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♡ ꒱ lollipop 1.

JungKook despertó solo en cama.

La luz del día entraba entre las persianas dando cálidos rayos del sol como besos de verano, luego de largos días de tormentas frías y ruidosas. El dulce olor a manzanas acaramelada y hortensias aún se hacía presenten en pequeñas notas dulces que poco a poco parecían desaparecer en el aire.

Sus párpados pesaban inmensidades y sus músculos de la espalda se sentían tensos. Había dormido apenas unas cuantas horas, concluyendo los detalles finales de un informe de su última investigación, meses largos de trabajo, sudor y demasiado esfuerzo daban frutos al final de los largos caminos.

Talló uno de sus ojos, disparando el sueño fuera de su sistema e irguiéndose sobre la cómoda cama de endredón plumoso y cálido. A su lado, ese lugar vacío se encontraba, con las sábanas envueltas y la almohada casi rozando al piso. El lugar donde se supondría que su hermoso omega de ojos oceánicos verdes y besos de sol como danza de estrella en su crema piel debía estar soltando tiernos sonidos adormilados en un día de fin de semana como ese.

TaeHyung solía trabajar mucho tiempo en la semana en el pequeño estudio a dos habitaciones de donde él está. Cientos de pedidos llegaban todo el tiempo, pinceles por doquiera se encontraba y manchas de pintura por todo su hogar.

Era tradición que los sábados fines del mes ellos dos pasaran todo el día en cama, así que al ser apenas las nueve de la mañana y no encontrar al rizado omega en su lugar era bastante extraño.

Salió de la cama hacia el pasillo de la planta alta, luego de cepillar sus dientes y lavar su rostro, sin prestar mucha atención a que solo usaba un pantalón de pijama que danzaba fino en los huesos de sus caderas y su torso desnudo con la tinta dibujada como lienzo en su piel acaramelada.

Sus pies descalzos bajaron la escalera de madera, rumbo a las habitaciones de abajo. Cada paso que descendía el sonido de un murmullo y revoltijo de algo se hacía más presente, como si un pequeño roedor estuviera haciendo alguna travesura.

El sonido perfectamente surgía de la cocina, es así como él caminó a cautelosos pasos hasta ese cuarto que tenía sus luces encendidas y un par de sonidos se reproducen.

Su sorpresa al entrar hacia la cocina fue al omega de rizos rebeldes y achocolatados con una camiseta que robó de su lado del armario color mostaza, sentado sobre la barra de la cocina con el jarrón de galletas de chispas de chocolate a un lado. Sus mejillas estaban llenas de comida y las dulces comisuras de su boca con rastro de migajas, sus piernas abiertas con los exquisitos muslos desnudos y blancos como la luna con estrellas como pecas que adornan el rostro ángulos de esa criatura. La nariz manchada de chocolate en la punta y lo que sería el cuerpo de una galleta a medio comer en sus manos.

TaeHyung debía ser considerado un arte o eso creía JungKook.

Desde la forma prácticamente desastrosas y bella que sus rizos caen o el perfecto ángulo de cupido en sus labios llenos de sandías. También los místicos ojos de color verdes con toques en dorado y un poco de azul bebé. Los lunares que delineaba su cuerpo, que JungKook podía decir con orgullo había besado por sí mismo, ni hablar del exquisito sabor de su piel o las dulces curvas de su cuerpo que debían ser la llave de los cielos.

JungKook aclaró su garganta, dibujando una divertida pero amorosa sonrisa en sus labios delgados.

Es cuando TaeHyung levantó la vista de su galleta medio mordida con un rosado color en sus regordetas mejillas de comida con un brillo especial en sus ojos que JungKook de alguna manera conocía de maravilla.

"¡Papi!" chilló TaeHyung, escondiendo su galleta mordisqueada detrás de él, sonriendo inocente con los labios llenos de chocolate. "Creí que dormías."

"¿Ah sí?" preguntó con una ceja elevada, ensanchando su sonrisa. Caminó un par de pasos, observando como esos ojos verdes seguían sus movimientos detallados. "¿Qué es lo que hacías, amor?"

Las orejas de TaeHyung se volvieron rojas y su intento de sonrisa tranquila más temblorosa.

"Nada."

JungKook contuvo la risa que estaba por brotar. "¿Seguro?"

TaeHyung asintió, rápido, haciendo sus rizos bailar con sus mejillas ahora pálidas por la repentina presencia de su papi cerca de él. Su corazón latía rápido, asustado de ser descubierto en su travesura.

"Si papi. Seguro, seguro."

Le dió una sonrisa de dientes blancos que derritió a JungKook de inmediato, haciéndose un espacio entre las piernas de su omega, con sus manos sobre los gorditos muslos desnudos, sus manos enviando descargas eléctricas al omega y su olor a jabón de miel y tarde lluviosa con madera más dominante.

JungKook rio bajito, observando las manchas de chocolate en los labios suaves de su chico, así que extendió su mano, limpiando con su pulgar la mancha de chocolate debajo de su labios inferior. TaeHyung parecía contener la respiración con sus ojos abiertos, muy abiertos y su cuerpo pasmado.

"¿Y esto qué es, bebé?" JungKook preguntó, con su pulgar frente a los ojos verdes de el omega. La mancha café de las chispas de chocolate.

TaeHyung no le quedó más que resignarse, agachando la cabeza totalmente ruborizado y sus labios en un tierno puchero que JungKook deseaba arrebatarlo a besos. La galleta mordisqueada salió de su escondite, cayendo aún sujeta de su mano en su regazo.

"Lo siento, papi," susurró avergonzado TaeHyung, sus ojos brillantes y bonitos con las repentinas lágrima aglomeradas en un bello destello de estrella.

TaeHyung siempre habría sido delicado y sensible, es por eso que debía de ser tratado amablemente y con cariño. JungKook en sus más de cinco años de relación nunca le había gritado ni mucho menos tratarlo brusco.

Es decir, TaeHyung era como una pequeña flor en un enorme paradero, era encantadora y brillante con sus pétalos de color vivito y un delicioso olor, a todos le gustaba verla y algunos animalitos compañeros solían querer ser sus amigos, pero nadie parecía entender que era frágil y merecía ser tratada con plumados de suavidad. Es así como parecía que el único que realmente sabía cuidar de esa bella flor era JungKook. Él daría todo por cuidar a TaeHyung eternamente desde que lo conoció.

"Oh, mi omega bonito," siseó JungKook, acunando las lechosas mejillas de él. Sus pulgares como pétalos acariciando la suave piel y los enormes ojos verdes mirando a los suyos con una perpetua admiración. "No te castigaré por eso, bebé. Solo recuerda que es temprano para golosinas, eso haría daño a tu barriga."

TaeHyung asintió perdido y sumiso ante el tacto y fragancia propia del alfa. Apegándose a las caricias en su piel. "Lo siento, papi."

Besó la punta de su nariz, el sabor a chocolate se impregnó en sus labios y la sonrisa pequeña dibujo sus labios. "¿Cuál es tu edad, bebé?" preguntó bajito, acariciando el par de rizos que caían cerca.

Desde que entró en la cocina de su hogar y no encontró a TaeHyung con una taza de té en sus manos y las gafas de lectura en el puente de su nariz, supuso que había ocurrido de nuevo.

TaeHyung observó sus manitas con atención, antes de levantar seis dedos con una orgullosa sonrisa en sus labios y la galleta en malabares en sus manos.

"¿Cuántos dedos son, bebé?" le cuestionó con una risa de su nariz y la endulzante sonrisa de sus labios.

"Hm," musitó frunciendo sus nariz y deslizando su mirada en los dígitos que alzo. "¡Seis! ¡Son seis, papi!"

JungKook ensanchó su sonrisa dando un rápido beso a uno de los deditos del omega, haciéndolo tararear una risa. "Eso es. Eres un omega muy inteligente."

Las mejillas de TaeHyung se volvieron escarlatas y las risas como cantos de ángeles suaves desde su pecho con vibraciones cálidas. A TaeHyung le gustaba orgullecer a su papi, lo ponía feliz.

ggukcotton | 2O24 ♡

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