Yuri se quedó parado a medio pasillo, observando. Sentado en una banca un poco frente a él se encontraba Yuuri, quien tarareaba alegremente mientras deshacía las cuerdas de sus patines y se los quitaba con cuidado.

—Lamento haber interrumpido tu práctica—comentó el hombre, señalando con la barbilla las navajas negras del ruso—. ¿Quieres volver al hielo un poco y después salimos?

  Solo entonces el rubio bajó la mirada a sus patines, esos que se había puesto tan distraídamente por estar absorto en la rutina del japonés frente a él. Parpadeó un par de veces antes de agacharse y desatar las cuerdas con la mano, asegurándose de que las cuchillas tuvieran puestas las protecciones antes de colocarlos con poco cuidado en su casillero.

—No, no. Está bien. No tenía muchas ganas de practicar, de todos modos. Podemos salir juntos ahora, si quieres—la sombra de una sonrisa apareció en la curvatura de sus labios—. Eso es si no estás muy cansado, cerdo.

  Yuuri volvió a reír, y era un sonido extremadamente agradable cuando no estabas intentando odiarlo, decidió Yurio.

—No, estoy completamente bien. Sabes que tengo mejor aguante que tú—el hombre hizo un guiño, y viniendo de cualquier otra persona (como, por ejemplo, JJ) Yuri habría tomado eso como un insulto, una amenaza, casi. Se hubiera propuesto una relación de rivales con tal persona y habría hecho su meta personal ganarles a toda costa. Pero Yuuri no era cualquier otra persona, él era una de las pocas personas con la que podía salir a desayunar cuando a duras penas estaban dando las siete de la mañana, era su confidente, uno que sabía las cosas sin necesidad de decírselas; era el prometido de quien había tomado el rol de su padre durante mucho tiempo y también era Yuuri Katsuki, cuyas secuencias de pasos habían llevado al Tigre Ruso a enamorarse perdidamente al punto de seguirlo a ciegas. Era su ídolo. Así que se limitó a sonreír.

—Si, lo sé—y la expresión de confusión y alegría a partes iguales de Yuuri fue suficiente para hacer la desmañanada valer la pena.

  Mientras caminaban fuera del recinto hablando de todo y de nada, con el sol todavía bien escondido en el horizonte y los celulares desplegando distintos restaurantes que podrían estar abiertos a esa insana hora de la mañana, Yuri no pudo evitar sentir celos por un breve momento de Viktor.

  Y no era porque gustara de Yuuri —cosa que sí hacía, pero de una manera inconsciente y completamente altruista. Moriría antes de sobreponer su felicidad a la del hombre— sino porque, de alguna manera u otra, él ya había encontrado a su alma gemela. Y vaya que había tenido suerte.

  Mientras el japonés enlistaba algunas opciones de entre la pequeña lista que habían armado en cinco o seis minutos no pudo evitar hacer una mueca.

  Tal vez él jamás encontraría a su alma gemela.

><><><><><><><>><><

¡Holis! :w ¿Qué opinan de esto? Planeo que sea un estudio de Yurio, según mis headcanons, aunque también será una historia Yurio x reader en un futuro lejano. ^^

También, esto es un regalo de cumpleaños a la loca esta de Val-Gremory. ¡Yei! :D

Besos robóticos congelados:

—Lery