—Aquí agente Martin. Todo controlado—.

—Recibido, agente—.

—Esto de estar vigilando la gente mientras se divierte es una auténtica mierda— contestó Adam, el compañero del agente Martin.

—Tranquilo, te acabarás acostumbrando— sonrió el agente.

Se habían establecido en la entrada de la feria mientras observaban la gran cantidad de coches que estaban llegando.

—Por Dios, ¿no tienes frío? — preguntó Adam.

—La verdad es que sí que hace frío. Es muy raro...— susurró mientras miraba el termómetro del coche— pero la temperatura de repente ha descendido cuatro grados.

—Y pensar que ahora mismo podríamos estar en casa...— masculló Adam mientras miraba por la ventanilla.