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xi. family reunion








xi.
reunión familiar








Vega sabía que era una locura ir al encuentro de Black. Remus le había ordenado que se quedara allí, antes de salir apresuradamente. Pero Vega solo había tenido que observar cómo los nombres de Harry Potter, Hermione Granger y Altair Black seguían a Sirius Black, Ron Weasley y Peter Pettigrew para echar a correr detrás de su padrino.

El nombre de Brigid Diggory desapareció por unos segundos, lo que alarmó a Vega, pero reapareció casi instantáneamente, situado al lado del que Ron.

—He dicho que te quedaras allí —dijo Remus en cuanto ella apareció a su lado.

—¡No iba a quedarme de brazos cruzados! —protestó Vega, sacando su varita del bolsillo—. ¡Nova y Harry están allí! ¡Y Ron, Brigid y Hermione!

Lupin le lanzó una mirada de reojo.

—¿Sabes qué significa que Peter Pettigrew aparezca?

Vega se mordió el labio.

—O que hay un error... o que está vivo.

—Lo que significa que Sirius no lo mató.

—¿Y qué quiere decir eso?

—Vamos a averiguarlo. —Soltó un suspiro—. Supongo que no me harás caso si te digo que no vayas y no hay tiempo para discutir. Quiero que vayas con los chicos en cuanto los encontremos y no uses la varita para nada más que protegeros, si es necesario. ¿Entendido?

—Entendido.

Vega no estaba del todo conforme con el plan, pero Remus tenía razón. No había tiempo para discutir. Mientras se dirigían rápidamente hacia el Sauce Boxeador, su mente no dejaba de pensar en cómo Pettigrew podía estar vivo. Si estaba vivo, su padre no lo había matado.

«Vega tenía tres años cuando Black fue detenido, Nova solo uno —había dicho Fudge en Las Tres Escobas—. La mayor no paraba de gritar que quería ir con su padre, a pesar de que había estado allí cuando asesinó a Pettigrew y a los muggles. Ella decía que no había sido su padre, sino Pettigrew. Era evidente que Black había jugado con su mente y le había hecho creer lo que no era.»

Vega trató de recordar, pero solo le dio dolor de cabeza. Maldijo internamente al Ministerio por haber tenido la gran idea de hacerle olvidar todo.

Arqueó las cejas, levemente impresionada, cuando Remus apretó un nudo del Sauce Boxeador con un hechizo e hizo que se quedara inmóvil. Su tío le hizo un gesto para que entrara tras él por un pequeño hueco situado entre las raíces del árbol.

—¿Dónde lleva esto? —preguntó Vega, tras caminar por el estrecho pasadizo durante un par de minutos.

—Hogsmeade. Concretamente, a la Casa de los Gritos. ¿No lo viste en el mapa?

—Creía que era imposible cruzar por culpa del árbol.

Vega sintió un escalofrío al llegar al interior del edificio, aunque no tenía nada que ver con el frío. Remus le hizo un gesto para que guardara silencio y avanzó lentamente, con la varita en alto. Vega le imitó.

—¡ESTAMOS AQUÍ ARRIBA! —escucharon gritar desde arriba—. ¡ESTAMOS AQUÍ ARRIBA! ¡SIRIUS BLACK! ¡DENSE PRISA!

—Es Hermione —susurró Remus.

Ambos subieron las escaleras a toda prisa. El corazón de Vega latía tan de prisa que la chica temía que se le saliera del pecho.

Remus usó un hechizo para abrir la puerta, provocando una gran cantidad de chispas rojas. Vega tragó saliva al ver la escena. Brigid Diggory estaba tumbada en la cama, alarmantemente pálida y aparentemente semiinconsciente, con Ron Weasley a su lado y Hermione Granger estaba encogida de miedo junto a la puerta. Nova tenía la cara llena de arañazos, pero mantenía el ceño fruncido. Harry estaba apuntando con la varita a Sirius Black, que yacía en el suelo y sangraba.

¡Expelliarmus!

Las varitas de Harry y Nova, así como las dos que sujetaba Hermione, salieron volando de sus manos. Lupin las atrapó con facilidad y entró en la habitación, sin apartar la vista de Sirius Black. El hombre tenía un gato pelirrojo sobre el pecho, en actitud protectora.

Vega fue hacia Nova y le tomó de la mano, sin quitar la vista de Black. El hombre le devolvió la mirada.

—¿Dónde está, Sirius?

—¿Vega? —preguntó Nova, mirándola confundida.

La mayor negó casi imperceptiblemente con la cabeza. Sirius, tras mirar durante unos segundos a Remus, señaló a Ron, que seguía junto a la cama donde estaba Brigid, bastante pálido.

—Pero entonces... ¿por qué no se ha manifestado antes? A menos que... —Lupin abrió los ojos como platos— ... a menos que fuera él quien... a menos que te transmutaras... sin decírmelo...

Lentamente, Black asintió con la cabeza. Vega no había comprendido del todo lo que acababa de suceder, pero confiaba en Remus. Guardó silencio, mientras Nova seguía interrogándola con la mirada.

—Remus, ¿qué pasa? —Harry parecía totalmente perdido—. ¿Qué...?

Se interrumpió al ver cómo Remus bajaba la varita y ayudaba a Black a levantarse. El gato cayó al suelo cuando Sirius se incorporó. Los dos hombres se abrazaron.

—¡NO LO PUEDO CREER! —gritó Hermione.

La mirada de Vega se dirigió de inmediato hacia ella. La chica se había levantado del suelo y señalaba a Lupin, horrorizada.

—Usted... usted...

—Hermione...

—¡...usted y él!

—Tranquilízate, Hermione.

—¡No se lo dije a nadie! ¡Le he estado encubriendo!

—¡Hermione, escúchame, por favor! Puedo explicarlo...

—Yo confié en ti —intervino Harry, furioso— y en realidad eres amigo de él.

Vega notó las manos temblorosas de Harry, por mucho que él tratara de ocultarlas. Le puso la mano en el hombro, en un intento por darle ánimo. Necesitaba que Remus se explicara, pero ella confiaba en él.

—Estáis en un error —dijo Lupin—. No he sido amigo suyo durante estos doce años, pero ahora sí... Dejadme que os explique...

—¡NO! —gritó Hermione—. Harry, no te fíes de él. Ha ayudado a Black a entrar en el castillo. También él quiere matarte. ¡Es un hombre lobo!

Se produjo un largo silencio. Vega le lanzó una mirada a Remus, que parecía tranquilo, aunque había palidecido. Luego, se giró hacia Hermione.

—Te puedo asegurar, Granger —dijo, rompiendo el silencio—, que Remus no tiene intención de matar a Harry.

El profesor soltó un suspiro, asintiendo con la cabeza.

—Estás acertando mucho menos que de costumbre, Hermione. Me temo que solo una de tres. No es verdad que haya ayudado a Sirius a entrar en el castillo, y te aseguro que no quiero matar a Harry, como ha dicho Vega... Pero no negaré que soy un hombre lobo.

Brigid trató de levantarse, fallando en el intento. Soltó un gemido de dolor y Lupin se acercó de inmediato, preocupado.

—¡Aléjate de ella, licántropo! —exclamó Ron, asustado.

Remus se paró en seco, con aspecto dolido. Vega apretó con más fuerza los dedos alrededor de la varita, pero no dijo nada.

—¿Cuánto hace que lo sabes? —preguntó Lupin, mirando a Hermione.

—Siglos. Desde que hice el trabajo para el profesor Snape.

Remus soltó una risa forzada.

—Estará encantado —masculló—. Os puso ese trabajo para que alguno de vosotros se percatar de mis síntomas. ¿Comprobaste el mapa lunar y te diste cuenta de que yo siempre enfermo en luna llena? ¿Te diste cuenta de que el boggart se transformaba en luna al verme?

—Las dos cosas —murmuró Hermione.

—Hay pocas brujas de tu edad tan inteligentes, Hermione. No he conocido a muchas.

—No soy tan inteligente. ¡Si lo fuera, le habría dicho a todo el mundo lo que es usted!

Vega no podía seguir guardando silencio. Miró a Hermione fríamente.

—Deja de hablar como si te repugnara —espetó, furiosa. Si nadie salía en defensa de Remus, ella iba a hacerlo—. Ser hombre lobo no significa ser un asesino. Son personas, Granger.

La chica pareció levemente avergonzada.

—Nosotros tres lo sabíamos, claro —comentó Nova, en voz más alta. Se había puesto colorada de rabia y avanzaba hacia Hermione, enfadada—. No lo dijimos por algo. ¿Por qué tendríamos que decírselo a todos? No es necesario que le digas a mi padrino que...

—Nova, tranquilizate —pidió Vega, en el mismo tono bajo que empleó antes.

—Ya lo saben —intervino Remus—. Al menos, el personal docente lo sabe.

—¿Dumbledore lo contrató sabiendo que era usted un licántropo? —preguntó Ron, con voz ahogada—. ¿Está loco?

—Ron... —susurró Brigid.

—Hay profesores que opinan que sí —admitió Lupin.

—Snape —adivinó Vega.

—Le costó convencer a ciertos profesores de que yo era de fiar —continuó Remus.

—Sí, sin duda, Snape —masculló Nova, mirando a su hermana.

—¡Y ESTABA EN UN ERROR! —gritó Harry—. ¡HA ESTADO AYUDÁNDOLO TODO ESTE TIEMPO!

Señaló a Black, que se había arrastrado hasta la cama y se había echado sobre ella. Ocultaba el rostro tras una mano, que temblaba ligeramente. El gato se subió a su regazo. Ron trató de alejarse.

Sin embargo, Brigid se quedó quieta, con aspecto de no saber qué hacer.

—¿EN SERIO, REMUS? —continuó Harry, con voz herida—. ¿EN SERIO?

—No he ayudado a Sirius —respondió Lupin—. Si me dejáis, os lo explicaré. Mirad... —Les devolvió las varitas a Nova, Ron, Harry y Hermione, y guardó la suya—. Ya veis. Ahora vosotros estáis armados y nosotros no. ¿Queréis escucharme?

Nova y Harry dirigieron la mirada a Vega, que había tenido la varita en la mano todo el tiempo, pero la había mantenido apuntando hacia el suelo. La mayor asintió lentamente, animándolos a escuchar.

Vega estaba casi tan confundida como ellos, menos por el hecho de que sabía que Peter Pettigrew estaba en la habitación. Y quería saber cómo.

—Si no los ha estado ayudando, ¿cómo sabías que se encontraba aquí? —preguntó Harry, desconfiado.

—Por el mapa —explicó Lupin—. Por el mapa del merodeador. Estaba en mi despacho examinándolo...

—¿Sabes utilizarlo?

—Por supuesto —respondió, con impaciencia—. Yo colaboré en su elaboración. Yo soy Lunático... Es el apodo que me pusieron mis amigos en el colegio.

Vega arqueó las cejas. Vale, aquello era nuevo. Aunque explicaba su reacción al ver el mapa en el despacho de Snape y que supiera usarlo. ¿Cómo no se había dado cuenta antes?

—¿Tú hiciste...?

—Lo importante es que esta tarde lo estaba examinando porque tenía la idea de que tú, Ron y Hermione intentaríais salir furtivamente del castillo para visitar a Hagrid antes de que su hipogrifo fuera ejecutado. Y estaba en lo cierto, ¿a que sí?

—Por eso no dejaba de mirarlo —dijo Vega, más para sí misma que para los demás—. Debería haber preguntado. Pero estaba distraída.

—Así es. —Lupin dirigió la mirada a Harry—. Supuse que os cubriríais con la vieja capa de tu padre y tu tía, Harry.

Black hizo una mueca casi imperceptible al escuchar la última frase. Vega, que no le perdía de vista, la advirtió.

La expresión de Lupin se había vuelto melancólica.

—¡La de veces que vi a James y Aura desaparecer bajo ella! Que llevéis una capa invisible no os impide aparecer en el mapa del merodeador. Os vi cruzar los terrenos del colegio y entrar en la cabaña de Hagrid. Veinte minutos más tarde dejasteis a Hagrid y volvisteis hacia el castillo. Pero en aquella ocasión os acompañaba alguien.

—¿Qué dice? Nada de eso. No nos acompañaba nadie.

—Me crucé con ellos —intervino Nova—. Y venían solos.

—Es cierto —murmuró Brigid, incómoda cuando todos la miraron—. Solo estaban ellos tres, Prim está en la enfermería. Además de Nova y yo, no había nadie más.

—No es así —dijo Vega, mirándola directamente—. Lo vimos en el mapa. Los dos.

—No podía creer lo que veía —prosiguió Lupin—. Creía que el mapa estaría estropeado. ¿Cómo podía estar con vosotros?

—Por eso me dijiste que me marchara —adivinó Vega, frunciendo el ceño—. Si no hubiera llegado a mirar el mapa, me hubiera ido y tú habrías venido a ver qué sucedía y por qué estaba con ellos.

Remus asintió.

—¡No había nadie con nosotros!

—Y entonces vi otro punto que se acercaba rápidamente, con la inscripción Sirius Black. Vi que chocaba con vosotros, vi que arrastraba a tres de vosotros hasta el interior del sauce boxeador.

—¡A dos de nosotros! —corrigió Ron, enfadado.

—No, Ron. A tres.

—Dice la verdad —dijo Vega, al observar las expresiones de los demás—. Yo estaba ahí. Aunque me gustaría entender lo que sucede.

—Pronto lo entenderás, Vega —aseguró Remus. Se giró hacia Ron—. ¿Me dejas echarle un vistazo a la rata?

—¿Qué? ¿Qué tiene que ver Scabbers en todo esto?

—Todo. ¿Podría echarle un vistazo, por favor?

Ron dudó. Vega hizo una mueca cuando el pelirrojo sacó su rata del bolsillo. El animal no dejaba de agitarse, tratando de escapar.

Lupin se acercó más a Ron. Contuvo el aliento mientras examinaba detenidamente a Scabbers.

—¿Qué? —preguntó Ron, que parecía asustado—. ¿Qué tiene que ver la rata en todo esto?

—No es una rata —respondió Sirius Black, sobresaltando a Vega. Casi había olvidado su presencia.

—¿Qué quiere decir? —protestó Ron—. ¡Claro que es una rata!

—No lo es —dijo Remus, en voz baja—. Es un mago.

—Un animago —corrigió Black— llamado Peter Pettigrew.

Vega se quedó en silencio, asimilando la noticia. Eso aclaraba por qué Pettigrew aparecía en el mapa, pero seguían existiendo muchas incógnitas. Y ella quería saber más.

—¿Qué? —exclamó Brigid.

—Están ustedes locos —dijo Ron.

—¡Absurdo! —añadió Hermione.

Nova miró a Vega.

—¿Tú le crees? —preguntó, en tono tranquilo.

—Sí —respondió su hermana, para nada tranquila—. Lo he visto.

—En ese caso, yo también le creo —declaró Nova, cruzándose de brazos.

A Vega no se le escapó la pequeña sonrisa que apareció en el rostro de Sirius Black al escuchar aquello.

Harry no lo tenía tan claro como su prima.

—¡Peter Pettigrew está muerto! ¡Lo mató él hace doce años! —exclamó Harry, señalando a Black.

—Tal fue mi intención, pero el pequeño Peter me venció. ¡Pero esta vez me vengaré!

El hombre dejó al gato en el suelo y se abalanzó sobre Scabbers. Brigid soltó un grito de dolor cuando cayó sobre su pierna, en un intento por llegar a Ron. Vega no tenía demasiada idea de sanación, pero estaba bastante segura de que estaba rota.

—¡Sirius, NO! —gritó Remus, apartando a Black de ambos rápidamente—. ¡ESPERA! ¡No puedes hacerlo así! ¡Tienen que comprender! ¡Tenemos que explicárselo!

—Podemos explicarlo después —gruñó Sirius, tratando de apartarlo.

—¡Tienen derecho... a saberlo... todo! —jadeó Lupin—. ¡Es la mascota de Ron! ¡Hay cosas que ni siquiera yo comprendo! ¡Y Vega, Nova y Harry...! ¡Tienes que explicarle la verdad a ellos, Sirius!

Black dejó de forcejear y se apartó de Remus, sin quitar los ojos de Scabbers.

—¿Entonces es un psicópata asesino o no? —susurró Nova—. Porque creo que me estoy perdiendo.

—Espera un poco —aconsejó Vega—. Supongo que entenderemos esto tarde o temprano.

—De acuerdo, pues —dijo Black, lanzando una rápida mirada a las dos hermanas. Daba la sensación de haber escuchado todo—. Explícales lo que quieras, pero date prisa, Remus. Quiero cometer el asesinato por el que fui encarcelado...

—Están locos los dos —respondió Ron—. Ya he tenido bastante. Me marcho. Vamos, Brigid.

Lupin sacó la varita y apuntó a Scabbers con ella.

—Me vas a escuchar hasta el final, Ron. Pero sujeta bien a Peter mientras escuchas.

—¡NO ES PETER, ES SCABBERS! —gritó Ron, metiendo la rata en su bolsillo delantero.

Brigid se movió un poco más y estuvo a punto de perder el equilibrio. Vega tuvo que ayudarle a no caerse. Le hizo tumbarse de nuevo en la cama, con cuidado.

—Será mejor que no intentes moverte mucho, Brigid —advirtió, en voz baja—. La señora Pomfrey tendrá que curarte luego.

—Hubo testigos que vieron morir a Pettigrew —dijo Harry—. Toda una calle llena de testigos.

—¿ALGUIEN HARÍA EL FAVOR DE DECIRME QUIÉN ES PETTIGREW? —gritó Nova, consiguiendo atraer la atención de todos—. En serio, esto empieza a ser molesto. No suelo estar tanto tiempo callada.

—Era un mago que estudió con mis padres, el profesor Lupin y él. —Harry señaló a Black, con claro odio—. Black lo mató, junto a doce muggles, después de vender a mis padres a Voldemort. Es por él por quien están muertos. Y no solo vendió a mis padres...

—Para, Harry —interrumpió Vega, en tono de advertencia.

No se le había pasado por alto cómo había llamado a Remus. Se estaba precipitando. Se iba a arrepentir luego, ella lo sabía.

—¿Qué es? —preguntó Nova, mirando a su hermana.

La mayor tragó saliva. Miró a Remus, que asintió. Vega suspiró.

—Sabes por qué él fue a Azkaban —empezó Vega, dudosa—. Por matar a doce muggles y un mago.

—Lo sé. Ese mago era Pettigrew, ¿no? ¿El Peter del que tío Jason nos hablaba?

Brigid vio que Black temblaba de ira y frustración a su lado.

—Ajá. Bueno, también fue por unirse a los mortífagos y... es largo de explicar, pero él fue quien entregó a mamá, tío James y tía Ariadne a Voldemort. Los vendió. Luego, mató a los muggles y Pettigrew.

Vega se trabó, tartamudeó y se quedó pensando en qué decir a continuación varias veces mientras hablaba. Esperaba que su hermana la hubiera entendido.

Vega contó un segundo. Dos. Tres. Cuatro. Y...

—Mierda —fue lo primero que dijo Nova, sacudiendo la cabeza—. ¿Esto es lo que me has estado ocultando?

Todos las observaban en completo silencio. El único sonido que se escuchaba eran los chillidos de Scabbers.

—Mierda —repitió Nova—. Hubiera preferido que traficaras droga.

—Ya —murmuró Vega—. ¿Ahora entiendes por qué te dije que era jodido?

—Supongo que sí —dijo Nova, mirando a Black de reojo—. ¿Así que él es quiso matarnos?

Vega asintió con la cabeza.

—Eso dijeron.

—Bien, ya he entendido. Podemos continuar. ¿Por dónde íbamos? —Nova miró a su alrededor—. Ah, sí. ¿No sé cuántos testigos le vieron matar a Pettigrew?

—¡No vieron, creyeron ver! —exclamó Black, furioso.

—Todo el mundo creyó que Sirius mató a Peter —dijo Remus, en tono pacificador—. Yo mismo lo creía hasta que he visto el mapa esta noche. Porque el mapa del merodeador nunca miente... Peter está vivo. Ron lo tiene entre las manos, Harry. Vega puede decírtelo.

Ella asintió con la cabeza. Harry la miró detenidamente. Ella puso la mano sobre su hombro y Harry asintió después de un segundo, apretando los labios. Vega solo se basaba en la certeza de que había visto a Pettigrew en el mapa y en la confianza que tenía en Remus para no pensar que habían perdido la cabeza. Pero esperaba obtener respuestas pronto.

—¿Tan seguro está de que el mapa no falla? —preguntó Brigid, en voz baja.

Lupin la miró y asintió.

—No he estado tan seguro de nada jamás —prometió—. Participé en la creación del mapa, nos encargamos de que fuera fiable.

—Sí, Arión se encargó de ello —susurró Black.

Hermione intervino.

—Pero profesor Lupin: Scabbers no puede ser Pettigrew... Sencillamente es imposible, usted lo sabe.

—¿Por qué no puede serlo? —preguntó Lupin, en tono calmado.

—Porque si Peter Pettigrew hubiera sido un animago, la gente lo habría sabido. Estudiamos a los animagos con la profesora McGonagall. Y yo los estudié en la enciclopedia cuando preparaba el trabajo. El Ministerio vigila a los magos que pueden convertirse en animales. Hay un registro que indica en qué animal se convierten y las señales que tienen. Yo busqué Profesora McGonagall en el registro, y vi que en este siglo solo ha habido siete animagos. El nombre de Peter Pettigrew no figuraba en la lista.

Vega arqueó las cejas. ¿Hermione hacía todo aquello para los trabajos de clase? Vega, con suerte, no los presentaba llenos de tachones.

Lupin se echó a reír.

—¡Bien otra vez, Hermione! Pero el Ministerio ignora la existencia de otros cuatro animagos en Hogwarts.

—Si se lo vas a contar, date prisa, Remus —gruñó Black—. He esperado doce años. No voy a esperar más.

—De acuerdo, pero tendrás que ayudarme, Sirius. Yo solo sé cómo comenzó...

Vega se tensó. Sin duda, había escuchado un crujido cerca. La puerta se había abierto sola.

—Esto parece una maldita película de terror muggle —murmuró Nova, frunciendo el ceño—. Juro que, si aparece un muñeco satánico o algo así, me largo.

—No hay nadie —informó Lupin, observando el rellano.

—¡Este lugar está encantado! —dijo Ron.

—No lo está —dijo Lupin, que seguía mirando a la puerta, intrigado—. La Casa de los Gritos nunca ha estado embrujada. Los gritos y aullidos que oían los del pueblo los producía yo. Con eso empezó todo... cuando me convertí en hombre lobo. Nada de esto habría sucedido si no me hubieran mordido... y si no hubiera sido yo tan temerario.

Ron parecía a punto de interrumpirle, pero Hermione se llevó rápidamente el dedo a la boca.

—¡Chitón!

—Era muy pequeño cuando me mordieron —prosiguió Lupin—. Mis padres lo intentaron todo, pero en aquellos días no había cura. La poción que me ha estado dando el profesor Snape es un descubrimiento muy reciente. Me vuelve inofensivo, ¿os dais cuenta? Si la tomo la semana anterior a la luna llena, conservo mi personalidad al transformarme... Me encojo en mi despacho, convertido en un lobo inofensivo, y aguardo a que la luna vuelva a menguar. Sin embargo, antes de que se descubriera la poción de matalobos, me convertía una vez al mes en un peligroso lobo adulto. Parecía imposible que pudiera venir a Hogwarts. No era probable que los padres quisieran que sus hijos estuvieran a mi merced. Pero entonces Dumbledore llegó a director y se hizo cargo de mi problema. Dijo que mientras tomáramos ciertas precauciones, no había motivo para que yo no acudiera a clase. —Lupin suspiró y miró a Harry—. Te dije hace meses que el sauce boxeador lo plantaron el año que llegué a Hogwarts. La verdad es que lo plantaron porque vine a Hogwarts. Esta casa —Lupin miró a su alrededor melancólicamente—, el túnel que conduce a ella... se construyeron para que los usara yo. Una vez al mes me sacaban del castillo furtivamente y me traían a este lugar para que me transformara. El árbol se puso en la boca del túnel para que nadie se encontrara conmigo mientras yo fuera peligroso.

»En aquella época mis transformaciones eran... eran terribles. Es muy doloroso convertirse en licántropo. Se me aislaba de los humanos para que no los mordiera, de forma que me arañaba y mordía a mí mismo. En el pueblo oían los ruidos y los gritos, y creían que se trataba de espíritus especialmente violentos. Dumbledore alentó los rumores... Ni siquiera ahora que la casa lleva años en silencio se atreven los del pueblo a acercarse. Pero aparte de eso, yo era más feliz que nunca. Por primera vez tenía amigos, cuatro estupendos amigos: Sirius Black, Peter Pettigrew, tu padre, Harry, James Potter y vuestra madre, Vega, Nova. Aura Potter. —Nova arqueó las cejas al escuchar el nombre. Sirius esbozó una mueca—. Mis cuatro amigos no podían dejar de darse cuenta de mis desapariciones mensuales. Yo inventaba historias de todo tipo. Les dije que mi madre estaba enferma y que tenía que ir a casa a verla... Me aterrorizaba que pudieran abandonarme cuando descubrieran lo que yo era. Pero al igual que tú, Hermione, averiguaron la verdad. Y no me abandonaron. Por el contrario, convirtieron mis metamorfosis no solo en soportables, sino en los mejores momentos de mi vida. Se hicieron animagos.

—¿Mi padre y mi tía también? —preguntó Harry, sorprendido.

—Sí, claro —respondió Lupin—. Les costó tres años averiguar cómo hacerlo. Tu padre, tu tía y Sirius eran los alumnos más inteligentes del colegio y tuvieron suerte porque la transformación en animago puede salir fatal. Es la razón por la que el Ministerio vigila estrechamente a los que lo intentan. Peter necesitaba toda la ayuda que pudiera obtener de James, Aura y Sirius. Finalmente, en quinto, lo lograron. Cada cual tuvo la posibilidad de convertirse a voluntad en un animal diferente.

—Pero ¿en qué le benefició a usted eso? —preguntó Hermione.

—No podían hacerme compañía como seres humanos, así que me la hacían como animales —explicó Lupin—. Un licántropo solo es peligroso para las personas. Cada mes abandonaban a hurtadillas el castillo, bajo la capa invisible de James y Aura. Peter, como era el más pequeño, podía deslizarse bajo las ramas del sauce y tocar el nudo que las deja inmóviles. Entonces pasaban por el túnel y se reunían conmigo. Bajo su influencia yo me volvía menos peligroso. Mi cuerpo seguía siendo de lobo, pero mi mente parecía más humana mientras estaba con ellos.

—Date prisa, Remus —dijo Black, ansioso.

—Ya llego, Sirius, ya llego... Al transformarnos se nos abrían posibilidades emocionantes. Abandonábamos la Casa de los Gritos y vagábamos de noche por los terrenos del colegio y por el pueblo. Sirius, Aura y James se transformaban en animales tan grandes que eran capaces de tener a raya a un licántropo. Dudo que ningún alumno de Hogwarts haya descubierto nunca tantas cosas sobre el colegio como nosotros. Y de esa manera llegamos a trazar el mapa del merodeador y lo firmamos con nuestros apodos: Sirius era Canuto, Peter Colagusano, James Cornamenta y Aura Arión.

—¿Qué animal...? —empezó Harry, pero fue interrumpido por Hermione.

—¡Aun así, era peligroso! ¡Andar por ahí, en la oscuridad, con un licántropo! ¿Qué habría ocurrido si les hubiera dado esquinazo a los otros y mordido a alguien?

—Granger, lo hecho, hecho está —dijo Nova, tranquila—. No pasó, tuvieron suerte, fin. Por cierto, ¿cómo puedo convertirme en animaga?

—No, Nova —se apresuró a decir Vega—. Ni hablar.

Hermione le lanzó una mirada airada a la menor.

—¡Podría haber pasado algo! —insistió.

—Ese es un pensamiento que aún me reconcome —admitió Lupin—. Estuve a punto de hacerlo muchas veces. Luego nos reíamos. Éramos jóvenes e irreflexivos. Nos dejábamos llevar por nuestras ocurrencias. A menudo me sentía culpable por haber traicionado la confianza de Dumbledore. Me había admitido en Hogwarts cuando ningún otro director lo habría hecho, y no se imaginaba que yo estuviera rompiendo las normas que había establecido para mi propia seguridad y la de otros. Nunca supo que por mi culpa tres de mis compañeros se convirtieron ilegalmente en animagos. Pero olvidaba mis remordimientos cada vez que nos sentábamos a planear la aventura del mes siguiente. Y no he cambiado... Todo este curso he estado pensando si debería decirle a Dumbledore que Sirius es un animago. Pero no lo he hecho. ¿Por qué? Porque soy demasiado cobarde. Decírselo habría supuesto confesar que yo traicionaba su confianza mientras estaba en el colegio, habría supuesto admitir que arrastraba a otros conmigo... y la confianza de Dumbledore ha sido muy importante para mí. Me dejó entrar en Hogwarts de niño y me ha dado un trabajo cuando durante toda mi vida adulta me han rehuido y he sido incapaz de encontrar un empleo remunerado debido a mi condición. Y por eso supe que Sirius entraba en el colegio utilizando artes oscuras aprendidas de Voldemort y de que su condición de animago no tenía nada que ver... Así que, de alguna manera, Snape tenía razón en lo que decía de mí.

—¿Snape? —dijo Black bruscamente, mirando a Lupin—. ¿Qué pinta Snape?

—Está aquí, Sirius —dijo Lupin con disgusto—. También da clases en Hogwarts.

—Hemos hablado antes de él —añadió Nova—. ¿Azkaban te ha afectado al oído?

—Nova, hay momentos en los que las bromas sobran —gruñó Vega.

—El profesor Snape era compañero nuestro —explicó Remus. Se giró hacia Black—. Ha intentado por todos los medios impedir que me dieran el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Le ha estado diciendo a Dumbledore durante todo el curso que no soy de fiar. Tiene motivos... Sirius le gastó una broma que casi lo mató, una broma en la que me vi envuelto.

—Le estuvo bien empleado. —Black se rió con una mueca—. Siempre husmeando, siempre queriendo saber lo que tramábamos... para ver si nos expulsaban.

—¿Y no hubiéramos tenido que tenerle como profesor? —preguntó Nova—. No le deseo la muerte a nadie, pero hubiera estado bien.

Sirius pareció orgulloso de aquellas palabras, pero no dijo nada. Vega advirtió que no se había dirigido a ninguna de ellas en todo el tiempo que llevaban allí.

—Severus estaba muy interesado por averiguar adónde iba yo cada mes —dijo Lupin—. Estábamos en el mismo curso, ¿sabéis? Y no nos caíamos bien. En especial, le tenía inquina a James. Creo que era envidia por lo bien que se le daba el quidditch... De todas formas, Snape me había visto atravesar los terrenos del colegio con la señora Pomfrey cierta tarde que me llevaba hacia el sauce boxeador para mi transformación. Sirius pensó que sería divertido contarle a Snape que para entrar detrás de mí bastaba con apretar el nudo del árbol con un palo largo.

—También fue porque ese imbécil estaba hablando mal de Aura —gruñó Sirius.

Remus asintió.

—Bueno, Snape, como es lógico, lo hizo. Si hubiera llegado hasta aquí, se habría encontrado con un licántropo completamente transformado. Pero tu padre, Harry, que había oído a Sirius, avisó a Aura y ambos fueron tras Snape y lo obligaron a volver, arriesgando sus propias vidas, aunque Snape me entrevió al final del túnel. Dumbledore le prohibió contárselo a nadie, pero desde aquel momento supo lo que yo era...

—Entonces, por eso lo odia Snape —adivinó Harry—. ¿Pensó que estaba usted metido en la broma?

—Exactamente —admitió una voz fría y burlona que provenía de la pared, a espaldas de Lupin.

Severus Snape se desprendió de la capa invisible y apuntó a Lupin con la varita.

—Mierda —exclamó Nova.

Hermione soltó un grito. Brigid también. Black se puso de pie de un salto. Harry pegó un brinco. Nova soltó otra maldición. Vega se quedó de piedra.

—He encontrado esto al pie del sauce boxeador —dijo Snape, arrojando la capa a un lado y sin dejar de apuntar al pecho de Lupin con la varita—. Muchas gracias, Potter, me ha sido muy útil.

La cara de satisfacción de Snape le dio náuseas a Vega.

—Tal vez os preguntéis cómo he sabido que estabais aquí —dijo con los ojos relampagueantes—. Acabo de ir a tu despacho, Lupin. Te olvidaste de tomar la poción esta noche, así que te llevé una copa llena. Fue una suerte. En tu mesa había cierto mapa. Me bastó un vistazo para saber todo lo que necesitaba. Te vi correr por el pasadizo con Vega Black.

—Severus... —comenzó Lupin, pero Snape no lo oyó.

—Le he dicho una y otra vez al director que ayudabas a tu viejo amigo Black a entrar en el castillo, Lupin. Y aquí está la prueba. Ni siquiera se me ocurrió que tuvierais el valor de utilizar este lugar como escondrijo.

—Te equivocas, Severus —dijo Lupin, hablando aprisa—. No lo has oído todo. Puedo explicarlo. Sirius no ha venido a matar a Harry. Tampoco a Vega y Nova.

—Dos más para Azkaban esta noche —dijo Snape, con los ojos llenos de odio—. Me encantará saber cómo se lo toma Dumbledore. Estaba convencido de que eras inofensivo, ¿sabes, Lupin? Un licántropo domesticado...

—Idiota —dijo Lupin en voz baja—. ¿Vale la pena volver a meter en Azkaban a un hombre inocente por una pelea de colegiales?

Vega gritó cuando de la varita de Snape salieron unas cuerdas, que se enroscaron de inmediato alrededor de la boca, las muñecas y los tobillos de Remus. Su padre soltó un rugido de rabia cuando su amigo cayó al suelo. Black se abalanzó sobre Snape, pero este fue más rápido y le apuntó directamente a los ojos con la varita.

—Dame un motivo —susurró—. Dame un motivo para hacerlo y te juro que lo haré.

Sirius se detuvo en seco, observando con odio a Snape. Vega dio un paso al frente. No estaba dispuesta a permitir que el maestro la dejara sin respuestas.

—Estás pasándote, Black —advirtió el profesor, sin mirarla siquiera.

—No, usted está actuando sin pensar y eso nos perjudica a todos —replicó ella.

—De acuerdo, Black —respondió Snape, con la voz llena de desprecio—. Me temo que vas a ser expulsada del colegio. Todos vosotros, de hecho. Os encontráis en un lugar prohibido, en compañía de un asesino escapado y de un licántropo. De hecho, deberías sentirte afortunada, Black. Probablemente, si tuvieras un par de años más, terminarías en una celda contigua a la de tu querido padre.

—¡No vuelvas a amenazar a mi hermana, imbécil! —saltó Nova, yendo directa hacia Snape y quedándose parada a solo un par de metros de él. Apretó los dedos alrededor de su varita—. Ella no te ha faltado el respeto en ningún momento.

—Nova —advirtió Vega, sujetando con más fuerza su varita—. Déjalo.

—Deberías escuchar a tu querida hermana, Black —se burló Snape, antes de girarse hacia Sirius—. La venganza es muy dulce. ¡Habría dado un brazo por ser yo quien te capturara!

—Eres tú quien no comprende, Severus —gruñó Black—. Mientras este muchacho meta su rata en el castillo —señaló a Ron con la cabeza—, entraré en él sigilosamente.

—¿En el castillo? —preguntó Snape con voz melosa—. No creo que tengamos que ir tan lejos. Lo único que tengo que hacer es llamar a los dementores en cuanto salgamos del sauce. Estarán encantados de verte, Black... Tanto que te darán un besito, me atrevería a decir...

El rostro de Black perdió el escaso color que tenía.

—Tienes que escucharme —insistió—. La rata, mira la rata...

—Creo que Snape se ha vuelto loco —murmuró Nova, que había regresado junto a Vega—. Prefiero a un muñeco satánico antes que a él.

—Vamos todos —ordenó—. Arrastraré al licántropo. Puede que los dementores lo besen también a él.

—Pero, profesor... —murmuró Brigid, desde la cama. Se incorporó a duras penas, con una mueca de dolor en el rostro—. Si usted escuchara, como nosotros, tal vez...

—Cállate, Diggory —espetó Snape, casi escupiendo.

Black le dirigió una mirada intrigada.

—Ah, sí, Black, ¿recuerdas a Diggory? —se burló Snape—. ¿No engañaste a Potter con ella? No es que me sorprenda, viniendo de ti. Aunque siempre pensé que te gustaban las atractivas. Después de aquello, vi que no.

Snape empujó a Sirius Black hacia la puerta, apuntándole con la varita.

Vega no estaba dispuesta a permitir aquello. Antes de pensar en lo que hacía, ya estaba  bloqueando la puerta. Harry y Nova, que se habían movido casi al mismo tiempo que ella, se colocaron a sus lados.

—Quitaos de en medio. Ya estáis metido en bastantes problemas —gruñó Snape—. Si no hubiera venido para salvaros...

—Remus ha tenido cientos de oportunidades de matarme este curso y a lo largo de toda mi vida —explicó Harry—. He estado solo con él un montón de veces, recibiendo clases de defensa contra los dementores, literalmente he vivido con él. Si es un compinche de Black, ¿por qué no acabó conmigo?

—No me pidas que desentrañe la mente de un licántropo —susurró Snape—. Quítate de en medio, Potter. Y vosotras también, Blacks.

—¡DA USTED PENA! —gritó Harry—. ¡SE NIEGA A ESCUCHAR SOLO PORQUE SE BURLARON DE USTED EN EL COLEGIO!

—¿Por qué no usa el escaso cerebro que tiene? —gruñó Vega—. ¿O está demasiado oxidado por el poco uso que le ha dado?

—¿Tiene cerebro? —preguntó Nova, burlona.

Parecía que el respeto había quedado a un lado. Pero, si Snape no les respetaba a ellos, ¿por qué ellos a él sí?

—¡SILENCIO! ¡NO PERMITIRÉ QUE ME HABLÉIS ASÍ! —chilló Snape, más furioso que nunca—. ¡De tal palo tal astilla! ¡Acabo de salvaros el pellejo, tendríais que agradecérmelo de rodillas! ¡Os estaría bien empleado si os hubiera matado! Habrías muerto como tu padre, Potter, demasiado arrogante para desconfiar de Black. Y vosotras, Blacks, creí que seríais algo más inteligentes que vuestra madre. ¡Mirad dónde le llevó su presunción!

Sirius soltó un gruñido. Parecía decidido a intervenir, pero Vega fue más rápida.

—¡CIERRE LA BOCA! —gritó—. ¿SE SIENTE MEJOR CONSIGO MISMO SOLO POR INSULTAR A PERSONAS MUERTAS? ¡ES PATÉTICO!

Estaba tan furiosa que temblaba. Nova apretó los dientes.

—Quitaos de en medio u os quitaré yo —advirtió Snape—. ¡APARTAOS!

Vega ni siquiera pensó en lo que hacía. Levantó la varita y apuntó directamente a Snape.

¡Expelliarmus!

Si hubiera sido solo ella la que atacara, Snape simplemente hubiera perdido la varita. Pero otras cinco voces habían gritado lo mismo en el mismo momento. Así que el profesor había salido despedido contra la pared, había chocado con ella y había quedado inconsciente. Un hilo de sangre brotaba de su cabeza.

—Eso ha sido inesperado —comentó Nova, quitándole importancia al asunto—. Buena compenetración, chicos.

Brigid ahogó un grito.

—No deberíais haberlo hecho —dijo Sirius, mirando a los tres, que continuaban frente al hueco de la entrada. Vega advirtió que la puerta había salido disparada por la potencia de los hechizos—. Tendríais que habérmelo dejado a mí...

—No creo que hubieras podido haber hecho mucho desarmado y con él apuntándote directamente a la cara —habló Vega, mirando de reojo a Snape—. Y se dice gracias.

Dio la sensación de que Black iba a sonreír.

—Gracias —se limitó a decir.

—¡Hemos agredido a un profesor...! ¡Hemos agredido a un profesor...! —gimoteaba Hermione, asustada—. ¡Vamos a tener muchos problemas!

—Parece muerto —comentó Nova, frunciendo el ceño—. Vee, ¿me dejas patearlo? Sería como un regalo de cumpleaños muy atrasado...

—No hace falta, Nova. Respira.

—Una gran desgracia.

—Nova —dijo Vega, en tono de advertencia.

—Vale, perdón. Menos mal que mi profesor favorito no ha fallecido y va a poder seguir haciendo felices a todos sus alumnos —dijo, con la voz llena de sarcasmo.

Black desató a Lupin. Remus se levantó, frotándose las muñecas.

—Gracias —dijo, mirando a Harry, Vega y Nova.

—Aún no creo en usted —replicó el azabache.

—Entonces es hora de que te ofrezcamos alguna prueba —dijo Black—. Muchacho, entrégame a Peter. Ya.




















happy christmas everyone <3

quería intentar actualizar todos los fics de gb hoy pero solo me dio tiempo a vega y a bree oops jsjs

anyways, maratón 1/?

ale.

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