🌺Día 5🌺
[Beso no de película]
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— ¿Cómo se sentirá dar un beso?— fue lo primero que se preguntó aquel conejito morado tras despertar en su cama.
En aquella tarde de viernes el chico de mirada rubí había despertado de su pequeña siesta con un sentimiento extraño, un sentimiento de vacío, de anhelo, y aquello se debía al sueño que recientemente abundaba en su mente. Su amigo, su maestro, su novio de mentira se le había declarado en aquel parque donde tantas prácticas de guitarra habían compartido, en la misma banca blanca desgastada por los años que llevaba ahí. Y él había correspondido sus sentimientos sin saber por qué, pues él no sentía nada más que una fuerte amistad por el moreno... ¿verdad?
Aún con aquellos pensamientos confusos, la sonrisa del contrario hizo que su corazón latiera desenfrenado, era hermosa aquella mueca de alegría que le estaba dedicando. Lo siguiente pasó rápido, realmente rápido. Ni cuenta se dio cuando el peliturquesa tomó su cintura con sus manos cálidas, aferrándolo a su cuerpo, para luego sentir presión en sus labios por culpa de los ajenos.
Le estaba besando. Bon le estaba besando.
Lo extraño fue... que no sabía a nada. Era un vago espejismo producido por su mente lo que hizo que despertara con sus labios pegados a su almohada, la cual estaba toda babeada por su culpa. Fue al baño a lavarse la cara con agua fría, no podía creer que hubiera soñado que su maestro le besaba, y encima parecía que él lo estaba disfrutando, pues antes de despertar sintió como correspondía al gesto moviendo por igual sus labios. Pero él jamás había besado a nadie, al menos no en la boca, no tenía ni idea de cómo hacerlo. Sacudió su cabeza, no podía distraerse ahora con aquellas pequeñeces o llegaría tarde al ensayo con el moreno. Se le haría difícil verlo a la cara.
(...)
— Bonnie, ¿estás bien?— el de mirada esmeralda miraba preocupado al contrario, pues no había dicho nada en todo el rato de descanso mientras comía en silencio una bolsa de gomitas de mora.
— Sí, ¿por qué?— preguntó un poco ido mirando al frente, como si fuera un robot puesto en automático.
— Me has estado evitando toda la hora, y estás raro... al menos más de lo habitual— dejó sus patatas fritas a un lado para poder verlo de frente—. ¿Ha pasado algo que no me hayas contado?
— Mmm... No— odiaba mentirle a su maestro, pero se le hacía vergonzoso el tener que explicarle que se encontraba así por una situación en la que no se imaginaba en la realidad, pero al parecer sí en sus sueños.
— Bonnie, sabes que no me gusta que me mientas— frunció levemente el ceño, llamando la atención del contrario agarrando su mano libre, la cual usaba para llevar los dulces a su boca—. Vamos, no te voy a juzgar ni nada, pero me preocupas...
— Mmm...— no evitó sonrojarse de más al sentir aquel cálido agarre en su mano, haciendo que, inconscientemente, mirase a su costado, enganchando la mirada con la ajena esmeralda—. Maestro, tú... amm...— se tomó un leve segundo para luego volver a mirarlo, colocándose bien las gafas—. ¿Has dado... alguna vez un beso...?
Los colores le subieron repentinamente a las mejillas, no había evitado abrir la boca de sorpresa ante la inesperada pregunta del más bajo. No sabía qué decir en ese momento, y pensaba que intentar decir algo ya sería una mala idea.
— ¿U-Un beso...?— murmuró muy nervioso, rascando su nuca— L-La verdad es que no... Pero... ¿por qué quieres saber?
— Hum... Si te cuento... ¿Prometes no reírte?— le miró muy sonrojado, de reojo, casi sin poder mirarlo a los ojos sin sentirse más avergonzado de lo que ya estaba, pero el asentimiento del contrario le hizo suspirar intentando controlarse—. He soñado que... m-me besabas tras confesar que... te gustaba...— cerró los ojos con fuerza, apretando por igual sus puños sobre su suéter beige, queriendo que la tierra se lo tragase en ese instante.
El silencio entre ambos era tan tenso que se podría cortar con un cuchillo, ninguno decía nada, simplemente el viento les rodeaba por completo, moviendo levemente sus cabellos. El peliturquesa estaba realmente sorprendido ante la reciente confesión de su alumno, no se esperaba para nada escuchar aquello, ¿qué habría querido decir aquel sueño del pelimorado? Le estaba dando una pequeña ilusión al creer que en verdad estaba comenzando a sentir lo mismo que él, solo que él ya estaba así desde hace un año. Notaba el nerviosismo del contrario, y lo último que quería era asustarlo. Acercó su mano con lentitud, llegando a acariciar los nudillos de su mano izquierda antes de tomarla con cariño, causando que el pelimorado le mirara finalmente. Mantenía su mirada esmeralda sobre la ajena, cubierta por los opacos lentes que portaba, pero pronto aquella seria faceta fue sustituida por una suave sonrisa.
— ¿Y... puedo saber qué hiciste entonces?— le susurró con curiosidad en su voz, acercándose con sutileza, sin que el más bajito se percatara de aquella acción.
— ¿A-Ah?— tartamudeó ligeramente al ver su mirada tan hipnotizante, olvidando el calor que le proporcionaba aquel agradable toque entre sus manos—. P-Pues... N-No llegué a responder, realmente...— había bajado su tono de voz, sintiendo que su rostro se derretía al notar que con su otra mano el otro empezaba a acariciar su flequillo—. Y... C-Cuando me besaste... C-Creo que llegué a... corresponder...— murmuró con los ojos entrecerrados, comenzando a sentir la respiración contraria muy cerca de la suya propia—. Pero... no supo a nada...— terminó de narrar con el corazón en la mano.
Tarde se dio cuenta de cuando el moreno retiró sus lentes de sus ojos. Agradeció internamente que lo hiciera, así podía observar mucho mejor su verdaderamente atractivo rostro. Apretó inconscientemente el agarre de sus manos, dejando que la otra también fuera tomada por la otra al girarse.
— ¿Quisieras... probar de verdad?— susurró con la voz cálida y grave, sorprendiendo tanto al pelimorado como a sí mismo, nunca había escuchado su voz así, pero al parecer al de piel pálida le gustó, pues su rostro se sonrojó más y no se apartó, sino que se acercó más.
Casi le dio un algo cuando observó que asentía lentamente, sin separarse, y casi cerrando sus ojos. No podía desaprovechar aquella gran oportunidad y, con todo el valor del mundo, se acercó igualmente, agarrando el mentón del pelimorado para subir su rostro. Con todos los nervios del mundo, ambos finalmente unieron sus labios en un torpe y primerizo toque entre sus bocas. Estaban besándose por primera vez.
Sinceramente, fueron los cinco segundos más extraños de sus vidas. No se movían, ni los labios ni los cuerpos. El pelimorado mantenía la respiración, sin saber qué hacer, estaba muy nervioso, pero, sin quererlo, se separó soltando una pequeña risita sin razón aparente, confundiendo al peliturquesa.
— ¿D-De qué te ríes?— no evitó contagiarse de la risa del de mirada rojiza, aún con ese sonrojo en sus mejillas morenas, bajando la mano que estaba posada en su barbilla para agarrar las manos contrarias de nuevo—. ¿Tan mal lo hice?
— N-No es eso, maestro— sonrió con ternura, mirándolo dulcemente y bajando la mirada al momento—. Es que... se sintió tan raro... Es la primera vez que experimento esto...
— Yo también— juntó sus frentes, ahora riendo ambos, se notaba mucho que eran unos inexpertos, y por ello se les hacía tan divertido—. Eres mi primer beso, Bonnie.
— Y tú el mío, Bon— contestó igualmente bajando la mirada apenado—. Sin duda el primer beso no es como en las películas— soltó una tierna risita mientras el contrario levantaba su mentón lentamente.
— ¿Quieres intentarlo de nuevo?— no tenía ni idea de dónde estaba sacando tanta confianza, pero no iba a desaprovechar aquella gran oportunidad de conquistar al pelimorado, además de que ansiaba volver a probar los deliciosos labios del más bajito.
— Hum... ¿N-No te molesta?— le miró con timidez, pero su sonrojo empeoró al ver la negación del mayor, junto a aquella sonrisa que le estaba volviendo un bobo... ¿enamorado?— Uh...— soltó sus manos para ponerlas en sus mejillas, acariciando sus pómulos con suavidad, acercándose de nuevo—. ¿Entonces p-puedo...?
Ni tiempo le dio a terminar al momento que sus labios volvieron a ser besados por el contrario, haciendo que cerrara los ojos y se aferrara a su cuello, mientras el moreno envolvía su cintura con sus cálidas manos. Seguían siendo novatos, pero esa tarde quedaron en seguir practicando durante aquel, de momento, maravilloso mes de novios.
Porque eso es lo que hacen los novios.
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Día 5: Besándose ✅
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