🌺Día 3🌺
[Tarde de película]
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La tormenta había dejado un suave aroma a humedad en las calles, para algunos agradable, para otros no tanto. La acera estaba algo resbalosa, pero los niños se divertían chapoteando sobre los charcos de agua usando sus botitas de goma. Aquello hacía sonreír con ternura a cierto chico de cabellos morados, quien caminaba alegre en dirección al instituto al lado de su querido maestro.
— Uaah~, gracias otra vez por dejarme quedarme en tu casa, Bonnie— bostezaba con una sonrisa el peliturquesa, aún se sentía algo cansado, pero admitía que había dormido mejor que nunca.
— De nada, y gracias a ti por dejarme usarte de colchón— rió con ternura mientras veía al contrario imitarle, din duda la mejor pijamada de su vida, y eso que no hicieron mucho más que ver una peli y dormirse en el sofá.
— De nada— contestó con cierto sarcasmo, pero sonriendo—. Deberíamos repetirlo, sin duda me lo pasé muy bien contigo.
Aquellas palabras alegraron al pelimorado, quien asintió con felicidad al chico que estaba a su lado. No había nada que le alegrara más que ver a su maestro feliz a su lado. Le causaba un agradable cosquilleo en la pancita y unos leves latidos fuertes en su corazón. Le miró con una tierna sonrisa, un gesto a la par de inocente que hizo sonrojar a su compañero a su lado, provocándole una leve risita. Ni cuenta se dieron cuando llegaron por fin al horrible instituto, en donde tuvieron que separarse con pena.
— Bueno... Nos veremos luego, maestro— sonrió triste el pelimorado, pues no quería alejarse del moreno, se sentía demasiado bien a su lado.
— Sí...— él, por el contrario, rascaba su nuca nervioso, desviando la mirada sonrojado.
No supo cuando, ni por qué, pero en menos de lo esperado sus labios se habían posado sobre la suave y pálida frente del más bajito, sacándole un feroz sonrojo que ocupó toda su carita.
— ¡N-Nos vemos!— y tan pronto como se separó, salió corriendo de allí, dejando a un pelimorado confundido pero con una leve sonrisa mientras sus dedos acariciaban su frente con delicadeza.
Le había gustado. Y mucho.
(...)
Los alumnos salían con rapidez por las puertas recién abiertas del exterior, estaban ansiosos de volver a sus hogares, como de costumbre. Un peliturquesa hablaba animado con sus amigas en la entrada, esperando a cierta personita como siempre. En cuanto notó la singular cabellera morada de su amado acercarse, se despidió de sus amigas, quienes le dieron ánimos, y se acercó al de mirada rubí. Él sonrió al ver al moreno y no evitó lanzarse a sus brazos para un largo abrazo junto a su típica risilla.
— ¿Tantas ganas tenías de verme?— rió levemente mientras abrazaba igualmente al contrario, preguntando con burla esperando que se lo tomara a broma.
— La verdad es que sí— contestó con una sonrisa, abrazando el cuello del peliturquesa con afecto—. Te echaba de menos, maestro...
Aquellas inocentes palabras alegraron el corazón del conejito turquesa, quien abrazó un poco más la cintura del contrario. A Bonnie no le molestó, sino que también se acurrucó en el cuello del otro, aspirando sutilmente su aroma natural. Rápidamente se separaron en cuanto notaron que estaban muy cariñosos, además de notar tantas miradas sobre ellos. El moreno tomó rápidamente la mano del de piel blanca para irse de allí y así poder acompañarle nuevamente a su casa.
En todo el camino mantuvieron un silencio un tanto extraño, ni cómodo ni tenso, pero no sabían exactamente qué decir. Sus manos seguían unidas, eran conscientes de ese agarre, pero no pensaban en soltarse.
— ¿Aún quieres salir conmigo?— preguntó de la nada el pelimorado, mirando de reojo al contrario, quien le miraba sorprendido.
— Y-Yo...— le había tomado desprevenido, haciendo que le diera un vuelco el corazón—. C-Claro, claro que sí. ¿P-Por qué lo dices?
— Pues... hoy podríamos salir sin problemas— le sonrió levemente con un rubor en sus mejillas—. Además, hoy estrenan una peli que tenía muchas ganas de ver, pero ninguno de mis amigos puede acompañarme— se entristeció un poco—. Fox va a ayudar con los trajes a Chica, Golden tiene una entrevista y Freddy ha quedado con tu amiga Joy.
— Oh, entiendo— no evitó sonreírle muy contento—. Pues con gusto iré contigo, Bonnie.
— ¿De verdad? ¡Muchas gracias, Bon!
En nada llegaron a la casa del pelimorado, quien maldijo el poco tiempo que estuvo con el más joven, pues quería pasar más tiempo con él, pero recordó que iba a quedar con él por la tarde y volvió a sonreír. Aquel cambio repentino cambio de expresiones faciales causaron una pequeña risa en el moreno, quien veía al contrario con ternura en su mirada.
— Vendré a buscarte a las cinco, ¿te parece bien?— no dejaba de sonreír el peliturquesa de lo feliz que le hacia poder pasar la tarde con su querido amado.
— Síp, aquí estaré— le sonrió igualmente, aún sosteniendo sus manos entre las suyas.
Tuvieron que soltarlas tras un breve silencio, pero Bonnie no se quedó con las ganas esta vez. Se armó de valor y posó un suave beso en la mejilla de su maestro.
— Te estaré esperando, Bon— sonrió enormemente y se adentró en su hogar mientras dejaba a un petrificado y sonrojado peliturquesa sonriendo como bobo en la puerta de su casa.
— Necesito que me enseñe dónde busca eso de ser un buen novio...
(...)
Estaba nervioso. Muy nervioso. Aquellos nervios se podían notar por los constantes golpecitos en el suelo causados por su pie inquieto. Sabía que el moreno era famoso por su mala costumbre de llegar tarde, pero aquella vez estaba exagerando, pues aún quedaban quince minutos para que el peliturquesa pasara a recogerle. Bufó cansado de esperar, levantándose del sofá para empezar a dar vueltas por la sala.
— Bonnie, cálmate, estás nervioso por nada— se decía a sí mismo, tomando su collar que llevaba colgando en el cuello, acariciando la púa de guitarra que estaba en este—. Sólo vamos a ir al cine como amigos... A-Aunque tendríamos que ir como... pareja... como si fuera una... ¿cita?— se sonrojó levemente por aquel pensamiento, se estaba tomando muy a pecho la apuesta en la que no pidió estar involucrado, pero al saber lo inseguro que era el moreno quería que fuera lo menos incómodo posible, a poder ser para ambos.
En menos de lo esperado la puerta sonó, o al menos alguien llamó a esta con un par de golpes secos. Bonnie se sobresaltó y empezó a ponerse aún más nervioso, se asomó levemente por la ventana que daba a la puerta principal. Ahí estaba él, se veía tan guapo aun con aquel conjunto simple... Espera, ¿de verdad había pensado que se veía atractivo? Se sonrojó de forma veloz, negando repetidas y golpeando levemente sus mejillas. Respiró profundamente para así colocarse de nuevo la diadema correctamente y, finalmente, salir por la puerta para recibir al peliturquesa.
Por su parte el moreno tampoco estaba para nada tranquilo, los nervios lo comían vivo. Pero confiaba en que todo saliera bien, esperaba no soltar ninguna tontería por el camino ni hacer sentir incómodo a Bonnie, después de todo el solo hecho de parecer novios parecía no importarle, lo veía muy natural. Le daba alivio ver que algún día podría ser así sin tener que fingir, que podría darle muestras de afecto sin sentir que le fuera a rechazar. Lamentablemente parecía que ese día no fuera a ser ese. El sonido de la puerta abriéndose lo bajó de su nube de pensamientos, visualizando entonces la figura del más bajito; se veía realmente precioso, como siempre.
— Hola, Bon— sonrió como de costumbre, mirándole de arriba a abajo de forma sutil—. Hoy llegaste pronto— rió al notar el nerviosismo del contrario.
— Ho-Hola, Bonnie— no evitó mostrar su sorpresa al admirar lo hermoso que estaba su amado en ese momento—. Te ves... muy lindo.
Aquel piropo estaba planeado, pero no la forma en la que lo mencionó. Sonrió con ternura al ver la reacción del contrario, quien se tomaba un mechón de cabello y jugaba con él con timidez mientras le agradecía el cumplido.
— ¿Nos vamos ya?— mostró su mano derecha con su sonrisa aún posada en su rostro al contrario, quien la tomó tras unos segundos de duda.
Caminaron juntos hasta el cine, al ser día entre semana no había mucha gente, así que no creían que tendrían problemas en entrar y tener entradas para la película que quería ver el pelimorado. No hablaron mucho por el camino, ya casi no tenían nada más de lo que hablar, pero estaban cómodos así, aún con sus manos tomadas.
Se les estaba haciendo costumbre.
— Es curioso, no había escuchado sobre esta película— susurraba el peliturquesa a su acompañante mientras se colocaba las gafas 3D que les habían dado junto a las entradas y el gran cubo de palomitas para que disfrutaran de la película.
— Sólo ponen el tráiler en anuncios de YouTube— sonrió emocionado el pelimorado—. Me pareció fascinante la trama, y está lleno de sustos, no podía perdérmela.
— Se nota que te gustan las emociones fuertes— rió levemente mirándolo de reojo, sonrojándose por lo tierno que se veía con las mejillas llenas de palomitas.
Las luces se apagaron y la película comenzó, llenando de nervios y emoción a ambos adolescentes y a los pocos espectadores que también esperaban divertirse. En los primeros treinta minutos la pareja estaban susurrándose varias teorías sobre los personajes de la historia, pero en cuanto se empezaba a poner interesante sólo se dedicaron a prestar atención y a comer del único cubo de palomitas que estaba entre ellos. Era la primera vez que veían una película juntos en un cine.
Se sobresaltaron al sentir que tocaban sus manos sobre el cubo, mirándose a los ojos para luego sonrojarse. Desviaron la mirada con pena, apartando las manos, pero no se dieron cuenta que ambos volvían a unir sus manos, escondiéndolas entre todas las palomitas. Les gustaba sentir el tacto del otro. Ya no estuvieron tan atentos en la película, ahora sólo querían que durara lo suficiente como para que se les acabaran las palomitas para ver nuevamente sus manos aún entrelazadas.
(...)
— Ha estado realmente genial la peli— comentó en voz alta rompiendo aquel pequeño silencio formado desde que salieron del cine.
— Sí... Muchas gracias por venir conmigo— desvió la mirada un tanto avergonzado, pero con una sonrisa en sus labios—, no habría sido lo mismo sin ti, maestro.
— ¿D-De verdad?— se le escapó aquella pregunta en voz alta, sintiéndose tonto en ese momento— A-Ah... d-digo que no me... esto... yo...
— Sí, de verdad, maestro— sonrió inconscientemente al ver su nerviosismo, le parecía realmente adorable esa forma de actuar—. Bueno, ya llegamos.
En efecto, volvían a encontrarse en frente de la casa del mayor en edad, quedándose quietos frente la puerta. Se despidieron con palabras, pero aún así ninguno se movía, sentían que les faltaba algo. Entonces uno de ellos reaccionó, y fue sorprendido el pelimorado al notar el peso del peliturquesa sobre él, con sus manos en su espalda, rodeándolo en un cálido abrazo. No tardó nada en corresponder aquella muestra de cariño, acurrucandose en su cuello como ya era su costumbre. Esa vez sentían que de verdad estaban solos, que nadie les observaba, que podrían estar así horas y horas sin cansarse. Aun así, tras casi dos minutos de abrazo, tuvieron que separarse pues el móvil del moreno sonó con un mensaje entrante del padre del mismo. Debía volver para preparar la cena.
— B-Bueno... te veo mañana— rió nervioso con un leve tono rojo en sus mejillas morenas, observando el mismo color en las mejillas contrarias.
— Sí... Hasta mañana, maestro— sonrió el más bajito para luego girarse para abrir la puerta de su casa, mientras el moreno se alejaba.
Pero antes de perderlo de vista...
— ¡Bon!— le dio gracia el saltito que pegó del susto, y le sonrió dulcemente, cuando volteó a mirarlo—. Me está gustando ser tu novio de mentira— abrió la puerta y, antes de cerrarla, le dio una última mirada—. Quien sea tu pareja real va a ser muy feliz a tu lado— y cerró la puerta finalmente.
El moreno no daba crédito a sus oídos, realmente aquella tierna confesión le había subido los ánimos aquella tarde. Estaba dispuesto a hacer que el mayor pasara el mejor mes de su vida.
— Prometo que haré lo posible para que esa persona seas tú~.
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Día 3: Viendo una película ✅
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