Cuando lo conocí: todo se fue al carajo.

Igual me enamoré de él, pero creo que hubiera sido más sencillo quedarme con la duda de nunca experimentar los placeres físicos o emocionales entre ambos.

Me descuidé.

Después de tantos años de ser precavida y tímida con los chicos, de exponer mi disgusto y ser borde con los que rodean mi pequeño alrededor..., la pasión pudo conmigo.

Hubo química.

Fue un flechazo.

Nos enamoramos.

¿Qué haría yo sin él?

¿Qué haría él sin mí?

No puedo imaginar un mundo sin su aliento empañando el cristal de un auto, sin su risa desbordada y palabras dulces a mitad de la noche. Sin sus manos, su aroma, la fuerza de sus brazos al sostener mi cuerpo...

No puedo imaginar un mundo sin Hugo.

La vida se convertiría en mi enemiga si él muriera. No volvería a ser la misma.

No volví a ser la misma después de esa noche, una noche en la que unimos nuestros cuerpos por primera vez.

Cuando lo hicimos, una parte dormida en él se despertó; y una parte en mí nació para quedarse junto a la suya en un eterno esplendor.

¿Volveríamos a repetir los sucesos que ahora nos presiden?

Tal vez...

Pero ahora, mi cuerpo, alma y pensamientos le pertenecen.

No fui la misma después de que él me hiciera suya.

Él jamás será el muchacho de antes.

Y yo no podría estar más feliz de saber que fue por mi culpa, después de que los dos nos convirtiéramos en amantes.