Capítulo 2
¿Cuanto tiempo había estado encadenada?, no lo sabe. Días, semanas tal vez. Además la incertidumbre de lo que le espera carcome su espíritu. No sabe lo que el Patriarca tiene planeado para ella, pero ella no se doblegará, luchará por su libertar aunque deba arriesgar su vida.
Al mover su pie derecho nota que las cadenas ya no están y luego siente un suave toque en su espalda que la guía para adentrarse en el templo.
–Gracias por esperar unos minutos, tenía cientos de sirvientes pero todos desaparecieron cuando mi templo cayó –comenta el Patriarca mientras camina a su lado–. Supongo que aún no has desayunado.
Mercedes estaba a punto de gritarle, sin embargo queda sin palabras al ver el gran banquete ante sus ojos. El Patriarca corre su silla un poco y luego la acerca a la mesa una vez que ella esta sentada.
–No voy a comer nada, ¡ah!. ¡¿Dónde están mis ovejas?! –golpea la mesa con sus puños, sus ojos amenazan con soltar lágrimas al creer que sus animales terminaron reducidos a un suculento, caliente y apetitoso plato de carne con vegetales. Su estómago ruge, reclamando una vez más por alimento.
–Para empezar tus corderos darías mucha más carne de la que tienes en el plato, solo las llevé a mi nuevo establo –responde estando de pie al otro extremo de la mesa–. Come, no me sirves de nada desnutrida y enferma.
La muchacha no responde, sin embargo toma los cubiertos y comienza a probar del plato. En pocos minutos la vajilla ya está vacía. El Patriarca hace una mueca al verla, incluso, lamer el plato. Mercedes nota esto y rápidamente se endereza y bebe un poco de agua.
–Tomaré a mis ovejas y me iré de aquí –dice mientras se pone de pie.
–Que desagradecida, ¿así te diriges a mí luego de darte un hogar y comida? –Él se cruza de brazos mientras la muchacha lo desafía con la mirada.
–Yo no te pedí nada, ¿okey? –contesta sonriendo al creer que ha ganado la discusión.
–Se llama ser hospitalario, además necesito una sirvienta para-
–Esclava querrás decir –interrumpe abruptas su discurso.
–Estoy comenzando a pensar que me odias por alguna razón que no entiendo –comenta, provocando que la muchacha ría de manera exagerada. Cosa que también lo hace preguntarse si ella realmente tiene una salud mental estable o no.
–¿Es una broma? Todo sobre ti es mierda y ahora yo estoy dentro de ella –responde Mercedes esperando algún golpe por parte del Patriarca. Él se le acerca a paso firme para tomarla de la muñeca.
–Ven –murmura y jala a la muchacha hacia otro lugar del templo, no importa que ella intente liberarse o lo golpee con su mano libre–. Este templo se alzaba sobre las nubes, yo podría ver todo desde allí hasta que la Matriarca se marchó. El impacto fue muy fuerte y es por eso que el lugar está en ruinas –le explica mientras caminan por las ruinas del lugar.
–¡No es mi culpa! Seguramente ella huyó de ti –contesta Mercedes eufórica.
–Ella no haría eso –niega para luego voltear hacia la muchacha, debe inclinarse un poco para hablarle ya que es mucho más pequeña que él–. Te necesito para encontrar a la Matriarca, también eres una chica, ¿no? Todavía tengo mis dudas.
Mercedes permanece con el ceño fruncido y se cruza de brazos.
–Si eres tan poderoso por qué no la buscas solo, señor dios –habla dándole una sonrisa cínica y burlona.
–¡Cállate! Vas a acompañarme y punto –declara dándose media vuelta, se aleja unos pasos y luego mira sobre su hombro–. Y no intentes huir porque te encontraré y castigaré.
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