─¡Mamá, mira! ─Exclamó una pequeña de seis años, emocionada, llegando a captar la atención de la mayor. ─¡Una estrella fugaz!.

La mujer de cabellos negros, al oírla, solto una leve risita y miro a la niña de orbes aguamarinas ─la cual estaba sentada en una pequeña silla de madera de roble─ con dulzura para luego seguir cepillando sus cabellos con tranquilidad mientras la menor sólo se emocionaba más al ver esa estrella.

─Sabes.. si ves una estrella fugaz debes pedir un deseo. ─Dijo la mujer de ojos violetas, mientras continuaba peinando a la pequeña rubia.

La menor se sorprendió al escucharla, sus ojos brillaban de alegría y volvió a mirar hacia el cielo estrellado con total admiración, a su vez, junto sus dos manos y cerró los ojos para luego susurrar su supuesto deseo con tal de que su cuidadora no la escuche. Isabella solamente dejaba escapar otra leve risita de su boca al ver como la pequeña susurraba pensando que ella no la iba a escuchar.

Ambas se encontraban en el comedor del orfanato, mientras algunos de los niños mayores ordenaban y los que eran más pequeños se preparaban para irse a dormir, sin embargo, esa pequeña de orbes aguamarinas quería que su madre la peinara antes de que se fuera a dormir, para así, no despertar a la mañana siguiente con el cabello todo enredado y despeinado.
La mayor, finalmente, tomo aquellas ligas para el cabello de color blancas comenzando a hacerle dos coletas altas de ambos lados a la menor, quien sólo movía sus piernitas de un lado a otro sin despegar su vista alegre hacia el bello cielo nocturno, iluminado por la luna y millones de estrellas.

─Freya. ─La llamo Isabella en un tono amable y dulce, captando su atención y sacandola de sus lindos e inocentes pensamientos. ─Ya está, es hora de que vayas a dormir..

─Si, mamá. ─Obedeció la pequeña rubia con una bonita sonrisa en su rostro. ─¡Buenas noches!

Se terminó de despedir la de orbes aguamarinas, para luego ir a su habitación correspondiente ─en la cual también se encontraban sus demás hermanos─ dando leves soltitos de felicidad haciendo qué sus coletas se eleven por unos segundos y volvieran a bajar rápidamente.
Asimismo, Isabella sonrio levemente ante las acciones de la menor y fue con los niños más grandes para ver que estos hayan terminado de ordenar y avisarles que ya era hora de que todos se fueran a sus respectivas camas.

Luego de qué ellos obedecieran y se fueran a sus habitaciones, la mayor se quedó sola y decidió apagar las luces para luego cerrar las puertas con seguro, con tal de que nadie salga. Caminaba despacio, entre toda la oscuridad con una vela encendida en una de sus manos, y sin ningún apuro hacia su habitación en donde también se hallaban durmiendo los bebés.
No obstante, vio que una bebé rubia de nombre Conny se encontraba un tanto inquieta por lo qué ella decidió cargarla en sus brazos y cantarle aquella melodía para intentar que se duerma.

Miraba de reojo la ventana, mientras mecia a la infante, mirando las estrellas y pensando unos momentos en el deseo que había escuchado de la pequeña Freya.

" Cuando sea adoptada, espero tener una muy buena familia, que me dejen escribirles cartas a mis hermanos y poder volver a visitarlos a todos."

Isabella sonrió con cierta tristeza al recordar las palabras de la menor, asimismo, terminó por dejar a Conny en su respectiva cuna ya que esta se había terminado de dormir.

El deseo de Freya nunca se haría realidad.. por más qué le pida miles de ellos a todas las estrellas del cielo, su deseo no se cumpliría para nada.

Porque su único destino ya estaba escrito y un simple deseo a una estrella fugaz no iba a salvarla de él..

「 AUTHOR'S NOTE 」
¡Espero que les haya gustado!
La verdad estoy muy ansiosa por esta nueva historia, y pido con todas mis fuerzas que no se vuelva una saga ni nada de eso, ya que, primero tengo muchas sagas y segundo; quiero probar con algo diferente que no sea un libro de OC's qué SI o SI tenga que ser una saga

En fin, espero qué lo hayan disfrutado y también estén atentos a los capítulos y actualizaciones.