Gyu se hizo una pequeña coleta, pero aun así los rizos delanteros caían en su cara y le tapaban los ojos. Ya no sabía qué hacer al respecto.

No es que en ese momento debiera verse bien, solo estaba lavando ropa, pero era inevitable frustrarse cada vez que le obstaculizaban la vista.

El cuarto de lavabo era gigante. Su familia tenía algunas empleadas que lavaban la indumentaria de la tienda a mano, porque eran de tejidos delicados, pero en ese momento estaba vacío.

A Gyu le gustaba lavar su propia ropa porque la ayudaba a despejarse, a veces ponía su musica favorita y se distraía toda la tarde con eso.

Sostuvo frente a su nariz la camiseta y olió el perfume sutilmente antes de meterla a la lavadora.

Estaba un poco decaída.

¿Jun tendría novia? ¿o novio? ¿Estaba simplemente jugando con ella cuando le hablaba de esa manera?

Era confuso, pero a la vez no podía evitar caer en su hechizo cada vez que se le acercaba.

A pesar de traerle algo de angustia, ese collar misterioso le sirvió para crear uno que fuera acorde con el vestido que había confeccionado.

Consiguió una cadena y con hilo de oro bordó por separado dos alas de mariposa, que con un pequeño imán se unían en el centro creando una mariposa completa.

Había tenido que rehacerlo tres veces para que quedara perfecto, pero al final lo consiguió. Una pieza única que su abuelo alabó en cuanto se la mostró.

Ahora solo faltaban los zapatos.

Pero tan desconcentrada como estaba por la incertidumbre de si esa chica tenía novia o no simplemente se bloqueaba cada vez que trataba de pensar en algo.

Incluso había usado su celular para stalkear su instagram nuevamente. Pero todas las fotos eran de Jun estando sola, como si fuera un portafolio de modelo.

Estuvo toda esa tarde y toda la noche con la mente ida, al punto de que chocó contra su madre en el pasillo a la mañana siguiente.

—¿Estás enferma? —le preguntó su progenitora colocando su mano en su frente para comprobar su temperatura.

—Estoy bien, solo estaba pensando en algo.

La mujer arqueó una ceja.

—Deberías tener cuidado de que tus pensamientos no te hagan caer de una escalera.

En realidad, se sentía como eso.

Estaba cayendo por una escalera infinita de preguntas que no tenían respuesta. Y todo por alguien a quien a penas conocía, pero que la había lanzado allí sin remedio.

El chasquido de unos dedos frente a su cara la hizo reaccionar.

—Otra vez te fuiste —su madre rió— ¿estás segura de que no necesitas hablar?

Gyu ya iba tarde para la escuela, le hubiera gustado que su madre le diera un consejo, pero como siempre sus responsabilidades se anteponían a sus cuestiones personales.

—Ahora no, ya debo irme —le dió un beso en la mejilla a la mayor—. Nos vemos más tarde mamá.

—Está bien cariño.

Gyu iba a cruzar el pasillo cuando su madre hablo de nuevo.

—¿No has visto un pantalón cargo de la temporada de otoño? —preguntó la mayor— Lo estuve buscando para imitar el patrón en uno que estoy confeccionando pero no lo encontré.

Todas las alarmas de pánico se encendieron dentro de la castaña, pero trató de mantener la calma y no delatar nada.

—Nop —negó con una gota de sudor surcando su frente—. Pero puedes buscar el patrón en mi libreta de bocetos, están todas en el taller.

Wendy sonrió sin siquiera notar la mentira.

—Muchas gracias hija, solo lo tomaré prestado unas horas.

—¡No te preocupes!

Y se fue corriendo.

Pero ni siquiera ese susto le aceleraba tanto el corazón como pensar en la cara bonita de cierta pelirrosa.

Seguía cayendo en picada.