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Capítulo 66

Yoongi había regresado a la compañía, pero su trabajo era menos serio que antes. No lo hacía. Casi había perdido todas las ganas de continuar en la empresa. En la noche desierta, se sentó solo en su gran asiento de cuero y miró la oficina vacía. No podía evitar pensar en Jungkook.

Yoongi sollozó levemente mientras miraba el álbum de fotos de su teléfono móvil. La imagen de Jungkook, dormido, parecía resaltar de las demás.

—¿Estás bien, mi pequeño Jungkook? ¿Ese idiota te lastimó? Tu regalo de cumpleaños te ha estado esperando... Es un Akita. En los últimos días, dijiste que querías uno. ¿Verdad? Vas a poder jugar con el cachorro cuando vayas a casa después de la cirugía.

En el cumpleaños de Jungkook, Taehyung casi empujó a Yoongi al borde del colapso, pero Yoongi se dijo a sí mismo que esa simplemente era su manera de hacerlo sentir culpable por los errores cometidos. Pero de igual forma, después de pensarlo, estaba muy preocupado por todo. Temía que Taehyung lo hubiera forzado. Temía que le hubiera hecho daño. Temía que Jungkook hubiera tenido que soportar un infinito dolor en el cuerpo... Yoongi se sentía incómodo, pero no podía parar.

Yoongi estaba muy ocupado levantando su teléfono móvil y suspirando para cuando llamaron a su puerta.

—Entra.

Llegó el asistente Jung, sosteniendo un pequeño perrito entre sus brazos.

—Yoongi, señor... La vacuna está lista. —Un asistente no es exactamente igual a un veterinario, pero supuso que debería estar bien—. Un cachorro de dos meses es difícil de criar. Sería mejor si esperas a que crezca un poco...

Después de que el asistente Jung se fuera, dejándole al perro sobre el suelo, solo pasaron unos cuantos minutos para que el teléfono de Yoongi comenzara a sonar. Resultó ser Seokjin.

—¿Seokjin? ¿Qué pasa?

El tono de Seokjin era ligeramente inestable.

—Oye, Mark... Mark está muerto.

Yoongi se quedó atónito.

—¿Cuál? ¿Tuan?

—El novio de Jackson —Dijo Seokjin tras una larga respiración—. Pregunté qué pasó, y me dijeron que después de que se operó, la reacción de la médula ósea fue severa. Hubo un error con la administración de alguna dosis y el niño entró en paro en la sala de operaciones. Jackson estaba enloquecido en ese momento, casi mató al médico que estaba a cargo. Hombre, tuvieron que entrar a detenerlo entre varios guardias, y luego el alcalde Wang llegó...

Seokjin no le dijo que Jackson estuvo sentado por horas en el suelo, fuera de la sala de operaciones. Golpeando las paredes hasta sangrarse las manos. Incluso fotografiaron a su padre, llorando mientras sostenía a su hijo...

Seokjin pensó en Yoongi en ese momento. Si un día Jungkook desaparecía, Yoongi iba a actuar mucho peor que Jackson.

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Yoongi se quedó sentado por un rato hasta que la colilla del cigarrillo estuvo caliente en sus dedos y le quemó. De repente se levantó, y los pies de la silla trajeron un enorme sonido sobre el suelo de madera.

—¿Yoongi? ¿Yoongi? ¿Qué te pasó?

Seokjin estaba ansioso. El estado de Yoongi era realmente malo y temía que no pudiera soportar la estimulación del mundo exterior. Yoongi cuelgó el teléfono móvil. La mano que sostenía su chaqueta estaba temblando. Todavía se sentía débil y caminó unos pasos fuera de la oficina. Sin embargo, cuando reaccionó, corrió.

El Asistente Jung estaba en la oficina del final del pasillo, preparando las otras vacunas para el Akita. La puerta fue abierta de manera escandalosa por su jefe y la perilla se clavó en la pared al decir:

—Llévame al aeropuerto en automóvil y pregunta sobre el último vuelo a Daegu.

La voz de Yoongi era calmada, pero estaba llena de un temblor indescriptible.

—¿Ahora? —El asistente Jung se sorprendió y esperó que pudiera calmarse, pero finalmente terminó por aceptar—. Señor Min, yo me ocuparé de todo.

Sentado en el auto, Yoongi descubrió que su corazón estaba muy tenso. Las manos y sus pies estaban fríos y no dejaban de temblar. Tenía demasiado miedo, Yoongi lo admitió. Mark era una buena persona, tenía un amante poderoso, la cirugía no debía ser complicada... Si el resultado había sido ese, ¿Qué le quedaba a su Jungkook?

Seokjin le dijo que la enfermedad de Jungkook no podía curarse con la médula ósea, que era inútil. Sin embargo, Yoongi no quería escucharle y estaba dispuesto a engañarse a sí mismo. No quería creer que Jungkook podía morir.

Yoongi se sintió ridículo por un momento. ¿De dónde salió la confianza de que Jungkook se curaría de la enfermedad pronto y luego regresaría con él? Solo había tenido un pensamiento muy horrible al respecto: Podía que realmente perdiera a su pequeño Jungkook y esta vez para siempre.

—Señor Min, llamé y pregunté, el primer vuelo de hoy es a las 8:30 de la noche —El asistente Jung ajustó el auricular Bluetooth—. ¿Busco a alguien que lo ayude?

Yoongi miró el clima sombrío fuera de la ventana y suspiró en voz baja. Debía ir a ver a Jungkook, no solo mirarlo desde lejos. Necesitaba que le calmara el corazón, necesitaba verlo sonreír y que lo sostuviera entre sus brazos hasta que finalmente se sintiera en calma... Al llegar al aeropuerto, eran las cuatro de la tarde. Yoongi quería ir directamente a la sala de espera, pero, cuando salió del auto, vio que el cielo estaba repleto de nubes grises. El instinto de Yoongi se sobresaltó y le preguntó:

—¿Viste el pronóstico del tiempo?

El asistente Jung estaba ocupado con la reservación del vuelo y no tuvo tiempo para escuchar el noticiero. Después de oír la pregunta de Yoongi, estaba conectando la red móvil del teléfono al clima.

—Nieve ligera. No debería ser un problema —Dijo el asistente Jung.

Yoongi regresó al auto y esperó dos horas junto a él. Era poco tiempo, pero la nieve se acumulaba cada vez más y ya tenía dos o tres centímetros de espesor sobre el piso de concreto.

—Este año... ¿Cómo fue que terminó nevando tanto en Busan?

La voz de Yoongi era tan liviana como si estuviera hablando solo. El asistente  Jung no dijo nada.

A las 7 en punto, la nieve ya se transformó en una ventisca rara. Con el viento soplando tan fuerte, la radio en el auto comenzó a transmitir los mensajes de texto del teléfono móvil de Jung, que hablaban sobre un aviso de reembolso del boleto. El vuelo se canceló. El repentino salto en el pecho de Yoongi, le ocasionó un angustioso dolor que pronto se convirtió en una sensación de asfixia. Yoongi casi se mordió los labios.

—Regresa.

Todavía vivía en el apartamento que alguna vez compartió con Jungkook. Yoongi se paró en el balcón y observó la nieve durante casi toda la noche. La blancura era abrumadora, y la desolación y el frío le dejaban un espacio perturbador dentro de la cabeza que no podía conseguir llenar con nada. En las primeras horas de la mañana siguiente, de repente decidió tragar su orgullo y llamar a Taehyung...

Repitió sus acciones una y otra vez, y el teléfono no dejaba de contestarle con un mensaje de voz mecánico femenino que decía:

«El número que marcó está apagado. ¡Lo sentimos! El número que marcó está apagado...»

Yoongi sintió como si hubiera sido empujado al abismo. La nieve no se había detenido, y el cerebro de Yoongi estaba particularmente despierto. No pensó mucho en sus acciones y, al igual que la vez que se fugó a la estación del tren con Jungkook hacía catorce años, decidió irse manejando hasta Daegu.

Sentado en el asiento del conductor, finalmente recuperó algo de razón. Su condición física no le permitía hacer lo que un joven en sus veinte años podía... No tuvo más opción que llamar al asistente Jung porque pensó que sería más seguro si los dos se turnaban. Sólo tenía que asegurarse de darle un buen aumento al regresar. El camino era muy difícil de recorrer, la nieve se concentra en el norte, y la carretera se veía absolutamente peligrosa. Era muy fácil salirse del camino. Los dos hombres tuvieron mucho cuidado y redujeron la velocidad cuando el parabrisas se cubrió por completo. De Busan a Daegu, fueron dos días y medio.

Era de mañana en la pequeña plantación de té, y el sol brillaba a través de la ventana y pegaba en la cara lateral de Yoongi. Todo era simplemente deslumbrante, la temperatura era cálida y hubiera sido un escenario perfecto...

Pero no había nadie allí. El segundo piso y el primer piso de la casa estaban vacíos, y el jazmín frente a la casa estaba muerto.

El próximo capítulo es el penúltimo.

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