La puerta de su habitación se abrió lentamente y apareció su madre con gesto de preocupación.

—Cariño, ¿te encuentras bien? Sam me ha dicho que has estado toda la tarde con dolor de cabeza. ¿Quieres que te traiga algo? — preguntó.

—No, mamá, tranquila. Solo necesito descansar— dijo Mónica, un poco arrepentida de hacer pasar un mal rato a su madre. Pero quería ir a la feria.

Esperó diez minutos para asegurarse que no volviera a entrar y salió por la ventana. Se dirigió a la cuarta casa de su calle, donde Kate la estaba esperando en su coche. Se reunirían con sus amigos en la entrada de aquella misteriosa feria.