Capítulo 10
Mercedes despierta debido al escandalo de la muchedumbre que los rodea. Las personas intentan acercarse, pero se mantienen al margen, formando un círculo alrededores de ellos.
–¿Y esto? –se pregunta mientras acerca a sus ovejas más a ella.
–No sé que pasa, comenzaron a llegar esta mañana. Sólo se quedan ahí, mirando –dice el Patriarca y una lluvia de flashes lo obligan a cerrar los ojos como a Mercedes. El morocho despierta un momento después y mira a su alrededor con una cara de espanto.
–Ay, no. Son reporteros y yo acabo de despertar –dice, entonces se enjuaga el rostro rápidamente y peina su cabello.
–¿Qué quieren? –le pregunta el Patriarca ya que este vive y conoce esa región a la perfección.
–Debe ser por usted –indica, haciendo que una gran sonrisa aparezca en el rostro del mayor.
–Oh si, eso debe ser. Ya era hora que reciban a su dios como se debe.
La multitud espera con paciencia al gobernador de la cuidad, pues los rumores de que el Patriarca realmente existía se propagó tanto hasta convertirse en una noticia viral. Toda la región de Siete Puntas hablaba y compartía el vídeo en donde un hombre fue atropellado y luego se levantó como si nada hubiera pasado, también de lo sucedido con los puentes y algunos canales de noticias habían entrevistado a los policías que le habían dado una multa al supuesto dios. Todo el medio de la televisión explotó cuando lograron encontrar al Patriarca en el parque central. Pues querían entrevistarlo.
El gobernador llega al lugar como a las diez de la mañana y la muchedumbre se hace un lado para dejarlo pasar hasta el centro. El Patriarca mira con curiosidad al hombre bajito y gordito que está ante él. Este se presenta como el gobernador y le pide cordialmente que lo acompañe a su estudio en la casa de gobierno de Siete Puntas. Allí se llevará a cabo una audiencia en donde le darán la bienvenida.
Por ello, en tan solo una hora, el Patriarca, Mercedes y el morocho ya se encuentran sentados ante cientos de micrófonos y miles de personas que les toman fotografías. Todas ansiosas por hacer sus preguntas.
–Comencemos, mi cuidad y yo le damos la bienvenida al Patriarca y a sus seguidores. También le agradecemos por elegir Siete Puntas para hacer su visita.
–Gracias –responde dándole un sonrisa a todos los presentes.
El gobernador autoriza a los medios de hacer sus preguntas y la reportera de cadena principal inicia.
–¿Es realmente un dios?
–Si.
–¿Puede probarlo de algún modo?
–Claro, de muchos modos. Creo que tienen el vídeo de mí cuando buscaba terreno alto –comenta mirando a la mujer. Entonces alguien se toma la molestia de mostrar dicho vídeo en las pantallas que están a un lado del estudio.
–¿Qué le diría a las personas escépticas que niegan su existencia? Como los científicos que aseguran que no existe dios ni seres celestiales.
–Estoy aquí, ¿no? Pueden verme, escucharme. Cualquier argumento en contra es falso, además yo también soy científico.
–¿Qué quiere? ¿Por qué está aquí?
–Estoy en medio de una búsqueda y mi joven guía y consejero dijo que podría utilizar este medio para encontrar a la Matriarca –él da una pausa para aclarar su garganta y ordenar a todos los presentes–. Si ustedes ha visto o escuchado algo extraño, por favor que se acerque a hablar conmigo.
–¿Algo extraño? Como el apagón de anoche, ¿no? –se aventura a preguntar una reportera.
–Eh, no. Fui yo, pero-
–Entonces está diciendo que los múltiples saqueos de anoche fue su responsabilidad, ¿cierto?
–¿Que? Sólo intentaba que el cielo nocturno vuelta a tener su grandeza de-
–Odia la luz, ¿eso quiere decir?
–¿Oscurecerá el sol la próxima vez?
–Le está declarando la guerra a la humanidad al intentar oscurecer el sol. –Los periodistas comienzan a debatir entre ellos, sacando diversas conclusiones.
–¿Y qué pasa ahora? –le pregunta el mayor a Mercedes. Ella sube y baja los hombros. Entonces un grito rabioso hace que todos guarden silencio. Un grupo de mujeres con el rostro cubierto esquivan a los guardias y corren hacia el Patriarca. Una de ellas golpea al morocho en el rostro mientras que sus compañeras empujan a Mercedes y al gobernador.
Las mujeres inmovilizan al Patriarca, aunque él simplemente se mantuvo quieto por la sorpresa y curiosidad del escándalo. Al grito de "¡dios es mujer!", bajaron sus pantalones haciendo que todos los presentes quedaran con la boca abierta.
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