🌺Día 17🌺
[Calor en cucharita]
.
.
.
Eran cerca de las once y media de la noche, ambos chicos estaban realmente cansados, el día había estado agitado entre tantas practicas con sus respectivos grupos. Bonnie le había prestado unos pantalones holgados al peliturquesa, el cual se había quedado solo con su camisa de tirantes que llevaba por el frío que solía pasar por las mañanas. Aquel día habían decidido dormir en camas separadas, pues hacía un poco de calor y deseaban tener algo de espacio. Bon ayudó al pelimorado a subir un saco de dormir del sótano, el cual colocaron sobre un colchón extra que guardaba en el armario. Apagaron las luces y se dispusieron a dormir. Llegadas casi las dos menos cuarto de la madrugada, el peliturquesa se había levantado para beber un poco de agua, tenía la garganta seca y la boca pastosa por dormir con la boca abierta, una mala costumbre suya. Al volver a la habitación no evitó acercarse a la cama del pelimorado, quien yacía sobre esta con una calmada expresión de sueño. Sonrió, se veía lindo durmiendo. No evitó subir a la cama y, con algo de dificultad, colocarse detrás de él, acurrucándose en su espalda, abrazándolo con cuidado. Un suspiro salió de sus finos labios, y una risilla lo sobresaltó.
— Me estás dando calor, maestro— la suave y delicada voz de Bonnie hizo sonrojar al peliturquesa, pero no se separó.
— L-Lo siento, s-solo... me levanté y quise ver si... seguías dormido— una penosa excusa, sí, pero hizo reír a Bonnie.
— Pues ahora alguien no me deja hacerlo— bostezó ligeramente, soltando un tierno suspiro—. Pero... se siente bien... que estés así... conmigo— tan dormido estaba que no notaba lo que decía.
Las mejillas rojas del peliturquesa ganaría cualquier concurso de tomates. Su sonrisa opacada por la oscuridad no era visible para el pelimorado, pero sabía que estaba haciendo esa mueca, y más cuando se aferró a él, escondiendo su rostro en su cuello.
— Bonnie...
— ¿Mmm?
— Te quiero...
No obtuvo respuesta, supuso que se había dormido antes de escucharlo, a parte de que lo había susurrado. Pero no le importaba, se había quitado un gran peso de encima. Suspiró para volver a acomodarse, pasando su otra mano por debajo del más pequeño. Perdió la noción del tiempo, y no notó cómo su mano era entrelazada por la del mayor. Se quedaron dormidos en aquella posición de cucharita por el resto de la noche.
——————————————————
Día 17: Haciendo la cucharita ✅
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro