanto la dueña como sus vestidos son hermosos”.

Pero había escuchado de Hwasa y Dawn que Los Angeles era un lugar magnífico para pasar una despedida, incluso podía ser como Las Vegas, así que cambiaron la famosa Frase ‹Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas› colocándole Los Angeles.

Y ahora para Lalisa Las Vegas y Los Angeles no tenía mucha diferencia.

Originalmente habían ido a aquel bar para tomar un poco, encontrar a una o dos mujeres para acostarse o hacer un cuarteto, pero Jennie tenía un espectacular vestido color negro que se le ajustaba bastante bien al cuerpo y un gran trasero.

Solo supo que ambas llegaron a un beso, por acuerdo mutuo, tocándose en pleno bar antes de decidir que tenían que llegar al cuarto del hotel.

El vestido de Jennie fue arrancado de su cuerpo y su amiga liberó una risa que la volvió loca. Luego la tiró a la cama, la hizo dar una mamada y eso fue todo... el mejor sexo que pudo tener.

La vio girarse en la cama, suspiró y la vio. Jennie era muy guapa, ardiente... era su amiga y ambas habían acordado que eso debía olvidarse en cuanto llegaran a Seúl.

— ¿Vas a quedarte ahí? —La voz adormilada de Jennie la hizo sonreír y caminar hasta la cama.

— Nos olvidamos de todo después de esto Jennie.

— Lo sé — La nombrada se giró en la cama y la tiró sobre ella. — Mmh... Olor de jabón, shampoo y acondicionador... Hueles muy rico Lalisa — Aquellos labios se posaron en su cuello mientras que su lengua trazaba un camino ascendente a su oído.

— Jennie... — Susurro a modo de advertencia con un deje de diversión. — Vas a dejarme dura de nuevo... Y tendrás que chuparmela otra vez.

— Ni mi boca ni yo tenemos problemas — Jennie jugó con su arete de cruz plateado.

— Una chica tan buena como tú... Siendo así en la cama... Cuando hicimos el trío con Suzy no eras así.

— Admite que después de eso no te preguntabas por tu mujer... Sino por mi... — Los dedos de Jennie acariciaron su espalda con las yemas de sus dedos, causándole escalofrío.

— Lo admito...

Ambas se miraron y se rieron, la lengua de Lisa paso por el labio inferior de su amiga, la misma que atrapó su lengua y la chupó. Sus bocas se unieron después de eso.

Jennie se giró en la cama, dejándola debajo suyo.

— ¿Haces versátil? — Jennie bajó para lamer el pezón de Lisa, haciendo que Lisa gimiera.

— Ahora no. — Lisa llevó sus manos grandes al trasero contrario para apretarlo y darle una nalgada. — Un culo como el tuyo no encontraré jamás...

— No... Nunca más...— Jadeó Jennie. — En especial porque no dejaré que toques de nuevo...

Lalisa se mordió el labio antes de mirarla...

Lastimosamente si, iba a ser la última vez.

Al otro día viajaron de regreso a Seúl, Lalisa no debería acostumbrarse a eso, sería la fiel y decente de siempre

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