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один

  Mila sostenía su tableta con firmeza, apuntando hacia la pista y, por lo tanto, a los otros tres patinadores en ella.

  Yurio se encontraba recargado contra el riel, jugando distraídamente con algunos mechones dorados que le caían en la cara mientras revisaba su celular ausentemente. Unos metros a la izquierda Viktor sacudía su celular frenéticamente, completamente sonrojado y medio susurrando, medio gritándole a quien fuera la pobre alma que estaba videochateando con él, aunque, por lo visto, ambos estaban igual de emocionados, porque el ruso seguía asintiendo con orgullo y sonriendo de oreja a oreja. Mila dedujo que Pichit era esa otra persona. Georgi aún no llegaba, y eso que ya traía más de tres horas de retraso. 

  El único que parecía estar haciendo lo que debía hacer y no jugando con su celular era, irónicamente, el único que no compartía la misma nacionalidad que todos.

  Yuuri se movía con agilidad y destreza, completamente encerrado en su rutina y sin la más remota idea de que no solo uno, sino tres celulares lo grababan con ninguna discreción. El japonés era trabajador, obediente, y devoto, además de un excelente cocinero. Probablemente por eso el favorito de Yakov. Además de que tenía una manera única de expresarse, sin necesidad de tener una música de fondo ya que su cuerpo la creaba.

  Otabek tronó la lengua en aprobación desde el otro lado de la pantalla.

—Yuuri realmente es hermoso, ¿no lo crees?—comentó la pelirroja, sonriendo ante sus compañeros y volteando la cámara de tal manera que ahora ella se viera en la pantalla y no la pista.

—Es muy agraciado.

  Mila rió.

—Obviamente su belleza y la tuya son muy distintas, al igual que sus estilos. Y siempre voy a preferir el tuyo, Otty, pero tienes que admitir que Katsuki-Nikiforov Yuuri es algo así como un dios.

  El kazajo sonrió.

—Está bien, lo admitiré si es lo que quieres.

  La chica rodó los ojos, aunque sonrió de todos modos.

—No tienes que decirlo así—infló las mejillas, y estaba a punto de agregar algo más cuando su mirada se levantó de la pantalla brevemente y sus pupilas se expandieron en algo parecido al miedo—. ¡Ups! Yakovito y Lila ya llegaron, tengo que irme antes de meterme en más problemas. Nos vemos luego, muah.

  Antes de que él pudiera agregar algo más, la llamada terminó. Y el chico se quedó viendo el cielo de Almatý unos minutos antes de levantarse de su cama y empezar a prepararse.

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Actualizaciones cada dos semanas, I think (?) 

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