Invitation
Pasaron dos semanas y tres días. Jun se presentó en la boutique con un atuendo discreto, una gorra en su cabeza y tapabocas. Le pidió a una empleada que llamara a Gyu para entregarle un recado.
Cuando la castaña bajó Jun estaba revisando algunos sacos en un perchero.
—Hola —Gyu saludó tímida. Cargaba una bolsa de papel con la ropa que había lavado.
Jun sonrió a través del tapabocas, en su mochila cargaba la ropa que ella le había prestado.
—Hola, pequeña osa —respondió—. Te prometo que todo lo que me prestaste está intacto.
—Lo sé —Gyu confiaba en ella, por alguna razón.
—¿Podemos ir a un sitio más privado?
—¿P-para qué?
—No creo que sea conveniente que se den cuenta del intercambio —dijo encogiéndose de hombros y Gyu asintió estando de acuerdo.
—Vamos arriba.
La castaña la guió a una habitación en la que habían enormes rollos de tela en las paredes, una mesa con tijeras y cintas de medir, y también había un enorme ventanal con las cortinas cerradas.
—¿De aquí salió la tela que provocó la catástrofe? —preguntó la pelirrosa con curiosidad.
—S-sí —Gyu tragó saliva—. Lo siento.
—Ya deja de disculparse, está todo bien.
Jun se quitó la mochila del hombro y sacó una bolsa. Ambas intercambiaron la ropa y se quedaron un momento estáticas.
—No vine aquí solo por esto —dijo la bailarina acabando con el silencio.
—Entonces... —Gyu miró la cadena que colgaba de su cuello antes de conectar sus ojos—. ¿por qué?
—Quería invitarte a mi escuela —declaró un poco apenada—. Se que a penas nos conocemos, pero una vez a la semana siempre hacemos estas batallas de baile, y mis amigos siempre invitan a sus otros amigos...
Gyu se sonrojó a medida que la escuchaba hablar.
¿Ella la estaba invitando?
—... Y siempre se burlan de mi porque nunca llevo a nadie, dicen que no tengo más amigos, y creí que así podríamos volvernos más cercanas, y ser amigas... Quizás, si quieres.
—Sí quiero.
Jun abrió los ojos como si no esperara esa respuesta. Por alguna razón la castaña sacaba un lado más blando de ella que tenía tiempo sin experimentar.
—¿En serio?
Gyu asintió, abrazando la bolsa de la ropa contra su pecho.
—Sí, yo quiero conocerte —murmuró bajito— me inspiras mucho, y es algo que necesito últimamente.
Jun abrió su boca y luego la cerró. Eso había sido un alago enorme, caló profundo en su pecho.
—¿Yo te inspiro?
—Sí, es una larga historia que no puedo contarte ahora —quería que ya no hicieran más hincapié en eso. Su corazón volvía a dispararse.
Jun se quitó el tapabocas. Su amplia sonrisa demostraba lo feliz que estaba porque Gyu hubiera aceptado.
—Es mañana a las cinco, ¿tienes tiempo?
—A esa hora salgo de mi escuela.
—Perfecto, dame tu número —sacó su celular—. Iré a buscarte.
—N-no, está... Eh, yo...—iba a negarse, pero recordó que no podía decir que sabía donde estudiaba o sabría que la había stalkeado.
Jun esperó a que terminara de hablar, pero Gyu se limitó a bajar la cabeza con la cara roja, sacó su celular de su bolsillo con las manos temblorosas y pronunció cada número muy bajito.
También la avergonzaba no sabercelo de memoria, pero lo usaba tan poco que no tendría necesidad de hacerlo.
Jun la agendó como "Pequeña osa 🐻" y le envió un mensaje.
—Mandame la dirección, no vayas a olvidarlo —le recordó, luego miró la hora— ya tengo que irme.
Gyu asintió, sus mejillas seguían rosas.
Jun alargó su brazo y acarició sus rizos antes de despedirse, la castaña bebió todo de ese contacto.
—Chao —murmuró bajito y luego salió de la habitación como si estuviera llegando tarde a algún lugar.
Gyu exhaló como si acabara de salir del agua. Cerró sus ojos conteniendo las ganas de soltar un grito.
Estaba sintiendo demasiadas cosas por una simple invitación.
Estaba dispuesta a hacer cualquier cosa que Jun quisiera. Definitivamente eso de tener una musa era demasiado intenso para su pequeño corazón.
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