Capítulo 15
–Primera clase... ¡Me gusta! –exclama el Patriarca mientras se acomoda mejor en el acolchonado y suave asiento del avión privado que los lleva a la reserva–. Cuando me dijeron que los humanos vuelan creí que era una broma –agrega mirando cómo sus acompañantes ven asombrados el cielo y las nubes a través de las ventanas.
Mercedes está especialmente maravillada por la vista, mientras que que morocho espera bajar pronto a tierra. El mayor sonríe para si mismo para luego enderezar el asiento y aclarar su garganta, con esto llama la atención de la pareja.
–Bueno, ¿qué hicieron mientras estaba inconsciente?
–Él me rescató de un árbol –responde Mercedes, señalando a su salvador.
–Si, no fue nada.
–Ajam, muy bien. ¿Y luego? –El Patriarca se inclina hacia ellos y apoya sus codos sobre las piernas.
–Casi nos bes-
–Te encontramos inconsciente luego del golpe de la Matriarca –comenta la muchacha, interrumpiendo al morocho–. Luego aparecieron esos hombres armados y despertamos en una jaula, como si fuéramos animales.
–Era una celda –corrije el joven sonriendo.
–Lo que sea, estábamos encerrados.
–¿Ambos? ¿Por cuánto tiempo estuvieron solos? –sus interrogantes hacen a Mercedes entrecerrar los ojos. Él sonríe cuando la muchacha nota sus intenciones, entonces insiste una vez más–. Chico, sé que pasó algo, además no sabes mentir.
Ella mira inmediatamente al morocho, quien se muerde la lengua ante la mirada fija del mayor. Mercedes le suplica sin palabras que no comente nada, sin embargo él no soporta ser el centro de atención.
–¡Si, lo admito! Casi nos besamos.
–Él quería besarme –corrige Mercedes con el rostro rojo. Sabe que está en problemas, en muy serios problemas al ver la gran sonrisa de burla del Patriarca.
–Oh, no deben avergonzarse. Después de todo están casados, es normal –habla haciendo que el joven quede petrificado en su lugar, mientras Mercedes cubre su rostro con las manos–. ¿Ella no te lo dijo? –pregunta mirando al muchacho.
–Iba a hacerlo pero no encontraba las palabras ni el momento... ¡Así no se da una noticia tan delicada! ¡Además no consultaste con ninguno para casarnos! –reprocha ella cruzándose de brazos. Entonces sus ojos miran al morocho, quien simplemente sale de su transe para avanzar y abrazarla.
–¿Está bien para ti? –pregunta manteniendo su rostro contra el hombro de la muchacha–. Podemos deshacerlo si te incomoda.
–Si, fue muy impulsivo de mi parte hacer eso –interfiere el Patriarca para luego separar a ambos–. Ya no serán esposos, además ella no lo hubiera podido manejar.
–¿Qué? Yo puedo manejar cualquier cosa.
–Bien, tienen una semana. Tú para probarme que eres un buen esposo y tú una buena esposa –propone mientras extiende sus manos hacia ellos para estrecharlas, de este modo quedará cerrado el trato.
–¿Y qué pasará si ganamos? –cuestiona Mercedes entrecerrando los ojos. Ya imagina las cosas que le hará hacer al Patriarca, muy humillantes para cualquiera.
–Algo increíble, pero primero deben ganar –responde para luego sonreír cuando ambos aceptan–. Ahora hazme un sándwich –le ordena a Mercedes mientras vuelve a recostarse.
–No te preocupes, yo lo haré –se ofrece el morocho, sin embargo ella se pone de pie primero para sonreírle.
–Descuida, yo lo hago. –Antes de que él pueda negarse, Mercedes deja esa sección de la nave para ir hacia la cocina–. Wou, es como una casa en el cielo –murmura entonces uno de los cocineros se acerca a ella.
–Hola, no debió molestarse en venir, pudo pedir comida desde su asiento –saluda para luego hacer una pequeña reverencia–. Este es el menú que ofrecemos, es una gran variedad de platillos gourmets –agrega mientras le enseña la lista a la muchacha. Ella leer los nombres y mira las fotos, haciendo que uno en especial llame su atención.
–Quiero esto para mí, algo vegetariano para mi compañero y yo haré el platillo del Patriarca –contesta mientras otro cocinero le coloca un delantal.
Platillo de Mercedes
–Oh, está bien. Los ingredientes están aquí. Entonces una cola de cuadril a la pimienta negra y canelones de verduras acompañadas de unas brochetas asadas.
Platillo del vegetariano
Mercedes asiente simplemente ya que está concentrada de hacer el mejor sándwich que jamás ha hecho. Tiene cientos de ingredientes por lo que puede darse el lujo de experimentar. Mientras está ocupada nota la mirada de una mujer sobre ella, sintiendo la incomodidad crecer y crecer.
–¿Tengo algo en la cara o qué?
–Ah, no. Es que... Me preguntaba cómo es ser la esposa del Patriarca –responde haciendo reír a carcajada la muchacha, para luego asegurarle que no es su esposa–. Pero tienes un anillo en-
–¿Anillo? –Rápidamente mira sus manos para encontrar dicho accesorio. En su dedo anular está, pero no se lo podrá quitar al ser un tatuaje en su piel–. Ehhh, si. Pero estoy casada con su guía.
–Oh... Creí que eras una especie de matriarca o algo así –comenta subiendo y bajando los hombros.
–Si existe y la estamos buscando. Para ser tan grande es buena escondiéndose –comenta dándole una sonrisa–. Solo acompaño al Patriarca para verla de nuevo.
–¿Cómo es ella? –Nos sólo la cocinera está atendiendo sus palabras, sino todo el grupo de cocineros.
–La Matriarca es una mujer muy hermosa, muy fuerte también porque de un solo golpe noqueó al Patriarca, además sus lágrimas se pueden convertir en ríos y-
–Lo que dices es difícil de creer –comenta uno de ellos haciendo una mueca.
–Créelo, tienen a uno de esos dioses en su avión –responde para luego colocar el sándwich listo en un plato–. Espero mi comida –agrega cuando deja la cocina y regresa con los hombres.
Platillo del Patriarca
Mercedes deja el plato frente al Patriarca, quien hace una mueca y duda en probarlo o no. Finalmente le da una mordida que desencadena otras más desesperadas, el sándwich termina reducido a migas mientras él reclama por más. La muchacha le asegura que ese no será el único sándwich que comerá, ya que ha preparado varios de diferentes formas y tamaños.
El Patriarca ve como los cocineros traen una gran mesa con bandejas repletas de sándwichs. Ellos también dejan la comida de Mercedes y el morocho para luego retirarse. Entonces el mayor ataca, comiendo todo el contenido de la mesa en pocos minutos.
–Son brochetas, que rico –comenta el joven para luego ofrecerle un poco a ella.
–Gracias, pero es todo tuyo. Prefiero mi carne –responde mientras da unas mordidas a la carne, sus ojos lagrimean por lo sabrosa y jugosa que está o solo es porque tenía mucha hambre al igual que los otros dos.
El Patriarca termina por comer el último sándwich, lo que para una persona normal sería imposible, y luego toma todo el contenido de una botella que los cocineros dejaron. No es agua, sino sidra, pero no le molesta el nuevo sabor, al contrario.
–Esos sí eran sándwichs dignos para un dios –comenta y luego soltar un eructo–. Primera clase es el paraíso –agrega mientras estira los brazos detrás de su cabeza.
De repente el avión se sacude bruscamente haciendo que los platos terminen en el suelo. Entonces una señal en el techo les indica colocarse los cinturones. Mercedes, mientras se aferra a su asiento, ve a través de la ventana feas nubes de tormenta que expulsan cientos de rayos. Los pilotos están confundidos ya que no había ninguna tormenta antes de partir, esta parece que solo salió de la nada y por los rayos el piloto automático dejó de funcionar.
–Vamos a morir –dice ella entredientes, está muy asustada pero a la vez molesta por ver al Patriarca tan calmado.
–No, el Patriarca puede arreglarlo, ¿cierto? –murmura el morocho mientras se toma la libertad de abrazarla. Mercedes frunce el ceño al estar consciente que él aprovecha la situación, pero tampoco quiere que se aleje.
–Si, ya voy –responde el rubio cuando se pone de pie. Él camina hacia la cabina y llega hasta los pilotos, hay un hombre y una mujer. Pero ella está acurrucada en un rincón temblando mientras abraza sus piernas.
–Q-Quiso abusar de mí –dice al ver esos ojos azules sobre ella.
–¿Estás bien? –El Patriarca entra a la cabina y observa al hombre desmayado sobre el tablero. Al piloto automático no funciona y el avión se mueve de forma irregular en la tormenta.
–Si, todo e-estaba bien y luego él-
–Debes volar el avión o morirán –la interrumpe él mientras quita al hombre inconsciente del asiento. Este tiene un fuerte golpe en el ojo y la frente, cosa que lo hace sospechar de ella–. No le diré a nadie lo que hiciste.
–Yo... Yo... Okey, si, lo golpeé porque estaba diciendo que no debería estar aquí como piloto y solo reaccioné –confiesa para luego comenzar a hiperventilarse, debido a esto termina perdiendo el conocimiento también y el Patriarca observa a su alrededor con los ojos bien abiertos.
Mientras tanto Mercedes se aferra al morocho cuando el avión se sacude con violencia. Ambos ven al Patriarca correr hacia la cocina y luego regresar a la cabina con ayuda. Su pánico aumenta al ver a los pilotos inconscientes en los asientos de su izquierda.
–¿Quién está volando esto? –pregunta él mientras se quieta el cinturón. La pareja corre a la cabina y encuentran al Patriarca en el asiento de piloto y una de las cocineras en el asiento del copiloto.
–¡¿Ahora qué hiciste?! –exclama Mercedes.
–Nada, los pilotos pelearon entre sí y ahora estoy aprendido a volar esta cosa –responde con suma tranquilidad–. Nuestra amiga aquí además de ser cocinera también es mecánica y sabe mucho de aviones.
–Sí, p-pero nunca he volado uno –comenta ella haciendo una mueca, totalmente sorprendida de que alguien como él confíe plenamente en su persona.
–Siempre hay una primera vez para todo, este es tú momento. ¿Qué hago ahora? –dice teniendo sus manos con firmeza en el cuerno izquierdo mientras ella sostiene el derecho.
–Así está bien. Debemos mantenerlo estabilizado y comunicarnos con tierra.
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