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﹝CAPÍTULO ÚNICO﹞

Eran muchas las razones por lo que la gente lo odiaba. Bueno, no. Era una en particular que parecía inofensiva al principio pero después de compartir tiempo con él hacia que los demás se alejaran.

Jimin era un chico listo, lector empedernido y amante de los videojuegos. Bastante normal si lo veías caminando por la calle. Era difícil imaginarse que alguien como el podría traer tantos problemas, como decían los que lo conocían. A sus cortos 16 años lo consideraban como un estorbo, nadie estaba dispuesto a preocuparse o siquiera gastar un poco de tiempo en el.

Jimin hablaba mucho y nadie quería escucharlo.

Normalmente una persona habladora irrita a los demás de vez en cuando, pero la gente termina habituándose a la personalidad. El caso de Jimin era muy distinto, estaba muy cercano a ser una enfermedad. Podía hablar todo el día durante horas, de cualquiera tema que pasase por su mente. En clases su profesores siempre lo regañaban porque hablaba durante toda la hora sin parar. No podía estar callado más de 30 segundos, siempre tenía que estar diciendo algo en voz alta aunque solo fuera para sí mismo.

Sus compañeros, profesores y hasta su familia estaban hartos de su comportamiento. Jimin les explicaba que era algo que no podía controlar pero a nadie parecía creerle, insistían en que su actitud solo reflejaba un intenso deseo por llamar la atención. Cuando Jimin escuchaba eso se preguntaba a sí mismo por qué la gente pensaba que él quería ser así, hubiese preferido ser un chico normal con amigos como todos los demás.

El punto era que Jimin hablaba tanto que su vida era un constante círculo de soledad. La única compañía con la que contaba era su gato gordo y gris llamado Guss, pero Jimin sabía que si el animal pudiese decir algo lo mandaría a callar como el resto de los demás.

Era difícil no sentirse mal cuando el veía por los pasillos a los demás chicos de su clase compartiendo y haciendo planes para el fin de semana. El tan solo una vez pasó la noche fuera de casa, tenía unos ocho años y su madre tuvo que ir a buscarlo porque no dejaba dormir a los demás niños que habían asistido a la pijamada. No había nadie dispuesto a escuchar a Jimin por más de un minuto, la gente sabía cómo se colocaba cada vez que le daban un poco de atención así que preferían ignorarlo, casi como si de un fantasma se tratase.

Jimin no podía evitar llorar por las noches antes de quedarse dormido.

Quería dejar de ser tan extraño para que el mundo lo aceptará pero a pesar de las constantes idas al psicólogo y medicaciones que tan solo lo adormilaban, su problema seguía igual de latente e incluso peor. No sabía que podía hacer para volverse un chico normal que no hablara hasta por los codos.

Hubo un momento en su vida que se dio por vencido, resignándose a un camino acompañado miserablemente por la soledad. Si aquel era su destino Jimin debía aferrarse a el. Tendría que vivir el resto de su vida con tan solo el apoyo de su fiel gato Guss y conversando consigo mismo frente al espejo.

Pero todo cambió cuando Jeongguk apareció.

Estatura alta, brazos fornidos, tez bronceada, cabello castaño y sonrisa de conejo con cierto aire de superioridad. Ese era Jeongguk, el chico nuevo que llego a la escuela a mitad de curso, por el que todas babean y del cual todos querían ser amigos. Como era de esperarse Jeongguk pertenecía a otro estilo de vida, muy alejado de la realidad de Jimin. Era lógico que este último se flechase con el apenas lo vio, el castaño era el prototipo de chico ideal.

Su primera conversación fue en la oficina del director. Jimin había sido golpeado por un compañero a mitad de la clase por, obviamente, no quedarse en silencio. Ya le había ocurrido antes así que se podría decir que estaba acostumbrado. El Director fue a hablar con su secretaria para que llamara a su madre y lo dejó solo por unos minutos. Cuando la puerta se abrió Jimin pensó que que trataría de el Director pero no, el que había entrado era Jeongguk.

– ¿Sabes donde está el Director?

Le estaba preguntando a el, Jimin pensó que se desmayaría por eso. Nadie le dirigía la palabra prácticamente porque sabían cómo se ponía, pero Jeongguk, el chico más guapo que alguna vez vio le estaba hablando directamente. Fue inevitable para a Jimin ponerse nervioso al notar la mirada del castaño sobre el.

– Fue a buscar a la señora Jiwoo pero de seguro vuelve en unos minutos, tan solo le iba a decir a mi madre que me habían golpeado y ella siempre está en casa, el teléfono sonara dos veces hasta que ella conteste. Siempre me ha molestado que se preocupe más de contestar el teléfono que de mi... Pero lo que importa es que vendrá a buscarme, nunca falla, es una buena madre...

Jimin había notado que nuevamente estaba hablando como si alguien le hubiese puesto una pistola en la cabeza pero Jeongguk solamente lo miraba para luego regalarle una sonrisa.

– Lo esperaré aquí entonces –dijo.

Eso lo había sorprendido tanto que casi se desmaya. Nadie estaba dispuesto a pasar tiempo con el sin ser obligado, desesperaba a la gente a los cinco minutos aunque no quisiese. Trato con todas sus fuerzas no hablar para no espantar a Jeongguk pero al final lo hizo, hablo casi por quince minutos de forma seguida mientras la mirada del chico caía atentamente sobre si. Cuando terminó se encogió de hombros asustado, tenía miedo que Jeongguk le dijera algo hiriente porque al ser el chico que le gustaba seguramente se sentiría mal.

Pero cuando el término de hablar solo dijo:

– No entendí lo último, ¿puedes repetirlo?

No sabe por qué pero Jeongguk lo escucho mucho más dispuesto que su psicólogo al cual más encima le pagaba. En ningún momento puso mala cara ni fingió que se debía ir, tan solo se quedo poniéndole atención y eso era una sensación completamente nueva para Jimin.

Ahí comenzó a enamorarse de Jeongguk.

Por un momento pensó que aquello sería algo de una vez pero no, solo fue el principio. Al día siguiente después de su encuentro en la oficina del Director mientras Jimin comía en la mesa alejada del mundo en el comedor Jeongguk llego a hacerle compañía, decir que Jimin se emocionó era poco... Estaba eufórico.

Así su rutina llena de soledad cambió por completo, ahora Jeongguk era parte de ella. El lo acompañaba durante los recreos, almorzaban juntos y hasta lo acompañaba a casa. Por primera vez en su vida alguien estaba dispuesto a pasar tiempo a su lado y Jimin se sentía completamente feliz por eso, se le notaba en la sonrisa que llevaba cada día, el aumento de sus calificaciones y que tarareaba.

Había descubierto en Jeongguk a un chico maravilloso. Le gustaban los videojuegos tanto como a el y tenían los mismos libros favoritos. Habían muchos temas de conversación entre ambos aunque Jimin casi siempre tenía la palabra mientras que Jeongguk lo escuchaba sonriendo. La verdad era que el chico nuevo era un sueño... El sueño de Jimin, mejor dicho.

Pero Jimin no estaba dispuesto a hacerse esperanzas, Jeongguk era demasiado bueno como para estar con el, apenas se había ganado su amistad y no quería espantarlo con sus estupidos sentimientos de rarito.

Fue un día de octubre cuando a Jimin se le rompió el corazón.

Ya habían pasado cuatro meses desde que era amigo de Jeongguk y todo iba de maravillas. Se habían vuelto muy unidos y todos en la escuela los miraban raro, obviamente por el hecho de que nadie además de Jeongguk estaba dispuesto a sociabilizar con Jimin. Este último no se daba cuenta de los malos comentarios que circulaban por la institución porque estaba inmerso en su burbuja de felicidad, la cual se reventó cuando escucho a dos chicas de su salón hablar mientras el seguía ordenando sus cosas para pasar por Jeongguk e irse a casa.

– Escuche que el Director lo obliga a pasar tiempo con ese rarito... Ya se me hacía extraño que estuvieran tanto tiempo juntos.

– No sé como lo soporta.

– Lo mismo digo. Pobre Jeongguk.

Jimin sintió como el corazón se le estrujaba en el pecho. No podía haber sido tan tonto como para pensar que Jeongguk hablaría con el por cuenta propia, eso no pasaba porque el era Jimin, el rarito que hablaba demasiado de la escuela. No era normal que un chico fuera tan amable con el sin un motivo de por miedo y por fin lo había descubierto.

Ese día no fue a buscar a Jeongguk a su salón, tan solo dejo que las lagrimas se deslizaran por su rostro y se fue a su casa solo.

En su hogar lo único que hizo fue encerrarse en la habitación para dejar caer su cabeza sobra la almohada y sollozar hasta quedarse dormido. Que te rompieran el corazón era un dolor muy agudo para el pobre Jimin, quien aunque estaba acostumbrado al rechazo no lo estaba a la desilusión.

Fue despertado después por un ruido proveniente de su balcón. Eran pequeños golpecitos que no cesaban. Pensó que se trataba del gato del vecino que hacía esos ruidos para que lo dejasen entrar pero cuando se acercó al ventanal para echar al animal se encontró con un chico mirándolo a través del vidrio.

Jeongguk.

No quería dejarlo entrar, no quería enfrentarlo después de lo que había escuchado porque seguramente no tendría la fuerza suficiente para evitar llorar frente a él. Jeongguk seguía tocando el ventanal como pidiendo permiso y Jimin no era capaz de decirle que no a aquella sonrisa que tanto le gustaba.

Despacio quito el seguro y lo dejo entrar. Jeongguk le sonrió apenas desapareció el vidrio que los alejaba.

– Hoy no me haz esperado y te han visto llorando, ¿pasó algo?

La pregunta hizo que las lágrimas se acumularan nuevamente en los ojos de Jimin y por primera vez se le estaba dificultando hablar, quizá gracias al molesto nudo que tenía en la garganta.

– Y-ya se que el Director t-te dijo que pasaras tiempo conmigo... No quiero que seamos amigos por lastima, si es así prefiero estar solo. N-no me interesa que me hables por obligación sé que soy el raro con el que nadie quiere hablar... D-debí sospechar la primera vez que me hablaste que todo era una farsa... Y-Yo...

– Un minuto –habla Jeongguk interumpiendolo– ¿De qué hablas?

– Escuche a Jisoo y a Eunji diciendo que supieron por qué pasabas tanto tiempo conmigo. El Director te pidió que lo hicieras y yo no quiero tu lastima ni que me hables por obligación. Estaba bien solo así que no te necesito si es lo que crees. Puedo sobrevivir sin ser tu amigo así que no es necesario que hablemos, sigue con tu vida normal y yo seguiré con la mía.  Las cosas no...

Esta vez no fue interrumpido por palabras si no por los labios de Jeongguk sobre los suyos. Literalmente la cordura de Jimin se fue a la mierda.

Cuando se separaron Jimin tenía los ojos abiertos de par en par y el corazón acelerado como un auto de carreras. Jeongguk acariciaba su rostro con sumo cuidado, como si fuese la cosa más preciosa que alguna vez vio.

– ¿P-por que hiciste eso? –pregunta Jimin– Yo no quiero que te sientas obligado a hacer estas cosas, no necesito la lastima ni la pena de nadie. Además me gustas es casi obvio que moría por besarte pero no quería que lo hicieras por esas razones. En mi cabeza había imaginado mil veces esta escena y siempre creí que podrías enamorarte de mí pero eso es imposible porque tú eres muy normal como para estar con un chico como yo. Además de el hecho que...

Otro beso lo interrumpió y esta vez los brazos de Jeongguk lo rodearon con fuerza. Eso era mucho mejor que los sueños de colegiala de Jimin.

Al separarse Jeongguk dijo:

– El Director jamás me pidió que pasara tiempo contigo, son rumores estupidos... Desde que llegue a la escuela me pareciste el chico más lindo del mundo y no tuve el valor para acercarme hasta el día que nos encontramos en la oficina.

El estomago de Jimin no podía más de las mariposas acumuladas. Ver a Jeongguk con sus mejillas sonrosadas mientras se le declaraba era la cosa más bella que alguna vez le pasó.

– Jamás... Jamás me habían callado con un beso –susurra Jimin– siempre me gritan o hacen señas, en la escuela y en mi casa. Me gusta mucho más que lo hagas tú de esa forma... Digo, tus labios son muy suaves y tu nariz me hace cosquillas en las mejillas pero me gusta porque siento algo bonito en el estomago y no sé...

Jeongguk sonrió para luego tomar el mentón de Jimin y así sus miradas se conectaran.

– No quiero hacerte callar, Jimin. Me gusta que hables demasiado, eres muy especial. Pero ahora además de escucharte quiero besarte, ¿puedo?

Por primera vez las palabras sobraron para Jimin y simplemente besó a Jeongguk.

Logomanía: Hablar compulsivamente sin parar.

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Nota: OS BIEN GAAAAAY. Siento que he estado muy ausente estos días así que les debía algo con mucho azúcar.

Para los que me leen en mis ffs ya está abierta la votación para ver cuáles tendrán un maratón. Pueden ir a votar aquí:

Eso... Ah y el próximo OS será con lemon🌚 Un beso y nos vemos en la siguiente historia.

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